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Alepo

Contendientes, información y derechos humanos

Fuentes: Rebelión

Reconozco mi confusión en el asunto de Siria. De entrada, la información que llega a través de los medios del sistema es claramente sesgada. Sólo se refiere a una parte y en negativo: la denuncia permanente de lo que llaman régimen sirio, con su presidente Bachar el Asad al frente, al que califican como dictador. […]

Reconozco mi confusión en el asunto de Siria. De entrada, la información que llega a través de los medios del sistema es claramente sesgada. Sólo se refiere a una parte y en negativo: la denuncia permanente de lo que llaman régimen sirio, con su presidente Bachar el Asad al frente, al que califican como dictador. Ahora tienen a la ciudad de Alepo como centro de atención, máxime después que la ofensiva gubernamental está a punto de liberarla del cerco, mostrando imágenes de bombardeos sobre civiles, autobuses vacíos de lo que debería ser una evacuación de personas, etc. Con anterioridad, desde hace un lustro, las noticias han sido bombardeos indiscriminados, empleo de armas químicas, el trajín de personas refugiadas, etc. Y desde que Rusia decidió intervenir hace un año y medio, este país y su presidente al frente reciben la parte alícuota correspondiente de denuncia.

Pero lo que se ofrece de las fuerzas que se oponen al régimen sirio es muy poco. Una imagen casi invisible y, en todo caso, inconexa. Se habla a veces del Ejército Libre Sirio. Nos muestran, eso sí, con cierta frecuencia lo que hace el llamado Estado Islámico (ISIS/DAESH/OEI), pero desconectado de la oposición al régimen sirio. Lo de la destrucción de la antigua Palmira, por ejemplo, era la acción de un grupo de integristas radicales lanzados contra el conocimiento de las culturas antiguas, sin más.

He leído relativamente bastante sobre Siria. Al margen de lo convencional, intento documentarme de otras fuentes alternativas. Y en ellas no hay coincidencia. Las hay progubernamentales, antigubernamentales, más o menos distantes de unas y otras… En el seno de la izquierda no hay coincidencia en el posicionamiento ante el conflicto. Para esta entrada voy a referirme a tres artículos, donde intentaré exponer algunas de las claves del conflicto. Uno se ha publicado en la edición de diciembre de Le Monde Diplomatique, escrito por el periodista Bachir El-Khoury y titulado «¿Quiénes son los rebeldes sirios?». Otro ha aparecido días pasados en Insurgente, con origen en RT y titulado «Sólo necesitó 2 minutos: Periodista destapa en la ONU las mentiras de Occidente sobre Siria». El tercero, «Contra la hipocresía», lo publicó Rebelión el día 17, siendo su autor el historiador José Luis Martín Ramos.

Diversidad y complejidad del conflicto

El artículo del periodista libanés Bachir El-Khoury es un buen compendio de la diversidad de grupos armados que convergen en la batalla de Alepo, dejando sólo de fondo, pero sin obviarlas, las potencias internacionales que están actuando. Las occidentales (EEUU, Reino Unido y Francia), las regionales (Arabia Saudí, Turquía, Qatar, Israel e Irán) y Rusia. Junto al ejército sirio, menciona a varios grupos, en su mayoría compuestos por milicianos extranjeros, que lo están apoyando abiertamente o mantienen una alianza tácita. Concretamente son siete los grupos: Harakat Hezbollah (Movimiento de Nobles del Partido de Dios), chiíes de origen iraquí y cercano al Hezbolá libanés; Liwa Fatemiyoum (Brigada de los Fatimíes), chiíes hazaras de origen afgano; Hezbollah (Partido de Dios), chiíes de origen libanés; suníes provenientes de los campos de refugiados palestinos en Alepo; guardianes de la revolución iraníes; Halcones del Desierto, de origen sirio; y las YPG (Unidades de Protección Popular), de origen kurdo.

Pese a las diferencias existentes entre ellos, tienen un objetivo común muy claro: la oposición a las fuerzas rebeldes. En su mayoría defienden al gobierno sirio, salvo las YPG kurdas, que tienen como horizonte un estado kurdo unificado y, dentro de Siria, una relación autónoma acorde con su identidad nacional.

Por parte de los grupos opositores la complejidad es mucho mayor. Y no sólo por su número, sino por los cambios que se operan en su seno, tanto en lo político-ideológico como en las alianzas que establecen entre ellos. Existe un claro predominio de los islamistas yihadistas, tanto salafistas, más radicales, como takfiristas, próximos a la corriente más moderada de los Hermanos Musulmanes. Una de las coaliciones es la salafista Jaish al Fatah (Ejército de la Conquista), integrada por Jabhat Fath al Sham (Frente de la Conquista de Levante), Ahrar al Shalam (Libres del Levante) y el movimiento Harakat Nour al Din al Zenki. Otra es Fatah Halab (Conquista de Alepo), de carácter no salafista, con vinculaciones con los Hermanos Musulmanes y el Ejército Libre Sirio, que contiene a Jaysh al Muyahidim (Ejército de Combatientes), Fastaqim Kama Umirt (Sé Recto como se te Encomendó) Jhabat al Shamiya (Frente el Levante) y Failak al Sham (Legión del Levante). Hay, en fin, grupos independientes, como Jabhat Ansar al Din (Frente de los Partisanos de la Religión) y las brigadas Kataeb Abu Amara.

