Las fuerzas armadas de Israel instalaron tres puestos de control más en la carretera entre el poblado de At-Tuwani y el meridional de Yatta, en el área cisjordana del territorio palestino. Además de ser un fuerte centro económico en su región, Yatta, de 45.000 habitantes, brinda servicios claves de salud, la educación media y numerosas […]
Las fuerzas armadas de Israel instalaron tres puestos de control más en la carretera entre el poblado de At-Tuwani y el meridional de Yatta, en el área cisjordana del territorio palestino.
Además de ser un fuerte centro económico en su región, Yatta, de 45.000 habitantes, brinda servicios claves de salud, la educación media y numerosas oficinas de la administración pública a las localidades que la circundan.
Esta ciudad se ubica ocho kilómetros al sur de Hebrón, una de las principales ciudades de Cisjordania con 200.000 habitantes, 30 kilómetros al sur de Jerusalén, reivindicada tanto por israelíes como por palestinos como capital.
Varias comunidades de las colinas al sur de Hebrón continúan con el suministro de productos básicos interrumpido. Los puestos de control agravan el problema, pues la carretera es la principal vía para el suministro de agua a zonas que sufren hoy una grave sequía.
Según pobladores del lugar, los bloqueos y controles duplicaron el precio del agua. El costo del transporte de agua se elevará 30 por ciento por la instalación de los nuevos puestos, según un trabajador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
No se trata de los únicos controles instalados en Cisjordania, a pesar de las promesas del gobierno israelí de que facilitaría el acceso y el tránsito interno de palestinos en territorios ocupados.
El Banco Mundial advirtió a comienzos de año que el sistema de vigilancia y control israelí causaba grandes perjuicios a la economía palestina, y que, de no atenuarlo, la caída en picada continuaría a pesar de los 7.400 millones de dólares en asistencia prometidos por la comunidad internacional.
El Ministerio de Justicia de Israel respondió que «en ocasiones, el acceso a ciertas carreteras se restringe por amenazas reales de seguridad», pero acotó que, «de todos modos, esas restricciones se levantan tan pronto como una amenaza desaparece».
La organización israelí de derechos humanos B’Tselem acusó al Ministerio de distorsionar la realidad. «Más de 300 kilómetros de caminos de Cisjordania están parcial o completamente vedados a los palestinos de manera permanente, sin que exista ninguna amenaza específica», aseguró.
Además del daño económico, los controles impiden a los palestinos recibir tratamiento médico, pues las ambulancias son con frecuencia detenidas en los puestos o se las obliga a regresar al punto de partida, sin importar la gravedad del pasajero.
Muchas mujeres se han visto obligadas a parir en puestos de control y muchos pacientes murieron allí.
Pacientes que se dirigen a la sala de urgencias del Hospital Salfit, en el norte de Cisjordania, suelen pasar horas en los tres puestos de control del distrito, dijo a IPS el director local de salud primaria, el médico Bassen Abú Mahdi.
«Otro peligro que afrontan tanto los que van a pie como los que viajan en vehículos es el de sufrir disparos accidentales de soldados israelíes nerviosos», dijo Abú Mahdi. «Eso ha sucedido. Para evitar el problema, muchos retrasan en la noche la búsqueda de tratamiento de urgencia y esperan hasta la mañana. Y el tiempo corre.»
Los israelíes aseguran que los controles y restricciones son necesarios para garantizar su seguridad. Pero los palestinos les acusan de imponerles un castigo colectivo a toda la población, y de proteger, en primera instancia, a los colonos judíos en Cisjordania.
«Esto está destruyendo el sustento de los palestinos, su economía, su agricultura, su educación y su salud», dijo Saeb Erekat, el principal negociador de paz por el lado de la Autoridad Nacional Palestina, a cargo del gobierno de Cisjordania.
Este territorio está dividido férreamente en tres cantones: el norte, el centro y el sur, de acuerdo con el informe emitido en enero por el entonces relator especial de la ONU para Palestina, John Dugard.
Esta división limita la libertad de movimientos por Cisjordania de palestinos con propósitos sociales, médicos, empresariales o educativos.
El distrito de Naplusa, en el norte, está prácticamente rodeado por el ejército israelí, y sólo entran en la ciudad del mismo nombre cuentan con la documentación necesaria.
«El movimiento es más fácil dentro de esas áreas, pero entre ellas surgen dificultades por la combinación de controles de seguridad y otros obstáculos físicos», según el informe de la ONU.
La instalación de puestos de control instauró, de hecho, un sistema de carreteras limitadas al uso de israelíes, lo cual obliga a los palestinos a usar rutas alternativas de tránsito restringido.
«Los nuevos obstáculos físicos limitaron el acceso a la tierra, los mercados y a los servicios y las relaciones sociales», agrega el estudio del relator especial.
El sistema de autorizaciones israelí impide a los hacendados palestinos llegar a sus propios predios en el valle del Jordán, e incluso transportar sus productos. Las comunidades rurales están aisladas de las ciudades.
El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, dijo en abril a la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice que su país había removido 61 de los 500 puestos de control de Cisjordania, como resultado de las promesas de la cumbre en Annapolis el año pasado.
Pero la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) advirtió que los controles habían ascendido de 566 en septiembre a 607 a fines de abril pasado. Para colmo, seis de los 61 controles listados por Barack seguían en su sitio.