Quizás uno de los temas que más manifiesta la monstruosa maquinaria de mentiras y desinformación del imperialismo contra Cuba, es cómo hay hasta amigos y simpatizantes de la Revolución Cubana en el mundo, que desconocen que los cubanos vivimos «en democracia». Que precisamente ese sistema democrático en tanto base de nuestro sistema político, es el […]
Quizás uno de los temas que más manifiesta la monstruosa maquinaria de mentiras y desinformación del imperialismo contra Cuba, es cómo hay hasta amigos y simpatizantes de la Revolución Cubana en el mundo, que desconocen que los cubanos vivimos «en democracia». Que precisamente ese sistema democrático en tanto base de nuestro sistema político, es el principal logro del socialismo cubano. La base que sustenta todo el protagonismo popular.
De papá Goebbels -Paul Joseph, el ministro fascista de propaganda de Adolfo Hitler- aprendieron los especialitas de propaganda «especial» del Pentágono y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, que hay que mentir todos los días muchas veces. De tanto oír y repetir hay quienes ya dan por sentado que nuestras elecciones «no son libres».
Desde el pasado mes de octubre Cuba está en elecciones que, de acuerdo con su ley rectora, han estado dedicadas a elegir las tres categorías de cargos elegibles en el país para los órganos de gobierno del Poder Popular: delegados de circunscripción (municipales), y provinciales y los diputados a la Asamblea Nacional. Así como la composición del Consejo de Estado y su presidencia. La información predominante en la gran prensa mundial ha sido sesgada, parcial, completamente parcializada y dirigida al tema central de la negación de credibilidad y autenticidad para nuestro sistema democrático. Ha sido pues una típica campaña de «desinformación».
Si dudas la valiente decisión del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de no aceptar que lo postulasen para un nuevo mandato como Presidente el país, los sorprendió y condujo a la histeria. Entonces el penúltimo acto de tal campaña contra la democracia cubana ha sido tergiversar el mensaje de Fidel, utilizar el falso concepto de «renuncia» y acto seguido hablar de la designación del «hermano sustituto», tal como si Cuba fuera una monarquía hereditaria. Hoy 24 de febrero asistiremos a la última escena de la puesta imperialista: Trataran por todas las vías de desconocer la votación de los diputados cubanos, de restarle autenticidad a los compañeros electos.
La democracia cubana
Cuba es un Estado de derecho, con todas las garantías y libertades que ha conquistado la modernidad para el ejercicio ciudadano. La nación en febrero de 1976 se dio su Constitución, en un referéndum en el que más del 95 por ciento de la población mayor de 16 años, asumió el socialismo como sistema -partido único incluido- y decidió que el único «derecho» que no se concedería jamás en el país sería el de permitir a la contrarrevolución que volviera a organizarse y actuar contra la Patria. Y tal voluntad ha sido refrendada en sucesivas consultas populares.
La primera ley electoral dictada después del primero de enero de 1959 fue la número 1305 de 1976, la cual, a partir de lo establecido en la Constitución Socialista del propio año, rigió los comicios de ese periodo y de 1979. En 1982 la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) adoptó la ley número 37, aplicada en las elecciones celebradas hasta 1992. A partir de ese momento solo eran elegidos de manera directa y por un período de dos años y medio, los delegados de circunscripción que integraban las asambleas municipales, las que a su vez elegían a los integrantes de los órganos de gobierno provinciales y a los diputados. Según la reforma constitucional de 1992, se estableció el voto también directo para elegir a los delegados provinciales y diputados. El período de mandato de los delegados municipales se mantuvo en dos años y medio y se elevó a cinco el de los provinciales, tal como era ya el de los diputados. La ley electoral número 72 del 92, adoptada con posterioridad a la reforma constitucional del propio año es la que actualmente esta vigor.
