Recomiendo:
0

Daniel Barenboim, Simón Royo y el colonialismo de izquierdas

Fuentes: Rebelión

En su momento leí el artículo de Daniel Barenboim sobre la muerte de Yaser Arafat publicado la primera mitad de noviembre del año pasado. No me incitó a responderle. Me pareció un exabrupto más de los que una cierta y pretendida izquierda israelí, pacifista y pro palestina, nos tienen acostumbrados. Así que juzgué que no […]

En su momento leí el artículo de Daniel Barenboim sobre la muerte de Yaser Arafat publicado la primera mitad de noviembre del año pasado. No me incitó a responderle. Me pareció un exabrupto más de los que una cierta y pretendida izquierda israelí, pacifista y pro palestina, nos tienen acostumbrados. Así que juzgué que no por cada exabrupto se tiene que contestar. También en su momento leí el artículo de respuesta a Barenboim de Felisa Sastre «D. Barenboim y el autócrata» publicado en Rebelión el 19 de noviembre pasado. La estructura, la claridad de conceptos y enfoques, la coherencia y armonía del artículo me sonó a música, de la buena, que se escucha y se queda muy adentro desde la primera vez. Dado que había estudiado en España en los últimos años del franquismo y todavía esta fresca en la memoria las dificultades que había para explicar nuestro problema y el conflicto que vivíamos a los españoles en general y a cierta izquierda en particular. Así que al leer el articulo de Sastre grité en silencio «viva el cambio». Es confortante ver que alguien desde una supuesta lejanía, una persona que no conoces y que sea capaz de expresar con esta maestría y nitidez tus problemas y sentimientos. Así da gusto sentirse perteneciente al género humano.

«Respuesta a D. Barenboim» de Gilad Atzmon fue publicado en Rebelión el mismo día y que con precisión y claridad deja en claro la posición racista y sionista de Barenboim y yo añadiría su mala educación y falta de respeto hacia los palestinos, como veremos más adelante. Esta, la de Gilad Atzmon, es una posición real y auténtica, también conocida y apreciada por los palestinos de una parte de la izquierda israelí que despliega su lucha, a través del arte, de la literatura, y también de la actividad comprometida y que va junto con la nuestra. Nuestra liberación es la de ellos, también.

Pero, igual que en el primer caso, me pareció que no había por qué cargar las paginas virtuales de Rebelión con un comentario más. Pero al leer «La difícil posición de Daniel Barenboim» publicado el 5 de este mes, además de chocarme si ví la necesidad de hacer varias puntualizaciones.

Decía que me chocó el artículo de Royo debido a dos elementos; el primero es esta manía de torcer el lenguaje para hacerlo decir lo que Royo quiere que diga. Dos ejemplos entre otros es cuando se define como belicista defendiendo, al mismo tiempo la posición pacifista de Barenboim. En este caso y para definirse como tal, recurre a un leguaje vulgar y machista, al afirmar «…¡Y eso para los que somos belicista (no pacifistas, como el músico) es un elogio, ya que el terrorista es un tío con muchos huevos que se pone delante de un tanque israelí o se vuela en un mercado». Como palestino le diría que ojalá Dios nos libere de esta apología. En el otro ejemplo se define como «humilde persona» para terminar hablando en nombre de los pueblos; el palestino, el cubano, el iraquí, el afgano, el español, el estadounidense, y el venezolano entre otros. Yo si le pediría un poquito más de humildad pero de la verdadera.
 
Pero considerando que las formas del lenguaje son importantes pero no los más importantes es bueno que vayamos a las puntualizaciones.

1. En los planteamientos de Royo se da mucha importancia a la relación de amistad entre Edward Said y Daniel Barenboim, y en cierto sentido la maneja como justificación y apoyo a las posiciones de nuestro músico Barenboim. La categoría humana, intelectual, académica y militante de Said, está fuera de toda duda, no solo por su aportación a su propia causa, la palestina, sino por sus aportaciones al bagaje cultural y académico de la humanidad, basta citar dos de sus obras; «El Orientalismo» y «Cultura e Imperialismo» entre otras. Pero como ser humano, Said no es perfecto sino perfectible. Dentro de su militancia, Said llegó, de la mano de Yaser Arafat a ser miembro del Consejo Nacional Palestino, una especie de Parlamento Palestino en el exilio y que representa a la totalidad de los palestinos, los que padecen la ocupación en suelo patrio como los que padecen la diáspora y como tal es la máxima autoridad palestina. Este acercamiento durante los años setenta y parte de los ochenta, se mantuvo por encima de una divergencia concreta entre ambos, referente a la definición de la política palestina respecto a EE.UU., tal diferencia término en un choque personal entre ambos. En realidad, tanto yo, siendo, en aquel tiempo, representante diplomático de la OLP, como otros tantos estábamos más favorables a la visión de Edward Said. El caso es que este choque ha ido degenerado entre ambos hasta transformarse en una cuestión personal. A partir de entonces Said mantuvo tanto su militancia como su visión aguda y humanista respecto al problema palestino, donde no hay nada que reprochar pero si que elogiar. Pero no se puede decir lo mismo sobre su visión del líder palestino Arafat. En varios aspectos, su crítica era certera pero en otros tantos se hizo cada vez más visceral y subjetiva. Esta subjetividad concreta no mermó en absoluto nuestra admiración de Said ni la desolación que sentimos por su muerte. Solo sirvió para tomar sus críticas en términos objetivos quitándola lo visceral y subjetivo.

