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Cómplices del silencio

Fuentes: http://www.federacionpalestina.com.ar/ar/129_ponenciaONU.html

  Más que a cualquier otra cuestión planteada en los últimos tiempos, respecto de los anhelos de los palestinos, se ha tejido, con una maraña de intereses, descuidos y desatenciones, un velo que impide a las mayorías reconocer que lo que está en juego en el Medio Oriente, son los principios que hacen posible la […]

 

Más que a cualquier otra cuestión planteada en los últimos tiempos, respecto de los anhelos de los palestinos, se ha tejido, con una maraña de intereses, descuidos y desatenciones, un velo que impide a las mayorías reconocer que lo que está en juego en el Medio Oriente, son los principios que hacen posible la libertad política, la vida y la convivencia civilizada de los pueblos de nuestro tiempo.

Cuando la percepción produce solamente una imagen borrosa, cualquier destello circunstancial puede desviar la atención y alterarla o sustituirla. Tal es precisamente lo que ocurre con el problema palestino en América Latina. Es un hecho fácilmente comprobable que los esfuerzos desplegados por tender un manto de silencio sobre la «ocupación, colonización y limpieza étnica» han tenido un significativo éxito en este continente, más que en otras regiones del mundo.

Salvo excepciones los medios masivos de comunicación, no informan regularmente sobre lo que viene ocurriendo en los territorios palestinos, al punto que inclusive aquello que es noticia de portada en los medios de Europa o los Estados Unidos, pasa «sospechosamente» desapercibido en la gran mayoría de las capitales latinoamericanas.

Ciertamente, esto no podría suceder si los gobiernos o los sectores preponderantes al interior de la sociedad civil en estos países tuvieran un interés relevante en la cuestión Palestina, o al menos la intención de hacer cumplir los acuerdos suscritos dentro de la comunidad de naciones de la que forman parte.

Es lamentable observar el rol de los sucesivos gobiernos democráticos de nuestro continente, en su mayoría saliendo de una larga y triste historia de golpes militares y crueles dictaduras, salvo en algunos casos como el de Argentina, que ha podido profundizar y seguir mas allá al derogar las leyes como la del Punto Final y la de Obediencia Debida; que los delitos de lesa humanidad no prescriban y los responsables de esos crímenes sean llevados ante la justicia.

Sin embargo esa misma conciencia de justicia, no se aplica cuando se denuncian las reiteradas violaciones que comete el estado sionista. Mientras Israel celebra sus 60 años, el pueblo palestino se enfrenta en el día a día a uno de los peores crímenes de lesa humanidad, en el marco del siniestro TERRORISMO DE ESTADO del que es victima.

La colonización de todos los territorios ocupados desde la guerra de 1967, la creación constante e ilegal de asentamientos, las leyes especiales y el muro de la ignominia que construye Israel en la Cisjordania ocupada; hacen imposible el desarrollo de cualquier intento de vida que trascienda lo puramente cotidiano, como lo es la supervivencia más primaria.

Paralelamente 1 millón y medio de nuestros hermanos en Gaza, son sometidos a un bloqueo criminal por parte del estado de Israel. Todos los pasos fronterizos en Gaza están cerrados militarmente, incluido el acceso del socorro humanitario de emergencia suministrado por las Naciones Unidas.

Si esto, señores, no se llama limpieza étnica, castigos colectivos, aplicación del espacio vital o genocidio ¿qué nombre le quieren dar?

Frente a esta realidad, la actitud esquizofrénica de nuestros gobiernos que dicen respetar y apoyar la libre determinación de los pueblos y en particular la creación de nuestro estado palestino, plantean la ya remanida «Teoría de Los Dos Demonios», que equipara a ocupante y ocupado y a agresor con agredido, de la misma forma que se hacia en las épocas de gobiernos de facto que nuestro continente supo sufrir. Y no pueden ser colocados en un mismo pie la potencia militar ocupante y opresora con el derecho de un pueblo a resistir por todos los medios, tal como lo consagra y lo estipula el derecho internacional.

Peor aun, la suscripción de acuerdos preferenciales entre el MERCOSUR y el estado de Israel, terminan por avalar todo lo anteriormente descrito.

