Mientras las transformaciones y adaptaciones internas están marcadas por un ritmo «netamente cubano» (con las habituales opiniones y reacciones contradictorias y diversas de una ciudadanía netamente crítica y abierta), la mayoría de los observadores y analistas internacionales han venido manteniendo un estudiado silencio o, en su defecto, una política informativa sesgada y discriminatoria sobre todo […]
Mientras las transformaciones y adaptaciones internas están marcadas por un ritmo «netamente cubano» (con las habituales opiniones y reacciones contradictorias y diversas de una ciudadanía netamente crítica y abierta), la mayoría de los observadores y analistas internacionales han venido manteniendo un estudiado silencio o, en su defecto, una política informativa sesgada y discriminatoria sobre todo aquello que no se ajusta a su «manual de cambio» de importación. Pero el silencio o la manipulación no son sinónimo de ignorancia respecto a lo que verdaderamente está sucediendo en esta nación caribeña, claro está. Ante el riesgo evidente de quedarse descolocados frente a una realidad cubana dinámica y cambiante, los últimos meses han sido pródigos en diversos movimientos, matices y reflexiones en las relaciones internacionales a partir de una diversidad de hipótesis y conjeturas, de muy difícil comprobación, sobre la situación de la Revolución y su futuro a corto y medio plazo.
Cuba ha tenido desde 1959 (pese a su reducido tamaño, limitada población y escasa relevancia económica) un enorme papel en el concierto internacional de la mano de un proceso social y político que siempre ha propiciado una intensa e inteligente actividad diplomática. El hecho, por ejemplo, de haberse mantenido firme contra viento y marea durante cinco largas e intensas décadas han convertido a la Revolución en un auténtico símbolo de resistencia para millones de hombres y mujeres del planeta. Incluso hoy, cuando la acción exterior cubana se encuentra muy ajustada a los espacios de la solidaridad, las relaciones económicas y la diplomacia, es innegable que cualquier cambio interno tiene enormes repercusiones más allá de sus fronteras insulares. Por esa misma razón, la existencia de un entorno internacional hostil, neutro o favorable es una variable fundamental a la hora de entender el proceso de transformaciones internas que ya ha comenzado en el país y que tendrá sin duda su momento más definitorio el año próximo en un decisivo VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
USA-UE: ¿Dos Visiones?
Desde el inicio de la Revolución la política de las sucesivas Administraciones norteamericanas hacia Cuba se ha caracterizado, con algunos pequeños paréntesis en su aplicación, por una hostilidad y agresión constantes. El resultado es suficientemente conocido: una enorme inversión de recursos y un fracaso total en su objetivo final, pero que ha condicionado en gran medida una política y una mentalidad interna de «fortaleza asediada». Mientras el actual equipo de Georges W. Bush se va despidiendo sin conseguir tampoco cumplir la añeja promesa de «acabar con Castro», los dos actuales candidatos preparan sus programas de intervención. El republicano John McCain repite la vieja receta de firmeza, agresión sostenida, mantenimiento del bloqueo y una transición diseñada por Washington. El demócrata Barack Obama, rompiendo todas las tradiciones, ha declarado sin embargo -en el mismo Miami durante un acto convocado por la poderosa y ultraconservadora Fundación Cubano-Americana- que aunque piensa mantener el bloqueo contra la Isla, tiene la intención de hablar directamente con el Gobierno cubano y piensa eliminar las restricciones a los viajes familiares así como autorizar el envío libre de remesas. Es verdad que estas declaraciones han sido realizadas en un contexto netamente pre-electoral pero, sin duda, estamos ante lo que parece un cambio trascendente y con repercusiones difíciles de calcular. Y es que, más allá de quién gane las elecciones hay que pensar que estas reflexiones representan la opinión de un importantísimo sector de la elite político-económica norteamericana, cansada de una política estéril y reiterada que, además, queda marginada de cualquier influencia en los cambios reales internos. ¿Es ésta la muestra de que la extrema derecha cubano-americana ha llegado a su límite para seguir definiendo y condicionando la política de EE.UU frente a Cuba? Aún es muy pronto para responder a esta cuestión esencial pero sin duda habrá que prestar mucha atención en los próximos meses a los «cambios» propuestos para Cuba, en este caso norteamericanos.
