Recomiendo:
0

Con amigos como éstos…

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis

JUDAS ISCARIOTE se encamina hacia una completa revisión. Según nuevas informaciones, los cardenales cercanos al nuevo Papa recomiendan un cambio de actitud de la Iglesia católica hacia él: sacar al judío traicionero que vende al Mesías a la cohorte del malvado Sumo Sacerdote y que entre el apóstol que cumplió simplemente con su papel en el plan divino. Después de todo, fue Dios quien decidió que su hijo debía morir en la cruz.

Un esfuerzo bienintencionado, pero patético. Ninguna decisión vaticana puede alterar la imagen de Judas en el Nuevo Testamento: un delator despreciable que recibió «treinta monedas de plata» por su traición al Hijo de Dios. Ningún cristiano que mame esta historia en su niñez, se olvidará nunca del cuadro del traidor desdeñable que besa a Jesús en el momento de traicionarlo a sus ejecutores de la justicia. Nada ayudará excepto cambiar el propio texto bíblico, y eso es, por supuesto, no tan fácil.

Si uno de los otros 11 apóstoles hubiera traicionado a Jesús, las consecuencias no habrían sido, quizás, tan horribles. Pero puesto que Judas en muchos idiomas suena como «judíos», la traición es en general asociada, en la conciencia de los cristianos, con los judíos. Se ha matado a multitud de judíos a lo largo de la historia por esto. El grito de guerra nazi «Judah Verrecke»! (¡Mueran los judíos»!) pavimentó el camino a las cámaras de gas.

Quizás esto tuvo una poca de influencia en el joven neonazi, Alejandro Koptsev que corrió esta semana furiosamente a la sinagoga de Moscú apuñalando e hiriendo a diez personas. Ese acto encendió todas las luces rojas. De nuevo, «la ascensión del antisemitismo en el mundo» se volvió un importante asunto, de nuevo sonaron las campanas de alarma.

Hay, ciertamente, un peligro creciente de antisemitismo y anti-israelismo – dos fenómenos diferentes que pueden aparecer los dos juntos y por separado. Pero no está vinculado con los primitivos cabezas rapadas como el navajero de Moscú. Es mucho más peligroso, y el combustible que lo alimenta existe en otros lugares y a otros niveles.

En uno del raudal de discursos en los que George W. Bush está ahora intentando defender su invasión de Irak destinada al fracaso, esta semana dejo suelta una frase que debió haber encendido todas las luces rojas. En esta frase reprendía a sus oponentes por afirmar que él había atacado Irak «por el petróleo y por Israel.»

Así sacaba él a la superficie una afirmación que hasta entonces había sido expresada abiertamente sólo por grupos marginales antisemitas. Han sido reunidos tres hechos: (a) que las personas que más agresivamente empujaron a la guerra fueron los neoconservadores que juegan un importante papel en la administración Bush, (b) que casi todos los miembros importantes de este grupo son judíos, y (c) que la ocupación de Irak ha librado a Israel de una significante amenaza militar.

Hasta ahora, los medios de comunicación estadounidenses han tratado esta argumentación con desprecio, como una «teoría de la conspiración» ridícula. Ahora que el presidente ha hablado sobre esto, puede convertirse en parte del discurso público legítimo en los Estados Unidos y por todo el mundo.

En ello radica un gran peligro para Israel. Toda la clase dirigente israelí apoyó la invasión estadounidense. (Cuando nosotros, los contrarios a la guerra, convocamos una manifestación oponiéndonos a la misma en Tel-Aviv, en el día en que millones de personas tomaron las calles por todo el mundo, fue un pequeño acto, ignorado por los medios de comunicación.) Ahora puede pasar, como tan a menudo pasa en la historia, que esos responsables del desastre evadirán las responsabilidades. George Bush se desvanecerá de la memoria en pocos años. Lo que permanecerá es la impresión de que Israel y los judíos arrastraron a los pobres EE.UU. a una aventura despreciable.

