Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
«Cientos de árboles han sido despojados de aceitunas este año, según Rabinos por los Derechos Humanos, una organización israelí que trata de ayudar a agricultores. Miembros de una nueva unidad del Ministerio de Agricultura de la Autoridad Palestina trabajaron sobre la base de quejas de los aldeanos, contaron árboles envenenados y tomaron muestras para examinarlas.»
Estadounidenses de una cierta edad crecieron leyendo libros para niños de Laura Ingalls Wilder o viendo la popular serie de la televisión Little House on the Prairie [La casa de la pradera/La familia Ingalls] (que fue transmitida entre 1974 y 1984), basada en la vida y aventuras de su familia como colonos en el Lejano Oeste de EE.UU. En 1869, Laura, junto con papá, mamá, Mary y la bebé Carrie, partieron al Territorio Indio en Kansas, donde papá construyó una cabaña, cavó un pozo, plantó cultivos, sobrevivió a la malaria y se preocupó por sus molestos vecinos. («El único indio bueno es un indio muerto», lo repiten cuatro veces en el primer libro.)
Los estadounidenses tienen una idea romántica de caravanas de carromatos llenos de colonos que conquistan el Nuevo Mundo (y expulsan a los americanos nativos), por lo tanto no es sorprendente que se hayan tragado los cuentos exagerados israelíes -como Éxodo de Leon Uris, convertido más tarde en un clásico del cine- y otra propaganda. Europeos escaparon al Holocausto para radicarse en Israel, «un país sin un pueblo para un pueblo sin país». Es una narrativa impresionante – a menos que se considere el hecho de que los judíos europeos perseguidos por cristianos europeos eran inmigrantes ilegales a un país que ya estaba poblado por agricultores, pescadores, empresarios, y eruditos palestinos. La implacable expansión territorial de Israel cuenta con que los estadounidenses -y los israelíes- olviden a esos molestos palestinos. En realidad, la empresa colonial en Palestina no es una historia bonita, para no hablar de la violación del derecho internacional y de derechos humanos.
Los colonos judíos de la actualidad se parecen más a cuatreros o bandidos que a pioneros. O, para ser aún más exactos, recuerdan a los violentos matones de The Wire [Bajo escucha/Los vigilantes] un drama de HBO que tiene lugar en las brutales calles de Baltimore. [Un criminal rueda por un vecindario con un chaleco antibalas y con un fusil al hombro. ¿Se trata de Baltimore o Hebrón? O tal vez de Los Sopranos, otra serie de HBO, llena de golpizas salvajes y asesinatos cometidos a la ligera.
Los colonos/hooliganes judíos incendiaron una mezquita palestina en la aldea cisjordana de
Beit Fajar, al sur de Belén, quemando copias del Corán y alfombras de oración el 4 de octubre, un mes después del inicio de nuevas, y breves, conversaciones de paz en Washington, DC. Fue el cuarto intento de incendio de lugares sagrados musulmanes en dos años. Por cierto, desde enero de 2009 a agosto de 2010, colonos israelíes en Cisjordania perpetraron 84 actos incendiarios contra olivares, casas y edificios de granjas. Colonos vigilantes han escrito graffiti en hebreo con las palabras «venganza» o «etiqueta de precio», refiriéndose a su campaña contra evacuaciones de puestos avanzados o la congelación temporaria de la expansión de asentamientos. Los colonos están convirtiendo los bucólicos montes y campos de Palestina en una Cisjordania del Lejano Oeste.
En 1994, Baruch Goldstein, un colono judío nacido en Nueva York, entró a la Tumba de los Patriarcas de Hebrón, o Mezquita Ibrahimi, y abatió a tiros a fieles musulmanes, matando a 29 e hiriendo a otros 150. Su desenfreno letal provocó un período de violencia de los colonos en los territorios ocupados que continúa hasta hoy. Su tumba, en el adyacente e ilegal asentamiento judío de Kiryat Arba, se convirtió en un sitio de peregrinaje para extremistas israelíes.
Según la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, civiles israelíes mataron 49 palestinos del 29 de septiembre del año 2000 al 31 de agosto de 2010. «Los colonos bloquean carreteras para impedir la vida y el comercio palestinos, disparan contra paneles solares en los techos de edificios, incendian automóviles, destrozan cristales de ventana y parabrisas, destruyen cultivos, arrancan árboles, golpean a pastores, abusan de comerciantes y dueños de puestos en el mercado. Algunas de estas acciones tienen la intención de obligar a los palestinos a abandonar sus casas y granjas, y así posibilitar que los colonos se apoderen de ellas.»
Donantes estadounidenses financian este proyecto de asentamientos
Familias palestinas se reúnen cada año en otoño para cosechar aceitunas y merendar en el campo con sus vecinos. Los olivos constituyen un importante cultivo comercial para Palestina, y muchas familias dependen de ellos para su subsistencia. Los árboles crecen entre 30 y 60 cm por año, y llegan a una altura de entre 6 y 12 metros después de 40 años. Generalmente viven durante unos 400 años, pero se sabe que muchos tienen 700 o 1.000. Para los palestinos el olivo es un símbolo de la lealtad palestina a su tierra.
