Recomiendo:
0

Asesinato de Wissam al-Hassan en Líbano

Coche bomba en Beirut

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

Otro coche bomba en Líbano y otro asesinato en la larga serie de asesinatos que precedieron al asesinato de Rafik Hariri. Esta es la continuación de la serie anterior aunque con un nuevo giro. Wissam al-Hassan era mucho más influyente que todas las víctimas anteriores del 14 de Marzo que resultaron objetivos, y su asesinato tiene lugar en un contexto muy diferente.

Hay una guerra fría en Oriente Próximo: es una guerra que es comparable en sus dimensiones y complicaciones a la de Suez de 1950 o a la guerra en Afganistán de la década de 1980. Es comparable a la primera fase de la guerra civil libanesa. La región está siendo sometida a una guerra de poderes. Poco puede hacer el pueblo sirio y libanés en una guerra que se libra en su territorio y en sus nombres. Es una guerra fría que enfrenta a Siria y a aliados regionales e internacionales contra las bandas del Ejército Sirio Libre que gozan del apoyo de varias potencias regionales e internacionales. Ambas partes quieren luchar hasta el final: esto es lo que el Ministerio de Asuntos Exteriores francés quiso decir cuando se refirió ayer a que «aún» no ha llegado el momento de un alto el fuego en Siria. Es una guerra regional-internacional con estacas. Wissam al-Hassan era un actor en esta guerra que representaba a las potencias regionales e internacionales.

Wissam al-Hassan era un harirista. Empezó a trabajar para Rafik Hariri como ayudante de protocolo (Hariri concedía mucha importancia al protocolo porque creía que impulsaría su posición sectaria en Líbano), y luego se convirtió en asistente de Hariri antes de asumir un puesto de seguridad. No era un militar: destacó en los aparatos de inteligencia porque era un «profesional» en un aparato estatal que aborrecía el profesionalismo. Sabía cómo hacer el trabajo independientemente de los métodos y sabía cómo acatar las órdenes. Pero Wissam al-Hassan era más que eso. Tras la muerte de Rafik Hariri en 2005, la familia Hariri, bajo la dirección del muy incompetente e inepto Saad, abandonó la cautela y la astucia que caracterizaron el ejercicio de Rafik cuando estaba en el cargo. Rafik nunca suscitó el antagonismo y siempre trabajó para reconciliarse con sus rivales y enemigos (con la excepción de las Falanges y de las Fuerzas Libanesas contra quienes albergaba una profunda animadversión), aunque conspirara en secreto contra ellos. Rafik tuvo también la cautela de no jugar la carta del sectarismo; era sectario hasta la médula pero sabía cuándo retroceder por miedo a la guerra civil, no tanto porque le preocupara la gente sino los intereses de Arabia Saudí que ocupaban el primer lugar en su cabeza. Saad Hariri no tiene esos escrúpulos; le gusta -desde el exilio, eso sí- llevar las cosas al límite aunque luego ruegue y suplique a sus enemigos que retrocedan cuando pasan a la ofensiva: esa es la historia del 7 de mayo de 2008.

Después de 2005, la polarización sectaria bajo la dirección de la inteligencia saudí y de la servil familia Hariri alcanzó su punto álgido. Se requería un servicio de seguridad independiente para la familia y para… la secta. La Sección de Información (o Shuubat al-Maalumat, como se le conoce técnicamente) fue impulsada y resucitada como un independiente y poderoso aparato de inteligencia que recibía órdenes no del gobierno sino de la propia familia Hariri que, a su vez, daba sus órdenes en nombre del aparato de inteligencia saudí.

Los gobiernos de Estados Unidos y de Europa, junto con Arabia Saudí y sus aliados del Golfo, inundaron a la agencia con la generosa financiación de la que nunca disfrutó el ineficaz Ejército Libanés. Se proporcionó al servicio nuevos equipos y aparatos sin ningún tipo de control por parte del gobierno y sin ningún tipo de papeleo sobre el presupuesto de la agencia. Wissam al-Hassan presidía esa Sección y con Ashraf Rifi (el director general de las Fuerzas de la Seguridad Interna que también es miembro del consejo de la Universidad para Estudios de Seguridad ‘Príncipe Nayif’) constituyó el equipo de Hariri que opera fuera del Estado libanés pero con el logo del Estado libanés. Cuando se creó el gobierno de Nayib Mikati, recibió presiones de sus aliados maronitas y chiíes (quienes le nominaron) para que despidiera a Hassan y a Rifi pero no pudo hacerlo por temor a las reacciones de Estados Unidos, de la UE y, sobre todo, de Arabia Saudí.

