Un total de 529 partidarios del presidente islamista Mohamed Morsi, derrocado por el Ejército en julio pasado, fueron condenados ayer en primera instancia a la pena de muerte por los actos de violencia que tuvieron lugar el 14 de agosto en la gobernación de Al Minya, a 250 kilómetros al sur de el Cairo, cuando […]
Un total de 529 partidarios del presidente islamista Mohamed Morsi, derrocado por el Ejército en julio pasado, fueron condenados ayer en primera instancia a la pena de muerte por los actos de violencia que tuvieron lugar el 14 de agosto en la gobernación de Al Minya, a 250 kilómetros al sur de el Cairo, cuando soldados y policías dispersaron en un baño de sangre mítines islamistas en la capital. De ellos, 153 están actualmente detenidos, mientras que el resto está en paradero desconocido.
Más de 1.200 personas están procesadas en este sumario, dentro del cual hoy comparecerán otros 700 imputados, incluyendo a varios dirigentes de los Hermanos Musulmanes.
Este veredicto, adoptado tan solo dos días después del inicio del juicio, y sin precedentes en la historia de Egipto, es «una catástrofe, una mascarada y un escándalo que tendrá consecuencias para Egipto durante años», protestó Gamal Eid, un experto jurídico que dirige la Red Árabe para la Información sobre los Derechos Humanos.
Nasser Amin, miembro del Consejo Nacional para los Derechos Humanos, vaticinó en su cuenta de Twitter que esta decisión judicial será «anulada» cuando los recurrentes soliciten volver a ser juzgados.
Los Hermanos Musulmanes tildaron el fallo judicial de «injusto» y de «nuevo crimen del golpe militar». En su página oficial, la cofradía señaló que los magistrados egipcios están «sometidos a los militares» y apuntó que esta sentencia supone «un hecho sin precedentes en la historia de la justicia».
La corte confirmará el fallo el 28 de abril, una vez emita su dictamen -no vinculante- el muftí de Egipto, Shauqi Alam, la máxima autoridad religiosa del país.
Desde el golpe militar, más de 1.400 militantes de los Hermanos Musulmanes han perdido la vida por la represión y otros miles han sido encarcelados.
La mayoría de sus dirigentes, incluyendo a Morsi -el único jefe de Estado egipcio elegido democráticamente- están siendo juzgados o lo serán en próximas fechas, y corren peligro de ser condenados a muerte. En diciembre las nuevas autoridades declararon «terrorista» a este movimiento, surgido hace 85 años. Desde entonces, poseer su propaganda o participar en sus manifestaciones puede ser castigado con penas de prisión.
Además de los cuatro casos en los cuales es juzgado Morsi, los procesos de los dirigentes de la revuelta de 2011 que derrocó a Hosni Mubarak y los numerosos juicios contra militantes islamistas en casi todas las provincias, un tribunal de El Cairo juzga a varios periodistas de Al Jazeera.
Condena a muerte en masa para cerrar el círculo del retorno a la dictadura permanente
Editorial
En el que seguramente será uno de los juicios más rápidos y con mayor número de condenados a muerte -529 miembros de los Hermanos Musulmanes- de la historia judicial, el nuevo régimen de Egipto pisa el acelerador en una triple dirección: agudiza su campaña -doméstica e internacional- para aplastar a la hermandad del derrocado presidente Morsi; lanza un mensaje claro de que el golpe de estado y la contrarrevolución son una vuelta a la república del miedo que instauró Mubarak y que el que fuera jefe de inteligencia militar durante su mandato, Abdel Fatah al Sisi, se muestra dispuesto a dar continuidad, y por último, marca el cierre del círculo del retorno hacia la dictadura permanente que han sufrido los egipcios durante décadas. Está por ver hasta qué punto será similar a la de Mubarak, pero la existencia de la tortura sistemática y de un estado policial, de un régimen insolente que normaliza la represión, son ya evidencias institucionalizadas.
529 personas condenadas a muerte en un caso que en teoría juzga la muerte de un solo oficial de policía. Aunque pueda ser apelada, la severidad de la condena refleja la naturaleza de un sistema de terror tan activo ahora como lo fue siempre.