Durante las recientes cosechas de aceitunas, colonos israelíes atacaron a los palestinos y sus amados olivares. En octubre pasado, palestinos cisjordanos de Turmus Aya y Al-Mughayer, al norte de Ramala, fueron a cosechar aceitunas – y descubrieron que sus olivos habían sido perforados y envenenados, que las ramas estaban dobladas y las aceitunas arrugadas y negras, en lugar de fuertes y verdes o amoratadas. Los colonos del ilegal puesto avanzado israelí sobre un cerro cercano utilizaron productos químicos para destruir otros árboles el año pasado.
Residentes de Burin, cerca del asentamiento Yitzhar en el norte de Cisjordania, dicen que colonos lanzaron piedras para impedir que trabajaran su tierra. En octubre de este año policías fronterizos y soldados del ejército israelí, así como policías palestinos, trataron de proteger a los aldeanos durante la cosecha. Según Sarit Michaeli, vocera de B’Tselem, que monitoreó la cosecha de aceitunas, los colonos tienen una «nueva estrategia» que es robar las aceitunas justo antes de que sean cosechadas. Aprovechan el hecho de que todos saben cuándo serán colocados los guardias, dijo al periódico israelí Haaretz. «En varios lugares donde no se permite que estén los palestinos durante el resto del año, cuando llegan durante los días que les han sido asignados, descubren que las aceitunas han desaparecido», dijo.
Cientos de árboles fueron despojados de sus aceitunas este año, según Rabinos por los Derechos Humanos, una organización israelí que trata de ayudar a los agricultores. Miembros de una nueva unidad del Ministerio de Agricultura de la Autoridad Palestina trabajaron para documentar las quejas de los aldeanos, contaron los árboles envenenados y tomaron muestras para analizarlas.
Reclutan colonos como policías
Aunque parezca mentira, Israel recluta policías en las mismas comunidades de colonos que han estado atormentando a cristianos y musulmanes en Cisjordania. Según el alarmante informe de Jonathan Cook publicado en Palestine Chronicle, un nuevo curso especial de agentes incluye siete meses de estudios religiosos en Elisha, un asentamiento extremista en Cisjordania. «Aunque todos los asentamientos son ilegales según el derecho internacional, Elisha es uno de docenas de asentamientos fuera de control que también son ilegales según la ley israelí», señala Cook. Se informa que hasta ahora más de 300 colonos han expresado interés en el curso.
«Un colono activista derechista, Hor Nizri, quien ha enfrentado a la policía en el pasado por la evacuación de asentamientos, ha sido puesto a cargo de reclutar jóvenes colonos», escribe Cook. «Dijo al periódico Yediot Aharonot que el programa representa ‘una reconciliación histórica’, y agregó: ‘Queremos llenar las filas de la policía tal como llenamos las filas del ejército'».
«Sus comentarios han causado preocupación entre grupos palestinos dentro de Israel de que el programa sea la primera fase de un intento de ‘toma’ de la policía por los colonos, copiando su creciente dominación de secciones del ejército».
Israel publicó en septiembre sus primeras cifras oficiales sobre la cantidad de colonos en unidades militares de combate israelíes. Cerca de un tercio de todos los oficiales en tales unidades son colonos, un aumento en comparación con un 2,5 por ciento en los años noventa.
«¿Es verdaderamente creíble que esos extremistas religiosos que han sido educados en el odio a los palestinos en Cisjordania vayan a portarse de otra manera cuando mantengan el orden en nuestras comunidades dentro de Israel?» pregunta Jafar Farah, director de Mossawa, un centro de defensa de la minoría palestina dentro de Israel. Una fuerza policial de colonos que ronde por Cisjordania desafía la imaginación.
Rabinos radicales en asentamientos extremistas ayudan a inspirar la brutalidad de los colonos. Dos rabinos en Yitzhar, cerca de Nablus, publicaron recientemente un libro The King’s Torah, que aprueba el asesinato de no judíos, incluyendo niños. Los autores escriben: «Hay justificación para matar bebés si es obvio que crecerán para dañarnos».
El 16 de octubre, en su sermón semanal del sábado por la noche, el dirigente sefardita israelí, rabino Ovadia Yosef dijo que no judíos o Goyim «sólo nacieron para servirnos. Sin eso, no tienen lugar en el mundo; sólo para servir al Pueblo de Israel.» Judíos estadounidenses embarazados condenaron rápidamente esas observaciones racistas, pero el rabino Yosef es el líder espiritual del Partido Shas, pro colonos y ultrarreligioso, un grupo cada vez más poderoso en la coalición gobernante del primer ministro Binyamin Netanyahu.
Los colonos escuchan a sus rabinos radicales
Al final de La casa de la pradera de Laura Ingall, informan a su familia que la tierra sobre la que construyeron su cabaña de madera, junto con su pozo y sus campos, debe ser desocupada por los colonos, porque no está legalmente disponible para asentamientos. El papá acepta desocupar la tierra e irse con la familia a «los Bancos de Plum Creek» en Minnesota antes que el ejército los expulse por la fuerza.
Es lo que cerca de 500.000 israelíes que viven en los asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este debieran hacer ahora mismo. Mamá y papá -o Ima y Aba- tienen que ir pensando en dónde se establecerán después. Para parafrasear a la periodista Helen Thomas, los colonos tienen que volver dentro de las fronteras de Israel previas a 1967, o a las calles de Moscú, Baltimore, Nueva York y Nueva Jersey – de preferencia sin sus antorchas y rifles.
by courtesy & © 2010 Delinda C. Hanley
Fuente: http://americas.mediamonitors.