Entre otras muchas cosas, alguna se recuerdan en esta primera conversación, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** Nos habíamos quedado en Vitoria. ¿Y de dónde también tu interés por Francisco de Vitoria? ¿Qué es eso de la escuela iusnaturalista salmantina? […]
Entre otras muchas cosas, alguna se recuerdan en esta primera conversación, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
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Nos habíamos quedado en Vitoria. ¿Y de dónde también tu interés por Francisco de Vitoria? ¿Qué es eso de la escuela iusnaturalista salmantina? ¿Eres partidario del derecho natural?
Mi encuentro con la Escuela de Salamanca forma parte de esa búsqueda del hilo de la tradición republicana. Vitoria es el fundador de la escuela -la de Juan de Mariana, la de Luis de León, no solo poeta, Domingo de Soto, Juan Roa Dávila; la del gran Francisco de Suárez, etc-. y es al padre del pensamiento político republicano de la Edad Moderna, que es el sostenido por toda la escuela. Un pensamiento que muere con la derrota de las fuerzas plebeyas, democráticas, de la Revolución Francesa, podemos decir que muere con Robespierre. Vitoria construye el modelo: el ser humano posee derechos naturales «imprescriptibles», -por eso, al ser «naturales», nosotros no los «prescribimos» positivamente, solo los «declaramos», «declaración de derechos»-. Derecho a la libertad, a la vida y a los recursos materiales que la garantizan, a la comunidad política organizada o República -así la denomina Vitoria- y al tiranicidio contra cualquiera que atente contra uno de los otros derechos. Fusión de la filosofía aristotélica, republicana, y la filosofía estoica, con su noción de naturaleza humana universal, que se expresa a través del derecho romano y el desarrollo del mismo durante la Edad Media, por juristas y canonistas. El iusnaturalismo se fundamenta sobre la creencia en la existencia en la mente de todo ser humano de la «luz de la razón» puesta en ella por Dios. Luz de la razón o voz interior que podemos o no seguir, y que nos orienta el diferentes modos de vida, en culturas diversas, porque no impone una a priori. No es una filosofía innatista, biologicista, porque no teoriza la existencia de una pulsión humana biológica, innata a hacer de una determinada forma en todo tiempo y lugar. Sí lo será la que elabore la burguesía contra el derecho natural, tras comprobar que fue el pensamiento revolucionario de la revolución Francesa, y aún antes, desde mediados del siglo XVlll: el individualismo innatista, egoísta, «mercantil», de la Acción Racional o sea el Individualismo Antropológico que construyen los Filósofos economistas o fisiócratas y sus seguidores, las escuela escocesa de economía, que naturalizan una determinada racionalidad haciéndola innata y universal.
Está clara tu admiración por los pensadores iusnaturalistas
Siento una asombrada admiración por todos los iusnaturalistas, desde Vitoria a Robespierre, incluidos los frailes americanos que luchaban por las libertades de los indios utilizando las elaboraciones de Vitoria -el obispo de Chiapas, el dominico Fray Bartolomé de Las Casas, ardoroso y valiente, pero poco filósofo, había pedido a sus hermanos dominicos de Castilla que elaborasen la defensa del indio, y a ello se dedica Vitoria en dos prodigiosas relectios, De iure belli y De Indiis– Pero no soy iusnaturalista.
¿Por qué?
No creo en la existencia de una luz de la razón imbuida por la divinidad. Ni en la divinidad. Creo que el ser humano es plástico, autocreación de sí mismo mediante la objetivación del mundo humano como resultado de la actividad socialmente organizada. Sí creo que la ley debe obedecer y depender de algo superior a ella misma, debe depender del soberano, de la moral, de la voluntad soberana de la ciudadanía. No creo que el soberano, el ciudadano, sean creación de la ley, ni creo, por tanto, que sea justo lo que la ley declara como tal. Eso es una tontería analítica elaborada por Kelsen, que usa la derecha muy gustosamente. Precisamente el valor como «máquina de guerra» de este otro principio consiste en no reconocerle nunca su pretendido carácter de principio convencional para obrar una reducción analítica artificial para mayor comodidad sólo válida para el estudio del derecho.
