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Contra Cuba, todo vale

Fuentes: Cuba Va

Cadena Ser, seis y veinte de la mañana, estoy entrando en la bañera para ducharme y oigo que Fidel Castro ha autorizado la venta de ollas arroceras. Serán importadas de China. «El régimen cubano levanta la prohibición a las ollas arroceras». La primera vez en mi vida que vi una olla arrocera, hasta entonces no […]

Cadena Ser, seis y veinte de la mañana, estoy entrando en la bañera para ducharme y oigo que Fidel Castro ha autorizado la venta de ollas arroceras. Serán importadas de China. «El régimen cubano levanta la prohibición a las ollas arroceras».

La primera vez en mi vida que vi una olla arrocera, hasta entonces no conocía su existencia, fue en Cuba, en Alamar (barrio de las afueras de La Habana), en una casa particular, en Julio del 89; lo recuerdo porque iba camino de Nicaragua a las celebraciones por el 10º aniversario de la Revolución Sandinista.

Para quien no lo sepa, la olla arrocera es un artilugio como una especie de freidora, con un depósito donde se pone la cantidad de agua y arroz necesaria, y que por una resistencia eléctrica hace que el arroz se cueza, desconectándose automáticamente cuando el agua se ha evaporado totalmente y que mantiene caliente el arroz hasta su consumo. Es muy cómoda porque no tienes que estar mirando cada momento como va el arroz y no se quema, ni se pega, ni se pasa. Pongámonos en el lugar de personas que comen arroz como acompañamiento en cada comida y entenderemos lo que facilita la tarea de preparar las comidas.

Desde entonces he vuelto a Cuba en 6 ocasiones, he estado en muchas casas y en casi todas ellas había ollas arroceras (y ollas expres).

Esto fue lo que empecé a escribir en el tren, camino de mi trabajo, el mismo día que oí la noticia. Cuando empecé a comentarla con diferentes personas, resulta que cada una habíamos oído algo diferente y diferentes análisis en distintos medios.

Unos habían oído que «el régimen» iba a entregar tropocientas mil ollas expres porque su uso ahorraría energía al acortar el tiempo de cocción de los alimentos. Otras que durante mucho tiempo las ollas arroceras no se habían usado mucho debido a la escasez de recursos energéticos y que ahora que las cosas estaban mejor en Cuba, ya se podían usar de nuevo sin problemas. Cualquiera de las dos noticias y análisis tendrían verosimilitud.

Olla expres u olla arrocera, qué mas da. ¿Le importa a cualquiera de esos periodistas/cadenas/periódicos las dificultades que cada día tienen millones de personas en el mundo para llevarse un grano de arroz a la boca?, ¿le importa cómo una Revolución Socialista ha resuelto el problema de alimentar a su pueblo?, ¿le importa los problemas energéticos que padecen los y las cubanas debidos al bloqueo?, ¿cómo estos se resuelven?, y ¿cómo, pese a quien pese, Cuba va saliendo de la crisis?.

A mi solo se me ocurre que, además de una tremenda ignorancia eurocentrista sobre cómo viven las personas de otras culturas y otros mundos, hay una inmensa mala fe a la hora de informar sobre Cuba.

Propongo que estos periodistas lleven a la Comisión de Derechos Humanos de NNUU una petición de libertad para las ollas arroceras cubanas, o para sus propios cerebros, a los que no vendría mal un poco de profundización y análisis serio de las noticias.