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Pasa el tiempo e Israel parece cada vez más empecinado en la política genocida que iniciaran “suavemente” con el aislamiento cerrado a cal y canto de la Franja de Gaza [en adelante FdG] en 2005, y que reafirmaron con la Directiva Hannibal del 7 de octubre pasado, un recrudecimiento de la violencia entre el Estado de Israel y la población palestina.
Porque, afirma la dirección sionista en la persona de su ministro militar Yoav Gallant: “son animales”, criaturas vivas pero no humanas; recogiendo la visión del judaísmo más extremista. Que un analista inolvidable, Israel Shahak, junto con Norton Mezvinski se tomó el trabajo de darnos a conocer traduciéndolo del hebreo al inglés.
La “línea general» emprendida desde Israel; aprovechar el golpe de mano palestino del 7 de octubre para arrancar de cuajo a la sociedad gazatí y su gente mediante todos sus recursos: acoso, terror, política de escasez de agua, alimentos, electricidad, movilidad y muerte, mucha muerte… queriendo hacernos creer que el copamiento del 7 de octubre fue un acto traicionero, un estallido de violencia en cielo sereno.
Nada más falso. Hamás sitúa el estado de situación de manera más certera, reconociendo la historicidad del asunto:
“En primer lugar ¿por qué la Operación Diluvio de Al-Aqsa? 1. La batalla del pueblo palestino contra la ocupación y el colonialismo no comenzó el 7 de octubre, sino hace 105 años, incluidos 30 años de colonialismo británico y 75 años de ocupación sionista.”
En rigor, Israel trata de “poner a punto” lo que establecieran para la Franja de Gaza en 2005, para “disolver” la resistencia de los palestinos: control absoluto de su producción de alimentos (malogrando suelos, restringiendo los permisos de pesca y convirtiendo así una zona de proverbial calidad alimentaria en un yermo), control absoluto del ingreso de alimentos (una vez vencida la soberanía alimentaria local), igual control de cualquier otro tipo de suministros, abrigos, sanitarios, edilicios; control total del desplazamiento por enfermedades a medida que lograron quebrar la autonomía sanitaria gazatí.
Lógicamente, esta seguidilla de medidas y políticas de muerte, o promoción de la muerte (de los palestinos) califica como genocidio. Y la discusión al respecto de si Israel es genocida va perdiendo sentido, a medida que cada vez más instancias lo verifican, desde el Lemkin Institute for Genocide Prevention, la mismísima ONU a través de su relatora en los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese (“Anatomía de un genocidio”) y diversas organizaciones internacionales de derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, también condena el uso de la inanición como política e “insta” al embargo de armas a Israel, aunque uno tiene la impresión de que tales tomas de posición, desde las poltronas de la ONU, no sobrepasan la declaración.
El Tribunal Penal Internacional (TPI) “ordena” a Israel el suministro de alimentos a Gaza “sin demora”. ¡El 29 de marzo de 2024! Seis meses después de iniciada la operación de bloqueo absoluto a la FdG, que incluía ciertamente el de alimentos. Con innumerables asesinatos desplegados por “el ejército más moral del mundo” sobre trabajadores sanitarios, alimentarios, periodistas y matando a miles de pobladores palestinos en una más que grosera política para adueñarse de la tierra… palestina, la más que tardía respuesta onusiana es un escarnio. Esa parsimonia sólo se acompasa con la deliberada “muerte a fuego lento” decidida por Israel para con los derechos y con la vida de la población palestina.
Por su parte, la Corte Penal de Justicia de La Haya, que procura ejercer justicia con las personas físicas, con igual lentitud decidió, tras ocho meses, pedir la detención de Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, premier y ministro de seguridad israelíes. Y mediante una igualación quimérica y un democratismo formal y táctico, violando niveles de responsabilidad e institucionalidad, al mismo tiempo decidió la detención de jefes guerrilleros palestinos, Yahya Sinwar y Mohammed Diab Ibrahim al Masri y del conocido referente político de Hamás, Ismail Haniyeh, quien alcanzó la primera magistratura palestina en la Franja de Gaza mediante elecciones debidamente refrendadas por veedores internacionales. Es cierto que similar argumento se podría esgrimir con Netanyahu, comandando la política genocida del estado miembro de la ONU, Israel, con el “debido” respaldo institucional. Pero aun considerando ese paralelismo, resulta jurídicamente penoso poner en el mismo plano la labor institucional pública y estatal de un estado y la de una organización constituida en la resistencia a esa misma institucionalidad.
