Hace ya varias semanas, tanto en Cisjordania como en Gaza, continúa el levantamiento por parte de la población palestina, ya conocido como una posible tercer intifada. Ante el asedio permanente ejecutado por las fuerzas de seguridad israelíes, los palestinos se defienden con lo que tienen a su alcance. Esto es una muestra más de que […]
Hace ya varias semanas, tanto en Cisjordania como en Gaza, continúa el levantamiento por parte de la población palestina, ya conocido como una posible tercer intifada. Ante el asedio permanente ejecutado por las fuerzas de seguridad israelíes, los palestinos se defienden con lo que tienen a su alcance. Esto es una muestra más de que Palestina no acepta la idea de ser borrada del mapa, mientras que el gobierno israelí, presidido por Benjamín Netanyahu, no detiene sus ambiciones colonialistas.
El mundo entero tiene los ojos sobre París y el conflicto sirio, pero en Palestina la violencia es moneda diaria. Una vez más, la «occidentalización» de la noticia se encarga de presentar a los palestinos como terroristas. Cuando se habla de los disturbios de la tercer intifada, se mencionan los casos de palestinos acuchillando israelíes, sin ahondar en la constante represión que sufren a diario los ciudadanos palestinos. Cada vez que Israel bombardea Gaza, innumerables veces, se informa que se actúa en respuesta al «terrorismo de Hamás», sin considerar el afán colonialista e imperialista de Israel. Tampoco se comunica sobre el bloqueo, más de siete años ya, que Israel impone sobre la Franja de Gaza, exponiendo al desabastecimiento y obligando el contrabando.
La violencia se convirtió en toda una institución en los territorios palestinos, con la ocupación israelí como exponente máximo de la misma. Los hechos niegan la historia; la «defensa» que alega el Estado de Israel es su manera de encontrar explicaciones a la violencia que ejecutan pero siempre negando la historia. Desde la guerra de 1948, con la declaración de Israel como Estado, donde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó el derecho de los refugiados palestinos de retornar a sus tierras (Resolución 194) y todavía no se cumple. Con la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel anexó vastos territorios para su Estado, y al día de hoy continúa sin devolverlos, tal como la indica la Resolución 242 de la ONU. De hecho, la ocupación se intensifica día tras día, y el sionismo político prosigue su andar arrasando territorios, dejando expuesto al pueblo palestino contra las armas israelíes que cuentan con la complicidad de Estados Unidos, su gran aliado de Occidente.
La violencia se agudiza en Cisjordania y Gaza, las muertes son diarias, ya sean palestinos acuchillando ciudadanos israelíes en respuesta a la colonización como el Ejército del Estado de Israel reprimiendo con balas de goma y plomo a palestinos. Las calles están sumidas en una ola de violencia que, por ahora, no parece tener punto final. Todos estos hechos forman parte de la tercer intifada, donde los palestinos se defienden, a la vez que Netanyahu los acusa de terroristas encontrando una nueva excusa para llevar adelante sus ambiciosos ataques.
La violencia israelí no sólo es física. A raíz de lo que viene sucediendo en Palestina, la parlamentaria sionista, Anat Berko, propuso definir al «terrorismo» como delito con motivación nacionalista y de esta forma los menores de 14 años pueden ser apresados de manera domiciliaria, hasta el momento de ser trasladados a una cárcel al cumplir los 14 años.
Por su parte, Netanyahu anunció que habrá controles más estrictos sobre vehículos palestinos, mientras que aumentara el número de carreteras separadas para palestinos e israelíes. Sumado a esto, confirmó que los permisos de trabajo de palestinos en tierra israelí serán revocados para los familiares de presuntos agresores. Por último, el Ministro de Defensa israelí, Moshé Yalón, declaró oficialmente que se construirá un muro de seguridad en la frontera con Gaza, al igual que el ya existente que bordea Cisjordania. La razón es evitar que los palestinos pasen desde la Franja de Gaza hacia Israel.
La manera de obrar con intenciones separatistas, nuevamente la idea de sumar un muro en una frontera, muestra claramente el apartheid que sufren los palestinos. Mientras tanto las relaciones diplomáticas entre Israel y Palestina no avanzan, lo que deja un panorama confuso a la hora de esperar una pronta resolución que ponga freno a la violencia desatada.
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