El Líbano está viviendo un periodo de enormes dificultades. Esto no es ningún secreto y tratar de ocultarlo simplemente no sirve para el camino de la necesaria búsqueda de soluciones a esos problemas, que tienen como objetivo el mejoramiento de las condiciones de vida de su población.
Hablo de una ruta a transitar por los que aman a este país levantino, sean aquellos habitantes capaces de dar la vida por su tierra y tener muy en alto las banderas de la dignidad o aquellos, como el autor de esta crónica, que considera la necesidad del respeto a la integridad territorial de los pueblos y la no intervención en sus asuntos internos, cuando ello no tenga como objetivo paliar las dificultades y empujar el carro del progreso, el desarrollo y la paz. Cualquier otra intervención es simplemente hacerse parte de la labor de agresión y desestabilización que potencias occidentales, aupados por el sionismo y otros agentes locales, tratan de imponer a El Líbano.
Las interpretaciones que vienen, interesadamente, desde Estados Unidos, Francia y el régimen sionista, reflejadas en editoriales de los medios de información de estos regímenes. Artículos, reportajes y elucubraciones varias, nos quieren dar a entender que las dificultades económicas que vive El Líbano ponen en peligro la propia existencia del Movimiento de Resistencia islámica (Hezbolá). Una visión antojadísima y que muestra a las claras, que detrás de la actual situación de crisis e incertidumbre en el país levantino, no sólo está presente la mala política local, la corrupción, el mal manejo administrativo del país, que son responsabilidad de la sociedad libanesa, sus partidos políticos que suelen ser miopes frente al peligro real que hay detrás de las interpretaciones mencionadas.
El mensaje subliminal que la maquinaria mediática imperial (1) entrega es “El Líbano podría salir de sus problemas si abandonan la resistencia, si quitan todo apoyo a quienes defienden la soberanía del país”. Es el llamado a traicionar principios por un plato de lentejas, por un puñado de monedas. Cuando el eje del objetivo de esos medios se centra en Hezbolá se expresa, en toda su magnitud, que el deseo es que El Líbano se hunda, no importando el conjunto de sus 12 millones de habitantes, si con ello se librar (ya lo quisieran) de Hezbolá su positiva influencia en la defensa de El Líbano, en su participación en el frente de la resistencia, que es lo que ha mantenido, a las garras del sionismo, alejado de El Líbano, al menos en forma directa.
El otro mensaje que entrega el sionismo es que El Líbano con un Hezbolá poderoso significa entregarlo al poder de Irán. Es el típico argumento de generar temor, miedo, de satanizar a un país que si algo ha hecho en Asia Occidentales, precisamente, apoyar los esfuerzos de El Líbano, Siria, Irak, Yemen, por defender su soberanía, de apoyarlos política, diplomática y hasta en material de defensa si ello es necesario. Incluso la lejana Venezuela ha sentido y recibido esa solidaridad. El manejo comunicacional del sionismo es la copia fiel del manejo imperial, es la misma matriz y ella tiene como eje central la mentira, la manipulación, la desinformación. El maquillaje de regímenes como el israelí acusado de crímenes de guerra y lesa humanidad, ocupante y colonizador. Realidades que no puede desmentir y que más temprano que tarde lo llevarán a su extinción aunque use y abuse de la Hasbara como estrategia política y comunicacional.
Poner la mira en Hezbolá es generar un clima de antagonismo con un actor decisivo en la vida política de El Líbano. Cuando el sionismo habla de Hezbolá y se lee que es el responsable de la crisis en El Líbano al sostener que “siembra el caos político y exacerba la crisis económica para apoderarse de El Líbano” lo que refleja es precisamente cual es el interés de la triada conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo que tejen sus redes de conspiración y donde no ocultan sus ambiciones por el tema de la explotación de los inmensos yacimientos de gas frente a las costas sirias, que ha despertado el apetito insaciables de Washington y su hijo putativo en la región como es Israel. ¿Cuánto de esto explica la política de presión contra El Líbano y contra Siria y seguir ocupando y colonizando palestina? Mucho, bien sabemos el afán hegemónico del imperialismo que usa todas las herramientas a su mano por apoderarse de los recursos de los países y si para ello tiene un portaviones terrestre que se llama Israel, mejor aún. Por eso hay que desprestigiar a Hezbolá, por eso hay que agredir y tratar de fragmentar Siria e Irán, por ello la autodeterminación de Palestina duerme el sueño sin norte de despertar, mientras el sionismo no desaparezca.