Los cambios dados por la propia necesidad del desarrollo del sistema de la democracia cubana, donde se expresa de manera irrefutable un crecer participativo y un perfeccionamiento continuo, no se conocen en el mundo. Es el interés de mantener en la mente de las personas, a nivel de subconsciente, de reflejo «condicionado», el expediente «antidemocrático». Mas en silencio se mantiene aún, que la fuerza política que ha liderado los cambios ha sido el Partido Comunista. Que en particular el voto directo fue expresión de los debates y recomendaciones del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Como toda organización a escala del Estado-nación la nuestra también tiene un carácter representativo, pero no se agota en la representación formal, en la apariencia, sino que busca la participación directa de los ciudadanos en las instancias representativas. Incorpora cada vez más mecanismos y formas de democracia directa en estructuras de carácter inevitablemente representativo. Este «orden» se ha ratificado con el sacrosanto voto electoral, que aunque tiene un carácter no obligatorio, ha contado desde entonces con más del 95 por ciento de participación del electorado. Desde el referéndum de 1976 a la fecha, las votaciones a favor de la Revolución no han descendido del 96 por ciento de los votantes. ¿Qué país del mundo tiene este record de funcionamiento democrático, esta mayoría abrumadora? ¿Es el sistema electoral cubano «inferior» porque responde a una concepción completamente diferente a la que caracteriza al modelo capitalista de «democracia representativa»? ¿Cuántas personas se asombran en el mundo al conocer que en Cuba hay elecciones? ¿Voto directo, secreto y además no es obligatorio, algo muy común en el proclamado democrático mundo que nos rodea?
Las elecciones y la democracia en Cuba constituyen un asunto de esencia, no de apariencia. En el sistema capitalista los candidatos son propuestos por los grupos económicos y los partidos políticos que defienden los intereses de estos grupos. Las elecciones se convierten en un costoso mecanismo publicitario, que limita la postulación solo para quienes poseen recursos económicos, y lleva la mayoría de las veces a que los candidatos terminen comprometidos de una u otra forma con sus financistas, que no son otros que los poseedores de la riqueza, los capitalistas, burgueses y oligarcas. En Cuba el Partido Comunista no hace campaña electoral tal como si la realizan la mayoría de los partidos políticos del mundo.
Veinte mil muertos costó a Cuba reinstaurar la democracia fracturada por la golpe militar que el 10 de marzo de 1952, con pleno apoyo material y político del Gobierno de los Estados Unidos violó la Constitución de 1940, y formó un gobierno de facto en contra de los intereses nacionales. ¿Por qué ninguno de los cultos comentaristas del occidente explica que el 1 de enero de 1959 la Revolución restauró el orden constitucional, que ningún partido fue proscrito, como si le hicieron una y otra vez a los comunistas durante toda la anterior «república», que fueron los líderes de los partidos burgueses los que uno a uno se fueron pasando a la contrarrevolución, abandonaron Cuba y con ello las «siglas» de aquellos partiduchos que ya no tenían ni la más mínima credibilidad? ¿Por qué no ser fieles a la verdad histórica y decir que la partidocracia que heredó la Cuba revolucionaria, se vendió por completo al imperio, conspiró, vino en Girón en 1961, perdió la batalla de la invasión, apoyó el terrorismo y continuó hasta hoy en cuanta tarea antipatria ha planificado el imperio?
El Partido que los cubanos decidimos en libre votación tener, no es un órgano para formar parte del proceso electoral. El Partido no postula ni elige candidatos; como cuerpo político no interviene en las elecciones competitivamente, sino como organizador y garante de la transparencia y verdadera democracia del proceso. Su función principal es la de unir y orientar al pueblo y sus instituciones en pos de las grandes transformaciones sociales y políticas que supone la construcción desde el propio capitalismo que nos circunda, de un sistema social que sea su contrario, que desenajene al hombre y a la mujer, y a sus circunstancias, que libre a los seres humanos de la brutal explotación del capital. ¿Por qué olvidar que este Partido nació de la voluntad democrática y unitaria de los revolucionarios de las tres fuerzas que lucharon contra la dictadura de Batista?
