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Cinco claves sobre las elecciones catalanas

Fuentes: Rebelión

1. La fuerza de la ideología hegemónica transmitida por «los medios de formación de masas» (según la acertada expresión de Agustín García Calvo) que hace que la inmensa población afectada por la crisis aumente el voto de los partidos con políticas neoliberales (CIU y PP). Las diferencias entre los dos partidos son más aparentes que […]

1. La fuerza de la ideología hegemónica transmitida por «los medios de formación de masas» (según la acertada expresión de Agustín García Calvo) que hace que la inmensa población afectada por la crisis aumente el voto de los partidos con políticas neoliberales (CIU y PP). Las diferencias entre los dos partidos son más aparentes que reales. Son diferencias son de imagen más que de contenido, por lo menos en lo que nos importa a la izquierda. Las clases dominantes catalanas, que sí saben lo que votan, tienen este doble juego para defender sus intereses inmediatos. Se confirma aquí la formulación de Marx de que «la ideología dominante es la ideología de la clase dominante.»

2. El fracaso del proyecto político del PSC en Cataluña. El PSC ha combinado, desde su misma formación, la ambigüedad de un proyecto en el que coexistían dos grupos sociales con planteamientos heterogéneos. Por una parte la clase media catalanista e ilustrada que formaba parte del PSC (Congrès) y del PSC (Reagrupament) y por otra la clase trabajadora de origen inmigrante que daba cobertura a la minoritaria Federación catalana del PSOE. Los dirigentes y cuadros del PSC eran del primer grupo (Joan Raventós, Narcís Serra, Raimon Obiols, Maragall, Nadal) pero el electorado básicamente del segundo (cinturón industrial de Barcelona). Apareció un aparato burocrático a partir de este segundo grupo entre alcaldes de estas poblaciones (Montilla, Corbacho). La victoria del PSC llevó a un Gobierno de Maragall (que recogió el entusiasmo del doble electorado) que sorprendió a la parte mayoritaria de los votantes con un discurso identitario y social liberal, que sólo contentó a esta clase media ilustrada y catalanista. La candidatura de Montilla decepció a este grupo pero creó expectativas en el electorado obrero del cinturón, aunque ya perdió al electorado maragallista. La falta de craisma de Montilla, la permanencia de un discurso inicialmente identitario y su carácter de gestor que no cuestiona la lógica del capitalismo le han hecho perder todo este electorado obrero. La única posibilidad de recomposición es la renovación de dirigentes y de discurso: un discurso de ciudadania ( que supere la problemática identitaria) y socialdemócrata consistente (que hoy es claramente anticapitalista). El principal obstáculo es el de la vieja guardia representada en su doble procedencia por la mano de hierro de Nadal por un lado y de Miguel Iceta por otro.

3. La pérdida de toda la cultura política de izquierdas construida en el postfranquismo, básicamente a partir del trabajo del PSUC y de los colectivos alternativos (que con sus diferencias participaron todos en su construcción). No hay hoy en Cataluña una alternativa de izquierdas real. ICV está intentando construir una alternativa verde anticapitalista bajo el liderazgo de una joven generación representado por un buen líder, Joan Herrera. Pero el haberse mantenido en el Tripartir hasta el final, incluso después de que éste aprobara la ley que consolida una educación en Cataluña, le ha hecho perder credibilidad. El gran peligro es que mantenga un posibilismo que le lleve a situaciones como la del Partido Verde alemán, que ha perdido su carácter anticapitalista. En EuiA solo hay restos del naufragio de la deriva del PSUC y de lo más dogmático de su izquierda, como el troskysmo. El intento de la candidatura Des de baix de crear una candidatura anticapitalista ha fracasado estrepitosamente. Aquí está todo por hacer y el horizonte estaría en crea desde aquí una izquierda radical capaz de adquirir una voz propia.

4. La puesta de manifiesto que los independentistas y los españolistas son una minoría. Los independentistas más pacientes votan a ERC y los más impacientes a Solidaritat i Independendència o Reagrupament. Pero no llegan ni al 12% de los votantes. Igualmente los españolistas del PP y de C’s no llegan ni al 15 %. Esto quiere decir que la mayoría de catalanes no se mueven en esta polaridad, aunque un porcentaje de votantes de CiU pueda ser independista.

5. La aparición de la extrema derecha populista con un mensaje único racista, que ha llega do al casi 2,5 % de los votantes. A esto hemos de contar una buena parte del electorado del PP, que ha utilizado esta demagogia para ganar electorado. El mensaje cala tanto entre sectores conservadores y atemorizados de la clase media tradicional catalana (Vic) como en sectores obreros castigados por la crisis (cinturón industrial).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.