Wissam al-Hassan supo cómo administrar sus recursos y cómo reclutar y hacer operar su red en todo Líbano. También le interesaba mucho su imagen: aunque evitaba estrictamente las entrevistas y apariciones públicas, cultivó lazos con muchos periodistas, reporteros y corresponsales mediante pagos en efectivo. Ello puede explicar en parte a qué vienen las lágrimas que se están derramando por él en la prensa libanesa. Se le daban tan bien las relaciones públicas como el trabajo detallado de la seguridad. Fue el único organismo de gobierno en que confió el altamente politizado equipo de investigación sobre Hariri y más tarde el tribunal de Hariri. Perdió a su principal ayudante, Wissam Eid, quien fue asesinado en 2008, y otro oficial de alto rango que también trabajaba en la investigación del caso Hariri, Samir Shehadeh, sobrevivió a un intento de asesinato y reside actualmente en Canadá.

Hassan cultivó excelentes relaciones con la inteligencia siria en los últimos años y, tras el acercamiento entre Saad Hariri y el régimen sirio hace dos años (cuando Hariri pasó la noche en la residencia de Bashar al-Assad), Hassan se convirtió en el hombre de contacto, y se dice que Bashar pidió reunirse con él personalmente -un gesto personal inusual para un hombre como Bashar. Hassan también mantuvo buenas relaciones con Hizbolá a quien habría prestado servicios encubiertos en ocasiones.

Para aumentar su prestigio a nivel nacional, la Sección de Información anunció una serie de «revelaciones» muy publicitadas sobre redes de espías israelíes: unas treinta y tantas operaciones de este tipo. Sin embargo, hay preguntas sobre esos anuncios: ¿realmente destapó la Sección de Información a los espías israelíes en Líbano cuando recibía gran parte de su apoyo del propio Estados Unidos? Una fuente muy cercana a Hizbolá me informó de que otra explicación sostiene que fue puramente accidental -la Sección vigilaba a dirigentes de Hizbolá cuando se toparon con un grupo que también vigilaba a esos dirigentes; este segundo grupo resultó ser de espías israelíes.

¡Quién sabe lo que realmente sucedió! pero está claro que la Sección de Información no jugó ningún papel en absoluto- al igual que el derrotado Ejército Libanés- en la defensa y protección de Líbano durante la guerra israelí contra Líbano en 2006. Se puso de pie y miró y, probablemente, se coordinó con la inteligencia saudí para frustrar los planes de Hizbolá en Líbano.

Y a lo largo de los años Hassan se involucró intensamente en la preparación de los libros para la investigación del caso Hariri. Según los informes, supervisó la gestión de falsos testigos y supervisó personalmente la detención de los cuatro generales libaneses que serían puestos en libertad cuatro años después por falta de pruebas. Ahora ya se sabe que su detención estuvo a cargo de Hassan en nombre de la familia Hariri y por razones puramente personales y políticas. Esto también forma parte del legado de Hassan.

Pero Hassan no fue asesinado por nada de eso. Era un actor importante en Siria. Su Sección controlaba algunos grupos islamistas militantes: hay una cierta evidencia de que aprobó los vínculos con Fatah al-Islam para usarlos en la política interna de Líbano aunque puede habérsele ido de las manos. Hassan era un actor importante en representación de la inteligencia de Arabia Saudí en la guerra de Siria. Nunca negó ese papel en absoluto. Un periodista muy conocido que lo vio recientemente me contó que él no negaba su participación en el conflicto sirio pero que se quejaba de que en primer lugar, los informes sobre su papel eran exagerados y en segundo lugar, que las potencias occidentales no estaban proporcionando tanto apoyo como se necesita. Y cuando Asif Shawkat fue asesinado en un atentado, fue ni más ni menos Ashraf Rifi quien invitó a los medios para que le vieran leer la al-Fatiha ante la tumba de Rafik Hariri. Era personal.

