Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Bárbara Maseda y revisado por Caty R.
Estimado rabino Michael Lerner:
Imagine, rabino de paz y amor, qué diferentes serían las cosas si el gobierno israelí dijera hoy: «Pondremos en práctica inmediatamente el derecho inalienable que establece el Artículo 13, Sección 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos para que los 7,2 millones de refugiados -de una población de 9,7 millones de habitantes- pueda regresar a sus hogares: «Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.»
Imagine qué diferentes serían las cosas hoy si usted utilizara el púlpito para proclamar que Israel está violando la resolución 194 de la ONU, que ha sido ratificada todos los años desde 1948; si enseñara a sus fervientes seguidores lo que esa resolución plantea: «a los refugiados [palestinos] que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos se les debe permitir hacerlo lo antes posible.» Imagine que en lugar de pagar indemnizaciones el «consorcio internacional» que usted recomienda, sea Israel -el país que robó el 93% de la histórica Palestina- quien asuma sus responsabilidades y pague las indemnizaciones él mismo.
Imagine si usted hubiese escuchado realmente al investigador palestino Dr. Salman Abu Sitta, quien ha discutido vuestros planteamientos (en vano, por desgracia); imagine si hubiese puesto atención a sus palabras de que el derecho al retorno no sólo es inalienable sino factible, imagine si hubiese repetido: «Después de todo nosotros sólo ocupamos el quince por ciento del noventa y tres por ciento de la tierra que les robamos contraviniendo totalmente las leyes internacionales.»
Imagine qué diferente sería si en lugar de insistir en un estado preferentemente judío y presentar como extremistas a los pobladores autóctonos, que sólo desean regresar a su lugar de nacimiento de acuerdo con su derecho inalienable, reconociese: Nosotros hemos demolido, destruido, hemos cometido genocidio cultural, asesinato político, hemos empujado a muchos de los 7,2 millones de refugiados a la miseria de los campamentos de refugiados que nosotros bombardeamos repetida y cruelmente para que judíos sin otro lazo que el espiritual con la Tierra Santa pudieran representar fanáticas fantasías religiosas de Moisés en el desierto. En vuestras propias palabras: «Nada inferior a esto funcionaría.»
Imagínese si pudiéramos librarnos del molesto hecho histórico de que «Ben Gurion despobló 250 pueblos y expulsó a la mitad de los refugiados antes de que fuera instituido el Estado de Israel el 15 de mayo de 1948, antes incluso de que cualquier soldado árabe viniese a revertir la limpieza étnica».
Imagine si confesáramos en voz alta ante el mundo el pecado de que desde 1948, 675 pueblos y aldeas palestinas que cayeron bajo el control sionista fueron despojados de sus habitantes palestinos; que Ben Gurion utilizó los mejores cerebros judíos que pudo reunir para cambiar los nombres árabes de los pueblos y aldeas por otros nombres hebreos, del mismo modo que él cambió su propio apellido «Gruen» por «Ben Gurion». Imagine si usted enviase a sus amigos amantes de la paz copias del libro All that Remains, del Dr. Walid Khalidi, donde recoge la demolición y despoblación de 438 pueblos palestinos ejecutadas por inmigrantes supremacistas judíos que han mantenido una guerra implacable contra los habitantes autóctonos de Palestina desde finales de los años ochenta.
Imagine que en lugar de predicar la práctica de la «no-violencia» a los palestinos -entre quienes su credibilidad es nula- usted reconociese que Israel acorraló a tres manifestantes «no-violentos» la misma noche que secuestró a la tercera parte del Gobierno elegido democráticamente en Palestina; imagine si usted reconociera que Paul Larudee, un activista «no-violento» afinador de pianos, fue simplemente despedido de vuelta en el mismo Aeropuerto de Lod; imagine si usted reconociera que esos oponentes «no-violentos» representan una amenaza mucho mayor para Israel que la resistencia armada. Imagine si usted tuviese una pizca del valor que tienen esos muchachos pequeños a quienes usted exhorta a dejar de lanzar piedras contra los tanques israelíes.
Imagine si usted como rabino pudiera proponerse comprender que su «camino medio » es una estupidez y que usted y Gandhi, a quien recomienda sigan los palestinos, pertenecerán a ligas muy diferentes mientras usted continúe creyendo que los derechos palestinos son comparables a los derechos judíos; mientras usted continúe creyendo que es correcto que cualquier yuppie de Canadá, de Francia, de Brasil, de Usamérica recorran Israel mientras los ancianos de Jaffa y Haifa no pueden ser sepultados en los pueblos donde nacieron y al mismo tiempo se les prohíbe a sus hijos y nietos regresar a la tierra de sus padres naturales, no de unos padres espirituales salidos de la fantasía bíblica.
Imagine que usted entiende el carácter palestino y no está dispuesto sacar ganancias de su sufrimiento. Imagine si usted piensa que después de la larga lucha cualquier líder digno del respeto de su pueblo los exhortaría, como usted, a proclamar propaganda desacreditada como ésta: «cuando en 1947 se ofreció una solución de dos Estados fue su propio pueblo el que la rechazó y se negaron a que los judíos pudieran tener un Estado propio, cuando los musulmanes podrían tener más de una docena de estados en los cuales su idioma, cultura y religión fueran la posición oficial de la sociedad.»
Lo primero de todo imagine, rabino, qué clase de tontos aceptarían ceder el cincuenta y cinco por ciento de su país a inmigrantes extranjeros que poseían el siete por ciento, a favor de los cuales usted, repetida y maliciosamente alega que «lograron arrastrarse fuera de los crematorios». Y diga por qué una persona que posee una casa y cultiva unas tierras, como antaño hicieron sus padres y abuelos, debe dar la bienvenida a invasores extranjeros y permitir que se aposenten en su tierra, sobre todo si su propósito expreso no era vivir en paz y mezclarse con las personas originarias del lugar sino practicar el sionismo político ¿O es que acaso «una tierra sin pueblo para un pueblo sin una tierra», no le suena familiar?. La declaración de que «los llamados palestinos no existen», proferida nada más y nada menos que por un primer ministro israelí, ¿no le demuestra que el sionismo político está podrido hasta la médula?
Entonces, pontificio rabino del «camino medio» lleno de recomendaciones para los otros, le dejo con un prudente consejo del Dr. Salman Abu Sitta. Simplemente imagine que en lugar de seguir el camino de la propaganda negra israelí, usted encontró el valor para hace penetrar en su corazón de corazones el siguiente consejo del Dr. Abu Sitta dirigido a vuestro colega el hasbarista [1] Gershon Baskin:
«Baskin, la verdadera «amistad» debería estar dirigida a los israelíes para ayudarles a sacudirse la amnesia colectiva cuando se trata de lo que han hecho y están haciendo a los palestinos e informarles de que su salvación depende de la total y permanente erradicación del racismo. Tienen que corregir sus métodos, revertir la limpieza étnica y pagar indemnizaciones».
«Porque está claro que al final, la historia de los judíos estará indeleblemente marcada -por encima de todos los demás eventos históricos- por lo que han hecho en Palestina.»
Nota
[1] Propagandista que participa de la hasbara, una campaña de relaciones públicas de Israel para «explicar» (entiéndase justificar) las brutales políticas israelíes de ocupación y racismo.
Artículo relacionado, «When Will They Ever Learn» (¿Cuándo aprenderán?): http://www.informationclearinghouse.info/article13810.htm
Original en inglés: http://www.umkahlil.blogspot.com/
Nancy Harb Almendras es miembro del Colectivo de Tlaxcala. Bárbara Maseda y Caty R. son miembros de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.