Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.
Cuando los sirios ordenaron la detención del coronel libanés Wisam Hasan a principios de este año, junto con otras 32 personalidades libanesas, muchos miembros de la gobernante Coalición 14 de Marzo hablaron de juego sucio.
Ese hombre, según la oposición dirigida por Hizbulá, formaba parte de una red de testigos falsos que habían mentido todos bajo juramento y distorsionado hechos ante una comisión internacional respaldada por las Naciones Unidas, encargada de investigar el asesinato en el año 2005 del ex primer ministro del Líbano Rafik al-Hariri.
Esa investigación había tratado de culpar a los sirios por el asesinato de Hariri y recientemente ha tratado de apuntar a miembros de Hizbulá. Sin embargo, un nuevo informe hecho público el domingo por Canadian Broadcasting Corporation (CBC) indica que Hasan fue ciertamente un testigo falso, y que después de todo los sirios tenían razón.
Hasan, actual jefe de inteligencia del Cuerpo de Seguridad Interior de el Líbano, fue descrito por el informe de la CBC como «un personaje enigmático, incluso temido en su propio país». CBC obtuvo archivos clasificados de la ONU que prueban que cuando testificó ante interrogadores, la coartada de Hasan había sido «frágil, para no decir más».
Hasan estaba a cargo de la seguridad de Hariri cuando éste fue asesinado por una masiva explosión en Beirut el 14 de febrero de 2005. Aunque parezca extraño, según investigadores de la ONU que lo interrogaron en julio de 2005, Hasan no había ido al trabajo durante ese aciago día, y afirmó que participaba en un curso de informática,
Management Social et Humaine, en la Universidad Libanesa.
Dijo que un día antes del asesinato su profesor lo había llamado, para decirle que tenía que pasar un examen el 14 de febrero. Eso suscita el primer signo de interrogación serio: los altos funcionarios libaneses no van a clases o se presentan a exámenes con otros estudiantes, y los profesores no llaman a los estudiantes 24 horas antes para decirles que tienen que presentarse a exámenes el día siguiente. Usualmente se informa a los estudiantes de las horas de sus exámenes con mucha anticipación, ciertamente no por teléfono, a través de sus profesores.
Según la historia de Hasan, 20 minutos después de hablar con su profesor, Hariri lo había mandado llamar y llegó a la residencia de su jefe a las 9:30 pm, que obtuvo permiso para asistir al examen el 14 de febrero. Afirmó que había pasado la mañana siguiente estudiando para el examen y que desconectó su teléfono de camino a la universidad, cuando tuvo lugar la masiva explosión cerca del Hotel St. Georges en el centro de Beirut. Hasan dijo a los investigadores: «Si no hubiera tenido que estar en ese examen habría estado con el señor Hariri cuando murió». La interpretación de CBC, sin embargo, basada en archivos de la ONU, dice algo diferente.
Primero, era evidente por los registros del teléfono de Hasan que fue él quien llamó a su profesor, no lo contrario, y que el llamado telefónico fue hecho después que se reunió con Hariri a las 9:30 pm, no antes.
Segundo, las torres telefónicas cercanas a la casa de Hasan registran que el 14 de febrero, Hasan pasó la hora antes del asesinato de Hariri hablando por teléfono, en lugar de estar estudiando como había afirmado originalmente. Hizo un total de 24 llamadas, un promedio de una llamada cada nueve minutos.
En 2008, los investigadores de la ONU prepararon un informe cuestionando la coartada de Hasan y recomendaron que lo llevasen para un interrogatorio detallado. Afirmaron que «su coartada es débil e inconsistente» y según un informe confidencial de la ONU obtenido por CBC, Hasan es «un posible sospechoso del asesinato de Hariri».
El informe de la ONU, hay que señalar, fue preparado por el investigador jefe Garry Loeppky. El segundo comisionado de la investigación, Serge Brammertz, se negó de manera tajante a interrogar Hasan como sospechoso, por considerarlo un contacto demasiado valioso en el Líbano como para distanciarse de él. Según CBC, cuestionarlo por su coartada habría sido «demasiado destructivo» para la investigación del affaire Hariri. Como resultado, «la dirección de la comisión de la ONU ignoró la recomendación».
Toda la experiencia agrega más confusión a la escena ya caótica en el Líbano. Primero apoya el argumento de Hizbulá que cuestiona qué tipo de investigación internacional permitiría que los archivos y documentos se «filtraran» a los medios dominantes.
El hecho de los archivos realmente se hayan filtrado a la prensa comprometería toda la investigación. Si CBC tiene acceso a archivos, lo mismo podría suceder con agencias de inteligencia en todo el mundo, lo que significa que la investigación está politizada.
Este verano, el jefe del estado mayor israelí, Gabi Ashkenazi, sugirió que sabía lo que el Tribunal Especial para el Líbano (STL, por sus siglas en inglés) iba a decir, y «predijo» que las actas de acusación causarían un terremoto en el Líbano. Si Der Spiegel, Le Figaro, Ashkenazi y CBC tienen acceso a los archivos Hariri, ¿qué clase de investigación imparcial o seria es la que preside la ONU en el Líbano?
Segundo, una investigación imparcial no eliminaría a sospechosos principales de los interrogatorios, por su posición actual, y no excluiría a nadie de la búsqueda de la verdad. El Tribunal ya descartó considerar a Israel como sospechoso en el asesinato de Hariri, provocando el enojo de numerosos libaneses que recuerdan con qué frecuencia Israel ha asesinado a altas personalidades en su país en total violación del derecho internacional.
El jefe de Hizbulá, Hasan Nasralá, presentó en agosto documentos audiovisuales que muestran que Israel estuvo vigilando a Hariri antes de su muerte, y afirmó que esa evidencia debería utilizarse para abrir una investigación seria de los israelíes por el affaire Hariri. Actualmente, casi cuatro meses después, ni un solo funcionario israelí ha sido interrogado por la investigación de la ONU.
Miembros de Marzo 14 que se habían unido durante años en apoyo a la investigación de la ONU se vieron en una posición muy delicada después de la publicación del informe de CBC el domingo, e inmediatamente lo atacaron. El primer ministro Saad al-Hariri, quien todavía se basa considerablemente en Hasan, salió en su defensa diciendo que la lealtad del sujeto está «más allá de toda duda».
Sin embargo, personalidades de 14 de Marzo no se han atrevido a calificar el informe de CBC de amañado o falso, ya que ninguna declaración semejante fue emitida por la ONU. Todo lo que hizo la ONU fue dejar que su abogado, Stephen Mathias, advirtiera al periodista de CBC que presentaría el asunto a las autoridades canadienses, y afirmó que podría haber obtenido documentos filtrados de la ONU, en violación de acuerdos internacionales.
Joel Simon, director ejecutivo del Comité para Proteger Periodistas, señaló: «Si la ONU tiene un problema con la filtración tiene que considerarlo dentro de las Naciones Unidas y no atacar a periodistas que tienen la obligación de utilizar este tipo de información para informar al público».
Al parecer Siria no estaba «inventando» la historia de los testigos falsos Hasan y sus compañeros, como han estado diciendo importantes personalidades de 14 de Marzo. Parece que esos hombres han mentido bajo juramento ante la justicia internacional. Si la ONU tiene la intención de conservar lo que queda de su integridad, lo menos que puede hacer… es hacer algo al respecto.
Sami Moubayed es redactor jefe de Forward Magazine en Siria.
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/