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China paraliza tres centrales eléctricas de la presa de las Tres Gargantas por su impacto

Fuentes: ABC

La que ya ha sido bautizada como la segunda Gran Muralla China, el faraónico proyecto de la presa de las Tres Gargantas en el río Yangtsé, ha sufrido un varapalo histórico. Y es que algo debe estar cambiando en el gigante asiático, cuyo desbocado crecimiento económico se ha logrado siempre a costa de la ecología, […]

La que ya ha sido bautizada como la segunda Gran Muralla China, el faraónico proyecto de la presa de las Tres Gargantas en el río Yangtsé, ha sufrido un varapalo histórico. Y es que algo debe estar cambiando en el gigante asiático, cuyo desbocado crecimiento económico se ha logrado siempre a costa de la ecología, para que, por primera vez, la Administración Estatal de Protección Medioambiental (SEPA, en sus siglas en inglés) haya podido paralizar una obra de estas dimensiones.

En concreto, la empresa estatal que construye este inmenso embalse de más de 600 kilómetros de largo y 175 metros de profundidad, que almacenará 39.300 millones de metros cúbicos y generará el 11 por ciento de la electricidad que consume China al producir 84.600 millones de kilowatios/hora al año, se ha visto obligada a detener la construcción de tres grandes centrales hidroeléctricas incluidas en el proyecto por dañar gravemente los ecosistemas de la zona.

De hecho, dos de dichas centrales ni siquiera habían aportado aún un estudio de impacto medioambiental, mientras que el análisis de la tercera planta, que se ubicará en la descomunal presa de Xiloudu con una inversión de 4.136 millones de euros, todavía no había sido aprobado por la SEPA tras ser remitido a finales del año pasado.

Estas tres iniciativas forman parte de los 30 trabajos que, repartidos por 13 municipios y cifrados en miles de millones de euros, la SEPA mandó suspender el pasado 24 de enero. De todos ellos, los más costosos eran las tres centrales eléctricas subterráneas de la presa de las Tres Gargantas, cuya promotora hizo oídos sordos a la prohibición y continuó adelante con los trabajos de construcción.

Multa a la promotora

Por este motivo, el propio Gobierno chino ha tomado cartas en el asunto y, gracias a las presiones ejercidas por el Consejo de Estado, la compañía encargada de las obras, la Corporación para el Proyecto de las Tres Gargantas, se ha visto forzada finalmente a paralizar los trabajos y a esperar el visto bueno a sus estudios de impacto medioambiental, que son obligatorios sólo desde septiembre de 2003. Además, la promotora ha sido sancionada con una multa de 600.000 yuanes (56.496 euros) por no haber presentado dichos informes ambientales.

Para evitar casos como éste, la SEPA ya ha anunciado, a través de su subdirector Pan Yue, que intensificará los controles sobre la construcción de las centrales hidroeléctricas, puesto que muchas de ellas «se empiezan a levantar sin analizar sus perjuicios ecológicos y no sólo provocan la erosión del suelo, sino otros efectos negativos debido a la falta de medidas de protección y a sus fallos de diseño».

Triunfo de los ecologistas

La suspensión de esta importante parte del proyecto ha sido interpretada como un triunfo de los grupos ecologistas que, con bastante poco éxito por cierto, vienen luchando contra la monumental presa de las Tres Gargantas. No en vano, este embalse erigido a orillas de la ciudad de Yichang, en la provincia sureña de Hubei, ha sido fuertemente criticado desde que las obras, que durarán hasta 2009, comenzaron allá por 1993 en la mitad del curso del río Yangtsé, el tercero más largo del mundo, tras el Nilo y el Amazonas, con 6.240 kilómetros.

