Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
La cobertura que los medios de comunicación dominantes hacen sobre cuanto sucede en Oriente Medio es casi siempre tóxica. En tiempos de guerra, esa toxicidad supera todos los niveles tolerables. Y no me estoy refiriendo a la guerra en Afganistán, que recientemente ha conseguido atraerse una mayor atención por cortesía del cuerpo del General Petraeus y de quienes tienen acceso al mismo, no por las pilas de cadáveres de civiles allí masacrados.
No. Me refiero a Gaza, donde desde el aire y desde el mar siguen lloviendo las bombas israelíes sembrando muerte y destrucción y matando a decenas de civiles. Se teme que se produzca una invasión por tierra de forma inminente. Cojan, por ejemplo, a Richard Engel, el premiado jefe de la sección de internacional de la NBC. En su reportaje, transmitido el 16 de noviembre, aseguró a los telespectadores que «hasta ahora, Israel solo ha emprendido ataques quirúrgicos». No importa que las noticias hayan revelado ya el alto precio pagado en víctimas civiles en Gaza, especialmente niños (incluido un bebé de once meses de un palestino que trabaja en la sección en árabe de la BBC). Se nos dijo que «también estaban muriendo civiles», pero lo que se nos mostraba eran abundantes secuencias de cohetes palestinos lanzados desde Gaza. La cifra total de israelíes muertos por esos cohetes desde 2004 es de 26. Solo en su ataque contra Gaza del 2009, Israel mató a 960 civiles palestinos, incluidos 288 niños y 121 mujeres. Pero, al parecer, ninguna de esas cifras merece mayor atención. La idea principal del reportaje se centraba en cambio en los vínculos entre Hamas y los Hermanos Musulmanes que gobiernan en Egipto, y en cómo la primera se ha envalentonado debido a que las revueltas árabes han llevado a los segundos a gobernar Egipto. El edulcorante llega al final, cuando Engels le dice a Brian Williams: «Una incursión israelí [léase invasión] podría ser muy sangrienta y podría llegar a inflamar toda la región, pero eso, Brian, podría ser justo lo que Hamas está esperando que Israel haga».
Así pues, aunque el mismo Israel haya roto la tregua hace unas semanas y después asesinado a su propio subcontratista (según Haaretz), todo se reduce al deseo de Hamas de «inflamar la región entera». No se mencionan las ventajas políticas cosechadas habitualmente por los políticos israelíes durante y después de esas invasiones ni la genealogía del momento actual.
Por desgracia, nada de esto resulta ya sorprendente. Vivimos en una cultura militarizada y los medios dominantes de EEUU están ideológicamente, cuando no materialmente, empotrados con los agresores. Sin embargo, en honor a la justicia, la empatía de Engel (o sus intentos) con los civiles palestinos era evidente en uno de sus tweets. El 16 de noviembre, tuiteó la siguiente joya desde Ciudad de Gaza:
Los aviones no tripulados planeando sobre Gaza (y quienes los dirigían) se sentirían muy eufóricos si supieran que su buen trabajo se compara con el de las cortadoras de césped (extirpando el indeseado crecimiento y asegurándose de que el terreno esté verde). Pero segar la vida humana es algo más que eso.
¿Se ha dado cuenta acaso Engel de que Gaza no es un suburbio estadounidense? A menudo se la ha descrito, y con toda exactitud, como la mayor prisión al aire libre del mundo, con una densidad de población de 4.500 seres humanos por kilómetro cuadrado. Israel y su ejército llevan ya tres años sometiendo a un bestial bloqueo a sus 1,6 millones de habitantes. Un millón de los habitantes de Gaza son refugiados desde 1948 y 1967. Los campos de refugiados, y hay ocho de ellos en Gaza, no cuentan por lo general con césped alguno ni con jardines espaciosos. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), en los Territorios Palestinos Ocupados, el 90% del agua utilizada para beber es insalubre, el 44% de los habitantes de Gaza padecen inseguridad alimentaria y alrededor del 80% son receptores de ayuda humanitaria. Este es el resultado de sesenta y cuatro años de ocupación, continúas guerras y bloqueo.
Uno puede cortar su césped cuando vive en un Estado soberano, libre de ocupaciones militares y terrorismo de estado, libre para moverse y vivir sin temor.
Es más, con el sonido de los aviones no tripulados planeando sobre Gaza, o de cualquiera de esas naves por cualquier lugar, no debería hacerse esteticismo a no ser que uno identifique dichos aviones no tripulados como algo opuesto a los humanos a los que están dando caza. Los aviones no tripulados son mensajeros de muerte y destrucción. ¡No tienen nada que ver con tu vecino o vecina cortando el césped por la noche! Hasta ahora, han servido para matar a 55 civiles palestinos [*], entre ellos nueve niños, y herido a más de quinientos.
¿A qué sonido se parece eso?
[Actualización (gracias a Marilyn Hecker): Parece que el símil de la hierba tiene su propia historia en Washington D.C. En 2010, un experto dijo en un seminario del ataque israelí de 2009 contra Gaza: «Es algo lamentable, pero de vez en cuando tienes que cortar el césped.»]
N. de la T.:
A las 11,00 horas del 19 de noviembre, las cifras eran ya de 93 muertos y más de 900 heridos, y suma y sigue…
Sinan Antoon es poeta, novelista y traductor. Sus poemas y ensayos han aparecido (en árabe) en as-Safir , al-Adab, al-Akhbar, Majallat al-Dirasat al-Filastiniyya , Masharef y (en inglés) en The Nation, Middle East Report, Al-Ahram Weekly, Banipal, Journal of Palestine Studies, The Massachusetts Review , World Literature Today, Ploughshares, Washington Square Journal y The New York Times . Sinan es miembro de la junta editorial del Arab Studies Journal , profesor asociado en el Gallatin School , Universidad de Nueva York, y co-fundador y co-editor de la página Jadaliyya .
Fuente original: http://www.jadaliyya.com/pages/index/8476/mowing-the-lawn-in-gaza