He aclarado esta cuestión debido a que este punto junto con la faceta musical de Said (que tiene sus aportaciones a la música) son los dos puntos de mayor coincidencia entre ambos, Barenboim y Said. Dicho de otro modo la visión política del problema palestino que tiene Borenboim está demasiado lejana de la de Said. Es decir que aparte del principio de que una relación de amistad entre dos o varias personas no implica la coincidencia o identificación de opiniones en los temas que sean, en el caso concreto que tratamos, la diferencia es bien marcada y por lo tanto la amistad entre ambos personajes no justifica ni puede proteger las posiciones sionista y racistas de Borenboim como pretende Royo. Y si insito en ello es para defender a Said, especialmente al tener en cuenta que está muerto.

2. «¡El autócrata ha muerto, larga vida al pueblo palestino! En primer lugar y quitando la falsa mascara de unas pretendidas; solidaridad y posiciones de izquierda, ¿En que se diferencia este grito de jubilo por la muerte de Arafat, de los colonos de extrema derecha que bailaron y vivieron sus brindis celebrando su muerte?

En esto punto cabe aclarar dos hecho o procesos. El primero se refiere a la relación de los palestinos con Arafat, -una relación que no encaja en las concepciones de racionalidad positivista que impregnan las actitudes de Royo y Barenboim. Racionalidad positivista que tanto en el termino económico (globalización), político (neoliberalismo), como en el epistemológico está caduco y en franca decadencia. Pero en fin esto es otro tema, muy importante pero este no es lugar de dirimirlo- dentro de la cual le alaban y critican, apoyan y denuncian, aman y odian pero con quien mantienen una simbiosis de relaciones propias de la complejidad y de los variados matices humanas y culturales que el calculo político racional y positivista no abarca y/o no comprende. En este sentido me viene a la mente la frase de un dirigente del Frente Democrático crítico de Arafat donde aclara que los palestinos pueden tener divergencias con Arafat pero no tienen divergencias sobre Arafat. Yo añadiría otro matiz y diría que todos los palestinos críticos y partidarios pueden tener divergencias con Arafat pero no tienen divergencias sobre Arafat. Detrás de esta visión hay dos premisas. La primera se refiere a la naturaleza humana que no es perfecta sino perfectible, la segunda se refiere a la entrega, sacrificio y capacidad de trabajo y de liderazgo que siempre ha tenido y demostrado Arafat.

Al leer este grito jubiloso de Barenboim, lo primero que se me afloró en la piel fue sentirme herido, agredido, y darme cuenta del cinismo y la insensibilidad de una persona, Barenboim, que por su condición de artista, de músico, la primera cualidad que ha de lucir es precisamente esta, la sensibilidad. La falta de educación y la grosería que contiene este grito de júbilo sobra comentarlo. Ya reflexionando me di cuenta de que hacemos mal en evaluar a Barenboim en función de los parámetros políticos, y que se tiene que tener en cuenta su excelente calidad que demuestra en su profesión de músico y que sería sacar las cosas de quicio evaluarlo en términos políticos y menos en tomarlo cono referencia política tal como hace Royo. Como palestinos, habrá que apreciar sus gestos solidarios manteniendo la confianza en que vaya madurando políticamente y que vaya tomando conciencia de su condición de ocupante para que los puentes solidarios que está abriendo con los palestinos, tengan su real significado y dimensión. En este sentido me di cuenta que esta apreciada solidaridad que expresa nuestro querido músico, responde más a sus necesidades de justificación de la propia existencia, pero que al fin y al cabo es una solidaridad que los palestinos necesitan.

