Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Pronto este blog será ilegal.
No, no estoy vendiendo drogas ni pornografía infantil. Escribo sobre las guerras de Estados Unidos y el objetivo principal de esas guerras ilegales e inmorales: hacer de Israel la hegemonía del Medio Oriente junto con Arabia Saudita. Toda la política exterior de los Estados Unidos en esa región se centra en esas dos naciones.
Lo siguiente puede ser clasificado pronto como discurso de odio y antisemitismo (ya que cada vez más las críticas al Estado judío y su ideología política sionista se consideran crímenes).
Los neocons judíos se abrieron camino en la Administración de Reagan y luego en laCasa Blanca de Bush Jr. y el Pentágono. Acurrucados bajo el ala del vicepresidente Dick Cheney, planearon atacar y destruir a los enemigos de Israel. Ideólogos neoconservadores planificaron estrategias y publicaron artículos sobre estas guerras manufacturadas, sobre todo un documento presentado al entonces presidente israelí Bibi Netanyahu que llamaba a eliminar Irak y Siria. Los académicos israelíes han escrito sobre este tema durante décadas. Los primeros líderes de la nación diseñaron provocaciones fronterizas y ataques con falsas banderas (el caso Lavon) para desestabilizar la región. El sur del Líbano se considera un activo valioso principalmente por sus recursos hídricos (por ejemplo, «Operación Litani») y los Altos del Golán en Siria fueron ocupados por su valor estratégico.
Israel, por supuesto, no puede destruir a sus enemigos, por lo que esa tarea queda en manos de Estados Unidos y sus neoconservadores. Al pueblo estadounidense le mintieron sobre la guerra de Irak. Tanto Israel como los Estados Unidos sabían que Saddam Hussein no tenía la capacidad de amenazar militarmente a Israel. Más allá de su petróleo, Irak tenía poco valor estratégico para los Estados Unidos y su corporatocracia. Sin embargo tenía la capacidad de causar problemas, especialmente con respecto a los palestinos.
La relación de Siria con su vecino El Líbano y su obstinada negativa a entregar el Golán ocupado a los israelíes también es un problema. Fue uno de los diversos objetivos detrás de una revolución de color fabricada en Siria bajo los auspicios de la «Primavera árabe», un objetivo que hasta ahora ha resultado en el asesinato de alrededor de 600.000 personas sirias.
Los neoconservadores de la era de Bush (incluido John Bolton, ahora asesor de seguridad nacional, y Elliot Abrams, un socio conspirador clave de Bush) tenían una ambiciosa lista de naciones a destruir: Irak, Siria, Líbano y, lo que es más importante, Irán, el único rival serio para Israel. La Administración de Obama agregó Libia y comenzó operaciones secretas en África.
Trump tomó el relevo de Obama después de que nos dijera que no estaba interesado en la «construcción de la nación» y que era un populista del «America First» no intervencionista. Mintieron de nuevo a los estadounidenses, pero ahora este es un comportamiento normal.
Después del 11-S y años de agresiva propaganda de guerra, ahora es común que el pueblo estadounidense crea estas mentiras. Mientras tanto, la interminable desviación en la forma de extremismos y el partidismo potencialmente violento entre facciones de la clase política del oficialismo mantiene a la mayoría de los estadounidenses distraídos de los problemas mayores: la guerra y la economía fraudulenta. Cabe señalar que las críticas a los bancos centrales y la política monetaria también se consideran odioso antisemitismo.
En resumen, la política exterior de los Estados Unidos, dirigida por neoconservadores de alto nivel, no se lleva a cabo en interés del pueblo estadounidense. Beneficia a Israel, que también recibe cada año miles de millones del contribuyente estadounidense.
Bush, el enano intelectual, no pudo proporcionar una explicación de por qué no se encontraron armas nucleares y biológicas en Irak; en cambio hizo una rutina de comedia a partir de este «fallo de la inteligencia» y el asesinato sistemático de más de un millón de iraquíes. En realidad las armas de destrucción masiva no fueron el motivo de la invasión y la ocupación. El objetivo real era producir un sectarismo violento y una división, asegurando así que Irak estuviera preocupado por sus propios problemas graves y no pidiendo justicia para Palestina. El mismo plan básico se reprodujo en Libia, otra nación rica en petróleo con un fuerte sentido de nacionalismo panárabe, así como alineada con los palestinos y que considera a Israel un Estado de apartheid sionista renegado.
La adulación fanática de Donald Trump a Israel -indudablemente bajo la influencia de su yerno judío ortodoxo- ha abierto las compuertas: la embajada de Estados Unidos se mudó a Jerusalén, Trump aprobó el robo de Israel de los Altos del Golán de Siria y el valor más importante para Israel, los Estados Unidos, bajo Trump, están incrementando la retórica, imponiendo sanciones adicionales y prometiendo acciones militares contra Irán. La última medida, Trump ha calificado a la Guardia Revolucionaria de Irán de organización terrorista (y los iraníes, a su vez, califican al Comando Central de los EE.UU. de organización terrorista).
Las críticas a Israel pronto serán ilegales. Demócratas y republicanos están trabajando juntos para hacer de la crítica a Israel un delito penal. Carolina del Sur aprobó una ley que prohibía el boicot a Israel, mientras Florida promulgaba una ley que prohibía el crimen de pensamiento antisemita. Tennessee trabajó para aprobar lo que se llama el Proyecto de Ley de Concienciación sobre el Antisemitismo. Después de que esto no lograse ganar terreno, Tennessee aprobó una resolución que declaraba un apoyo inequívoco a Israel. Al mismo tiempo, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos promulgó una resolución «condenando el antisemitismo» a raíz de los comentarios hechos de la flamante congresista Ilhan Omar, de la Cámara de Representantes, por sus críticas a AIPAC y la influencia del lobby israelí-estadounidense.
Ahora que las críticas al sionismo y al Estado israelí son delitos -según los medios de propaganda y una elite gobernante manipuladora- podemos esperar que cualquier discusión de principio sobre Israel, su trato a los palestinos y su esfuerzo al unísono con los neoconservadores para hacer explotar una guerra contra Irán, se castigue con el silenciamiento, multas y la posible prisión.
Asombrosamente esta situación, sobre todo el desmonte de la Primera Enmienda o la perspectiva de otra guerra devastadora, es apenas una preocupación menor para muchos estadounidenses. La criminalización del discurso es algo que sucedió en la Alemania nazi, la Rusia estalinista y la Alemania del Este bajo la vigilancia de la Stasi, y nos dijeron que era imposible en los Estados Unidos con nuestros generosos derechos.
Esos derechos con los que nacemos ahora son cada vez más negados por la ley. En un futuro cercano, tales leyes pueden usarse para cerrar cualquier cantidad de sitios web y cuentas de redes sociales que se atrevan a criticar a Israel, ya que esa crítica, ese discurso, ahora equivale a violencia.
Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor: Another Day in the Empire.
Kurt Nimmo es colaborador habitual de Global Research
Fuente: https://www.globalresearch.ca/death-free-speech-criticizing-israel-prison/5674790
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.