Se trata de que Cuba adelantó la historia: La vergüenza de los patriotas cubanos y el anexionismo de los líderes burgueses autoextinguió el multipartidismo burgués. Y de un multipartidismo revolucionario devenimos en un solo partido: ¿¡¡Y acaso esto no es auténticamente democrático!!?
Cómo funciona nuestra democracia
Los ciudadanos en la Mayor de la Antillas proponen directamente a los representantes y libremente eligen a los que consideran con mayores méritos y posibilidades para representarlos. Primero el respeto y el cariños ganado entre sus conciudadanos, y después la foto de cada candidato y una síntesis de su biografía, resumen «la campaña electoral» de cada propuesto. Ello es suficiente para que las cubanas y cubanos conformen sus opiniones y ejerzan su derecho de elección. Qué diferencia de lo que ocurre en otras sacrosantas democracias, donde hasta los aspirantes del mismo partido compiten en truculencias, ataques personales y deslealtades de todo tipo. Ni un centavo de los trabajadores cubanos se desvía para el grotesco carnaval de marketing político, en que se convierten las pujas electoreras de las muy honorables democracias «representativas». Estas definitorias diferencias cualitativas de la democracia cubana son sistemáticamente ocultadas por la propaganda anticubana.
La participación ciudadana en las elecciones es múltiple y masiva no solo a la hora de votar. Lo primero es la formación de las comisiones electorales que en las circunscripciones son integradas totalmente por ciudadanos de reconocido prestigio residentes en esa zona, quienes asumen esa responsabilidad de manera voluntaria y sin recibir por ello remuneración alguna. Le sigue la conformación del registro electoral, garantía de que la inscripción sea universal, automática y gratuita de todos los ciudadanos mayores de 16 años no invalidados por razones de salud mental o judicial para ejercer el derecho al sufragio.
Resulta importante el momento de la nominación de los candidatos a delegados de circunscripción, quienes son directamente y libremente propuestos entre los residentes en la zona por los propios vecinos, en asambleas públicas. En cada circunscripción el número de nominados es como mínimo dos y su máximo ocho.
Las candidaturas a delegados provinciales y a diputados resultan conformadas por las comisiones de candidaturas integradas por representantes de las organizaciones de masas bajo la dirección de la Central de Trabajadores de Cuba. La cantera para integrar tales candidaturas se encuentra entre los nominados en las referidas asambleas vecinales, quienes componen la candidatura hasta en un cincuenta por ciento. Otro cincuenta por ciento de candidatos son electos por las asambleas de representantes de las organizaciones de masas, de los sindicatos ramales, las organizaciones estudiantiles, las organizaciones de mujeres y otras…
Los colegios electorales, al igual que las comisiones, se integran por ciudadanos residentes en el área, quienes asumen esa tarea de manera voluntaria y no remunerada.
La lista de electores es pública y sujeta al control popular muchos días antes del escrutinio. El escrutinio es público, abierto a la participación de cualquier ciudadano y el acto de contabilizar los votos se realiza en presencia de todos los que deseen asistir. La transparencia del acto de votación y la culta participación ciudadana hacen innecesario en Cuba los dispositivos de seguridad en los colegios electorales. En acto simbólico de ciudadanía, las urnas son custodiadas por niñas, niños y jóvenes escolares. Terminado el conteo público de votos, los resultados de cada colegio electoral se colocan inmediatamente en pizarra pública.
Hay más
La democracia electoral cubana también posee otras características que la califican y hacen diferir de los densos y conflictivos procesos electorales que se realizan en otros países. Todos los ciudadanos adquieren automáticamente la condición de electores, sin estar obligados a realizar los trámites -y las erogaciones- que en la mayoría de los estados se exigen.
Los que constantemente están manipulando el tema de la supuesta negativa de las autoridades cubanas a que sus ciudadanos viajen al exterior: ¿Por qué no denuncian las multas que tienen que pagar los nacionales de un buen número de países, cuando al iniciar sus trámites migratorios les piden la constancia de haber votado y no lo han hecho? Por «raro» que parezca eso no ocurre en Cuba. Ningún documento de identidad, ni carné, ni pasaporte cubano, va proclamando con un cuño u otro indicador, si el ciudadano ejerció su voto o no. El que vota en Cuba está en su derecho, y el que no lo hace: también está en su derecho, y por esta decisión no sufre ningún contratiempo, mucho menos represión.
