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De cómo el grupo yihadista Jabhat al-Nusra está apoderándose de la revolución siria

Fuentes: The Telegraph

Traducido del inglés por Sinfo Fernández.

Alepo se ha hundido en la desesperación. Desgarrada por la guerra, la vida en la ciudad más populosa de Siria se ha convertido en una existencia despiadada donde impera la ley del más fuerte: una batalla por la supervivencia en un lugar donde los fuertes devoran a los débiles.

La exuberante historia de la ciudad ha desaparecido bajo la basura que inunda sus aceras y calles. Niños medio salvajes juegan junto a edificios destrozados por los proyectiles y los ataques aéreos. No hay electricidad, no hay calefacción; hombres armados merodean por las calles en cuanto cae la noche. Algunos son rebeldes buscando leales al gobierno; otros son criminales tratando de secuestrar a alguien para pedir un rescate. El saqueo se extiende.

Es aquí, tras las líneas del frente de la guerra contra Bashar al-Asad donde está emergiendo una nueva lucha. Es un choque de ideologías: una competición donde las brigadas rebeldes rivalizan en el intento de moldear la Siria post-Asad.

Y en las últimas semanas es Jabhat al-Nusra -un grupo yihadista radical incluido por EEUU en su lista negra de terroristas que quiere que Siria se convierta en un intransigente estado islámico gobernado por la Sharia- quien está haciéndose con la situación.

El grupo está muy bien financiado -probablemente a través de las redes yihadistas globales establecidas- comparado con los grupos moderados. Mientras tanto, los comandantes del grupo rebelde por la democracia dicen que se ha agotado el dinero que les llegaba de los gobiernos extranjeros a causa de los temores por la presencia de islamistas radicales.

Los efectos de lo anterior es que está transformándose la cara de la revolución siria.

El Frente Nusra es conocido por tener algunos de los más valientes combatientes del frente. Pero el movimiento fundamentalista está centrándose ahora en los mucho más eficaces programas humanitarios, ganándose velozmente así la lealtad de quienes habitan en Alepo.

Imbuidos de una disciplina nacida del dogmatismo religioso, están proveyendo las necesidades básicas de una ciudad que carece de todo, desde fábricas que funcionen a tribunales.

La principal carencia, entre tantas otras muchas, la constituía el suministro de pan, cada vez más escaso. Es un producto básico en Siria, sin él decenas de miles de pobres podrían morir de hambre.

Cuando los combatientes rebeldes se hicieron con el control de los almacenes de trigo de los alrededores de la ciudad, el suministro de harina se interrumpió casi por completo. Los vecinos acusaron a los rebeldes del Ejército Sirio Libre (ESL) de asaltar los almacenes y robar el grano para venderlo. Por ello, surgieron protestas espontáneas a favor del gobierno fuera de las panaderías donde las familias hacían la cola del pan, esperando en ocasiones hasta varios días.

Un hombre empezó a gritar segundos después de que el Daily Telegraph se acercara a una cola del pan: «¡Allah, Siria, Bashar! ¡Aquí todos queremos a Bashar al-Asad!».

Después, en las últimas semanas, Jabhat al-Nusra -que está fuera del ESL- sacó a los otros grupos rebeldes de los almacenes y estableció un sistema para distribuir el pan por las zonas rebeldes.

En una pequeña oficina pegada a una panadería en el distrito Miesseh de Alepo, Abu Yayha estudiaba un mapa clavado en la pared en el que había números garabateados en lápiz sobre las calles.

«Contamos la población de cada calle para valorar las necesidades de la zona», explicó el Sr. Yayha. «En este área, suministramos 23.593 bolsas de pan cada dos días. Eso sólo es para un distrito. Estamos calculando la población en el resto de los distritos y haciendo lo mismo allí».

«En las tiendas, el coste del pan es ahora de 125 libras sirias (1,3 euros) por paquete. Aquí lo vendemos a 50 libras sirias (0,5 euros) los dos paquetes. Algunos los distribuimos gratis para la gente que no puede pagarlos».

La panadería trabajaba sin descanso. En el interior, carretillas llenas de masa se volcaban en una cinta transportadora que la cortaba en segmentos redondos y finos antes de empujar la masa hacia un horno gigante. Los trabajadores empaquetaban las humeantes tortas en bolsas.

«Soy de Jabhat al-Nusra. Todos los encargados de todas las panaderías lo son», dijo Abu Fattah, el administrador. «Esto asegura que nadie robe».

Los civiles esperaban fuera de la oficina para hablar con el Sr. Yayha. «Si no fuera por este pan, me vería forzada a pedir limosna en la calle para alimentar a mi familia. Mi marido está herido y no puede trabajar», dijo una mujer.

