Un programa de inversiones debe triplicar la producción de cemento, en respuesta al desgaste tecnológico
Cuba ha emprendido un programa de inversiones para modernizar su industria de materiales de construcción, ante la necesidad de otorgar un sostén más sólido a las ambiciones de desarrollo del país. Las noticias llegan después de reiterarse en 2017 incumplimientos en la producción de cemento, que inevitablemente ponen en tensión al resto de los planes de la economía.
Entre otros factores y rezos contra tormentas, el crecimiento de la economía depende de las inversiones; las inversiones, de la actividad constructiva, y las construcciones, de la disponibilidad de cemento y demás materiales. Por eso adquieren un valor estratégico los proyectos cubanos para renovar una industria deprimida desde hace años.
El Grupo Empresarial de Materiales de Construcción (Geicon) confirmó hace unos días planes de inversiones en plantas de cemento, cerámica, yeso y mármol. Con el yeso dinamizaría la producción de elementos de panelería ligera y con el cemento levantaría una materia prima fundamental para la producción de otros materiales y para la actividad constructiva en general.
El director adjunto del Grupo Empresarial del Cemento, Pavel Cansino Ávila, informó a la prensa que esa industria recibirá en el corto plazo una inyección de 700 millones de pesos (igual al dólar según la tasa de cambio oficial), a fin de iniciar un programa para modernizar tres de las seis fábricas de cemento con que cuenta el país.
Uno de los objetivos es construir una planta nueva en la provincia de Santiago de Cuba, en el oriente de la Isla, para sustituir la fábrica «José Mercerón», con más de seis décadas de existencia. Prevista a concluirse en tres años, la novedad tendría capacidad para producir anualmente 1,2 millones de toneladas de clínker y cemento, informó Cansino.
De acuerdo con este directivo, el programa también prevé recuperar las plenas capacidades de la fábrica 26 de Julio, de Nuevitas, así como en la mayor del país, Siguaney, de la provincia de Sancti Spiritus, con capacidad actualmente para 1,5 millones de toneladas por año.
Estos planes llegan en momentos en que la industria del cemento amenaza con desfallecer por su alto grado de obsolescencia tecnológica. En 2017, Cuba incumplió el plan de producción de cemento; terminó con 1.447.000 toneladas, el 92 por ciento del plan y por debajo del año anterior.
La fabricación de este demandado producto ha caído sostenidamente desde hace siete años. En 2012, Cuba llegó a producir 1.824.800 toneladas de cemento gris.
En la mirilla de las inversiones también se encuentra la fábrica de cemento del Mariel, con cien años y próxima a la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), donde el gobierno cubano deposita muchas esperanzas de desarrollo industrial a cuenta de inversiones extranjeras.
Según Cansino Ávila, la modernización de la industria del cemento le permitiría duplicar en 2025 la producción actual y triplicarla a la altura de 2030.
La producción y distribución minorista de cemento se encuentra bajo presión en Cuba por la combinación de ambiciones inversionistas para construir nuevos hoteles, aeropuertos y otras instalaciones destinadas al turismo y la demanda insatisfecha de viviendas, agravada por el impacto de huracanes como el Irma, en septiembre de 2017.
Informes del Ministerio de la Construcción indican que en 2017 navegó con mejor fortuna la producción de otros materiales como áridos, mosaicos y baldosas de pisos, elementos de pared y tejas de fibrocemento, aunque continúan por debajo de la demanda.