No corresponde juzgar la voluntad de exterminio que pudiera tener un grupo de resistencia porque lo que está presente, antes, es la voluntad de exterminio de una entidad ya establecida, con todos los atributos de la legalidad internacional, que constituye la causa de la reacción de esos grupos de resistencia. Porque no podemos saber si tal resistencia adoptaría su virulencia actual si no hubiera tenido que enfrentar la voluntad exterminadora del estado institucionalmente existente.
Por eso, lo que corresponde tratar es el abordaje de la política genocida realmente existente. Y ella sí, se percibe, hasta la saciedad, en Israel. Y esto se va viendo cada vez más, desde la más cruda realidad hasta desde los organismos establecidos para atender esta problemática.
Hagamos una recorrida sucinta, desde lo más patente y directo hasta lo más elaborado.
Basta ver las selfies que complacientes mujeres soldados del “ejército más moral del mundo” se sacan ante y entre los escombros de la devastación producida con el ataque israelí bombardeando las edificaciones y las ciudades de Gaza; basta ver el bloqueo permanente a la llegada de víveres a una población sometida a hambruna por decisión política israelí, la negativa terminante israelí de que llegue a la población gazatí alimentos desde los tantos rincones del mundo que han procurado ayudar; basta ver canciones infantiles como las que niños preadolescentes cantan en un país tan militarizado como Israel;
«Somos los niños de la generación de la victoria /
el otoño cae en las playas de Gaza /
y los aviones bombardean, destrucción, destrucción /
Vemos al Ejército de Defensa /
cruzando las líneas /
para aniquilar a los que llevan las esvásticas /
en un año no habrá ya nada allí /
y podremos volver con seguridad a nuestros hogares /
en un año aniquilaremos a todos /
y podremos volver a arar nuestros campos /
Y vamos a recordar a todos /
los hermosos y los puros, /
nunca dejaremos que nuestros corazones /
olviden tal amistad /
amor santificado con sangre […]”.
Vale la pena recordar que todos los regímenes militaristas y con alta regimentación (que siempre termina siendo mental) construyen himnos para sus jóvenes y niños; los balila fascistas, el komsomol soviético, la Hitlerjugend, entre otros.
Una verdadera educación racista de pueblo señorial (tan cara a los nazis y a tantos otros racistas, sólo que menos ostentosos y explícitos que los nazis): sembrando estos vientos en cabecitas judías aparecen tempestades como en Gaza.
Pero los sionistas judíos no están solos para tomar partido por “Occidente” y “sus” verdades. Véase este título de la BBC, emisora oficial del British Empire: “La historia de la Franja de Gaza, el antiguo territorio del Imperio Otomano que los palestinos consideran ‘la mayor cárcel al aire libre’ del mundo”.
¿Son los palestinos a quienes se les antoja que la FdG es ‘la mayor cárcel del mundo al aire libre’? La decisión israelí de haberla construido ni se menciona.
”Muchos de los residentes [tácita y tácticamente están descritos entonces como no permanentes] de la FdG que estos días regresan a sus hogares sólo encuentran escombros.” Con el escamoteo informativo constante, podríamos alegrarnos de que la BBC no atribuya los escombros a los palestinos.
“Y más de 100.000 personas tuvieron que huir de sus casas en la Franja, gobernada de facto por el grupo militante Hamás.” ¿Tuvieron que abandonar sus viviendas por presión o decisión de Hamás? No exactamente: por amenaza de bombardeos y bombardeos realizados por Israel: en la augusta BBC no sólo se escamotea el motivo, sino que se induce a pensar en otro.
“Casi 800.000 personas no tenían acceso a agua potable, señaló la agencia de Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.” ¿Y a qué se debe esa falta de acceso al agua que compasivamente registra la BBC? No es el Gran Bonete. Es Israel, que desde hace décadas administra a piacere el agua que necesitan los palestinos…. para sobrevivir. Más cara que la que consume la población israelí, sin depurar, impidiendo la acumulación de agua de lluvia, dañando o anulando depósitos… todo para fragilizar todavía más la penosa vida cotidiana… de los palestinos. No de los de Hamás. De los palestinos.
