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Reseña de "La ética del pensamiento. Para una crítica de lo que somos"

Comprendiendo a Foucault

Fuentes: Rebelión

La ética del pensamiento. Para una crítica de lo que somos (Edición a cargo de Jorge Álvarez Yagüe) Madrid : Biblioteca Nueva, 2015 Considero a Michel Foucault uno de los filósofos más importantes del siglo XX. Por supuesto que esta afirmación puede problematizarse, empezando por el carácter poco convencional de la filosofía de Foucault y […]

La ética del pensamiento. Para una crítica de lo que somos (Edición a cargo de Jorge Álvarez Yagüe) Madrid : Biblioteca Nueva, 2015

Considero a Michel Foucault uno de los filósofos más importantes del siglo XX. Por supuesto que esta afirmación puede problematizarse, empezando por el carácter poco convencional de la filosofía de Foucault y por la propia noción de «importante». Seguro que el mismo Foucault lo haría : ¿ para quién es importante? ¿ por qué constituimos a alguien como importante y en función de qué ?. En todo caso es uno de los filósofos más estimulantes que he leído y uno de los que más me han hecho pensar. Pensar quiere decir aquí, por supuesto, pensar de otra manera que como habitualmente lo hacemos.

Dentro de la clasificación habitual de la obra de Foucault ( aunque, como sabemos, él mismo cuestionaba la noción de obra y de autor) lo que se considera su tercera etapa es, para mí, la más interesante. Estamos hablando sobre todo de lo que produce desde mediados de los setenta. Producción que no es básicamente escrita , ya que básicamente lo que publica son los tres volúmenes de su Historia de la sexualidad. Está, por el contrario, centrada en los cursos que realiza en el Collège de France, que empiezan centrándose en las formas de poder no disciplinario y que se desplazarán hacia la temática del cuidado de sí. Que van desde su marco histórico de análisis habitual, que es el de la Modernidad ( sobre todo sus inicios) hasta la época helenístico romana y el cristianismo primitivo. Todo ello mientras su proyecto de análisis de la sexualidad se traslada a la reflexión sobre las tecnologías del yo. Pero si lo más importante fueron sus cursos, la dificultad que nos encontramos es que estos no se han ido escribiendo, sino que se van publicando tardíamente a partir de grabaciones. Hay, por tanto, un trabajo abierto de comprensión de Foucault, que está en curso y que materiales como los publicados en este libro enriquecen notablemente. Hay que decir que esta edición es exquisita y hay que celebrarlo. Lo es la introducción, las notas y la parte que le corresponde a Jorge Álvarez Yagüez en la traducción ( la otra parte le corresponde a Horacio Pons, un clásico en la traducción de Foucault). Los textos y las entrevistas, mayoritariamente no traducidas anteriormente al español, están muy bien seleccionados. Destacaría del conjuunto algunos textos ( la mayoría de los cuales son transcripción de conferencias ) : «Sobre el comienzo de la hermenéutica de sí», «La parresia», «El sujeto y el poder» y «La vida, la experiencia y la ciencia». El primero de los tres me parece imprescindible, entre otras cosas porque el curso del que habla, «La hermenéutica del sujeto» me parece el curso de Foucault más extraordinario y sugerente de todos los que estuvo dictando de 1970 a 1984, que ya es decir. Se trata de la transcripción de dos conferencias que aportan muchos materiales que nos permiten comprender mejor este curso, sobre todo la transformación que se da en los ejercicios espirituales ( por utilizar el término de su querido Pierre Hadot) de la antigüedad tardía al cristianismo. El artículo «La parresia» ( transcripción de una conferencia en Grenoble) es altamente interesante, ya que como sabemos es una práctica que plantea inicialmente ligada al cuidado de sí pero que pasará a ser el centro de los dos últimos cursos, en el que aparecerá en su dimensión política y como modo de vida filosófico respectivamente. El último escrito, «El sujeto y el poder» es más que fundamental, ya que Foucault hace un esfuerzo sintético para explicar sus conclusiones sobre la cuestión del poder en relación al hilo conductor del problema de la subjetividad, que define como el central de sus trabajos. También vale la pena citar, aunque sea menor, el que titula «La vida : la experiencia y la ciencia», sobre todo porque e sun elogio explícito a su maestro Georges Canguilhem. Mi amigo Francisco Vázquez García, gran experto en Foucualt y en Canguilhem, siempre me había dicho que éste había sido su influencia fundamental, aunque no lo dijera muy explícitamente.. Esta es la oportunidad de leer este reconocido e inteligente homenaje.

Igualmente merecen citarse tres entrevistas : la que le realizan en 1981 J. François y J. De Witt, la de varios filósofos norteamericanos importantes sobre política y ética en 1983 y la A.Fontana sobre estética de la existencia en 1984. Hay que entender el papel fundamental que tienen las entrevistas para seguir la trayectoria de Foucault. Son un complemento necesario para seguir el hilo conductor de unos trabajos que son complejos y que se van construyendo sobre la marcha, de una manera muy creativa. La primera de las tres entrevistas es crucial porque está centrada en el tema de la confesión, en el momento en que acaba de dar el curso sobre «Subjetividad y verdad», que marca un punto de ruptura con la problemática de la biopolítica en la modernidad y le orienta hacia la antigüedad y la relación que se establece entonces entre el sujeto y la verdad. Hay además una exposición muy precisa por parte de Foucault de algo que ha dado muchos malentendidos que es su posón respecto al psicoanálisis, más específicamente el lacaniano. Lo primero es desmarcarse totalmente de uno de sus libros juveniles, que es Enfermedad mental y personalidad. Luego marcar los dos puntos que para él son claves : por una parte su carácter terapéutico, un trabajo sobre sí ligado al invento de la confesión. Aquí su eficacia es, dice, simbólica, como el del chaman : funciona en la medida en que el paciente se lo cree. Por otra parte hay un elemento de control, que es el de un poder pastoral que dirige la conducta a través de la dirección de la mente. La segunda entrevista, sobre la definición de su trabajo como genealogía de la ética es también clarificador. Pero me queda siempre la sensación de que hay una cierta ambigüedad, una cierta confusión entre los términos ético y moral en Foucault. Aunque parece que la ética hace referencia a un arte de vivir y la moral a un conjunto de normas ( obligaciones, prohibiciones) la diferencia no siempre queda clara. En todo caso la entrevista no tiene desperdicio. La última entrevista, muy breve, de A. Fontana, complementa muy bien la anterior.

En el libro aparecen por tanto todas las problemáticas de lo que se ha llamado «el último Foucault». Con matices, interrogantes y giros de un pensar que tiene una tremenda potencia, que no solamente interpela al interlocutor sino que se interpela a sí mismo.

Se trata en definitiva de un libro absolutamente fundamental para quien quiera seguir avanzando en la comprensión de Foucault. Pero que puede ser la puerta de entrada de todos aquellos que, sin ser especialistas, quieran profundizar en la obra abierta y dinámica de éste gran filósofo contemporáneo. Y el título es acertado, por cierto, porque si hay en Michel Foucault una ética muy clara del pensamiento.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.