En Europa, mientras tanto, y en una Cumbre marcada por los efectos del «no» irlandés, los gobiernos de la UE decidían a la hora del postre (y no se trata de ninguna metáfora) levantar provisionalmente la denominada «Postura Común sobre Cuba», adoptada hace unos años a propuesta de José María Aznar. A instancias ahora del Gobierno Zapatero y con fuertes reticencias de Alemania, Francia y Suecia, además de la «siempre dispuesta» República Checa, (convertida en el «agente americano» en esta materia desde tiempo atrás), los gobiernos europeos han decidido otorgarse doce meses para congelar las sanciones a Cuba con el fin de «influir positivamente» en las autoridades del país de cara a propiciar una serie de «cambios democráticos», muchos de ellos convertidos de hecho en inaceptables y marcadamente injerencistas en opinión de las propias autoridades de la Revolución. Sorpresas de la diplomacia, si se confirmase el cambio paulatino de la posición norteamericana hacia la isla, la Unión Europea corre el curioso riesgo de quedarse sola en la defensa de una política que no es la suya, tal como apuntaba semanas atrás un influyente periódico madrileño nada sospechoso de simpatizar con la Revolución o respetar la soberanía cubana, buque insignia además de un importante holding multimedia, con poderosos intereses en América Latina.
La Posición Cubana
El Gobierno de La Habana, por su parte, no se apresura. Toma nota detallada de las declaraciones electorales norteamericanas y promete un análisis profundo y exhaustivo de la posición europea para más adelante. Ha llegado el verano, no lo olvidemos. Pero basta con revisar la prensa cubana de los últimos meses para darse cuenta de que en Cuba saben bien que el mundo no se limita a Washington y/o Bruselas. Definitivamente los cubanos no están esperando bendiciones o avales de aceptación unilateral. En estos últimos meses se han restablecido a todos los niveles las importantes y tradicionales relaciones cubano-mexicanas, se han recibido en la Isla las visitas de diversos presidentes latinoamericanos (Hugo Chávez, Evo Morales, Tabare Vázquez…), de altos representantes y delegaciones de los gobiernos de China y Vietnam, se han fortalecido nuevos espacios multinacionales de cooperación económica (Petrocaribe, etc.), se reactiva el papel del Gobierno cubano como presidente en ejercicio del Movimiento de Países No Alienados (NOAL)… Una intensa agenda de visitas, acuerdos y firma de convenios y protocolos de colaboración que se mantiene a un ritmo fluido, constante y sin alteraciones.
Y es que cada esfera de actuación de la política exterior cubana tiene también definido su trabajo en un momento tan delicado y apasionante como el actual: el Gobierno estrechando lazos políticos, económicos y comerciales que faciliten y propicien su dinámica interna y reafirmen su papel internacional mientras su experta y probada diplomacia maneja con cautela, pero sin rechazos, las señales de cambio de aquellos que tradicionalmente han querido imponer sus condiciones y posiciones a una Revolución siempre celosa de su independencia y soberanía. Lo que está claro es que los cambios y las transformaciones anunciados no son sólo de ámbito interno. Comienzan a tener ya diversas repercusiones internacionales que necesitaran también de un seguimiento exhaustivo en el inmediato tiempo que se avecina.
agosto de 2006
Tras conocerse el mes anterior la enfermedad de Fidel Castro, Bush insiste en abogar por un «cambio democrático» en Cuba.
diciembre de 2006
Raul Castro preside un gran desfile militar en La Haban y reitera a EEUU su oferta de diálogo y normalización «en pie de igualdad».
primarias demócratas
El candidato demócrata a la Casa Blanca defiende en Miami el diálogo con Cuba y se compromete a eliminar las restricciones a los viajes familiares y a las remesas.
Junio de 2008
A instancias de Madrid, que había normalizado relaciones en 2006, la UE decide el inicio de un proceso para levantar provisionalmente las sanciones impuestas a la isla en 2003.