La figura del político profesional tal como se conoce en las democracias capitalistas, en Cuba no existe. Los que son electos -desde el delegado de base hasta el diputado- no reciben beneficio monetario alguno por el desempeño de sus funciones, y se mantienen en los puestos y actividades laborales que tenían antes de su elección. Solo existe un pequeño aparato para cumplir aquellas funciones que son de imprescindible abordaje profesional, como las presidencias de los consejos populares, los gobiernos -alcaldías- municipales y provinciales y las funciones directivas de la Asamblea Nacional o parlamento.
Todos los electos como representantes y los funcionarios que se subordinan a las distintas instancias del poder popular, deben rendir cuentas periódicamente a sus electores, y estos pueden revocarles sus mandatos y/o nombramientos en cualquier momento. En Cuba no existe esa común imagen del político que te visitó para obtener el voto, y luego no lo ves más hasta la próxima elección, ni tienes cómo exigirle que cumpla sus promesas y obligaciones. Aquí si no trabaja y lo hace bien, se le sustituye por otro compañero, en un proceso rápido, pero que repite todas las fórmulas de candidatura y elección que merita a un representante del poder popular.
El voto para todos los representantes a nivel de base, provincias y en el parlamento es directo y secreto y para ser electos hay que recibir la mayoría absoluta de los votos. ¿Cuántas personas se asombrarían al saber que lejos de lo que pregona la propaganda anticubana, Fidel Castro Ruz no puede nombrar su sustituto, que el nuevo Presidente cubano para serlo, primero tuvo que ser propuesto y electo como candidato a diputado por una asamblea municipal del Poder Popular, luego obtener la elección como tal, mediante voto libre y secreto de cientos de personas en su distrito electoral, y después ser propuesto como Presidente y elegido en la Asamblea Nacional con el mismo procedimiento de votación secreta y directa?
La posibilidad de que un dirigente revolucionario extienda su mandato por medio de la reelección indefinida es atacada como dictadura. Al parecer franceses, españoles o británicos, australianos y japoneses pueden darse el lujo de reelegir a sus directivos gubernamentales, todo el tiempo que decidan, sin que por ello peligre la democracia. En otras partes del mundo -en nueve países de la culta Europa- pueden además darse hasta reyes y reinas. Los cubanos no, parece que los revolucionarios venezolanos tampoco.
Aunque así no lo refleja la prensa en el exterior, la democracia electoral propiamente dicha, en Cuba goza de una buena salud. En las 13 elecciones realizadas hasta la fecha el menor número de votantes se registró en 1976 con el 95,2 por ciento. En los meses finales del 2007 se efectuaron las asambleas donde más de ocho millones de electores eligieron a 37 300 de sus conciudadanos como candidatos a delegados municipales al poder popular. En la primera vuelta de los comicios municipales 8 176 085 de cubanas y cubanos, el 96,49 por ciento del total de votantes, acudió a las urnas (1). El pasado 20 de enero este proceso de elecciones masivas concluyó con la elección de los delegados a las asambleas provinciales y diputados a la Asamblea Nacional. Un total de 8231365 cubanas y cubanos ejercieron el voto para un 96.89 por ciento de participación. De ellos las autoridades electorales declararon válidos el 95,24 por ciento de los sufragios. En blanco se reportó el 3,73 por ciento y se anuló el 1,04 por ciento de las boletas depositadas en las urnas. El 91 por ciento de los electores respondió al llamado voto unido, una estrategia de sufragio recomendada por las organizaciones revolucionarias, tendiente a dar unidad al voto patriótico y en el que se seleccionan en bloque a todos los candidatos (2).