El segundo se refiere a esta democracia que tanto Royo, Bush, Barenboim, Blair y Sharon quieren enseñar a los bárbaros, incivilizados y antidemócratas palestinos, pero incluso en el caso de Royo y Barenboim van más lejos que Bush, Blair y Sharon, al tener la «gentileza» de enseñarnos a quién votar; a Mustafa Barguthi. Pero examinemos, de pasada, la historia de esta tan mencionada democracia. A partir de los Acuerdos de Oslo, las primeras elecciones legislativas y presidenciales se realizaron en 1996 para un sexenio que terminaría en el 2002. Desde entonces hubo seis intentos de parte de Arafat, de AbuMazen en su corto periodo como Primer Ministro, como del actual Primer Ministro AbuÀlaà. Ninguna prosperó debido a la negativa de Israel y de EE.UU. A lo largo de estos cuatro años, Sharon, Bush y Blair, igual que Barenboim, no dejaron de acusar a Arafat de corrupto, terrorista, que no reúne las condiciones de ser contraparte en las negociaciones, etc. Tampoco cejaron en exigir a los palestinos que busquen una dirección diferente y adecuada al tiempo que mantenían su negativo a permitir elecciones libres en los territorios ocupados. Dicho de otro modo lo que pedían era un golpe de estado o una guerra civil palestina o el asesinato de Arafat. En este punto es muy conveniente recordar que la muerte de Arafat todavía no está aclarada. En este contexto no sé si Royo puede entender como su grito de júbilo, el grito de Barenboim, por la muerte de Arafat le puede dar una identificación nada halagüeña y todavía menos agradable.

Para terminar la cuestión de la democracia y las elecciones queda una última cuestión que aclarar. Es la cuestión de utilizar a Said para justificar los exabruptos de Barenboim cuando Royo afirma «Barenboim, junto con Edward Said defendieron la candidatura de Mustafa Barguthi para liderar las legítimas aspiraciones del pueblo palestino…» Esto ya es demasiado. Cuando murió Arafat el 11 del pasado noviembre, Said ya estaba muerto. No había candidaturas de nadie antes de la muerte de Arafat. En este sentido no sé como quieren que Said, desde su muerte pueda respaldar a Barenboim en su apoyo a la candidatura de Barguthi. Bueno en ciertos países hasta los muertos votan, pero parece que este no es el caso palestino. Creo que no es nada honesto para nadie seguir explotando el nombre de Said.

3. Respecto a los derechos del Retorno, el israelí como el palestino, me parece que el uso que hacen Barenboim como Royo es poner en pie de igualdad al verdugo y la victima con la enorme ventaje implícita para la primera parte. Veamos en que consiste cada uno.

EL DERECHO DEL RETORNO ISRAELÍ. Es la culminación jurídica de la ideología sionista y de su ocupación de Palestina. El Sionismo en coincidencia con el antisemitismo no solo considera al judaísmo como la primera de las tres religiones monoteístas, sino le añade la naturaleza de etnia, de pueblo, de nación y con esta mezcla de conceptos coloniales y religiosos planteó el derecho del «pueblo elegido» a volver a la «tierra prometida», además esta promesa tiene carácter divino que el humano no puede siquiera cuestionar y tendrá que aceptar una decisión racista de Dios al favorecer a su «pueblo elegido». Paradójicamente dentro del sistema legal internacional no hay nada que respalde tal alegación, todo lo contrario, la legalidad internacional abunda en resoluciones de condena, lo mismo que ha condenada al Apartheid basado en la mismo ideología y teología de «pueblo elegido». El derecho del retorno israelí actual, es el concepto por el cual el movimiento sionista justificó y lanzó su guerra de ocupación y de colonización en 1948. Hoy por hoy significa la legalidad de la judaización de Jerusalém «capital eterna del pueblo elegido». Hoy por hoy significa la exclusividad del derecho del retorno para los judíos y privar a lo palestinos de este mismo derecho.

EL DERECHO DEL RETORNO PALESTINO. Afortunadamente no tiene ningún origen divino, es un derecho humano que la legislación internacional respalda en todas sus normativas. Se basa en el hecho de estar allí en palestina con una continuidad histórica concreta en términos humanos, culturales, económicos, etc. Modificarlo por la razón de la fuerza bruta de las armas, por la limpieza étnica que se hizo tanto en 1948 como en 1967 es condenable y de hecho ha sido condenado por la legislación internacional tanto en la resolución 191 como la 242 que al mismo tiempo consagra el derecho de los palestinos al retorno a sus hogares y propiedades.