Me apunto esto de «tontería analítica elaborada por Kelsen» para futuras entrevistas. Prologaste y tradujiste también el libro de Rosenberg sobre la lucha de clases en la Antigüedad. ¿Qué opinas de Rosenberg? Ya sé que has hablado de él antes.
Arthur Rosenberg es uno de los mejores pensadores marxistas de todos los tiempos. Estudioso de la Historia Antigua, formado nada menos que en la Universidad de Berlín anterior a la Primera Guerra Mundial, y seguidor de una de las grandes escuelas de estudios históricos sobre el mundo helénico, la de Eduard Meyer. Por su capacidad intelectual y si procedencia de clase, al estallar la Primera Guerra Mundial es movilizado para incorporarse como analista en el estado mayor del espionaje del Kaiserreich. La experiencia en un hombre que era un verdadero humanista, el saber de verdad lo que estaba ocurriendo, lo que se hacía con los soldados, etc. lo lleva a la militancia comunista y al marxismo. Y desde entonces, si no en exclusiva, sí prioritariamente sus estudios serán sobre la democracia. Sus estudios sobre la democracia, parten de Aristóteles: «hay democracia cuando los que mandan no tienen muchas riquezas sino que son pobres». Su estudio de la democracia es a la vez una propuesta para inspirar política.
¿Y eso que es?
La democracia no es un procedimiento -elecciones, por ejemplo-, ni es delegable. Democracia es el nombre de un movimiento de masas que se construye en la lucha de clases contra los explotadores, los aristoi, y que abarca a la mayoría de la sociedad, que está formada por diversas fracciones sociales diversas, todas ellas de subalternos, trabajadores manuales, artesanos, pequeños mercaderes y tenderos, marineros, la gran masa de los campesinos. Este bloque organizado, la democracia, impone su régimen cuando, tras derrotar a los oligarcas aristocráticos, alcanza el poder del gobierno. Este bloque, en sí mismo un vivir, una cultura, un ethos o régimen, no delega jamás la deliberación y votación directa de las leyes, no delega la legislación; sí delega el gobierno, cuyos diversos magistrados se eligen por sorteo. Sus investigaciones, que son reflexionadas y son dirigidas desde una interrogación política, desde preguntas y experiencias políticas actuales, pero sin alterar el pasado ni caer el en «actualismo» historiográfico, es de una fecundidad fuera de duda, asombrosa, para nuestro pensamiento actual.
En 2013, al alimón con Joan Tafalla, publicaste La izquierda como problema. La izquierda de hoy, de 2016, ¿ha sido capaz de superar algunas de vuestras críticas? ¿Cómo ves el acuerdo Unidos Podemos?
Creo que es valioso y esperanzador, que IU y Podemos vayan juntos. La desunión de la izquierda era uno de los asuntos que nosotros criticábamos. Que, al olor de los cambios en la percepción de lo que es la sociedad española, muy drásticos en la población menor de 50 años, los políticos se lanzasen a crear sus propios cortijos, o pensasen en esa gente como «nuevos yacimientos» de votos que sustituyeran a los exhaustos, era una de nuestras críticas. En Catalunya, por cierto, la izquierda sigue rota. Parte de ella, por el momento, está cazada en una Grosse koalition.
Pero en este punto, mi opinión es que la situación ha mejorado.