POR PURA CASUALIDAD, esta semana vio la aparición de un libro sobre la guerra de Irak que menciona el mismo asunto; » Estado de Guerra» de James Risen.

Entre otras cosas, el libro dice que el Secretario de Defensa y los neoconservadores que dominan Washington no escucharon a los analistas de los servicios de inteligencia estadounidenses que aconsejaron cautela cuando llegaba lo de Irak, sino al personal de los servicios de inteligencia israelí que inundaron Washington e informaron a funcionarios de alto rango.

Según Risen, fue a los israelíes de la línea dura a los que Rumsfeld y su lugarteniente, Paul Wolfowitz, estaban escuchando, no a la cauta CIA . » Los analistas de la CIA eran a menudo escépticos de los informes de las inteligencias israelíes, sabiendo que el Mossad tenía prejuicios muy fuertes – incluso obvios – sobre el mundo árabe». Después de sus visitas, lo funcionarios de la CIA descontaban, por lo general, mucho de lo que los agentes de las inteligencias israelíes proporcionaban, «Wolfowitz y otros conservadores del Pentágono se enfurecieron por esta práctica,» Risen escribe que Wolfowitz es, por supuesto, un nombre muy judío.

La conclusión es obvia: fueron los israelíes y sus aliados, los judíos de Washington quienes empujaron a los EE.UU. a la guerra.

COMO SI eso no fuera bastante, Washington se bambolea ahora por un gran escándalo que tiene una íntima conexión con Israel. En centro está una persona llamada Jack Abramoff; de nuevo un nombre que revela la identidad judía de su dueño.

Este Jack es un destacado miembro del lobby de presión, un símbolo del fenómeno que ha convertido la política estadounidense en un sucio establo de corrupción que hasta el poderoso Hércules habría tenido problemas para limpiarlo. Él sisó el dinero de sus clientes, mayoritariamente nativos estadounidenses, puso algo de este dinero en su propio bolsillo y usó el resto para sobornar a figuras de la clase política, senadores y diputados. Les dio regalos generosos, giras alrededor del mundo, suites en hoteles de lujo y otras gratificaciones. La mayoría de los beneficiarios eran Republicanos, pero algunas migas se echaron a los Demócratas, también.

Hasta este punto, no hay nada raro, sólo más grande que lo usual. La industria de los grupos de presión está muy bien desarrollada en Washington que está infestada de intrigantes como un vagabundo lo está de piojos. El lobby pro-israelí no es diferente de todos los demás. Los intrigantes de estos grupos lo corrompen todo. Sobornan a los políticos para hacer leyes que desviarán miles de millones del dinero público a los bolsillos de sus clientes. Juegan un importante papel financiando las campañas electorales de los políticos, desde el propio presidente al alcalde más humilde. Sólo raramente alguno de ellos es cogido y enviado a la prisión, como le puede pasar ahora a ese Abramoff.

Lo que es especial sobre Abramoff es que él es un fanático sionista. Según las historias publicadas en los Estados Unidos, algo del dinero que desvió fue transferido a los colonos extremistas de Cisjordania. Abramoff les envió equipo militar para ser usado contra los palestinos, y quizás contra el gobierno israelí. Entre otros artículos, les compró uniformes del camuflaje, miras telescópicas para los francotiradores emboscados, prismático de visión nocturna y un visor térmico.

Las publicaciones estadounidenses mencionan que un colono llamado Shmuel Ben-Zvi del asentamiento de Betar Illit, un compañero de secundaria de Abramoff fue quien recibió este equipo, Ben-Zvi lo negó, pero el comité del Senado ha obtenido mensajes suyos de correo electrónico loando a Abramoff por enviarle «refuerzos», mientras Abramoff le escribió que «si hubiera sólo otra docena como usted, las ratas sucias se terminarían.»

