Como suele hacer después de cada masacre periódica de palestinos/as, el Estado de Israel ha puesto en marcha su campaña mediática de autojustificación. En realidad la puso en marcha ya antes de cometer la masacre, para preparar a la opinión pública internacional y predisponerla a que aceptara sus razones. Se trata de una operación muy […]
Como suele hacer después de cada masacre periódica de palestinos/as, el Estado de Israel ha puesto en marcha su campaña mediática de autojustificación. En realidad la puso en marcha ya antes de cometer la masacre, para preparar a la opinión pública internacional y predisponerla a que aceptara sus razones. Se trata de una operación muy conocida (si sabremos quienes vivimos bajo dictaduras) por la cual el accionar del terrorismo de Estado se convierte en «medidas defensivas» para garantizar la «seguridad». Palabra sacrosanta en el léxico sionista, que desde hace 70 años es utilizada para justificar arbitrariedades y violencia criminal contra la población palestina, así como violaciones sistemáticas del Derecho Internacional e incumplimiento de innumerables resoluciones de la ONU.
Esta vez el relato oficial sionista tiene dos «talking points» para justificar la masacre de 17 personas desarmadas e indefensas que participaban en una manifestación pacífica en Gaza (además de las casi 2000 que resultaron heridas o mutiladas, al menos 20 de ellas, de extrema gravedad):
1. La protesta fue organizada por Hamas (el cuco de turno, como antes lo fueron Arafat, la OLP, la Liga Árabe, etc. etc.);
2. Ningún Estado puede permitir una amenaza a su soberanía y fronteras.