El otro asunto que criticábamos era que se declarase que ya todo estaba solucionado, por el mero hecho de que la población cabreada, -«indignada»- cambiase el voto. Aquello -recordemos-, se declaraba, ya era el fin del «Antiguo Régimen» y se prometían cambios sin cuento. ¿Con qué fuerza? Contra el poder de ¿qué enemigo? Nosotros insistíamos en que los cambios reales habidos en la historia han sido siempre resultado de una paciente acumulación de fuerzas resultante de la autoorganizacion y movilización constante, capilar, de los de abajo; del protagonismo de la política por los subalternos, y en la medida en que ésta se daba. Y recalcábamos que eso exige paciencia, decir la verdad y ayudar a la tarea de autoorganizacion. La respuesta que se nos dio fue que los problemas de nuestra sociedad eran tan grandes -o sea, que no era solo la casta- que no admitían dilación, como si nosotros fuésemos unos frívolos o unos estetas de la movilización popular. Ahora que hay que afrontar los problemas reales, sus causas, y hay que encarar al enemigo, los programas políticos de la izquierda siguen sin plantear cuáles son estos, y cómo crear alternativas. Cómo se resuelve el paro, o sea el asunto del modelo productivo español. Cómo se resuelve el asunto de la reapropiación de la soberanía económica que permita hacer una política económica mínimamente coherente, autocentrada. En consecuencia qué se hace con el euro, la deuda, qué ante la UE. Qué pasa con la crisis ecológica que es galopante, tanto por lo que hace al cambio climático, que nos afecta de lleno, como por lo que hace al fin de recursos, en primer lugar los energéticos, etc. -«veinte años no es nada», y hasta los saudíes han declarado que necesitan cambiar su modelo económico, o sea que se acaba el petróleo-.
¿Algo más?
Lo que se llamaba proceso constituyente hace tres años -recuerde el alma dormida- ha quedado reducido al proceso constitutivo o a la reforma de las nuevas fuerzas políticas. Y estos son pecadillos no menores que la izquierda -la izquierda, no el PSOE, que no lo es- se tiene que confesar. Probablemente porque no es cierto que frente a una «vieja izquierda» burocrática que manipula, haya surgido otra nueva, sin pecado original, inocente como el joven Fausto, tras beber su brebaje. Esta autoimagen de «limpieza de sangre» de suficiencia condescendiente de unos respecto de otros, como si no fuésemos todos hijos de la misma sociedad, y de la misma cultura, social y política, es el mayor peligro. Esperemos que entre todos los componentes de esta sociedad que nos sentimos de izquierdas, vayamos siendo capaces de desprendernos de la cultura, surgida de esta sociedad y en este régimen del 78, en el que nos hemos formado todos. El régimen no ha dejado de existir, y todos somos hijos de este mundo loco y corrupto. Y estas cosas solo se curan con la participación activa de los de abajo. Decía Lukács que no se podía salir del estalinismo con métodos estalinistas, y esto es algo semejante a lo que presenciamos en la izquierda, la maniobra rápida, la política por arriba, las negociaciones de elites, el ser el primero que llega, el «deprisa, deprisa», el tratar de hacerse con el santo y la limosna, … los vicios públicos y privados del «ancien regime» del 78…aún. Por lo demás, en lo que a mi hace, yo he votado a Podemos, o su franquicia, en Catalunya, y votaré con más interés aún a la colación actual.
Pues a pesar de haber mejorado, tu diagnóstico se las trae. Para finalizar esta primera entrevista. Has sido durante años profesor de secundaria en Cataluña. ¿Qué balance haces de estos años? ¿Sigues en contacto con los estudiantes del Instituto donde trabajaste?
