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Crisis, polarización socio-política y más crisis

Fuentes: Octubre

Hay momentos en la historia de un país en que se ve con mayor claridad la íntima e intrínseca relación entre la base económica, la política y la situación social. Por el que estamos atravesando es uno de ellos.La situación actual es especialmente fluida, dinámica, caracterizada también por una polarización política y social y atravesada […]

Hay momentos en la historia de un país en que se ve con mayor claridad la íntima e intrínseca relación entre la base económica, la política y la situación social. Por el que estamos atravesando es uno de ellos.

La situación actual es especialmente fluida, dinámica, caracterizada también por una polarización política y social y atravesada por una crisis económica (ya no sólo hipotecaria, ya no sólo financiera) que está teniendo, y va a tener, importantes consecuencias sociales que puede se traduzcan en políticas. La crisis económica se venía venir y toda la clase política sabía de ella desde al menos mediados de 2007. El Gobierno supo mantener durante el periodo electoral un tupido velo. Una vez ganadas las elecciones ya no la niegan, aunque intentan minimizarla. Fue el principal ariete del PP en campaña contra el PSOE.

Señalábamos, con motivo de los resultados electorales, que la victoria del PSOE respondía a la movilización del voto popular, de izquierdas, progresista, para frenar al neofranquista PP. Jugó su papel, también, la ausencia de un proyecto realmente de izquierdas, diferenciado del «socialista». Lejos de atender a ese voto que le dio la victoria, el Gobierno del PSOE ha realizado un giro a la derecha que ya anticipaba antes de las elecciones. Ahora habla (y actúa) de consenso con el PP en los grandes temas de Estado. Ha elegido a los partidos de la gran burguesía nacionalista, especialmente a CiU, para llegar a los acuerdos necesarios en esta legislatura (1). Las oligarquías central y periférica precisan estar unidas para hacer frente a la crisis económica de forma que se salvaguarden sus intereses de clase; necesitan que sus distintos partidos hagan piña en torno a los mismos. De ahí el acercamiento y la derechización del PSOE. El director de orquesta (de esta banda de politicastros) es el Ejecutivo, cuya principal labor en esta legislatura será la de gestionar a favor del gran capital y, por ende, en contra de los trabajadores y clases populares una crisis consubstancial al capitalismo, generada por el capital financiero a quien el Estado, como buen servidor, «saca las castañas del fuego». Consecuencias: una gran polarización social. Mientras unos siguen obteniendo pingües beneficios y mantienen todo tipo de privilegios, otros sufren bajos salarios, pérdida de derechos, la carestía de la vida, el mantenimiento de altos tipos de interés, del euribor y alto endeudamiento, el despido y el paro, la frustración, el empobrecimiento masivo (ya más de 9 millones de pobres),… Esta situación social, por otro lado, es harto peligrosa si además se sazona con unas cada vez más notables deficiencias en sanidad y educación públicas y otros servicios sociales, que va creando el caldo de cultivo del fascismo.

No obstante en los últimos meses estamos asistiendo a un aumento de la conflictividad laboral, de las movilizaciones populares y de las huelgas de trabajadores por dos motivaciones fundamentales: la pérdida de poder adquisitivo y la privatización de la sanidad y enseñanza. También el movimiento republicano, que debe imbricarse con el popular y vecinal, se desarrolla y fortalece, y sus distintos destacamentos están siendo impelidos a la unidad por la realidad política y social.

Sin embargo, hay una importante contradicción que sale a la luz con gran fuerza en las pasadas elecciones y que señalábamos: «el incremento de la oposición popular al régimen monárquico que se ha producido en los últimos años no se ha traducido en términos electorales…« (Octubre, abril de 2008). Las clases populares están huérfanas políticamente. No hay a nivel estatal una expresión política organizada de sus intereses. IU, como bien dicen algunos de sus dirigentes, «está muerta». La situación expuesta hace imperiosa la necesidad de resolver esta contradicción; de construir unitariamente desde la humildad, el trabajo y la honradez, esa alternativa política que explique a los trabajadores la causa de su situación, que haga frente al potencial fascismo, dé orientación política a esas movilizaciones, a los trabajadores, los una y organice en torno a un proyecto de ruptura con el Régimen y de construcción de la III República, democrática y popular, proyecto que estamos seguros será (ya lo está siendo) el punto de unión.

