Cuando el tres de enero de 1961 el gobierno de Estados Unidos rompió de manera unilateral sus relaciones diplomáticas con Cuba, el hecho constituyó una demostración de su interés en aislar primero la naciente Revolución y después tratar de destruirla por la fuerza. Tanto es así, que en fecha tan temprana como el 17 de […]
Cuando el tres de enero de 1961 el gobierno de Estados Unidos rompió de manera unilateral sus relaciones diplomáticas con Cuba, el hecho constituyó una demostración de su interés en aislar primero la naciente Revolución y después tratar de destruirla por la fuerza.
Tanto es así, que en fecha tan temprana como el 17 de marzo de 1960, el presidente Dwight D. Eisenhower aprobó el Programa de Acción Encubierta contra el gobierno del joven abogado Fidel Castro que, desde un principio, su «pecado original» consistió en adoptar medidas de beneficio popular.
Incluso, Eisenhower ordenó a la Agencia Central de Inteligencia que comenzará a organizar el entrenamiento de los exiliados cubanos, principalmente en Guatemala, según consta en su libro Mis años en la Casa Blanca. Segundo Mandato 1956-1960.
Una decisión de ese tipo es más comprensible si se tiene en cuenta que este General de cinco estrellas (1890-1969) basó su política exterior en la Doctrina de Represalias Masivas, aplicada junto a John Foster Dulles, su Secretario de Estado, durante la Guerra Fría.
En esencia, ponía el énfasis en el uso disuasivo de las armas nucleares y en la intervención en cualquier conflicto en cualquier parte del mundo donde se observara la influencia soviética.
Quizás no pueda pedirse mayor arrogancia, prepotencia y espíritu de dominación que semejante teoría y práctica.
De modo que empezó el adiestramiento de una fuerza mercenaria que invadió Cuba en abril de 1961 y la «creación de una red de inteligencia y terrorismo en el interior del país», de acuerdo con el propio texto.
Solo que, como siempre, subestimaron a todo el mundo, y su aventura les costó tan cara que los cubanos infligieron a su brigada invasora la primera derrota militar estadounidense en América Latina y a sus sobrevivientes los canjearon por compotas en una operación comercial sui generis.
No obstante, en ese mismo año, su sucesor, John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), incrementó sus acciones contra la Isla antes de ser abatido a tiros en una tenebrosa historia aún por revelar por sus conexiones con la CIA y contrarrevolucionarios cubanos.
Pusieron en marcha la Operación Mangosta, mediante la cual trataron de recopilar datos y fomentar la subversión, sabotajes, el asesinato de dirigentes y acciones militares directas.
En 1962, Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos en reunión efectuada el 31 de enero en Punta del Este, Uruguay y la mayor parte de las naciones latinoamericanas, salvo la honrosa excepción de México, también deshizo sus vínculos diplomáticos con la Patria de José Martí.
Por si fuera poco, desde 1961 hasta 2009, el bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. provocó afectaciones a la economía cubana por más 751 mil millones de dólares.
En síntesis, el conflicto histórico que ha caracterizado las relaciones entre los dos países durante más de 200 años radica en la pretensión de los gobernantes estadounidenses de apoderarse de Cuba y la permanente determinación de los cubanos de defender su derecho a ser una nación libre, independiente y soberana.