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Denuncian la tortura y muerte durante las fiestas de 40 novillos y 8 terneros jóvenes

Colectivos antitaurinos protestan contra las «becerradas» en Algemesí (Valencia)

Fuentes: Rebelión

«Una fiesta sin tortura». Con esta consigna se manifestaron el sábado 13 de septiembre unas 500 personas por las calles de Algemesí, municipio valenciano de unos 30.000 habitantes. En la novena edición de la protesta, convocada por el colectivo Folçança- Iniciativa Animalista, pidieron el fin de las «becerradas», un «festejo» que supone la muerte de […]

«Una fiesta sin tortura». Con esta consigna se manifestaron el sábado 13 de septiembre unas 500 personas por las calles de Algemesí, municipio valenciano de unos 30.000 habitantes. En la novena edición de la protesta, convocada por el colectivo Folçança- Iniciativa Animalista, pidieron el fin de las «becerradas», un «festejo» que supone la muerte de pequeños terneros -de menos de dos años- a los que jóvenes «cadafaleros» (miembros de las peñas) clavan banderillas, el estoque y dan muerte, en un cruel y bárbaro espectáculo, en una plaza de toros repleta de público. En horario nocturno, y como actividad perfectamente reglamentada.

Según el programa de fiestas, las «becerrades cadafaleres» tendrán lugar los días 22 y 24 de septiembre. Pero como elemento principal, el cartel anuncia entre los días 20 y 28 la lidia de novillos y erales por toreros con cuadrillas de picadores y banderilleros. La fiesta nacional. «Las reses que se lidien en estas novilladas serán desechos de tienta y defectuosas», reza el programa. Además, todos los días, a las 8 de la mañana, se celebrarán «encierros», es decir, los toros que se lidien por la tarde recorrerán las calles desde los corrales hasta el toril de la plaza (los mozos corren por delante o se parapetan tras las barreras). El balance: la tortura y muerte de 40 novillos y entre 8 y 10 terneros, denuncia el colectivo Folgança.

La manifestación se centra en las «becerradas». Discurre con tranquilidad entre el bochorno de un septiembre anómalo, hasta que los congregados -muchos de ellos de colectivos animalistas, y gente de otros municipios de la provincia- llegan a la Plaza Mayor de Algemesí. Allí, los «cadafaleros» construyen la única plaza de toros cuadrada del mundo, con maderas, cuerdas y clavos. Todos los años se repite el ritual. Hay intercambio de gritos y algún insulto. La presencia de la policía nacional es mínima. «Es deprimente que tengamos que martirizar animales para divertirnos, y que esto se pague con mis impuestos», afirma María José, de Manises. Telma Pérez asiente: «para divertirse no hace falta torturar, y menos con niños delante».

El manifiesto de los colectivos animalistas, suscrito por políticos, activistas, artistas, científicos e intelectuales, define vívidamente la sanguinolenta realidad de las «becerrades cadafaleres». «Es el intento más destacado por socializar la violencia entre la gente joven; las adornan de carnaval, con disfraces, bailes y alcohol». Precedidas de «alegrías y sonrisas», normalizan lo que viene después: «el sufrimiento de terneros que no pueden defenderse, siempre con menos de dos años y muchas veces sin haber cumplido uno». Han intentado ponerse «parches» para hacer más tolerable la crueldad -normas, controles veterinarios y cursos preparatorios-, continúa el manifiesto, pero la realidad continúa inapelable: «los pequeños animales, que pasan la mayor parte del tiempo atemorizados contra las barreras, padecen banderillas y estoque, y eso si los mozos aguantan firmes y muestran cierta habilidad».

El Ayuntamiento, en poder del PP con mayoría absoluta desde 2007, ha rechazado este año una propuesta «de mínimos» de todos los grupos de la oposición (PSPV-PSOE, EUPV-IU y Més Algemesí). Se trataba de eliminar el «martirio» de los terneros en la plaza con banderillas y estoque, así como la muerte delante de 3.500 espectadores. Pero la «fiesta» es intocable para el alcalde, Vicent R. García Mont, quien en un artículo publicado en «La Veu d’Algemesí» alardea de que el municipio cuenta con «la fiesta de novilladas más importante del mundo». De hecho, el PP local ha comprado un «cadafal» (gradería que subastan las peñas) para apoyar los festejos. Y, recuerda el concejal de EUPV-IU, Asensio García, el consistorio financia los festejos con cerca de 30.000 euros en 2014 (a lo que hay que agregar la movilización de la policía local y los servicios de limpieza). Se está pendiente además, recuerda el concejal de izquierdas, de 10.000 euros que llegarían de la diputación provincial.