Quizás la exposición en términos políticos, jurídicos, etc. del tema pueda enriquecerse con un caso concreto que le puede dar su dimensión humana. Soy palestino nacido en Jerusalém. Mi certificado de nacimiento figura en el registro civil de la ciudad. A raíz del Acuerdo de Oslo decidí volver a mi ciudad natal. El Gobierno israelí, presidido no por Sharon, Netenyahu o Barak, sino por Isac Rabin me negó durante año y medio el permiso de entrada, al final me concedió «un visado de turista para entrar en mi ciudad natal». En Jerusalém tuve que solicitar el permiso de residencia. La batalla para conseguirlo duró algo más de un año y medio. En el ínterin tenía que ir 3 o 4 veces a la semana a un puesto de policía israelí dedicado a tratar los asuntos legales de los palestinos. No voy a exponer las humillaciones diarias que padecen los palestinos allá y menos los abusos. Sería demasiado largo. Voy a atenerme a las cuestiones principales. Todas las veces que iba me atendía la misma persona. Una mujer de unos cincuenta años, que con el tiempo empezamos a conversar como dos personas humanas. Ella me explicó que es de origen ruso y que llegó, ejerciendo el derecho del retorno cinco años atrás y que lleva dos años como funcionaria del Ministerio del Interior israelí. Claro como tal atendía mi caso siendo nativo de la ciudad. Al cabo de este largo tiempo la Señora me comunica que definitivamente no puedo tener el derecho de residir en Jerusalém. Le pedí si me puede informar de la razón de tal drástica decisión. Me responde que he estado fuera mucho tiempo. Le contesté «será cierto lo que dice Usted Señora pero le puedo jurar que no fueron dos mil años». Las carpetas y los fólderes que la señora llevaba entre manos empezaron a templarse ya que todo su cuerpo templaba, se puso lívida, abrió ampliamente la boca, que nunca supo si era para decir algo o para gritar, el caso es no le salió ni una palabra de la boca, se mantuvo así unos instantes, no aguantó más, tiró carpetas y fólderes encima del mostrador, se dio la vuelta y se fue hacía los cubículos.

Dicho de otro modo, incluso desde antes de 1948, cada judío que ejerció este supuesto derecho al retorno implicaba el desplazamiento no de un palestino, sino de varios dada la diferencia de los niveles de vida entre ambas partes. En síntesis, el derecho del retorno israelí significa la imposición de la condición de apátrida a los palestinos y mientras Israel siga colonizando los territorios ocupados esta dinámica sigue vigente y actuando hoy en día. Quizás ello explique las reacciones tanto de la Señora del ministerio del interior como la de Barenboim.

 La verdad es que esta posición de Barenboim indica, también su incapacidad de entender las realidades políticas. Aparentemente todos; la parte israelí, la Casa Blanca, los palestinos, los árabes, etc. están de acuerdo en la solución a través de dos estados; el israelí y el palestino conviviendo en seguridad y con relaciones pacíficas. En este marco cada uno de los dos Estados tiene la soberanía de legislar o mantener el derecho del retorno que juzgue oportuno para sus intereses salvo la diferencia en que el israelí tendrá la obligación emanado por el derecho y por la legislación internacional de ver el modo de solucionar el derecho de los palestinos desplazados del territorio de este estado, de regresar a su hogares y/o compensarlos por estas propiedades y por los daños padecidos a lo largo de décadas. Hecho que no le libera de las compensaciones de los otros palestinos que sus hogares abandonados se ubican en los territorios del estado palestino, en la medida en que la limpieza étnica que padecieron fue realizada por Israel.

Queda mucho que decir respecto a otros puntos del artículo del Señor Royo, pero creo que por el momento es suficiente, y me queda aclararle al Señor Royo dos cosas, la primera es que no se puede tratar a los pueblos como él despreciativamente trata al palestino en nombre de la solidaridad con ellos. En todo caso uno termina haciendo una broma de mal gusto. Y la segunda es respecto al título de mi artículo «Daniel Barenboim, Simón Royo y el Colonialismo de izquierdas». Con el término de colonialismo de izquierdas me refiero a esta parte de la izquierda de los últimos años del franquismo que no nos era posible hacerles entender el problema palestino y cuando lo intentábamos se ponían a darnos clases sobre lo que deberíamos hacer. Exactamente igual que Barenboim y Royo. Algunas veces quedan residuos, otras veces, cosas viejas que vuelven a renacer como la nueva derecha de Bush y el neoliberalismo.

* Marwan Tahbub, politólogo, ex diplomático palestino. [email protected]