El propio Abramoff afirma que él simplemente es un idealista que usa el dinero «puesto en sus manos por Dios» para ayudar a Israel. También financió un – probablemente ficticio – grupo de exiliados sirios, apoyado por Israel. Una de las publicaciones estadounidenses menciona en este contexto el lema bíblico del Mossad: «Por el camino de la decepción, harás la guerra» (Proverbios 24,6 – así es cómo parece en hebreo moderno, pero el significado real de las palabras está en duda. La Biblia inglesa lo da así: «Por un sabio consejo harás la guerra».)

Así es como cómo aparece ante los estadounidenses: el hombre que se ha convertido en un símbolo de la corrupción es un judío que apoya a Israel.

Y COMO SI esto no fuera bastante, otro amigo de Israel también ha armado lío en los medios de comunicación de los EE.UU.. Ése es nuestro viejo conocido Jerry Falwell, el líder de millones de cristianos fundamentalistas estadounidenses, un amigo del difunto Menajem Begin.

Puede recordarse que Benjamín Netanyahu, nuestro entonces primer ministro, fue a los Estados Unidos en 1998 a reunirse con el presidente Bill Clinton. Por esos días, Clinton estaba intentando ejercer presión sobre Israel para promover paz. Netanyahu fue invitado para este propósito. En la víspera de su reunión con Clinton, Netanyahu, de entre todos, se reunió públicamente con Falwell, delante de un grupo de centenares de personas. Falwell, un enemigo jurado de Clinton, revela ahora que la reunión se planeó deliberadamente como una afrenta al presidente.

Algunos días antes de eso, otro amigo de Netanyahu, William Kristol, un miembro del poderoso broker judío neoconservador, había anunciado públicamente que un gran escándalo sexual de la Casa Blanca estaba a punto de estallarr. Inmediatamente después, el escándalo de Mónica Lewinsky fue desvelado y el público recibió la información de que el presidente había tenido sexo en la Casa Blanca con una joven becaria con nombre muy judío y sonoro.

Dos semanas antes de la visita de Netanyahu, un periódico judío estadounidense había publicado un anuncio exigiendo que el presidente se abstuviera de presionar a Israel. El anuncio incluía una fotografía de Clinton tomada desde la parte de atrás; la misma instantánea de Clinton abrazando a Monica que se publicó después por todo el mundo.

Falwell prácticamente se jactaba de que él ayudó que Netanyahu a chantajear a Clinton. En ese caso, él tuvo éxito. Ninguna presión sobre Israel se materializó en esa reunión.

A propósito, la revista en la que Falwell publicó su argumentación, Feria De vanidad, pertenece al imperio de la publicación de Si y Donald Newhouse, los generosos contribuyentes del lobby en pro de Israel.

(Otro líder de alto perfil de los cristianos fundamentalistas, Pat Robertson, declaró la semana pasada que el ataque que tumbó a Sharon era el castigo de Dios por regalarles un pedazo de la Tierra Santa a los árabes. Él se disculpó después y espera salvar un acuerdo que probablemente tiene con el gobierno israelí para construir un gran complejo turístico cerca del Mar de Galilea.)

EL CUADRO que surge para el público de los EE.UU. es que Israel y los judíos dominan Washington y que el gobierno estadounidense baila a su son. Esto es, por supuesto, una exageración salvaje, pero muchos pueden llegar a creerlo. Eso puede no tener una influencia inmediata, pero constituye un peligro a largo plazo muy serio. Cuando las cosas se repiten de una y otra vez, el efecto es acumulativo.

Tales hechos deben servir como una advertencia. El gobierno israelí y los líderes de la comunidad judía estadounidense deben pensar de nuevo sobre este peligro. Palabras desaprobando «el aumento del antisemitismo» no son suficientes, lo que se requiere es un cambio profundo de conducta. Debemos cesar todo contacto con bandidos, sobre todo si son judíos, y con fundamentalistas de todas las clases. Todo el que tenga los mejores intereses de Israel en el corazón debe exigir eso. El asunto implica la seguridad nacional de Israel, sobre todo cuando la política de nuestro gobierno está completamente basada en el muy generoso apoyo estadounidense.

Ariel Sharon era demasiado arrogante para considerar este peligro. Esperemos que sus sucesores sean un poco más sobrios.