Vicent R. García Mont, para quien la fiscalía ha pedido recientemente la imputación por adjudicar sin concurso la provisión de los uniformes de la policía local, ha protagonizado diferentes episodios de interés. En 2007, nada más acceder a la alcaldía, se fijó un sueldo de 91.000 euros brutos anuales, aunque por las presiones rectificó poco después. En 2013, en plena semana de festejos, se enfrentó a unos 50 militantes antitaurinos que, convocados por las redes sociales, llegaron a Algemesí del resto del estado. También declaró a La Sexta cadena «non grata» para el pueblo, por intentar grabar las «becerradas» desde el balcón del consistorio (de estos «festejos» cruentos existen grabaciones en la red, aunque -según fuentes consultadas- ni la Comisión Taurina, en la plaza, ni el ayuntamiento, desde el edificio del consistorio, permiten las grabaciones).

«Ni la misma gente del PP apoya estas fiestas», asegura Salud Monzó, de Folgança. Si se mantienen, añade, es «por la soberbia del alcalde, quien le dice a la gente que si se empieza renunciando a las becerradas, se terminará por perder la fiesta». «Lo que se vive estos días es un ejemplo de barbarie; jóvenes que han estado de fiesta, con alcohol en el cuerpo, pueden clavar a pequeños terneros (en algunos casos de 6 meses) una espada por el cuello o por el ojo; todo esto, en la plaza de toros por la noche, nos dicen que se soluciona con unos cursillos mínimos de dos días», explica la activista. Su testimonio resulta desgarrador: «la plaza está llena de menores, amigos y compañeros de fiesta, pero luego a nadie le gusta realmente el espectáculo. Dejan al animal en un estado que ni siquiera pueden aprovechar la carne…».

Asensio García explica que las «becerradas» «están fuera de tiempo». «Se produce un maltrato gratuito, y ensucian el nombre del municipio». Aunque, realmente, «mucha gente de las peñas y miembros de la Comisión Taurina están en contra». Pone el ejemplo de las votaciones realizadas hace unos años, en las que ganaron en la primera vuelta los partidarios de suprimir las «becerrades cadafaleres». Otro ciudadano, Ximo Ferrer, pone en la diana de las críticas a la Comisión Taurina (que representa a las peñas y organiza las fiestas). En la página web de la Comisión, donde figura publicidad de la Diputación de Valencia, se preguntaba en una encuesta de agosto si «¿Cree que la Fiesta hace lo suficiente ante las medidas de los antitaurinos?» Entre las cuatro posibles respuestas hay una bastante singular: «No, poco a poco la van minando con sus continuos ataques y distorsionando la realidad en los medios de comunicación afines».

«La Comisión Taurina representa al sector más reaccionario de Algemesí», sentencia sin ambages Ximo Ferrer. «Han tenido privilegios como viajes o comilonas con las ganaderías». Además de problemas que se generan, como el ruido, subraya que mucha gente sale del pueblo durante la «Semana Taurina». Pero va más allá: «durante diez días la democracia queda restringida; se ocupan para la fiestas las calles, la plaza, el parque público y el ayuntamiento; y la única manera de participar en la fiesta es pasar por las directrices de la Comisión Taurina y pagar una media de 300 euros por un abono». Además, prosigue con la crítica, «salvo a cuatro enterados, a nadie de quienes asisten a la plaza le gustan los toros; de hecho, casi nadie hace caso durante el desarrollo de la corrida».

Se dice de Algemesí que es un municipio con fuerte tradición taurina. En el archivo municipal se conservan noticias del año 1643 y, a mediados del siglo XIX, la contratación de toreros era habitual. En 1860 las festividades de la virgen se desvincularon de los toros. En el año 1951 se celebró la primera corrida de toros (antes todo fueron novilladas). Pero no es menos cierto que el movimiento antitaurino ha estado presente en el pueblo. Aún permanece vivo el espíritu de Batiste Borràs, quien regentaba el bar Brasil, esquinero con la plaza de Toros, y aunaba la militancia en el PCE (fue elegido edil en las elecciones municipales de 1977) con sus convicciones antitaurinas. Hace más de 15 años la Folgança comenzó con las fiestas autogestionadas, participativas y sin tortura animal. El sábado 21 de septiembre de 2014 cerca de 500 personas marcharon por las calles del pueblo, desde la estación hasta la plaza del Mercado. Por «una fiesta sin tortura».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.