Entre estos grupos se están produciendo cambios que, de alguna manera, están llevando si no a una convergencia ideológica plena, sí a una aproximación sobre la base de un proyecto político islamizado. De un lado, los grupos más radicales tienden a desprenderse de su etiqueta primigenia para poder obtener más apoyos de las potencias occidentales o de las monarquías aliadas de la zona. Es lo que ha ocurrido con Jaish al Fatah, anteriormente la sección siria de Al Qaeda, o Ahrar al Shalam (Libres de Levante), que fue aliada del Estado Islámico. De otro, el propio Ejército Libre Sirio, que es considerado en los países occidentales como un grupo moderado y laico, pero formado en su mayor parte por milicias próximas a los Hermanos Musulmanes, que defienden la aplicación de la sharia, como hicieron en Egipto hasta su derrocamiento o como está haciendo progresivamente en Turquía el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo, con Erdogán al frente.

Conviene deslindar este último aspecto, cada vez más presente, del empleo de la retórica religiosa, necesaria, según el antiguo jefe miliciano Ward Furati, para delimitar la identidad política en su lucha y, sobre todo, para dar sentido a la muerte, algo que el propio gobierno sirio también lleva a cabo. La presencia del laicismo en los grupos rebeldes se ha reducido, estando relacionada sobre todo con personalidades en el exilio y con las tropas turcas que operan en el norte de Siria.

Cabe preguntarse dónde se encuentra en Alepo el Estado Islámico. Es algo que no se responde en el artículo de El-Khoury, salvo su presencia en las proximidades de la ciudad por el este, como se refleja en el mapa. No debemos olvidar, sin embargo, que hasta el verano el Estado Islámico tuvo, junto con el resto de grupos, una participación activa en el cerco de Alepo por el este. Los reveses sufridos en esta ciudad (en agosto murió su portavoz Abu Mohamed al Adnani), en otras zonas de Siria (por la acción de la aviación rusa) y en el entorno irakí de Mosul (por la acción de EEUU, Reino Unido y las propias tropas irakíes), además de haberlo debilitado, también puede haber forzado una retirada estratégica, dejando la resistencia en manos de los grupos a los que nos hemos referido antes.

La manipulación mediática occidental

El periódico digital Insurgente publicó hace unos días una información, proveniente del canal de noticias RT, en la que la reportera canadiense Eva Barlett desmontaba argumentos y campañas de manipulación informativa que se utilizan sin cesar en la guerra de Siria y, dentro de ella, en la batalla de Alepo. Un caso ha sido el de la repetida presencia en la ciudad de organizaciones internacionales, testigos de lo que está ocurriendo y, sobre todo, transmisores hacia el mundo de las masacres que está perpetrando el ejército sirio.

Veamos, según relata RT, cómo lo desmonta: «La periodista canadiense comenzó hablando sobre las organizaciones internacionales, y lanzó una pregunta retórica al reportero noruego: ‘cuénteme, ¿qué organizaciones internacionales están en Alepo?’. Ante el silencio que viene a continuación, responde: ‘Vale, yo se lo digo: ninguna'». Y es que resulta que las informaciones que emiten dichas organizaciones salen del «Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), que tiene su base de operaciones en Coventry, en Reino Unido, y que está compuesto por una sola persona». Es más, dependen de otros grupos, como es el caso de los Cascos Blancos, fundados «en 2013 por un exmilitar británico y financiada con unos 100 millones de dólares por EE.UU., Reino Unido, Europa y otros países». Y precisamente este grupo es el responsable de montajes televisivos, con frecuencia manipulando a menores, que se les recicla en diferentes vídeos propagandísticos.

En relación a la demonización del gobierno sirio por parte de los medios occidentales, la periodista canadiense es contundente: «¿Cómo pueden The New York Times, como leí esta mañana, o Democracy Now, que leí el otro día, seguir afirmando que se trata de una guerra civil? ¿Cómo pueden seguir manteniendo que las protestas no fueron violentas ni armadas hasta 2012? Es absolutamente incierto. ¿Cómo pueden sostener que el Gobierno sirio ataca a los civiles cuando cada persona que sale de estas zonas ocupadas por los terroristas señala lo contrario?»

