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Columna de impotencia

Fuentes: gilad.co.uk

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

La semana pasada, el pueblo de Gaza ha sido objeto de varios ataques israelíes graves. Algunos dirigentes y militantes de Hamás han sido asesinados y muchos más palestinos -civiles inocentes, bebés, mujeres niños y ancianos- perdieron la vida. Sin embargo, Gaza está celebrando con los líderes de Hamás, más populares que nunca.

Es una anécdota interesante que merece nuestra atención. Durante los recientes enfrentamientos militantes de Gaza lanzaron más de 1.500 cohetes contra Israel. Estos cohetes causaron daños limitados pero con más de seis víctimas mortales israelíes. Militarmente hablando, esto está lejos de ser un gran logro. Y sin embargo, los habitantes de Gaza están de fiesta. ¿Los israelíes se alegrarán de saber que 1.500 de sus cohetes han tenido ese efecto limitado? ¿Algún ejército occidental aceptaría este resultado a este costo? La respuesta es un NO rotundo. Pero los palestinos están eufóricos, por qué, porque saben que han ganado la batalla y ahora están a punto de ganar la guerra. Ganaron la batalla, no porque mataron a seis israelíes, en realidad lo habrían ganado sin golpear un solo israelí. Ganaron porque se las arreglaron para entregar un mensaje a Israel, a los judíos del mundo y al mundo entero.

Durante muchos años he sostenido que la guerra de los palestinos de los cohetes debe verse como el envío de un mensaje: «¡Israelíes! ¡Están en tierras robadas! Ustedes tomaron nuestras casas, pueblos, ciudades, campos y huertos. Nos empujaron al desierto. Nos rodearon con alambres de púas. Nos hambrean y nos matan simplemente para satisfacer sus ambiciones políticas. Así que este cohete es un mensaje para todos ustedes. Piensen en nosotros y luego mírense al espejo. ¡Ya basta!»

Durante más de seis décadas, los israelíes han rechazado este mensaje. Se rodearon de muros en un gueto y sellaron su cielo con una cúpula de hierro. Sin embargo con Tel Aviv ahora bajo ataque, Israel y los israelíes se han enfrentado a su pecado original.

En los últimos dos días, todos los medios de comunicación israelíes han admitido la derrota colosal de la llamada Operación Columna de Humo. Ayer mismo, el periódico derechista israelí Ynet escribió » Hamas se levantó y ganó casi en todos los frentes… Hamás ha logrado que se enfoque en Gaza, la convirtió en el centro del debate político» . Parece que el más agresivo gobierno de Israel no ha logrado vencer a Hamás o el espíritu palestino. Los palestinos son más fuertes que nunca, mientras el Estado judío aparece expuesto como un colectivo incapaz maníaco-depresivo impulsado por un liderazgo neurótico e impotente.

Si el sionismo estuvo siempre allí para contrarrestar la parálisis del gueto judío de la diáspora, sólo para asegurarse de que «nunca más llevarían a los judíos como corderos al matadero», Netanyahu, Barak y Lieberman han demostrado la semana pasada que la parálisis es inherente a la cultura política judía. Como todos los matones, están obsesionados con el poder, pero cuando se encuentran con el desafío, su vil paradigma se derrumba en el acto.

El discurso nos puede dar una idea de lo que más nos falta. También puede revelar lo que preferimos mantener oculto. Pero el discurso a menudo es más bien engañoso, a veces para dar la forma de relato veraz a nuestras mentiras. Pero son esas «mentiras verdaderas» las que proporcionan un acceso al cobarde mismo. Son estas «mentiras verdaderas» las que revelan el inconsciente. Por lo tanto, cuando, por ejemplo el «judío anti-sionista» predica ante nosotros sobre el «humanismo y el universalismo» judíos, evidentemente no sólo están mintiendo sino también expresando un anhelo por ese espíritu de verdad que no existe en su propia cultura. Del mismo modo, cuando Israel se refiere a sí mismo como «la única democracia de Oriente Medio» ¿no es porque a Israel realmente le encantaría ser una verdadera democracia? En otras palabras, a menudo, cuando hablamos demostramos lo que más carecemos, echamos de menos y deseamos, y sin embargo no lo podemos admitir ante nosotros mismos. Cuando Netanyahu decidió designar su última masacre como una columna de nube, en realidad trató de ocultar de sí mismo y de su pueblo el hecho de que, en realidad, es un impotente y la nube es un gran edredón de mentiras que sólo sirve para ocultar su vergüenza.

A Israel y a los israelíes les encanta hablar de su «poder de disuasión». Las acciones de Israel son para disuadir a los palestinos y árabes de que ni siquiera contemplen la posibilidad de desafiar al Estado judío. De hecho, el conjunto de la política exterior y militar israelí puede entenderse respecto a ese poder. A Israel le gusta verse en el centro de la ansiedad de sus vecinos. Esto explica la fascinación de Israel con la acumulación de bombas nucleares y otras armas de destrucción masiva. Esto explica la política respecto a Irán, además de explicar su actitud brutal hacia los palestinos.

Los israelíes están obsesionados con la «disuasión» sólo porque en el fondo son conscientes de su propia vulnerabilidad. Los israelíes son fanáticos de la «disuasión», porque saben que cuando el impulso viene para empujar, ellos mismos son realmente impotentes. Ahora están expuestos como lo que son: una sociedad fragmentada dominada por el hedonismo egoísta. Los israelíes saben que su bajo vientre es muy blando, por cierto.

La melancolía colectiva israelí debe verse a la luz de su inevitable encuentro con su verdadera naturaleza. Como admite Ynet, han sido derrotados en casi todos los aspectos posibles. Como sociedad los han pillado desnudos y su vínculo imaginario colectivo ha resultado ser una farsa. A pesar del poderoso y sofisticado ejército, el liderazgo de Hamás, junto con el pueblo de Gaza, se mantuvo desafiante. A pesar de los implacables ataques aéreos, y hasta el último momento, Hamás siguió disparando sus cohetes recordando a los israelíes cómo es realmente la vida en Gaza. Cuando parecía que la aviación israelí había hecho lo peor (pero logró muy poco), el gobierno israelí convocó a sus 75.000 reservistas con la esperanza de que tal medida intimidara Hamás y llevarlos a la rendición. Una vez más se equivocaron. Ismail Haniya puso las cosas muy claras cuando invitó a los reservistas israelíes a entrar a la Franja para probar suerte. Israel fue pillado con los pantalones bajados y créanme, ¡la visión colectiva de sus genitales no fue una visión bonita!

«El inconsciente es el discurso del otro», dice Lacan. El miedo a la impotencia no es el miedo que puede que no sea tan grande en la cama, en realidad es la pesadilla inconsciente que todo el mundo a su alrededor está diciendo a sus espaldas que no está a la altura en la cama. Los israelíes ahora no sólo admiten ante sí mismos su impotencia, también son conscientes de que ahora se ven como un montón de bárbaros arrogantes, cobardes e impotentes.

Con el tiempo se hizo evidente que la columna ni siquiera estaba erecta a medias y la nube no podía cubrir siquiera la verdad vergonzosa, Netanyahu, Barak y Liebermann, así como el conjunto de la sociedad israelí se dieron cuenta de que nada quedaba del poder de Israel de disuasión y los palestinos han perdido el miedo.

 

Fuente: http://www.gilad.co.uk/writings/pillar-of-impotence.html#entry31328127