Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El presidente Trump firmó un memoradum la pasada semana en la Oficina Oval dando instrucciones a su administración a fin de que «desarrolle un plan integral para derrotar al ISIS». (Credit Al Drago/The New York Times)
Estambul.- Algunos amigos estadounidenses querían que les visitara el próximo verano para hablar de un libro que contiene mis ensayos sobre Siria y la revolución siria que está a punto de publicarse. La perspectiva de viajar a EEUU hizo que me sintiera inquieto. Había oído historias de sirios apartados para interrogarlos en los aeropuertos estadounidenses. Y no estaba muy seguro de poder conseguir un documento para viajar y un visado de EEUU. Debido a mis actividades políticas, soy un hombre sin pasaporte. Pero después de que el presidente Trump firmara una orden ejecutiva prohibiendo que incluso los sirios con pasaportes válidos y visados de EEUU entraran en el país, supe que no iba a poder visitar pronto a mis amigos estadounidenses.
La decisión del Sr. Trump declarando peligrosos e indeseables a los sirios parecía muy similar al modo y manera con que nuestro propio dictador, el presidente Bashar al-Asad, me ha tratado a mí y a mis compatriotas. Nunca he tenido pasaporte. El régimen de Asad me lo negó explícitamente alegando que soy un escritor que se opuso a su padre y que luego se opuso a él. En 1980, era un estudiante de medicina de 19 años en la Universidad de Alepo cuando me incorporé a las protestas contra el régimen de Hafez al-Asad. Estuve encarcelado con cientos de compañeros, estudiantes y activistas de izquierdas. Pasé 16 años en prisión.
En 1996, tras mi liberación, regresé a Alepo y a mis estudios de medicina. Tras licenciarme en el 2000, decidí no practicar la medicina, me trasladé a Damasco y trabajé como escritor. En marzo de 2011, los sirios se levantaron contra el régimen de Bashar al-Asad. Decidí escribir sin ningún tipo de autocensura en apoyo de la revolución. El coste de escribir con libertad supuso que tuviera que abandonar mi hogar en Damasco, esconderme en multitud de lugares por todo el país y, finalmente, buscar refugio en Turquía. Vivir exiliado sin pasaporte ni documento de viaje es vivir con el conocimiento de una movilidad limitada en un mundo de burocracia militarizada.
El desprecio internacional hacia los refugiados sirios se acerca al enfoque del Sr. Asad respecto a sus desafortunados vasallos. La mayor parte de los sirios no dispusieron nunca de pasaporte. Para el régimen de Asad, los pasaportes son herramientas políticas y disciplinarias .
Para los sirios, el Sr. Trump está llevando simplemente hasta sus límites extremos un proceso que lleva en pie años. La situación de los refugiados, y de los desamparados en general, ha ido agravándose por todas partes desde hace una generación. Siria ejemplifica un inmenso fracaso mundial.
La orden ejecutiva prohibiendo a los sirios y a los ciudadanos de otros seis países fue una de las primeras actuaciones llevadas a cabo por el Sr. Trump en la Casa Blanca. Muchos de los objetivos de la primera semana de su reinado -preparar el camino para construir un muro en la frontera de México y recortar los fondos federales destinados a la investigación medioambiental y a los programas alrededor del aborto- tienen como objetivo a los más vulnerables y a los pobres. Revela mucho acerca de la perspectiva social y política de su administración.
El reaccionario decreto de Mr. Trump prohibiendo la entrada a los refugiados sirios y a otros visitantes de diversos países de mayoría musulmana tiene peligrosos efectos colaterales: Normaliza a criminales de guerra como Asad, a dictadores como Abdel Fatah el-Sisi de Egipto y ayuda al Estado Islámico y a Al-Qaida. Tras los ataques del 11-S, la guerra contra el terrorismo y la amenaza de militantes islamistas se convirtieron en un punto central en la forma en que EEUU veía y se relacionaba con el mundo. Regímenes despóticos explotan este temor estadounidense a la militancia islamista y actúan con brutal violencia contra poblaciones disidentes de diferentes convicciones políticas y religiosas queriendo hacerlas pasar por yihadistas.
Las redes terroristas como Al-Qaida y el Estado Islámico hacen uso de actos discriminatorios como la prohibición de Trump, que describe a Occidente como fundamentalmente antimusulmán para que ellos puedan luego posicionarse como defensores del ámbito islámico. En un mundo de odio, temor y retroceso, ellos prosperan.
