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Libia y Siria como excusa

Cuando el izquierdista es un lobo para el izquierdista

Fuentes: Rebelión

Soy uno de los firmantes del manifiesto del 29 de noviembre, o quizás es del 4. Ya no recuerdo porque firmo manifiestos, declaraciones, llamamientos, apoyos, solidaridades, etc. a diario, o casi, tampoco estoy seguro. Hasta hoy he considerado que todas esas firmas son inocuas, o sea, que no añaden daño alguno al que sufren las […]

Soy uno de los firmantes del manifiesto del 29 de noviembre, o quizás es del 4. Ya no recuerdo porque firmo manifiestos, declaraciones, llamamientos, apoyos, solidaridades, etc. a diario, o casi, tampoco estoy seguro.

Hasta hoy he considerado que todas esas firmas son inocuas, o sea, que no añaden daño alguno al que sufren las víctimas a que se refieren los textos que se distribuyen para firmar. Creo que todavía puedo mantener este punto de vista aunque me estoy planteando no firmar más porque veo que han pasado a ser un perjuicio para lo que queda de la izquierda y amenazan con darle la puntilla.

No creo que ningún manifiesto, etc. haya conseguido terminar con una injusticia, menos aún con una agresión como la que hace referencia la penúltima disputa entre izquierdistas, pero estoy seguro de que ésta no ayuda nada a la labor de enfrentarse o al menos tomar postura ante aquellas.

La Biblia avisó hace más de dos mil años de que la política divide al padre del hijo y al hermano del hermano. Se ve que entre la izquierda no se lee la Biblia o que algunos izquierdistas se dedican a la política.

El trabajo del izquierdista no consiste, ni siquiera si es un intelectual, en poseer la verdad, aunque éste deberá apuntar hacia ella, sino que consiste en estar al lado del oprimido. Entre los defectos del izquierdista está el de creerse en posesión de la verdad. La derecha es más humilde, o más avispada, se dedica a identificar un problema y solucionarlo, tras una «misión cumplida» viene otra y así sucesivamente, somos testigos de ello.

Ahora que ese trabajo urge más que nunca, tampoco veo en qué ayuda al oprimido que unos izquierdistas anden a la greña con otros izquierdistas por una frase de un manifiesto.

Si el izquierdista X hubiese pedido mi firma para apoyar explícitamente, por ejemplo, el ataque de la OTAN o de los Estados Unidos u otro país imperialista contra Siria, Libia o Irán, no la hubiese obtenido de ninguna manera. Afortunadamente esto no lo he visto jamás, espero que no suceda, no sé si podría superar el disgusto.

Es cierto, como ha dicho alguien, que se firman manifiestos por afinidad, amistad y hasta sin leer. Supongo que la gente de izquierdas, como me ha pasado a mí, no espera que el compañero X -que además tiene un historial reconocido- le envíe un escrito para apoyar a la OTAN, sino que lo haga con un fin muy distinto. Esto no implica que el firmante ha de comulgar con todas y cada una de sus afirmaciones, valoraciones y propuestas, aunque sí obviamente no secundar una barbaridad.

Es doloroso comprobar que las pocas energías que nos quedan se desperdician en crear grupos cada vez menos fuertes y en atacar a compañeros que merecen tanto el aplauso como la crítica, según sus aciertos y sus fallos, pero no el ataque desde su propio bando aunque sea meramente verbal. ¿Es que no hay un enemigo enfrente? ¿Qué es lo que el oprimido en peligro espera de los izquierdistas a salvo: discusiones que le son ajenas o acciones de solidaridad?

Es igualmente cierto lo que se dice del sentido común, guía fiel en tiempos turbulentos, pero de ninguna manera esto excluye el recurso a las voces que se consideran autorizadas. Esta consideración no supone elevar a nadie a ningún altar y que yo recuerde no he visto a ninguno que tenga autoridad (alguna, la que sea) que ande exhibiéndola y pidiendo el reconocimiento de los demás, lo cual estaría fuera de lugar y sería reprobable.

¿No es mucho más izquierdista escribir algo con el fin de completar o corregir, perfeccionar en definitiva, lo que otros han escrito si se considera que está incompleto o incluso es erróneo?

No tenía pensado escribir sobre Libia ni sobre Siria. Cada uno tiene dos o tres áreas de trabajo y las mías no están ahí. Yo me fío de la gente de izquierdas que saben de las suyas. Por tanto, lo que he hecho en estos últimos meses, además de dolerme de la enésima agresión imperialista y del decaimiento de la izquierda, es aplicar el sentido común, pero sin ponerlo por escrito.

Por el sentido común no tengo ni he tenido ninguna duda de que si las potencias occidentales, tanto en pareja, Francia e Inglaterra, o mediante coaliciones más amplias, la ONU, la OTAN, con la aquiescencia de la Liga Árabe o del sursuncorda, atacan a un país, nada bueno puede resultar del ataque, nada.

Por lo mismo he tenido dudas, aunque me las he callado hasta ahora, de por qué a algunos les resulta necesario apoyar a Gadafi o a Bashar para oponerse a esos agresores. He visto que algunos izquierdistas han defendido al primero y otros han ido más lejos.

Creo que han olvidado su colaboración con las potencias occidentales en varios ámbitos, principalmente en los criminales vuelos secretos, en la terrible política europea de emigración y mediante algunos juegos mezquinos de corrupción.

Los antiguos méritos de Gadafi, reconocidos en tiempos por Nelson Mandela entre otros, no son un salvoconducto sin fecha de caducidad, ni su asesinato una razón suficiente para incluirlo entre los mártires de la izquierda. Si algunos están prestos a criticar a sus compañeros porque tienen una «destacada posición entre la izquierda», también lo tendrían que estar para criticar a los que más destacan.

En cuanto al «mérito» por parte de la dirigencia siria de ofrecer diálogo a los «opositores», cabe preguntarse por qué no ha dado lugar a un gobierno de unidad y defensa nacional para hacer frente a la injerencia que denuncia -de cuya existencia no tengo duda tampoco, es el patrón de comportamiento del imperialismo- que excluya a los grupos de sirios que son aliados de las potencias occidentales, pero que incluya a los demás, por ejemplo al Comité Local de Coordinación que, si no estoy equivocado, rechaza la intervención extranjera.

Creo que no es tan importante para un izquierdista discutir sobre manifiestos y firmas para uso interno -desconozco si los libios y los sirios los han solicitado-, sino no perder de vista que su papel principal, fuera de trasladarse a luchar junto a los oprimidos y agredidos de Libia, Siria, o donde sea -si es por invitación de éstas-, está en luchar con sus medios contra el imperialismo, la agresión y la opresión y apoyarlas. Mejor si es sin tener que salvar a los que no lo merecen ni atacar a los de su propio bando.