Si bien es cierto, que la propaganda prosionista y antipalestina ha sido orientada con criterio cualitativo también a las clases intelectuales y políticas, tal desinterés está íntimamente relacionado a la frustración de las expectativas que se generaron en las décadas pasadas sobre todo en torno a las ventajas económicas que derivaron de una mayor vinculación con los otros países del sur y, en especial con el mundo árabe.

Es necesario tener presente que el esfuerzo principal de los defensores del sionismo ha estado dirigido a influir en la opinión de las elites intelectuales y políticas del continente, esto es, en quienes son en última instancia un elemento determinante en el proceso de formación de ideas y corrientes de opinión. Y los logros de esa insidia saltan a la vista gracias al manejo hábil de la desinformación, en la que incurren muchos medios de comunicación y académicos, sobre la tragedia que vive el pueblo palestino; presentándolo frecuentemente como el agresor y en el mejor de los casos, como un exagerado reclamante.

Por eso, es poco el esfuerzo desplegado para comunicar a esos sectores la realidad de la cuestión Palestina. En verdad, es sorprendente el grado de desconocimiento y/o negación de los detalles relevantes sobre este tema tan central, que se observa incluso en los círculos académicos más destacados de Latinoamérica.

Si bien hasta acá he tratado de hacer una descripción despojada de subjetividad, esto no es motivo de pesimismo, de no mediar algunos elementos que aunque no han sido aún cabalmente aprovechados, pueden -usados correctamente- ayudar a revertir esa situación fácilmente. Uno de esos elementos, aparte de la presencia masiva de las comunidades de origen árabe y palestino en particular, en casi todos los países, es la existencia de muchas organizaciones gubernamentales que concentran a gran parte de la intelectualidad y de la clase política.

Y hablo específicamente de las organizaciones no gubernamentales palestinas existentes en el continente, que tienen el deber en su condición de diáspora, de dedicarse a promover y difundir el conocimiento de la cuestión palestina.

Las otras organizaciones, a su vez, podrían ser clasificadas según el tipo de objetivo que persiguen:

A. Dedicadas a trabajo político o a la defensa de derechos humanos.

B. Dedicadas al trabajo de promoción de asistencia técnica y educación popular.

C. Dedicadas a la elaboración teórica.

Porque se distinguen entre si en cuanto a sus fines, es seguramente recomendable que para trabajar con ellas eficazmente se determinen objetivos diferenciados.

Lo que si resulta obvio, es que la mejor manera de iniciar un acercamiento a entidades conformadas por gente con inquietud intelectual, es presentando adecuadamente la cuestión palestina como lo que verdaderamente es, es decir, un asunto intrínsicamente interesante en la medida en que en el, se entrecruzan todos los elementos políticos, jurídicos y culturales de la vida moderna.

Queda pues planteada de ese modo, una tarea que hasta el presente no ha sido completada en nuestro medio sino parcialmente. Mas allá de los libros de difusión es imprescindible contar con un análisis global de la cuestión palestina que pueda presentar sus múltiples pautas y su rica complejidad a la opinión publica calificada de habla hispana.

Adicionalmente sin embargo, es menester dotar a las organizaciones que deseen trabajar en la cuestión palestina, de materiales informativos y de difusión adecuados. En ese aspecto, hay que tener en cuenta que en algunos países las organizaciones no gubernamentales dedicadas a la educación popular, han logrado establecer verdaderas redes de comunicación paralela e independiente tanto en los sistemas educativos oficiales como en los medios de difusión masiva. A través de escuelas populares y de bibliotecas y de centros de documentación, tienen llegada a miles de personan marginadas o poco integradas a las circunstancias normales de flujo informativo.

En la medida pues que se logre que alguna de estas ONG encuentren relevante para sus fines específicos la difusión de la cuestión palestina, estableciendo por ejemplo contrastes y analogías con la realidad local, se tendría a la mano un método eficaz para empezar a superar las dificultades arriba anotadas.

En esto cabe especial responsabilidad tanto a las Naciones Unidas como a la OLP y la Autoridad Nacional Palestina, y particularmente a las representaciones de la Liga de los Estados Árabes en el continente, pues tienen la posibilidad de producir material educativo adecuado. Particularmente valioso resulta en este caso el material audiovisual.