Fueron electos los 614 diputados al Parlamento y mil 201 delegados a las Asambleas Provinciales, quienes el pasado sábado 2 de febrero constituyeron esos órganos del Poder Popular en las 14 provincias y eligieron a sus respectivos presidentes, vicepresidentes y secretarios. A partir de este 24 de febrero, la primera sesión del Parlamento elegirá a los miembros del Consejo de Estado y sus principales cargos, presidente, primer vicepresidente, cinco vicepresidentes y un secretario.
Como cualquier obra humana el sistema del poder popular en Cuba presenta deficiencias y defectos, pero la mayoría de los cubanos creemos en ese sistema; reconocemos que los delegados y diputados son personas honestas, capacidad y posibilidad de representarnos. Nadie dice que está dicha la última palabra en el perfeccionamiento de la democracia socialista en Cuba. Como ciudadano y cientista social tengo varias opiniones sobre como perfeccionar más nuestra democracia y nuestro socialismo. Ello si embargo no me hace una persona excepcional. Apenas soy uno de los millones de revolucionarios cubanos que estamos comprometidos con esta hermosa tarea. Que estamos en pleno debate creador, si estridencias ni prisas, con mucha confianza en nuestras fuerzas, en el Partido, en el maravilloso pueblo del que somos hijos.
Estamos orgullosos de lo que hoy hemos alcanzado: ¿Por qué tenemos que reimportar lo que nuestro pueblo no quiere? Quién añora aquí a esos políticos corruptos -y sus hijos y nietos de hoy- que se robaban las urnas de votación, repartían cinco pesos por participar en un mitin o seguir una conga electorera? ¿Que gastaban el dinero de las escuelas y hospitales en la propaganda política para sus campañas, y una vez electos jamás nada hacían por el pueblo? ¿Los que en las alcaldías, ministerios y oficinas del Congreso, desfalcaban la administración pública con la más cínica desfachatez? ¿Los que vendían las riquezas nacionales al mejor postor, a aquel que les garantizara una buena «comisión»? ¿Aquellos a los que en 1940 se le obligó a fuerza de coraje y empeño -entre otros patriotas, de los comunistas- a redactar una constitución que reconocía los derechos de los trabajadores, para luego burlarse de la letra constitucional y bloquear sus leyes complementarias? ¿Los que se acobardaron frente a Batita y negaron las armas al pueblo? Y no creamos que solo hacemos historia: Esta fauna hoy sigue igual o peor que antes. Sino que lo diga el señor Albert Arnold Gore, Jr., a quien en el 2000, le robaron olímpica y «electrónicamente» la elección en Miami y con ello en la nación, a favor del actual Emperador Bush.
Hay más: Mucho más
Si la evaluación de aquellos los logros participativos de la democracia electoral cubana, que son funcionales a la lógica de la propia cultura política demoliberal, se silencian en los grandes noticiarios propagandísticos, menos se atiende al hecho fundamental de que la participación en Cuba no solo se expresa en los procesos electorales.
La participación en Cuba transcurre sobre todo por canales y a través de fórmulas que carecen de antecedentes en las democracias burguesas y por tanto no se registran como tales. Qué triste paradoja que lo maravilloso que ocurre en la cotidianidad democrática cubana, solo salte a la palestra pública cuando es objeto de una burda manipulación. El aún reciente vídeo del debate abierto y plural de Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano con jóvenes de la Federación de Estudiantes Universitarios, de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), prueba hasta donde puede llegar el montaje de la monstruosa maquinaria de mentiras y tergiversaciones de imperialismo estadounidense y mundial.
Lo hermoso de la democracia cubana se trasmutó por la propaganda enemiga de la Revolución Cubana, en una «revuelta estudiantil», un modesto estudiante cubano devenido en líder disidente, mártir además por ser inmediatamente encarcelado por el «régimen de Castro». Millones de palabras cruzaron el éter con la infame noticia, se publicitaron en noticieros de TV y periódicos, otros millones de enjuiciamientos y críticas transitaron por las autopistas cibernéticas. Cuando horas después los estudiantes de la UCI denunciaron la manipulación de que eran objeto, el silencio se impuso. Con algunas excepciones, solo la prensa alternativa de izquierda salió a pelear la vedad, a exigir respeto, a denunciar a los mercenarios de la desinformación.