Pero Hassan pudo haberse anotado un tanto con la detención de Michel Samaha, un político vulgar pro-régimen sirio. No se sabe mucho sobre el caso y todo lo que sabemos fue filtrado a la prensa (local e internacional) por la propia oficina de Hassan. La historia cuenta que Samaha (quien no tenía experiencia militar ni siquiera cuando era oficial de las Falanges durante los años de la guerra) llevó a cabo una peligrosa misión en nombre de la inteligencia siria y en colaboración con Ali Mamluk (uno de los jefes de alto rango de un aparato de inteligencia sirio) con el fin de detonar bombas en Líbano contra los enemigos de Siria y de instigar la guerra sectaria.

Samaha no ha hablado en público y la información permanece bajo el control exclusivo de la Sección de Información, pero parece que Hassan hábilmente hizo lo que el FBI hace regularmente aquí [en Estados Unidos]: atrapó a Samaha a través de un amigo suyo que tramó el complot y pidió a Samaha que obtuviera la aprobación de Siria (y bombas). No hay duda de que el régimen sirio es capaz de tales crímenes y peores, pero la cuestión es por qué el régimen sirio confiaría una operación muy peligrosa a un hombre sin antecedentes en materia de seguridad. Los partidos libaneses partidarios del régimen sirio, incluso Hizbolá, no han salido en defensa de Samaha, creen que en cierta medida es culpable y muchos lo acusan de llevar a cabo la misión en nombre de la inteligencia francesa con la que ha trabajado durante años.

No hay duda de que Hassan estuvo coordinando la ayuda y la asistencia a los grupos armados sirios y se jactó ante los periodistas de su apoyo a la «revolución siria». Hay un montón de dinero en estos días para los que apoyan la «revolución siria» si pueden proporcionar ayuda logística. Y Hassan y Rifi trabajaron juntos (a diario) con la inteligencia saudí. Es posible que el régimen sirio quisiera deshacerse de él. Otros piensan que Israel pudo haber querido castigarle por la detención de varios espías israelíes (un alto comandante de la inteligencia militar israelí se suicidó después de la detención de los espías israelíes en Líbano).

Algunos apuntan incluso a grupos suníes extremistas y fanáticos de Líbano (incluso Ashraf Rifi consideró la posibilidad en una entrevista en Al-Safir), o incluso a Al-Qaida o a un grupo que quiera desestabilizar Líbano y la región. Sin embargo, muchos de la coalición 14 de Marzo acusan a Hizbolá porque el tribunal de Hariri ya nombró a cuatro miembros de Hizbolá como sospechosos (recordemos que se revelaron a Nicholas Blanford -o a alguien que conocía a Blanford, o a alguien con quien Blanford co-escribió el artículo pero sin estar con él). Las acusaciones no harán más que aumentar e intensificarse.

Pero ahora toca el turno de las relaciones públicas: puede que la familia Hariri no esté cualificada políticamente pero sabe cómo gastar pródigamente en relaciones públicas. Convertirán a Hassan en un héroe y afirmarán que combatió contra Israel mucho más intensamente que Imad Mughniyeh o Abu Iyad. Un oportunista periodista libanés, Charles Ayub (a quien se conoce por sus tradicionales vínculos con la inteligencia siria, aunque admitió públicamente que había recibido pagos en efectivo del príncipe Bandar en 2009 para escribir contra el general Aoun), ha estado escribiendo una serie de artículos contra Hassan y acusándolo de trabajar para la CIA y para el Mosad. También le ha acusado de llevar a cabo una peligrosa misión en Líbano tras reunirse con David Petraeus. Hoy el periódico de Ayub está de luto. Ayub escribió en un artículo en primera plana que había perdido a su «mejor amigo», y que sus ataques a Hassan solo pretendían «revivir» la amistad entre ellos. Otros (tanto amigos como enemigos de Hassan) ofrecerán elogios similares.

Sin embargo, lo que no se dice es que Saad Hariri -incompetente y estúpido como es- ha estado jugando con fuego. Estúpidamente decidió jugar al juego de «cambio de régimen» que provocó la humillación de Estados Unidos en Iraq y Afganistán. Sentado en su yate del exilio en el Mediterráneo, Hariri podría ser responsable de instigar un juego que finalmente resultó en la muerte de su ayudante clave.

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/blogs/angry-corner/car-bomb-beirut-wissam-al-hassan