Frente a los problemas de combustible que aqueja a la sociedad de El Líbano, impensable en una región rica en este recurso, Hezbolá ha señalado que se puede recibir combustible desde Irán, pero para ello debe existir voluntad del gobierno, tal como se hizo con la asediada Venezuela y ante lo cual Teherán envió cinco supertanqueros con combustible y repuestos para la industria petrolífera venezolana. Desde el gobierno el silencio se ha hecho sentir aunque suene contradictorio. Se puede hacer, pero no es sólo la decisión de Hezbolá, se requiere que todos los actores se suban al barco de buscar soluciones. Si no es así queda en evidencia que no es Hezbolá quien busca el “caos” sino aquellos corruptos, los aliados de los enemigos de El Líbano, los que responden, no a El Líbano, sino que a otros poderes, los que buscan desestabilizar el país y para ellos se valen de acusaciones contra un movimiento, que es pilar fundamental en la defensa del país.
Conocemos el trabajo de desinformación y manipulación que realiza el imperialismo y sus incondicionales, valiéndose para ello de la propiedad mayoritaria, que poseen de agencias de prensa, medios televisivos, radiales, gráficos, de la industria cinematográfica, de la compra de voluntades y conciencias, en procesos que llaman normalización, por ejemplo, que implica tener relaciones con gobiernos y monarquías corruptas del mundo árabe. Sabemos de las presiones y chantajes que Washington realiza contra aquellos que no se suman a sus órdenes, como califican a cualquiera que ose oponerse a su dominio como países, gobiernos, partidos, movimientos y líderes, calificándolos como terroristas.
El Estado libanés no puede seguir bajo las presiones y hegemonías de occidente, expresado en las intervenciones de Estados Unidos y su aliado francés. La voluntad política del gobierno libanés no tiene fuelle, no tiene visos de salirse de esa nefasta influencia, de depender económicamente de los mismos que lo engrillan con sus medidas de presión, sanciones y sabotaje. Y, en esa realidad es sólo Hezbolá quien se muestra como el muro donde se estrellan esos afanes de destruir El Líbano. Sólo Hezbolá muestra la voluntad de resistir y es por ello que la casta política sionista muestra sus dientes y publica sus cascadas de desinformación y manipulación, para desprestigiar a quien se le opone y quien lo ha derrotado dejándolo como lo que es: Una entidad que sólo es capaz de vencer a hombres, mujeres y niños desarmados.
Sostengo, habitualmente (2) que es fundamental dar la lucha contra la injusticia en todos los frentes. El combate contra la triada criminal se da en el campo militar, político, diplomático, económico, ideológico y comunicacional. Combate diversificado que requiere decisión, voluntad, firmeza y pleno convencimiento que nuestros pueblos deben tener como norte el triunfo sobre el imperialismo y sus hijos putativos como son el sionismo y el wahabismo. Ese triángulo abominable ha dado la orden de manipular, de desinformar, ha ordenado a sus diarios, revistas, programas televisivos, radiales. Ha ordenado que sus funcionarios que por cientos de miles generan opinión en las redes sociales, minimicen los ataques contra El Líbano, que lo presenten como acciones necesarias frente a la presencia de Hezbolá o para evitar la influencia de Irán. Acciones criminales que se llevan a cabo y que suelen tener su explicación rebuscada y falsa.
Hay que hacerse cargo de esa manipulación, de la desinformación, quien no se niega a ser utilizado, sabiéndolo, consciente de ello, es aval y cómplice del crimen, del terror. No es necesario que maneje un arma y dispare, es suficiente, que como un borrego sea conducido al matadero sin siquiera rebelarse ante estas conductas criminales. En esta situación que vive El Líbano, la solidaridad, el compromiso con su lucha por defender su soberanía debe ser un imperativo incluso contra sus propios enemigos internos.
Pablo Jofré Leal, Periodista y Analista Internacional
Articulo Cedido por Almayadeen.net
- Los efectos de la concentración de los medios en manos de unos pocos grupos, principalmente sionistas en el mundo, genera un discurso hegemónico, avasallador. Una conducta que consiste, básicamente, en el uso que hacen los medios de comunicación hegemónicos de los hechos, acontecimientos o procesos de una forma que sirva a sus intereses políticos, económicos, ideológicos y militares. Una pauta claramente visible en los poderes occidentales y sus aliados, a través del poder monopólico que poseen en materia de medios de información radiales, televisivos, agencias informativas, medios gráficos y aquellos que conforman las empresas que dominan las llamadas redes sociales. Por ejemplo, señala un estudio de Media Pluralism Monitor, publicado en el diario https://www.publico.es/politica/controla-medios-no-quieren-sepas-hay-formas-rastrearlo.html, dos tercios de los estados europeos tienen el 80% de la propiedad de sus medios concentrada en menos de cuatro grupos. El flujo de información volcado en gran parte de los medios occidentales, repetidos al pie de la letra por sus símiles en las monarquías ribereñas del Golfo Pérsico, Israel e incluso en naciones tan lejanas como las de Latinoamérica minimizan las acciones de desestabilización de El Libano o magnifican las acciones de defensa del frente de la resistencia mostrándolo como acciones reñidas con la ley.
- https://radio.uchile.cl/2018/09/26/manipulacion-y-desinformacion-otra-forma-de-terrorismo-contra-iran/