Y es que la que oficialmente se denominará presa de Sandouping, enclavada en una zona de 200 kilómetros de incomparable belleza natural por la que el río fluye encajonado entre imponentes montañas y barrancos de hasta 100 metros de altura, inundará 630 kilómetros cuadrados de territorio chino y sumergirá bajo las aguas 19 ciudades, 326 pueblos y 1.600 industrias. Una vez que el embalse esté lleno, el nivel de las aguas habrá subido 175 metros y 1,9 millones de personas, de los entre 300 y 500 millones que viven en el cauce del Yangtsé, habrán sido desplazadas, principalmente a los nuevos barrios construidos sobre sus antiguas casas o a la populosa ciudad de Chongqing, una megaurbe industrial con más de 30 millones de habitantes.

250.000 trabajadores

Con un presupuesto de 25.000 millones de euros y una mano de obra estimada en 250.000 trabajadores, esta infraestructura se divide en tres fases. En noviembre de 2003, se logró cerrar el curso del río y, al año siguiente, comenzó a funcionar el primer grupo de generadores. Desde 2004, se vienen instalando cada año cuatro grandes transformadores para que, en 2009, la presa cuente con 26 turbinas de 700.000 kilowatios cada una. De esta manera, su producción superará a la que, hasta ahora, es la mayor central hidroeléctrica del mundo: la que genera al año 80.000 millones de kilowatios/hora y se alza en Itaipú, en la frontera entre Brasil y Paraguay que marca el río Paraná.

Pero la finalidad del embalse no radica sólo en la producción de la electricidad suficiente como para romper la excesiva dependencia energética de China del carbón, un mineral demasiado contaminante, sino también en controlar las frecuentes inundaciones del Yangtsé y mejorar su navegación fluvial. Este río, que nace en la meseta del Qinghai-Tibet y atraviesa diez provincias hasta desembocar en el mar de la China Oriental, se ha desbordado una vez cada diez años durante los dos últimos milenios y, sólo en el siglo XX, sepultó bajo sus aguas las vidas de más de 300.000 personas.

Habitual medio de transporte de mercancías y pasajeros desde la época del Paleolítico, muchos de cuyos restos arqueológicos quedarán sumergidos para siempre, el tercer río más caudaloso del planeta seguirá comunicando una punta del país con la otra. Gracias a un sofisticado sistema de esclusas y ascensores hidráulicos, barcos de hasta 3.000 toneladas podrán salvar los 113 metros de desnivel que separan los dos lados de esta barrera de hormigón que, con sus 2,3 kilómetros de largo estrangulando el Yangtsé, ya se ha convertido en la nueva Gran Muralla de China.

Los daños al ecosistema y al rico patrimonio cultural

Aprobada el 3 de abril del año 1992 con el rechazo de la tercera parte de los miembros que componen la Asamblea Nacional Popular, la presa de las Tres Gargantas materializa una ambición de los dirigentes chinos que se remonta desde la antigüedad hasta los tiempos de Mao Zedong: el control del Yangtsé o Chiang Jiang, el «río largo» del país.

Pero este proyecto ha estado desde el principio acompañado por la polémica porque modificará notablemente el paraje natural que los chinos consideran «el más bello bajo el cielo»: las Tres Gargantas (Qutang, Wuxia y Xiling). Con sus abruptos y vertiginosos desfiladeros encajonando el cauce del Yangtsé, este lugar mágico no sólo sirvió de escenario a las luchas de los Tres Reinos que siguieron a la disolución del primer Estado chino entre el siglo III antes de Cristo y el III de nuestra era, sino que también inspiró hace doce siglos los más líricos versos del poeta Li Bai, uno de los clásicos de la Literatura nacional.

Debido a la rica historia que arrastra, no es de extrañar que las aguas inunden cerca de 1.300 vestigios arqueológicos, entre los que destacan tumbas del Paleolítico, fósiles del Neolítico y valiosas obras de las dinastías Ming y Qing. Junto a dichos daños sobre el patrimonio, el embalse también perjudicará el libre movimiento por el río tanto del delfín blanco del Yangtsé como de los tres tipos de esturiones que crían en sus aguas y luego regresan al mar. Todo ello sin contar los peligros que entrañan las que se han demostrado como rudimentarias técnicas de construcción de las presas chinas, de las que han reventado 3.200 de las 87.000 construidas desde 1950.