¿Sevilla, la capital de Andalucía, una de las más importantes ciudades de una de las principales potencias industriales del mundo necesita una campaña de alfabetización? Parece una contradicción ¿verdad? Y realmente lo es. Es una de tantas contradicciones del sistema capitalista. Mientras existan personas que no saben leer y escribir necesitamos una campaña de alfabetización. […]
¿Sevilla, la capital de Andalucía, una de las más importantes ciudades de una de las principales potencias industriales del mundo necesita una campaña de alfabetización?
Parece una contradicción ¿verdad? Y realmente lo es. Es una de tantas contradicciones del sistema capitalista. Mientras existan personas que no saben leer y escribir necesitamos una campaña de alfabetización.
En la ciudad de Sevilla hay, a día de hoy, más de 35.000 personas iletradas, analfabetas absolutas o funcionales, esto supone algo más del 5% de la población. Personas jóvenes y adultas a las que históricamente se les ha negado el derecho a la educación.
En el año 2006 tuvimos la oportunidad de conocer el programa cubano de alfabetización «Yo, sí puedo» de manos de la coordinadora del Frente Internacional, Claudia Camba y que tan buenos resultados estaba obteniendo en Venezuela. Desde ese momento supimos que éste era el programa que necesitaba la ciudad de Sevilla. Entramos en contacto con las autoridades cubanas y tras tres años de trabajo común nació el «Yo, sí puedo» para la ciudad de Sevilla, una experiencia de cooperación Sur-Norte.
¿En qué consiste ese programa de alfabetización? ¿Cuál es su singularidad? ¿Se ha practicado ya con éxito en otros territorios?
Se trata de un novedoso programa de alfabetización que se sustenta en el uso de medios audiovisuales para desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Fue creado por un grupo de pedagogos cubanos con la Doctora Leonela Inés Relys al frente, profesora que ya tenía bastante experiencia en alfabetización, en este caso utilizando la radio en Haití.
Consta de 65 videoclases, una sencilla cartilla y un manual de orientación para los facilitadores. El programa coloca, desde el propio título, al participante en el centro del proceso, no necesita de profesionales de la educación para su ejecución, ya que los contenidos pedagógicos se encuentran en la videoclase, cualquier persona que sepa leer y escribir correctamente puede enseñar a otra que lo necesite. La duración es de dos meses y medio o tres meses, manteniendo cinco encuentros semanales de dos horas, lo cuál es muy motivador para las personas iletradas, ya que en muy poco tiempo logran alcanzar las habilidades necesarias para adentrarse en el mundo de la lectura y la escritura. Como aspecto novedoso destacaría también la asociación de números y letras, los analfabetos saben contar, manejar dinero, llamar por teléfono, por tanto, utilizamos los números como recurso nemotécnico, es decir, partimos de lo conocido, los números, para llegar a lo desconocido, las letras.
Quedaba la segunda parte de la pregunta.
El «Yo, sí puedo» se aplica o aplicado en 29 países y hasta el momento de esta entrevista lleva casi cinco millones de alfabetizados en el mundo. Ha logrado que pueblos como el boliviano, nicaragüense, venezolano y ecuatoriano sean declarados libres de analfabetismo, gracias lógicamente, a la voluntad política de sus respectivos gobiernos y del aporte solidario de la República de Cuba.
Ustedes han afirmado que en la UE había 9 millones -¡nueve!- de adultos que eran analfabetos. ¿No son muchos?, ¿no exageran un poco?, ¿qué fuente, qué estudios les permiten afirmar una cosa así?
Nosotros no decimos eso…
¿No?
No. Nosotros estamos seguros que son muchos más. Esa, la que usted indica, es la cifra oficial presentada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Lamentablemente las cifras reales suelen superar a las oficiales en Europa. Por poner sólo un ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística de España (INE) mantiene que el estado español existen alrededor de 800.000 personas analfabetas; estudios realizados por organizaciones de la sociedad civil, universidades… cifran en casi dos millones los iletrados.
No tenemos datos emanados de estudios con cierto rigor científico de la población iletrada en la Unión Europea, por tanto, debemos publicar sólo los datos oficiales, en este caso, los proporcionados por la UNESCO. Hace poco un profesor de la Universidad Metropolitana de Londres me aseguró que en la capital británica la tasa de analfabetismo supera el 7%. Recientemente en un viaje a Bruselas pude constatar que muchas de las entidades belgas de la sociedad civil tienen programas de alfabetización… así podría estar citándole decenas de ejemplos, todo esto nos hace pensar que la cifra oficial de la UNESCO es, cuanto menos, bastante moderada.
No es necesario preguntarle por lo que puede significar para una persona no llegar a leer y a escribir con cierta corrección, pero, en términos generales, ¿qué puede significar para un país una fuerte presencia de ciudadanos analfabetos?
Decía el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, que «analfabetismo se asocia a pobreza, enfermedades, marginalidad…» En estos momentos también a precariedad laboral, desempleo y tantos puntos suspensivos como le queramos añadir.
El desarrollo en todos los ámbitos, no sólo el económico, que también, de un país está íntimamente ligado al nivel de instrucción de su población. Lo avisó Ernesto Guevara cuando dijo que «un pueblo que no sabe leer y escribir es un pueblo fácil de engañar» y mucho antes que él José Martí cuando afirmó que «el único modo de ser libres es ser cultos».
El analfabetismo europeo, ¿afecta más a las mujeres? ¿En qué proporción?
