Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
Veinticinco años de Oslo no es poco tiempo. Equivale a una cuarta parte de la historia de la lucha por la liberación de Palestina. En retrospectiva, Oslo ha sido tan devastador para los palestinos como la Nakba, la catástrofe de 1948 que allanó el camino para la creación de Israel. Puede que el legado de Oslo no sea tan sangriento y cruel como la Nakba pero la adversidad de sus consecuencias es igual de intensa. Por mucho que Oslo tenga consecuencias para los palestinos afectados directamente por esos acuerdos, es decir, los de Cisjordania y Gaza, también ha tenido un gran impacto en los palestinos de otros lugares, incluidos los refugiados y los que viven en el interior de Israel.
Dejarnos fuera
En 1948 los palestinos que consiguieron quedarse en sus tierras despertaron a una realidad diferente. Perdieron sus hogares, sus pueblos, sus fuentes de ingresos, sus tierras, su política, su cultura, su seguridad y su sentido de colectividad. Desde entonces, Israel ha intentado completar la limpieza étnica de los palestinos, si no obligándonos a marcharnos sí destruyendo nuestra identidad y privándonos de dignidad y derechos. Pero los palestinos hemos sobrevivido.
Los Acuerdos de Oslo fueron diseñados para destruir en muchas facetas la resistencia y la firmeza palestinas. En lo que afecta a los palestinos del interior de Israel, el acuerdo se diseñó para dejarnos fuera no solo de Israel sino de nuestro propio pueblo. Se empleó la vieja estrategia de ‘divide y vencerás’, algo de lo que Israel sabe mucho.
Los Acuerdos de Oslo relegaron una serie de «cuestiones del estatuto permanente» a futuras negociaciones, entre ellas, los presos, las fronteras, Jerusalén, los refugiados, los asentamientos y la cooperación con Estados vecinos. Los ciudadanos palestinos de Israel no formábamos parte de esas cuestiones; más bien, Oslo estableció el paradigma de que los palestinos del interior de Israel eran un asunto interno israelí ajeno a la intervención de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) o de terceros.
Desde la década de 1990 los palestinos del interior de Israel hemos cuidado de nuestros propios asuntos. Hemos pasado del activismo de base al «profesionalizado»; de que nos mueva una causa a que nos mueva la agenda de los donantes internacionales; de la liberación nacional a la normalización del colonizador.
Dirección política
Otro paradigma que asentó Oslo fue que la cuestión central eran los derechos civiles y no la liberación nacional. En un proceso similar al que tuvo lugar en Gaza y Cisjordania después de 1967, empezó a llegar a las recién creadas ONG financiación extranjera que ha acabado dotándolas de más poder que los partidos políticos.
La culpa no es sólo de Oslo. Va más allá y forma parte de un proceso histórico complejo. Pero tenemos que asumir la responsabilidad interna que nos corresponde, especialmente nuestra dirección política y nuestros partidos. No solo han puesto por delante del legado de la liberación nacional el conseguir escaños en el Knesset, sino que han hecho muy poco por organizar a la gente a nivel popular o por auto-cuestionarse su obsoleta política.
Como parte del proceso de Oslo o quizás como resultado de este, los palestinos del interior de Israel perdimos la pertenencia a la causa. Puede que esta sea la consecuencia más devastadora de Oslo. La lucha palestina por la liberación se ha convertido en una causa que no es nuestra sino con la que nos solidarizamos. Vamos a Ramala como muestra de solidaridad, no como sujetos de la causa. Se nos invita a Ramala como «expertos de Israel» que pueden proporcionar asesoramiento, no como personas con derecho a formar parte del proceso de toma de decisiones.
Acabar con Oslo
La Autoridad Palestina (AP) no nos representa, ni tampoco la OLP, que fue secuestrada por la AP. No tenemos voz sobre cómo debería funcionar la OLP ni sobre la visión general palestina para acabar con la ocupación y el colonialismo. Los Acuerdos de Oslo promulgaron un plan maestro para dividir y vencer a los palestinos: destruir la colectividad y confundir las prioridades. Se equivocan los que piensan que reclamar el fin de Oslo es estrecho de miras; es lo más razonable que podemos reivindicar hoy.
Es en nuestro propio interés como palestinos y palestinas reivindicar nuestra causa y participar en la elaboración de una nueva visión para la liberación. Después de que la nueva ley del Estado-nación aprobada por el Knesset israelí -que define Israel como un Estado de exclusividad para los judíos- el liderazgo palestino del interior de Israel tiene por delante un gran desafío. Desafortunadamente se ha negado a involucrarse con su electorado en un proceso de debate real sobre estrategia y agenda. Sin este proceso no podemos hacer frente a las implicaciones de Oslo.
*Abir Kopty, palestina del interior de Israel, es escritora y estudiante de doctorado.
Fuente: https://www.middleeasteye.net/columns/shadow-oslo-palestinians-face-fractured-legacy-489998730