Como toda mentira esta se volvió contra sus promotores: ¿Cuántos Presidentes de parlamentos en el orbe, pueden conversar abiertamente con los estudiantes, cuántos tienen el coraje de ir a hacerlo a una universidad? ¿Qué dictadura comunista más «rara» es la cubana, que un joven puede cuestionarse una u otra política, solicitar que se le atienda, y además proponer las soluciones que cree pertinente? Ah…¿Y no está preso? ¿Y sigue su vida normal? Y para colmo se confiesa revolucionario, partidario del socialismo!! (3)
A la par de las preparación y realización de las elecciones del poder popular, avanzó un profundo y amplio ejercicio de evaluación y diálogo autocrítico, en 215 687 de asambleas y reuniones de análisis, en todos los sectores, centros de trabajo y estudio, barrios y organizaciones del país, en el contexto del debate promovido por el Partido, a partir de los conceptos expuestos por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, segundo secretario del Partido. Vicepresidente primero del Consejo de Estado, el 26 de julio pasado, en el acto central por el aniversario 54 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Más de cinco millones de ciudadanos asistieron en estas reuniones de estudio y reflexión, donde se efectuaron 3 255 344 intervenciones, portadoras de 1 300 000 planteamientos. (4)
En esos mismos momentos de elección de candidatos y de multitudinario parlamento socialista, cuatro millones de cubanas y cubanos participaban en las jornadas especiales de trabajo voluntario de apoyo a la recuperación de las provincias afectadas por las lluvias asociadas a la Tormenta Tropical Noel. En 80 mil centros laborales, se realizaban las asambleas de afiliados sindicales para discutir los planes económicos y presupuestos correspondientes al próximo año 2008. Y miles de oficiales, soldados, reservistas, milicianos y pobladores participaban en el Ejercicio Moncada 2007, actividad militar de gran envergadura que se caracterizó por la amplia participación de los órganos de dirección y mando de todas las provincias de los territorios de los ejércitos Central y Occidental, así como de un grupo considerable de municipios y zonas de defensa.
¿Puede alguien decirme en que otro país del orbe capitalista se expresa esta simultaneidad de participación popular? Sin dudas Cuba es un país de privilegio.
Expresan estas magnitudes participativas en tan serios y trascendentales asuntos: ¿cansancio?; ¿insatisfacción?; ¿inconformidad? ¿Pueden explicar tal despliegue de pueblo comprometido los que calumnian o dudan del apoyo masivo a la Revolución?
¿Son capaces aunque sea una vez, los gobernantes de los Estados capitalistas, el señor presidente de los Estados Unidos, los reyes, presidentes y primeros ministros europeos, de convocar a sus pueblos a discutir abierta y libremente los problemas que tienen, las preocupaciones de los ciudadanos, como hemos hecho en Cuba muchas veces, incluso en los momentos más difíciles del período especial, y ahora a partir del discurso de Raúl Castro el pasado 26 de Julio? ¿Por qué en vez de tener ejércitos profesionalizados, los democráticos gobernantes de Norteamérica y Europa no le dan las armas a sus pueblos? ¿Si los pueblos decidieran democráticamente, existirían las actuales guerras de rapiña de Irak Afganistán? ¿Existirían los imperios, la explotación, la pobreza, si hubiera verdaderamente democracia?
Notas
(1)Datos de República de Cuba. Comisión Electoral Nacional, noviembre 2007.
(2) Datos de República de Cuba. Comisión Electoral Nacional, enero 30 del 2008
(3)Ver: Enésima mentira de los medios sobre Cuba: El supuesto arresto de Eliécer Ávila, 12/02/2008 – 12:39 LibreXpresion.org. http://www.w3.org/TR/xhtml1
(4) Raúl Castro: Intervención del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular el 28 de diciembre de 2007, «Año 49 de la Revolución», Granma, 29 de diciembre del 2007