Jonathan Cook, con su excelente cobertura desde Palestina, residiendo desde hace décadas en Nazaret, en el mismísimo 2023 ya se preguntaba si Occidente no sería “los malos de la película”. Explicablemente, porque «Los políticos occidentales han insistido en el “derecho de Israel a defenderse”», ignorando olímpica –u occidentalmente– la historia del atropello y la política de conquista sionista sobre la sociedad palestina desde hace ya más de un siglo. Ignorando que el copamiento de Hamás no es nada más ni nada menos que el recurso desesperado, resentido y violento de palestinos que vienen siendo ultrajados, discriminados, desplazados, desalojados, martirizados, sacrificados, desde hace ya tanto tiempo y particularmente cada vez con mayor ferocidad desde 2005, con la implantación del feroz cerco a la Franja de Gaza, un asedio cada vez mayor al Jerusalén musulmán y un nudo corredizo sobre los suministros a la Franja de Gaza, a la vez invadida y bombardeada como si se tratara de cuarteles y barcos de guerra y no de barrios civiles y barcazas pescadoras.
El despotismo étnico, racista y religioso de Israel, cada vez más desembozado, está a su vez amparado por lo que Alastair Crooke califica como “la bestia de la ideología occidental”, que, veremos, está tan sacralizada en lo que llamamos “el mundo occidental”. Nos dice Crooke: “La categoría de ‘discurso de odio’ promulgada como ley se ha vuelto tan ubicua y fluida que las críticas a la conducta de Israel en Gaza y Cisjordania se tratan ahora como una categoría de extremismo y como una amenaza al Estado. Ante las críticas a Israel, las élites gobernantes responden con furia.” (íd.) Y además, “La dura, y a menudo violenta, represión policial de las protestas estudiantiles en EE.UU. y Europa, a raíz de las continuas masacres palestinas, expone la pura intolerancia hacia quienes expresan su condena contra la violencia en Gaza.”(ibíd.)
Y la violencia en Gaza es de todo tipo: militar clásica, bombardeando, no cuarteles, ni barcos de guerra, ni pelotones de combate, sino viviendas civiles, escuelas, hospitales, mezquitas, calles de tránsito, lugares de recreo. Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA, comisión designada por la ONU para atender los campos de refugiados palestinos, declara: “el número de niños muertos en guerras en todo el mundo en los últimos cuatro años ha alcanzado los 12.193; [el de los niños] muertos en Gaza [en los últimos seis meses] ha superado los 12.300 niños. Y resume: ‘El número de niños muertos por la violencia y el hambre alcanza en Gaza cifras aterradoras.’
Esa comisión que trabaja desde hace décadas atendiendo la dificilísima vida de los campamentos palestinos, fue acusada en esta coyuntura por Netanyahu de ser cómplice de Hamás. La acusación fue débil; denuncian que 12 de sus trabajadores (de un plantel de varios miles) colaborarían con Hamás, pero sin presentar pruebas; ¡como si Israel no hubiera mentido nunca! Pero la acusación sin fundamento tuvo sí efecto. Explica Chris Hedges, desde largo tiempo periodista dedicado al Cercano Oriente:
“El papel de la UNRWA en la documentación del genocidio, así como en el suministro de alimentos y ayuda a los palestinos, enfurece al gobierno israelí. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu acusó a la UNRWA […] de proporcionar información falsa a la Corte Internacional de Justicia de la ONU. Israel, que ya tenía a la UNRWA en la mira desde hacía décadas, decidió que la agencia, que ayuda a 5,9 millones de refugiados palestinos en todo el Cercano Oriente con clínicas, escuelas y alimentos, tenía que ser eliminada.”
“El mundo al revés” que dejan colar los medios masivos de incomunicación es el que expresa con ironía Philip Giraldi, otro conocido analista politico estadounidense: “Tal vez algunos se sientan sacudidos por la extraña situación de que un grupo de gente que está llevando a cabo un genocidio tengan ‘pase libre’ en los circuitos mediáticos, en tanto aquellos que tratan de frenar tales asesinatos resultan golpeados, encarcelados y en algunos casos se les llegue a negar la foja curricular que han aprobado durante hasta cuatro años de cursos secundarios o universitarios.” Se refiere a la enorme cantidad de estudiantes estadounidenses que han procurado instalar campamentos en los campus universitarios criticando las matanzas israelíes en la Franja de Gaza en particular y en Palestina en general. Cometieron además “pecado mayor”: reclamaron contra la “generosa” financiación que el lobby judío estadounidense mantiene en prácticamente todas las universidades de EE.UU., condicionando sus actividades.
¿Cómo puede Israel avanzar en una política tan descaradamente asesina de vidas civiles cualesquiera dentro de Palestina?
