La historia del Freedom Theater es una historia de esperanza y tragedia. Una película dentro de una fábrica de películas. Un oasis de libertad en un país que por desgracia no es libre. El año pasado asesinaron a Juliano Mer, actor quien reconstruyó el Teatro de la Libertad de Yenín, Palestina. Él siguió los pasos […]
La historia del Freedom Theater es una historia de esperanza y tragedia. Una película dentro de una fábrica de películas. Un oasis de libertad en un país que por desgracia no es libre. El año pasado asesinaron a Juliano Mer, actor quien reconstruyó el Teatro de la Libertad de Yenín, Palestina. Él siguió los pasos de su madre, Arna Mer, activista judía fundadora del teatro, destrozado durante la Segunda Intifada. Los alumnos, niños de Arna, fueron asesinados combatiendo la ocupación israelí. Su hijo Juliano dirigió una película hermosa llamada Arna´s Children (Los niños de Arna) en la que documenta los orígenes de la escuela. Su ideología está bien definida: Revolución a través del arte.
Pero el asesinato de Juliano instiló el miedo a la comunidad de Yenín: empezaron a ver con recelo mandar a sus hijos a la escuela, el único lugar en el que pueden vivir la libertad, el único en el que sus vidas recuperaban la dignidad y la esperanza, donde se les devolvían los sueños robados.
El martes, de madrugada, el ejército israelí entró en el campo de refugiados y arrestó sin motivo alguno al director del teatro, Nabil Al-Raee y padre de los chicos. Las fuerzas de seguridad no le comunicaron a Micaela, su mujer, tambén artista y profesora del teatro, el motivo de la detención, el lugar al que lo llevaron, ni cuánto tiempo estará en prisión.
Micaela se levantó esta mañana con el corazón roto, pero con la forteleza de una mujer que tiene fe en sus ideales, que confía en el arte como arma para combatir la indignidad en la que se ve obligada a vivir el pueblo palestino.
-¿Cómo se siente como mujer cuando los soldados israelíes entran de noche en su casa y se llevan a marido delante de sus ojos sin ninguna explicación?
-Soy mujer, pero también soy portuguesa. Por lo tanto, una extranjera. Como mujer, y como europea, pienso que lo que ha pasado ayer no tiene dignidad. Mi hija pequeña ha visto con sus propios ojos cómo un soldado israelí sacaba a su padre de la casa a punta de pistola. Su padre, su modelo, el ejemplo a seguir, arrestado como un animal, sin razón ninguna, sin explicación.
-¿Cómo le trataron los soldados cuando entraron en su casa?
-Intenté hablar con ellos. Les dije que leyesen libros, que se informasen sobre lo que estaban haciendo. Los soldados israelíes sólo acatan órdenes, sin preguntarse por qué lo hacen. Les pregunté si sabían que estaban arrestando a una persona inocente, a un padre de familia, sin ninguna razón. Ni se inmutaron. Se limitaron a decirme que estaba perdiendo el tiempo.
Cuando se llevaron a Nabil les pregunté por que lo arrestaban. Me ordenaron que volviera a entrar en la casa diciéndome que si seguía fuera me empujarían. Mi cuñada salió a defenderme gritándoles que no eran quién para tocarme ni un pelo dentro de mi propiedad. Yo les dije que no tenían derecho a mandarme cómo moverme dentro de mi propiedad, ni siquiera a entrar en ella. Me dijeron que estaban fuera de la casa, pero aún estando fuera permanecían dentro del recinto de la vivienda.
-¿A dónde se han llevado a su marido?
-No lo sabemos. Hemos contactado con abogados y con organizaciones de derechos humanos y nos han dicho que en 24 horas tienen la obligación de decirnos dónde está. Pero se negaron a darme ninguna información. Puede que esté un día encerrado, unas horas, meses o incluso años hasta que el caso se aclare. Este es el día a día de la vida en el campo de refugiados de Palestina, y más si eres activista o artista.
-¿Es normal que el ejército entre en el campo de refugiados de madrugada y arreste a la gente de manera arbitraria? ¿Sin razón alguna?
-Sí, es como un juego de ajedrez. Ayer sacaron a cuatro. Es su manera de infundir terror entre la comunidad. Nunca sabemos quién será el siguiente, a dónde se lo llevarán, y cuánto tiempo estará en prisión.
-El teatro de la libertad en el que Nabil trabajaba como profesor y director arrastra una trágica historia. Juliano Mer, su anterior director, fue asesinado, y los estudiantes de Arna Mer, madre de Juliano y fundadora del teatro, también murieron combatiendo por su libertad, luchando contra la ocupación. Juliano pensaba hacer una revolución a través del arte. ¿Cree que es posible que la Tercera Intifada sea artística?
-Yo creo en la ideología de Juliano, en la ideología del teatro. Combatir la opresión a través del arte no es sólo la tesis del Freedom Theater de Yenín, sino que se puede aplicar a cualquier institución dentro y fuera de Palestina. De hecho, antes de que lo detuvieran, Nabil y yo teníamos pensado abrir otra escuela de teatro en Cisjordania para darles esperanza a los niños que viven encerrados en este muro. Esperanza de que hay una vida fuera del cemento que los aprisiona. Pero, por otra parte, cuando irrupen en tu casa con pistolas a robarte tu marido, o cuando te asesinan frente a todos por pensar de manera libre, como fue el caso de Juliano, me hace pensar cómo el arte va a combatir contra armas.
-¿La culpa de los arrestos indebidos la tiene el ejército israelí o la Autoridad Palestina?
-Los dos. El ejército israelí trabaja con la Autoridad Palestina. La Autoridad Palestina no defiende a los palestinos, sino sus propios intereses. Sacan tajada de la opresión y de toda la ayuda internacional que les llega. Antes de que los grupos armados entren en el campo de refugiados llaman a la AP. La AP trabaja en cooperación con el ejército israelí.
-¿Qué fue lo último que le dijo su marido antes de que se lo llevaran?
-Me besó, y me dijo: «Volveré».
-Usted es portuguesa, ¿ha pensado en la idea de volver a su país tras tantas inquietudes y horrores vividos en el Freedom Theater?
-Soy europea y he padecido las mentiras de la mala educación europea. En Europa se tiende a pensar que los árabes son como bestias inmundas sin principios, terroristas sin cabeza, que viven en medio de la barbarie. Europa aplica un doble rasero: por un lado protesta contra la ocupación, pero por otro defienden el muro de separación porque piensan que es su última barrera contra los «árabes». La verdad es que después de todo lo que he vivido, de tener a mi familia aquí, y de ser consciente de la hipocresía en Europa, no me imagino mi vida en Portugal.
-¿Qué será lo primero que le digas a Nabil cuando le vea?
-Estoy muy contenta de volver a verte.
Fuente original: http://www.fronterad.com/?q=node%2F5579