No sé cuál es la filosofía de los nombres que Israel pone a sus guerras. ¿Hay un aparato especial que se encarga de escogerlos o son meras coincidencias? Desde las «Uvas de la Ira» en Líbano a la «Columna de Nube» en Gaza (y muchos otros), parece que hay una constante insistencia en mezclar la […]
No sé cuál es la filosofía de los nombres que Israel pone a sus guerras. ¿Hay un aparato especial que se encarga de escogerlos o son meras coincidencias? Desde las «Uvas de la Ira» en Líbano a la «Columna de Nube» en Gaza (y muchos otros), parece que hay una constante insistencia en mezclar la imaginación frustrada con la delincuencia cruenta y que el Ejército de Defensa siempre intenta cubrir el crimen con literatura.
En la guerra de julio de 2006 los líderes israelíes olvidaron poner nombre a su guerra porque pensaron que sería un paseo de aviones sobre Líbano, pero se dieron cuenta del error en su guerra sobre Gaza en 2008-2009 y escogieron un nombre deficiente que nacía de una falta de imaginación. El «Plomo Fundido» fue un desastre político y ético para Israel, que hoy quema Gaza bajo el poético nombre de «Pilar Defensivo», como si la nube, al convertirse en pilar, cubriese el fuego con el agua de las palabras.
Al margen del nombre que intenta tapar los hechos, Israel, cuando se acercan sus elecciones, ha entrado en una guerra más parecida a una encuesta con fuego sobre los cambios que lo rodean, para poner tempranos límites al efecto que las revoluciones árabes puedan ejercer sobre la lucha en Palestina. La simultaneidad entre la ignición del sur palestino en Gaza y la ignición en el norte de Siria indica que el destino del Oriente árabe está delimitado por el arco que dibuja el Bilad al-Sham mientras se libera de la dictadura en Siria, y se conforma al ritmo de los nuevos equilibrios de fuerzas cuyos primeros rasgos han comenzado a perfilarse en Egipto.
Es pronto para sacar conclusiones precipitadas, pero la primera lectura de la guerra de la «Columna de Nube» indica que ambas partes en la lucha intentan dibujar las reglas del juego de nuevo. Los israelíes quieren hacer comprender a los egipcios y al islam político emergente que las reglas fijadas en Camp David no pueden cambiarse. Hamás, y con él la corriente islámica, quiere imponer nuevas reglas, comenzando por el rechazo a la situación actual que supone la podredumbre de los palestinos y árabes, siguiendo por el rediseño de los rasgos de los equilibrios internos palestinos, terminando con la recuperación de Egipto de la capacidad de decisión sobre la guerra y la paz.
Partiendo de esto, la guerra de Gaza toma varios caminos: negociaciones desde el primer día que dirigen los egipcios, la sugerencia de una destrucción terrestre a la que podría recurrir Israel para llevar a la guerra a un punto cuyos resultados cree que Egipto con su actual liderazgo de los Hermanos Musulmanes no podría soportar. La importancia del actual enfrentamiento es que dibuja el futuro de la región, expresado en la llegada del Primer Ministro turco a Egipto, su anuncio de la importancia de la alianza turco-egipcia y su insistencia en la implicación turca que sigue estando poco clara y difusa.
La resistencia, por medio de su perseverancia y capacidad de rechazo, ha logrado imponer una nueva agenda capacitada para dar la vuelta al concepto del eje moderado acuñado en la etapa de Hosni Mubarak con su alianza con Arabia Saudí y que buscaba marginalizar la lucha árabe-israelí y cambiarla por la prioridad de la lucha contra Irán. Ello dio rienda suelta a Israel en Palestina y destrozó la capacidad del mundo árabe de decidir su destino. En la práctica provocó que la cuestión palestina quedara unida al llamado eje de rechazo y resistencia.
Sean cuales sean los resultados de la guerra, no salvará a Israel de su injerencia ocupante y descubrirá que el exceso de fuerza sionista no puede lograr una victoria contra un pueblo que ha decidido resistir.
¿Qué tiene que ver el norte sirio insurrecto contra la dictadura con lo que sucede en el sur de Palestina? Naturalmente hay una relación existencial entre la sangre palestina y la sangre siria, desde el campamento de Yarmuk a los campamentos de Gaza. Pero también hay algo más, pues que los sirios recuperen su libertad acabará con la posibilidad de que la calma en el Golán continúe, y que la liberación del mismo es parte de la lucha de los palestinos y los sirios contra la ocupación. Una vez más, descubrimos el acierto del argumento de la revolución palestina cuando comenzó en 1965, pues Palestina es la brújula árabe y la libertad de las sociedades árabes es el camino a Palestina.
No quiero hacerme ilusiones con que la nueva situación árabe ha quedado dibujada, pues el Oriente árabe aún se encuentra al comienzo del nuevo camino que comenzaron las revoluciones árabes y que está plagado de obstáculos, pero tampoco quiero disminuir la importancia de las señales que envían los enfrentamientos en Gaza hoy. Estas señales dicen que una nueva página de la lucha contra la ocupación es posible, una página que no tiene nada que ver con el tiempo oscuro resultante de las ilusiones de hacer pactos con el ocupante, que no se sacia con la sangre de sus víctimas. Los rasgos de esta nueva página no se perfilarán hasta la caída del régimen de la dictadura en Siria y el aferramiento de la revolución egipcia a la ecuación política equilibrada interiormente. Entonces, podrá conformarse un nuevo centro árabe que recupere el liderazgo y lo ponga donde debe, anunciando que el dicho mundo puede recuperar su capacidad de decisión.
El Bilad al-Sham es el escenario de esta guerra y en él se dibujan los rasgos de esta etapa. Los pueblos palestino y sirio son las víctimas y los héroes. En Gaza emerge la necesidad de un nuevo horizonte palestino que supere la ilusión que siguió a Oslo, la debilidad que llegó tras la derrota de la segunda Intifada y la destrucción resultado de la división palestina. En Siria se materializa el sentimiento de que la revolución debe tomar las riendas de su destino para acelerar la caída del régimen y reducir los efectos de la destrucción que ha dejado tras de sí el aparato asadiano de la muerte.
Ahora las cosas vuelven a su cauce, pues el ocupante se beneficia del dictador al que no le importa más que conservar su autoridad y el dictador se beneficia del ocupante para justificar su represión con las exigencias del enfrentamiento con el enemigo.
Dos máscaras que caen juntas en el sur y el norte. Los israelíes no han aprendido nada de sus guerras previas y se verán de nuevo incapaces de comprar la seguridad de su ocupación con sangre. Lo importante es que los palestinos sean conscientes de la nueva lección de Gaza, que tenga lugar el milagro de la unión cuya carencia se ha convertido en un escándalo político, y que Fatah se despierte de su letargo autoritario antes de que sea demasiado tarde. En cuanto al dictador, por mucho que mate y destruya se dirige hacia su caída, dejando tras de sí la memoria de la vergüenza y el crimen.
Publicado por Traducción por Siria