Como cabría esperar, la orden ejecutiva del Sr. Trump es percibida por muchos musulmanes como un acto de islamofobia que impulsa las divisiones sectarias tanto en Siria como en la región. Pero esos rasgos apenas son nuevos en las políticas estadounidenses y occidentales respecto a Oriente Medio.
Como sirio, puedo recordar un precedente vergonzoso de la indiferencia del Sr. Trump hacia el sufrimiento de los refugiados. El 21 de agosto de 2013, el régimen de Asad, en el mayor ataque con armas químicas llevado a cabo, utilizó gas sarín contra la asediada zona de Ghuta, en los alrededores de Damasco, asesinando a más 1.400 personas, entre ellas 426 niños . A mediados de septiembre de 2013, EEUU y Rusia llegaron a un acuerdo sobre armas químicas de Siria. En función del mismo, el Sr. Assad aceptaba la Convención sobre Armas Químicas y entregaba sus armas químicas (excepto el cloro, que no estaba afectado por la Convención) a cambio de librarse de cualquier castigo por su uso, lo que sirvió para prácticamente garantizar su supervivencia.
El Sr. Asad concluyó con razón que podía continuar matando rebeldes con cualquier tipo de arma excepto las químicas. El presidente Barack Obama decidió no establecer una zona de exclusión aérea, por lo cual el Sr. Asad continuó arrojando bombas de barril sobre hogares, escuelas y hospitales en las zonas bajo control rebelde. Esencialmente, Obama no hizo nada por que en el acuerdo figurara algún tipo de protección para los rebeldes sirios.
El acuerdo de las armas químicas fue un enorme regalo para grupos extremistas como el Frente Nusra y el Estado Islámico, dando credibilidad a su discurso nihilista de que el mundo está contra nosotros y que quienes buscan justicia para los musulmanes en el orden mundial occidental están equivocados, que incluso son agentes de los cruzados.
La huida de millones de sirios a los países vecinos y Europa sólo se intensificó tras ese acuerdo de armas químicas, lo que asestó un golpe brutal a nuestras esperanzas de cambio político. En 2014, el régimen de Asad inició ofensivas militares agresivas contra múltiples ciudades. La limpieza étnica obligó a cientos de miles de seres a huir de sus hogares. Se intensificaron los ataques con bombas de barril sobre zonas residenciales. Por lo tanto, la crisis de refugiados sirios en 2014 y 2015 nació del acuerdo de armas químicas puesto en marcha en 2013.
Puede que el Sr. Obama y el Sr. Trump tengan personalidades muy diferentes, pero, hasta ahora, la administración de Trump parece ser justo una continuación de la de Obama en cuanto a su actitud hacia Siria y Oriente Medio.
Durante casi medio siglo, a los pueblos del Oriente Medio se les han negado las libertades políticas y la seguridad económica, oprimidos por juntas violentas como el régimen de Asad. Si una clase de estadounidenses se ha sentido abandonada por su establishment político, ha sentido que su seguridad económica se esfumaba y ha decidido elegir al Sr. Trump, ¿por qué resulta tan sorprendente que hayan surgido en Oriente Medio el Estado Islámico y al-Qaida?
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, hay más de cuatro millones de sirios refugiados en Turquía, Líbano, Jordania, Egipto e Irán. Alrededor de 6,3 millones se encuentran desplazados dentro de Siria. De estos aproximadamente 11 millones que han perdido sus hogares, EEUU ha aceptado alrededor de 10.000.
Su prohibición servirá para fortalecer al Estado Islámico y Al-Qaida porque crea un mundo en el que se ha despojado a la gente de esperanza, y en que los musulmanes son especialmente discriminados.
El Sr. Trump está ahora considerando el establecimiento de «zonas seguras» en Siria para los refugiados sirios. Pero, teniendo en cuenta la visión que tiene del mundo y su relación con el presidente Vladimir V. Putin de Rusia, aliado de Asad, nada nos anima a valorarlo como un esfuerzo para proteger a un pueblo expuesto y deshumanizado por el régimen de Asad, el Estado Islámico y otras organizaciones terroristas. Me temo que las «zonas seguras» del Sr. Trump servirán únicamente para confinarnos y aislarnos. Trump debería comprender que ya tenemos en vigor un acuerdo que tiene en cuarentena a los sirios: la Siria de Asad.
Yassin al-Haj Saleh, autor del libro de inminente publicación «Impossible Revolution», es un escritor y disidente sirio exiliado en Turquía.
Fuente: https://www.nytimes.com/2017/02/02/opinion/how-isis-benefits-from-trumps-ban-on-syrians.html?_r=1
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