En el mundo existen 775 millones de analfabetos, dos terceras partes son mujeres. El panorama europeo, el del estado español y el de Sevilla no difiere de esa proporción.
Insisto en la misma senda. ¿El analfabetismo es un asunto sólo de pobres o empobrecidos?
No tiene por qué, de forma exclusiva no, una diferencia que nos encontramos en Sevilla frente a otros contextos latinoamericanos o africanos es el encontrarnos cada día con personas que viven con cierta comodidad en la ciudad, sin embargo, no han tenido la oportunidad, por diversos motivos, de aprender a leer y escribir. Si bien, es cierto que afecta en mayor proporción a los más desfavorecidos.
Creo que usted ha participado recientemente, junto con María Teresa Maqueda, en un encuentro celebrado en Bruselas sobre el proyecto MERCURIO III promovido por International Consulting and Mobility Agency (INCOMA) bajo el auspicio del APEE, Órgano Autónomo de Programas Educativos Europeos. ¿Podía darnos cuenta del significado de este proyecto? ¿Qué finalidades persiguen?
La delegación de Relaciones Institucionales del Ayuntamiento de Sevilla, representada por su directora, María Teresa Maqueda, y el programa de alfabetización cubano «Yo sí puedo» hemos participado en el segundo flujo formativo del proyecto Mercurio III «Intercambio de Experiencias en la formación y orientación del inmigrante», un programa dirigido a expertos en formación profesional, orientación y trabajo social, que tienen como grupo objetivo al colectivo de inmigrantes, solicitantes de asilo y refugiados. El programa Mercurio III pretende cubrir algunas necesidades, como la formación continúa de los expertos para favorecer su reciclaje profesional; la búsqueda de ideas innovadoras en el campo de la formación profesional y orientación para inmigrantes; la creación de políticas comunes ante las dificultades para la integración laboral del inmigrante y su precariedad en el trabajo; y la generación de redes de cooperación con otras instituciones europeas que trabajan en el mismo campo, con el fin de promover nuevas iniciativas de formación e investigación. Los objetivos principales de este proyecto son establecer una red europea de cooperación estable entre entidades de los países de acogida que trabajan en la formación profesional y orientación para los inmigrantes, con el fin de promover iniciativas europeas de cooperación; y favorecer la formación de los expertos a través de un itinerario formativo seguido en otro país.
¿Existen países europeos en los que se ha eliminado completamente el analfabetismo? ¿Existe alguna relación entre el desarrollo económico de un país y su tasa de analfabetismo?
Estoy convencido que en todos los países de la «rica» Europa existen bolsas de analfabetismo, mientras quede una persona que no sepa leer y escribir ahí debe estar la preocupación y la voluntad de su gobierno por alfabetizar. Bolivia o Venezuela, por ejemplo, son territorios libres de analfabetismo, sin embargo, se sigue aplicando el «Yo, sí puedo» para atender lo que se denomina mundialmente «analfabetismo residual o nivel residual de analfabetismo», denominación, por cierto, que no comparto.
Los principales índices de analfabetismo en la UE se encuentran en la Europa Central y Oriental, según, nuevamente, la UNESCO.
Respecto a la segunda parte de la pregunta volvería a recordar el pensamiento de Fidel y es que el analfabetismo tiene inmensos efectos negativos para vida personal del iletrado, pero también para el bienestar, el desarrollo socioeconómico de sus países…
¿Cómo ha sido posible que países con pocos recursos económicos, digámoslo así, como Cuba, Bolivia o Venezuela hayan sido declarados por la UNESCO países libres de analfabetismo? ¿Es indicio de la calidad democrática y popular de sus gobiernos o es un esfuerzo de la sociedad en su conjunto?
A mi criterio en la pregunta se encuentra la respuesta más acertada que pudiera dar. Una de las ventajas del programa cubano de alfabetización «Yo, sí puedo» es que es poco costoso de aplicar, hace falta, eso sí, voluntad política para llevarlo a cabo, hace falta una sociedad comprometida para sus conciudadanos, hace falta tener claro que un mundo mejor es posible y que es necesario, hace falta ser realista y soñar con lo imposible.
Cuba erradicó el analfabetismo en 1961, poco después del triunfo de la Revolución y en su solidaridad y dignidad infinita puso después a disposición de quién lo necesitase un programa para que alcanzaran el mismo logro. Aquí no hay patentes, exclusividad, egoísmo, sólo se trata de construir un mundo con menos desigualdades.
Creo que usted también ha afirmado que «Cuba ha demostrado ser un país solidario, más de mil maestros realizan colaboraciones educativas en más de una treintena de países», y que gracias al programa cubano de alfabetización, del que hemos hablado, han aprendido a leer y escribir casi 5 millones de personas en el mundo. ¡Cinco millones! ¿De dónde eran esas personas?
Cuba nos ha enseñado la mejor definición de solidaridad: «compartir lo que se tiene y no dar lo que te sobra». Este es el caso de los centenares de maestros y profesores que cumplen colaboración educativa en más de una treintena de naciones y concretamente en alfabetización en 29 países del mundo. Por nuestra experiencia en Sevilla, puedo afirmar que el gobierno cubano pone a disposición el «Yo, sí puedo» de quién lo necesite y lo solicite, sin esperar nada a cambio, sólo les mueve esa vocación solidaria de erradicar el analfabetismo.
Hasta hoy se han alfabetizado personas de Latinoamérica, África, Asia, incluso se ha aplicado en Canadá, Nueva Zelanda y desde hace un año y medio en Sevilla, Europa.
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