La hipocresía de las potencias occidentales

El título del breve artículo de José Luis Martín Ramos en Rebelión resulta muy ilustrativo. Una especie de puñetazo en la mesa como forma de protesta por lo que cada día tenemos que leer, escuchar y ver. Arranca recordando las muertes de cada día, que «las cargan, cómo no, sobre las espaldas del monstruo Assad. Hoy leo una última infamia: La Vanguardia escribe que la evacuación procederá por fases: primero los enfermos… y los últimos los revolucionarios de Alepo. ¡Ah! estos son ‘revolucionarios’ y aquí el término ‘revolucionario’ es positivo».

Es claro en sus pocas simpatías por Asad o Putin, pero rotundo cuando escribe: «frente a la propuesta islamista, defenderé al estado sirio, el que existía; frente al cerco agresivo de la OTAN defenderé a Rusia…». Y no se muerde la boca cuando acusa. Primero: «Hollande y sus ministros lloran por los muertos… ¡ellos son los asesinos! La intelectualidad bien pensante lloran también, ¿qué son ellos?» Añado: Francia, el imperio colonial que se quedó con Siria y Líbano tras la Primera Guerra Mundial.

Segundo: «La famosa ‘primavera árabe’, que pudo tener el origen que fuera, se convirtió en una oleada cuando Hillay Clinton, es decir HC y Obama, decidieron aprovecharla para extender una desestabilización general de Oriente Próximo». Y lo que vino, claro, en Libia, Egipto, la propia Siria… Y añado: ¿qué ha pasado con la primavera de Barein, ahogada por la dura acción militar saudí y qatarí?; ¿y con Yemen, aún en curso, con la intervención de las mismas potencias regionales?

¡Ay, repito, lo que tenemos que leer, escuchar y ver!

En todo esto tenemos dos malvados. Uno es Asad, como antaño, cuando hubo que hacer lo propio, lo fueron Saddam Hussein o Muamar Gadafi. El otro es el Estado Islámico (ISIS/DAESH/OEI), como antes lo fue Al Qaeda. Pero veamos las diferencias.

El primero ya fue condenado hace cuatro años, aunque les esté costando acabar con él. Me pregunto si será sólo por su maldad extrema, que atenaza a la gente, y la reciente ayuda militar de Rusia, que le ha dado oxígeno. Eva Barlett quizás esté dando en una de las claves de esa tenacidad: «En 2014 los sirios tuvieron elecciones y el hecho es que la gente apoyó abrumadoramente al presidente Al Assad. Hay gente que quiere cambios en el gobierno. No es nuestra intención que parezca que no quieren el cambio. Todo el mundo quiere el cambio. Pero en términos de apoyo al Gobierno, el hecho es que ellos no ven a Al Assad como el problema. Ven que el problema es el terrorismo. Ven problemas en el sistema que tienen. Pero no ven a Al Assad como el problema, de hecho lo apoyan abrumadoramente. Por tanto, me baso en su elección del líder y me baso en mis interacciones con la gente en Siria».

El segundo es otra cosa. Enemigo del anterior y su gobierno, como también del gobierno irakí, es presentado en el mundo occidental como otra quintaesencia del mal. El problema es que su maldad es consecuencia de la maldad generada en Irak tras la ocupación estadounidense de 2003, con la ayuda británica y también inicialmente de la española, como ordenó el gobierno de José Mª Aznar. Una maldad, a su vez, alimentada por quienes causaron lo de Irak y sus aliados regionales. Y es que, como nos cuenta Martín Ramos (sin que haya dicho, por otra parte, algo que no sepamos), el «ISIS estuvo financiado y estimulado, si no promovido, desde el primer momento por Arabia Saudí y Quatar en primer término y por el gobierno turco de Erdogan. La rebelión siria, cuyo origen habría de conocerse también en el detalle -Siria había sido en los últimos 20 años un oasis, o casi, en un Oriente Próximo en guerra encadenada- fue convertida en guerra civil a instancias de EUA, como lo confiesa la propia Hillary en sus correos, imprudentes por prepotente. Sobre sus espaldas caen los muertos».

Una acotación final sobre los derechos humanos

Las guerras son el peor escenario para el respeto de los derechos humanos. En sí mismas pueden ser consideradas como su vulneración permanente. Conviene, eso sí, delimitar sus causas. Las estructurales, por supuesto. Así podremos aclarar de entrada muchas cosas. Y prometo profundizar sobre este tema en torno a lo que está ocurriendo en Siria.

Pero no olvidemos una cosa: aunque me repita una vez más, sobre las espaldas de los y las Bush, Blair, Aznar, Sarkozy, Obama, Clinton, Hollande… recaen muchas, si no la mayoría, de las muertes que nos muestran cada día los medios de comunicación. Y es que los imperios, por ahora, siguen existiendo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.