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Cuba y Fidel, escuela y maestro en pedagogía 2017

Fuentes: Rebelión

Así que ha sido pertinente y justo que en el recién concluido Congreso Pedagogía 2017, Fidel haya sido el referente y maestro mayor, ya que nadie como él concibió tantos sueños y los convirtió en realidades para Cuba y el mundo. Las quince ediciones del Congreso de Pedagogía que se han celebrado desde sus inicios […]


Así que ha sido pertinente y justo que en el recién concluido Congreso Pedagogía 2017, Fidel haya sido el referente y maestro mayor, ya que nadie como él concibió tantos sueños y los convirtió en realidades para Cuba y el mundo.

Las quince ediciones del Congreso de Pedagogía que se han celebrado desde sus inicios en La Habana, se han venido convirtiendo, con la presencia de nacionales y extranjeros, en un foro extraordinario para mostrar los mejores resultados de las investigaciones, teorías y prácticas educacionales en todos los niveles de enseñanza y fomentar lazos de solidaridad y cooperación en este campo de la actividad humana que tanto puede contribuir al progreso de los pueblos y al desarrollo de ciudadanos más aptos y mejores. Un hecho que confirma lo anterior es que han participado 78 000 educadores del mundo desde que se iniciaron estos eventos.

El recién concluido congreso del 2017 contó con más de 2 000 participantes de 40 países, entre los cuales estuvieron ministros y otras autoridades del sector, y muchas personalidades ligadas en forma directa o indirecta con las esferas de la educación, la ciencia, la cultura y la política, pues el campo educativo es integración y concreción de todos.

Cuba recibe a los visitantes a este foro convertida en una escuela que muestra sus realizaciones de ahora como un producto acumulativo desde los mismos inicios del triunfo revolucionario en 1959, y de cuyo proceso Fidel Castro fue el artífice y el estratega de la política que empezó a aplicarse aceleradamente en el país, pues fueron sueños y promesas del líder cubano desde los mismos inicios en que se pusiera al frente del movimiento revolucionario. Así que no se puede extrañar que Cuba sea en el mundo el país que invierta el mayor porcentaje de su producto interno bruto en educación, destinado a 1 771 870 estudiantes en educación primaria y media y 145 770 estudiantes en educación superior. Y para mayor mérito de esta realidad del pasado y presente de la Revolución Cubana, esos logros no fueron alcanzados en un angelical y pacífico ambiente ni dentro de unas condiciones materiales paradisíacas por su abundancia, sino que desde el mismo año que Cuba se propuso lograr en 1961 la alfabetización en el país, y lo alcanzó, fue atacada por una invasión mercenaria organizada y pertrechada por los Estados Unidos y, para remate, hasta nuestros días, le impuso el bloqueo económico, comercial y financiero con el propósito del derrocamiento de la revolución.

La tradición educativa de los precursores del siglo XIX, Varela y Luz y Caballeros y otros, tuvo su continuidad en José Martí, quien ejerció el magisterio durante años, y que en carta de 29 de diciembre de 1893, confesara: «… De mí, trabajo y ansias, y mucho orgullo de la gente de mi tierra: ¡cuándo sin obligación pública, si me dejan vivo las pasiones humanas, podré ponerme de maestro de guajiros! Entonces sí vivirá contento su José Martí.»

Fidel prosiguió esos caminos con la escuela fundada en la prisión de Islas de Pinos con el objetivo de superar a los asaltantes al Cuartel Moncada. El 22 de diciembre de 1953 escribe: «La escuela se llama «Academia Ideológica Abel Santamaría»: en todos sentidos honra su nombre…Los muchachos todos son magníficos…Los que aprendieron a manejar las armas, aprenden a manejar los libros para los grandes combates de mañana.»

El germen fundador de la educación que llevaba intrínseca la Revolución Cubana desde los inicios de la lucha, se reflejó también en el destacamento guerrillero, núcleo inicial de la Revolución, pues era indudablemente una escuela para todos los que se agrupaban en sus filas, fueran jefes o soldados. La Revolución se preparaba y preparaba a sus hombres, para la tarea magna de la redención por las armas y por los libros de todo el pueblo. El camino de la libertad y la justicia debía transitarse necesariamente del brazo de la educación y la cultura.

Resulta revelador de los propósitos revolucionarios el apunte de Raúl en su Diario de fecha jueves 17 de Enero de 1957: «Le prendí candela al cuartel, y después de colocar los heridos distantes del fuego, nos marchamos; Tomamos rumbo al campamento…». «Desde lo lejos, se veían arder sobre los cuarteles de la opresión, las llamas de la libertad. Algún día no lejano sobre esas cenizas levantaremos escuelas.»

Un análisis particular del congreso fue la pertinencia del pensamiento de Martí, Fidel y Ché como obligados referentes de una pedagogía para el siglo XXI.

Porque hay en José Martí una visión profética de los acontecimientos incluso en el futuro remoto. Son muchas sus observaciones que encontraron su realización muchos años después de su muerte. Resulta extraordinaria, a la luz de la actualidad cubana, sus afirmaciones sobre Cuba como futura universidad americana. Estas ideas fueron expresadas en 1892, como sueño y vaticinio, y hoy en los inicios del siglo XXI son una realidad concreta en su patria: convertir todo el país en una inmensa universidad. «Ah, Cuba, futura universidad americana:… sus hijos, nutridos con la cultura universitaria y práctica del mundo, hablan con elegancia y piensan con majestad, en una tierra donde se enlazarán mañana las tres civilizaciones.»

En el discurso al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Central de Las Villas, el 28 de Diciembre de 1959, el Comandante Ernesto Guevara, había definido magistralmente el pedido que el Gobierno Revolucionario hacía a las Universidades cubanas y que debía concretarse con urgencia y como un mandato irrenunciable para el futuro. «Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba…»

Por demás, hubo en Fidel, en grado sumo, un pensamiento visionario y un espíritu y voluntad de creación, realización y fundación que le permiten, a la vez que soñar, proyectarse en la práctica social y convertir, con un tesón a toda prueba, esos sueños en realidades concretas. Su visión del proceso de universalización de la enseñanza universitaria rompe todos los esquemas sociales anteriores, y lleva explícita la idea de convertir a todo el país en una verdadera universidad y, por lo tanto, concreción cabal de aquel pensamiento adelantado por José Martí hace más de un siglo. En el futuro inmediato Cuba es y será no sólo presente de un país-universidad para la América Latina, sino que será, sin duda alguna, un país-universidad para el mundo. Lo que propuso e impulsó Fidel es hoy una realidad palmaria. Por eso, tal como ha dicho, el nombre de Cuba pasará a la historia por lo que en los campos de la educación, la cultura y la salud ha hecho y está haciendo por la humanidad en la época más difícil que ha conocido nuestra especie.

Así que ha sido pertinente y justo que el recién concluido Congreso Pedagogía 2017 haya colocado el pensamiento y acción de estos grandes como paradigmas del presente y futuro de la educación. Y, en particular, que Fidel sea el referente y maestro mayor, en la época contemporánea, ya que nadie como él concibió tantos sueños y los convirtió en realidades para Cuba y el mundo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.