“No entregaríamos ayuda humanitaria a los nazis”; “no existen civiles no involucrados en Gaza”, sostiene el ministro de Planeamiento israelí Amichai Eliyahu el diario Times of Israel. No fue lo único que expresó el ministro y que refleja cierto universo ideológico, como lo señala la fuente que acabamos de citar; también barajó lanzar bombas atómicas sobre territorio palestino, lo cual revelaría cierta cortedad de miras respecto de su poder contaminante. A esta altura, empero, casi lo menos significativo…
Pero Eliyahu no está solo en su mentecatez. Mike Johnson, vocero de la bancada parlamentaria republicana, nada menos, ha declarado: “La batalla en Gaza es entre el Bien y el Mal.” Así de sencillo. No hace falta precisar qué encarna el Bien.
El desprecio. No ha sido el odio, que es lo que siente el débil ante el fuerte. Es el desprecio que el fuerte siente, junto con hastío, ante el débil (o el debilitado). Es semejante actitud la que les permite a tantos israelíes ignorar el increíble sufrimiento que han provocado en la población palestina, que tuvo “el error histórico” de vivir en la tierra que un libro, no de historia sino de religión, como la Biblia, le habría concedido a quienes serían antecesores, hace miles de años, de quienes hoy reclaman esa tierra. ¿Demasiadas condicionalidades, decurso hipotético? ¿No sería lógico albergar precaución ante tantas “certezas milenarias”?
Pero la cuestión no es abordable entre seres racionales, enormemente ignorantes, sino ante fanáticos religiosos que parten de sus certezas incondicionales, absolutas… y netas.
Volvamos a Alastair Crooke para dimensionar la cesura provocada en nuestro presente con el copamiento del 7 de octubre y la reacción israelí:
“Los errores surgen de las rigideces ideológicas subyacentes en las que están atrapados los estratos gobernantes: la aceptación de un Israel bíblico transformado que hace mucho tiempo se separó de la visión del mundo actual del Partido Demócrata estadounidense; […] y la noción de que la coerción política estadounidense por sí sola puede revivir paradigmas en Israel y Medio Oriente que desaparecieron hace mucho tiempo.”
”La noción de que se pueda imponer una nueva Nakba israelí de palestinos a la fuerza en las gargantas del público occidental y global es a la vez ilusoria y apesta a siglos de viejo orientalismo.”
”¿Qué más se puede decir cuando el senador Tom Cotton publica: «Estas pequeñas Gazas son asquerosos pozos negros de odio antisemita, llenos de simpatizantes pro-Hamás; fanáticos y monstruosos?»
Un reencuentro con los Eliyahus…
Nuestro ya multicitado Crooke recoge a su vez una frase del analista hiperconservador John Gray, que, sin embargo, mantiene un buen ojo sobre lo real: “En el fondo, el ataque liberal a la libertad de expresión [en Gaza] es una apuesta por un poder sin control. Al trasladar el centro de decisión de la deliberación democrática a los procedimientos legales, las élites pretenden aislar sus programas sectarios [neoliberales] de la contestación y la rendición de cuentas. La politización del derecho y el vaciamiento de la política van de la mano”.
“Los judíos han estado disfrutando de una especie de impunidad desde la 2ª.GM.” Sabia observación de Kevin Barrett.
Despotismo absoluto y no el vapuleado por el marxismo, oriental.
Netanyahu, Shaked, Bennett, Ben Gvir, Smotrich, Gallant, Begin, Sharon, Nuland, Albright y tantos otros (y otras) no parecen haber leído nunca a Blas Pascal. Que nos dejó una lección perdurable: “El hombre es medio dios y medio bestia, y cada vez que quiere convertirse totalmente en dios, se convierte totalmente en bestia.”
Me he permitido citar y glosar a varios periodistas, analistas, y fuentes documentarias palestinas e israelíes, procurando atender lo decisivo: un genocidio a la luz del día, que ha cambiado sustancialmente su ritmo de realización, a partir, precisamente de una acción violenta de grupos armados palestinos. Parto de la base que esa acción, de la madrugada del 7 de octubre de 2023, es apenas un capítulo de una pausada y metódica toma de tierras, que el sionismo ha encarado pacientemente desde principios del s XX y que ese derramamiento de sangre, judía, ha decidido a la plana mayor del sionismo a “acabar de una vez por todas”.
Así planteadas las cosas, tengo la impresión que estamos ante una verdadera tragedia, no ya en el obvio derramamiento de sangre, sobre todo palestina, aunque también judía, sino en su sentido escatológico, de ‘fin de los tiempos’.□
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.