Podríamos encontrarnos con esa misma escena en Líbano o Gaza, donde las gentes de Hizbollah y Hamas han establecido servicios de apoyo proporcionando servicios básicos esenciales a una población abandonada.

El Daily Telegraph consiguió acceder, algo que no resulta nada fácil, a Hayi Rasul, el alto comandante de al-Nusra -o «emir»- que dirige el programa civil. «Tenemos suficiente pan para aprovisionar todas las áreas liberadas», dijo. «Hemos almacenado suficiente grano para poder tener pan en Alepo durante los próximos ocho meses».

«Estamos subvencionando a los campesinos para que puedan preparar las próximas cosechas a fin de volver a llenar los almacenes».

Profundamente conservador, el Sr. Rasul miraba hacia el frente en el asiento delantero del coche y giraba el espejo para evitar echar una mirada accidental a esta reportera. Escogía cuidadosamente sus palabras. Aparte del proyecto del pan, dijo, el Frente Nusra estaba animando a los empresarios para que volvieran a abrir sus fábricas: el motor económico de Siria. Incluso habían puesto en marcha un proyecto para limpiar las calles de Alepo, dijo.

Describió un panorama muy alejado de la espeluznante reputación de su organización. En las páginas yihadistas en Internet han reclamado la autoría de los atentados con coches y suicidas-bomba que han matado a cientos de civiles, así como objetivos militares por toda Siria. Para muchos sirios, Nusra es sinónimo de al-Qaida. Muchos de sus combatientes son yihadistas extranjeros; algunos combatieron con al-Qaida en Iraq. El Sr. Rasul trataba de negar que fueran extremistas: «En Occidente hay una imagen equivocada de Jabhat al-Nusra, piensan que es una especie de Scarface. Jabhat al-Nusra es humano y no odiamos a nadie. No odiamos a los cristianos.

«No somos al-Qaida. Solo porque algunos de nuestros miembros compartan sus ideas no significa que formemos parte de ese grupo».

El Sr. Rasul no llegó a avanzarme el plan exacto del Frente Nusra para el futuro de Siria. Pero en el Alepo controlado por los rebeldes, un nuevo tribunal de la Sharia está convirtiéndose rápidamente en un poder central en la ciudad, que se comparte con los otros tres grupos islamistas de línea dura que operan en territorio rebelde: Ahrar al-Sham, Fijr al-Islam y Liwa Tawhid, aunque Jabhat al-Nusra lleva la voz cantante.

Se niegan a emplear a jueces que trabajaron bajo el régimen, eligiendo a dirigentes religiosos para dictar sentencia.

Algunas sentencias de la Sharia, como cortarle la mano a un ladrón, no están operativas en tiempo de guerra. Pero la gente del lugar se queja de que están haciéndose cumplir otras rígidas disposiciones.

Varios hombres que se encontraban delante de la sede del tribunal dijeron que se les había acusado de «beber alcohol» o «fraternizar con las mujeres». Todo esto ha indignado a muchos de los residentes en Alepo porque la mayoría de sus habitantes son musulmanes moderados.

«Llevaba un abrigo largo con unos jeans amplios debajo y me encontraba fuera de la mezquita», dijo una mujer. «Uno de ellos se acercó y me dijo: ‘Hermana, tus ropas no son ropas musulmanas. No deberías usar maquillaje y deberías vestirte de negro'».

Otros grupos rebeldes siguen manteniendo una unidad cada vez más tensa, al menos mientras continúe la batalla contra el régimen sirio. La mayoría de ellos dicen que la próxima batalla es contra los islamistas.

«Cuando iniciamos esta lucha contra el régimen lo hicimos para transformar Siria en un estado moderno. Al-Jabhat quiere una revolución islámica. Pero en Siria no somos islamistas radicales», dijo Abu Obeida, el comandante de una brigada local de Alepo.

El Sr. Obeida declaró que grupos como el suyo están perdiendo popularidad, al no poder igualar los programas sociales puestos en marcha por los yihadistas.

Un vecino de Alepo manifestó: «No me gusta Jabhat al-Nusra. Pero voy a decirle algo, esos tipos van a estar gobernando durante un cierto período. Es sólo cuestión de tiempo que los sirios nos demos cuenta de que tenemos que coger nuestro destino en nuestras propias manos».

Ruth Sherlock es corresponsal del The Telegraph en Egipto, Libia y Siria, desde donde está informando sobre la Primavera Árabe. La prensa británica le ha concedido el Premio a la Joven Periodista del año 2012.

Fuente: http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/middleeast/syria/9857846/Syria-how-jihadist-group-Jabhat-al-Nusra-is-taking-over-Syrias-revolution.html