La enseñanza es una trinchera de primera línea que te pone en contacto inmediato, cuerpo a cuerpo, con la sociedad. Junto con las oficinas de parados y la sanidad. El mundo pasa por ahí. Creo que me ha servido para percibir que vivimos es una sociedad desestructurada. La desarticulación provocada por la emigración social , la pérdida de entramado social y cultura de vida, en las condiciones impuestas por la dictadura franquista. La despolitización, ahondada por la derrota autoinfligida por la izquierda en el 78. La liquidación dirigida desde el nuevo régimen de los restos de cultura antifascista, democrática, popular, los años del ladrillazo, cuando un albañil ganaba «400 «papeles.. una sociedad muy crispada, insolidaria, individualista, en la que la cultura no era muy apreciada y en la que no tiene gran prestigio la docencia ni los docentes -hablo en términos medios, por supuesto-. Por encima, los diversos e hipócritas planes de «reforma» educativa, los de los socialistas, los de CIU, la gran derecha franquista de Catalunya -en el resto de España, los del PP-, basados en hueros discursos de pedagogos que no habían pisado un centro escolar, y que trataban de eximirse del fracaso anunciado de sus reformas acusando al material humano, al docente, de sus disparates. La enseñanza ha sido para mí una experiencia dura. Sí tengo relación con antiguos alumnos, alguno de los cuales participa en los seminarios de Espaimarx, o me ha invitado a asistir a alguna presentación suya como actriz, algunos alumnos que vienen a casa a charlar de política.
Por cierto, fuiste uno de los fundadores de la federación de enseñanza de CC.OO. Junto con Paco, Sacristán, Teresa Rodríguez, Pere de la Fuente, Javier Pardo y tantos otros. ¿Qué recuerdas de todo aquello?
Jordi Olivares, Biel Dalmau, Carola Ribaudi, Dolors Porcel, Pilar Fuster, Nuria Bergé, también Joan Tafalla, tú mismo…
Yo no hice apenas nada.
Fue un periodo del que guardo muy buen recuerdo, como me acuerdo de todo aquel pequeño grupo que, inspirado en las ideas de Sacristán, creó el núcleo del sindicato de enseñanza de CCOO, contra la dirección del partido -el PSUC, el PCE, o sea, para nosotros, «el Partido»-. Es un recuerdo muy especial y por eso siento como un crimen olvidar el nombre de alguien, y que conste que yo no adolezco de sensiblonería. Yo era un pardillo en lo político y un profesor interino de instituto en lo laboral. Las reuniones se hacían todavía en domicilios privados, en la casa de Teresa Rodríguez y Toni Domènech, muy a menudo, durante una temporada. Creo que fue un intento magnífico y que todos los que participamos salimos formados por la experiencia. El proyecto no era viable: sí se constituyó el sindicato. Y sí desempeñó un gran papel en la gran huelga, larga huelga, de la enseñanza, del 88.
La recuerdo muy bien.
Pero la maquinaria confederal, en pocos años logró crear, también en la federación de enseñanza, un organismo que nada tenía que ver con las bases sociales. Quizá fue la federación que más rápidamente se burocratizó, como consecuencia del modelo de sindicalismo aceptado por la propia dirección del sindicato, que es la que negoció en posición de fuerza la ley sindical para la enseñanza pública, hasta entonces inexistente. Para esas fechas, los cuadros sindicales ya no tenían relación con el grupo dirigente que había propulsado el proyecto en sus inicios. Su éxito en la huelga, daba a la dirección sindical toda la autoridad para negociar, y hubiera podido exigir la aplicación de la ley sindical general; la misma que se aplicaba en la enseñanza privada. Según la normativa aceptada, en lugar de tener delegados sindicales en cada centro, según los porcentajes de trabajadores por empresa, indicados en el Estatuto del trabajador, se implantaba un sistema de representación sindical basado en la elección de una lista provincial de representantes, cuyo número era desproporcionadamente ínfimo en relación con el número de centros de trabajo y el de trabajadores. El resultado fue que, desde su inmediato comienzo, éstos representantes, fueron tan desconocidos para los trabajadores electores, como lo son los diputados elegido al congreso de diputados para los suyos. Abandonaban la actividad laboral en la enseñanza, se profesionalizaban como sindicalistas, y vivían en perpetua sinecura sometida al dedazo del secretario general y doblegada a las decisiones del aparato. «La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y la desalmada de su abuela».
Te pregunto a continuación, si te parece, por la presentación del libro y por algunas cuestiones generales.
De acuerdo, cuando quieras.
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