Es plausible que Julio Anguita (2) se dé cuenta de que «Esta situación a la que los trabajadores y asalariados se van a ver abocados y dentro de ella los colectivos más débiles (mujeres, jóvenes, pensionistas, etc.) nos exige, nos clama y nos obliga so pena de traición a nuestra historia y al legado de tantos luchadores, a cambiar radicalmente…». Pero ¡ojo!, no vale sólo el diagnóstico y decir que hay que medicar. Esto sólo sirve en la medida que ayuda a prescribir la medicación correcta. Y no estamos de acuerdo con la que se receta, con el llamamiento que hace «a la REFUNDACIÓN de IU», que si bien dice «no puede hacerse en clave endogámica» a renglón seguido queda claro que dicha refundación se haría desde IU. Nada, pues, de «cambio radical». Él mismo explícitamente habla de una IU fenecida. Y, salvo que creamos en los milagros, es imposible resucitar a un muerto. En la naturaleza, también en la sociedad, lo viejo da vida a lo nuevo; lo que muere deja paso a lo que nace. IU ha cumplido su ciclo político, vital. No aceptar esto es enrocarse y objetivamente crear obstáculos al nacimiento de lo nuevo. Se fallaría a los «trabajadores y asalariados» y a «tantos luchadores». La situación, como señalábamos arriba, es dinámica y abierta, también novedosa y podríamos decir, para captar mejor las posibilidades que ofrece pero también sus consecuencias, que única. Añade novedad y apertura la crisis interna del neofranquista PP. A pesar de la consolidación e incluso aumento del número de votos, la clara derrota le ha golpeado cual martillo saltando dos grandes lascas del hasta ahora monolítico PP. La parte más inteligente, liderada por Rajoy y que dirige el partido, comprende que si se muestran públicamente como lo que son (léase, franquistas) les va a ser muy difícil, por no decir imposible, volver a acceder al poder. Todo el mundo aprende. El PP, o al menos ese sector, ha aprendido la lección que le han dado los resultados electorales: su discurso radical, filofascista, moviliza a todo el electorado progresista y de izquierdas, mayoritario (3), en su contra. Y ellos necesitan «un PP de doce millones de votos» (Rajoy, dixit). ¿Cómo conseguirlo? No les queda otra: moderar su discurso y mostrar una cara más amable, de ahí la portavocía en el Congreso de Sáenz de Santamaria, la salida de Acebes y de Zaplana; de ahí que pasen a primer plano los señores Gallardón y González Pons, posiblemente alguno de ellos futuro Secretario General. Tienen que cambiar de táctica, aunque mantienen su línea política, sus principios. También les empuja en ese sentido la necesidad del Régimen de tener unidos a sus partidos (4). El sector más inmovilista, más fascista y cavernícola, encabezado entre otros por la «Cólera de Dios», la Oreja Mayor del reino y María San Gil, espoleados y apoyados por algunos medios de comunicación (COPE, El Mundo,…), ha interpretado (¿o no?) ese cambio táctico como estratégico y ha montado en cólera. El clímax, de momento, se dio hace días: concentración pública en la sede madrileña del PP contra el actual equipo dirigente y en apoyo de estos. Este acto público, en la calle, del que no se sabe bien si ha sido convocado por este sector pero que tampoco lo ha desautorizado, constituye la expresión de una clara división interna. No podemos vaticinar si habrá o no ruptura, de la cual se habla, pero la situación económica de fuerte crisis, que demanda unidad entre los partidos del Régimen y dentro de los mismos, puede actuar en sentido contrario. Por otro lado, este sector recalcitrante podría ser la bala en la recámara que la oligarquía utilizaría si la situación política y social le obligara a ello.

Articulo original:
«Octubre«: http://www.pceml.info/Prensa/db/Octubre_Pceml_18.pdf

NOTAS
(1) Hace unos días conocíamos el apoyo de CiU al PSOE para tumbar la moción promovida por ICV sobre el caso «Taguas» (David Taguas, exdirector de la Oficina Económica del gobierno, es uno de los principales abanderados del neoliberalismo en España).
(2) Documento remitido al Comité Federal del PCE.
(3) Apunta Vicenç Navarro («El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias», 2006) que, según observadores, «desde hace años la población española ha mantenido posiciones que en el barómetro político de actitudes corresponden a posturas de centro izquierda e izquierda»; que «las encuestas de opinión realizadas en la UE también han estado mostrando desde hace años que la población española es una de las poblaciones más a la izquierda de Europa».
(4) Recuérdese que uno de los grandes temas que requieren consenso y unidad de, al menos, los dos grandes partidos del Régimen es el del proyecto de reforma constitucional.