Hablando de la responsabilidad de Naciones Unidas, me veo en la incómoda situación de tener que reclamar la falta de información que llega en español y lo pobre de sus producciones, a sabiendas de que en la actualidad hay abundante información sobre el tema e inclusive en los anteriores foros esto fue propuesto y nunca concretado.

Es menester que el material que se haga llegar a las organizaciones llegue en primer lugar de manera sistemática y permanente, y en segundo lugar, que contenga explicaciones claras y precisas del sentido del proyecto político que sustenta y que genera la represión contra el pueblo palestino. Mientras el pueblo palestino sea percibido únicamente, como una victima ocasional de excesos de parte de las fuerzas israelíes de ocupación, las relaciones de repudio que tales excesos susciten serán muy efímeras y puramente emocionales.

Es solamente a partir de una comprensión cabal de los proyectos políticos en pugna y del carácter profundamente democrático de la revolución palestina que se podrá lograr una movilización eficaz y sostenida de la conciencia moral latinoamericana.

En cuanto a los centros dedicados a la elaboración teórico social o teórico político, la prioridad en este momento inicial de un esfuerzo de movilización debe ponerse en contacto con aquellos que se ocupan de cuestiones internacionales. A pesar de ser pocos los que existen en la región, son generalmente muy influyentes en la opinión pública calificada. La mayoría de ellos empero carece de acceso a fuentes de información adecuadas y sus integrantes no tienen posibilidades de mantener un intercambio serio con sus similares de otros continentes.

El hecho que exista en el continente solo una editorial en español, interesada en la cuestión palestina (Editorial Canaán), es un avance, pero un avance en solitario en tanto y en cuanto no sea parte de un esfuerzo en red a nivel continental, que nos permita acceder en idioma español y portugués al trabajo producido por intelectuales de habla inglesa, árabe, hebreo y otras.

Apropiadamente motivados, esos intelectuales o sectores, que generalmente gozan de mucho respeto y reconocimiento en todos los niveles de la sociedad, podrían convertirse en vehículos y catalizadores de un diálogo serio entre las comunidades judías y la diáspora palestina del continente, sobre todo cuando las primeras en su gran mayoría han sido cooptadas con el ideario sionista. Ese dialogo, bien planteado, seria naturalmente de gran utilidad y tendría un impacto importante y positivo en la opinión pública, en la medida en que ambas comunidades cuentan con personalidades muy reconocidas en los ámbitos políticos y académicos, que nos permitan hablar de un Futuro Nosotros, sin esa premisa hipócrita y falaz, que utilizan algunos sectores del progresismo sionista de que se habla entre iguales, cuando en realidad estamos hablando de oprimidos y opresores.

Ha llegado el momento de hablar claro. El pueblo palestino necesita de una solidaridad real y efectiva, producto de la justicia que nos llevara a la paz.

Es por eso que resulta necesario pedir a los respectivos gobiernos de nuestro continente, la exigencia a Israel respecto del cumplimiento y aplicación de cada una de las resoluciones de la Naciones Unidas, partiendo por resolución 181, 194 y las posteriores a ellas.

Es por eso que, hasta en tanto y en cuanto no se haga realidad la concreción de del estado Palestino, hago mía las palabras, del presidente de la Asamblea General Miguel D’Escoto Brockmann, en el ámbito del 57º encuentro sobre la cuestión palestina, que rompió con el tabú diplomático, al describir la política de Israel en los territorios ocupados como similar al del extinto régimen del apartheid en Sudáfrica. Y pedir a los presentes, adherirse a la propuesta de I J A N, Internacional Jewish AntiZionist Network: [email protected] , defendiendo la valentía que ha tenido Miguel D’Escoto Brockmann al llamar las cosas por su nombre y la ya precipitada difamación de aquellos sectores sionistas que no permiten que la justicia prime, para concretar la paz.

Quiero terminar citando a nuestro querido poeta Darwish, cuando se refiere a la complicidad de los que mantienen silencio.

Tu silencio me duele

Tanto como la vida

Tanto como el tiempo

Tus palabras me sostienen

Tanto como la tierra

Tanto como el cielo.

M. Darwish