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¿De dónde viene?

Fuentes: Diagonal

Es probable que quien escribió el editorial de El País «Bienvenidos al poder» tuviera en mente el cuento de Onetti Bienvenido Bob, pues de aquel texto emanaba el mismo regocijo que siente el personaje de Onetti, hombre de poco mérito «atado a cosas miserables», al ver cómo Bob, un joven que se quiso generoso y […]

Es probable que quien escribió el editorial de El País «Bienvenidos al poder» tuviera en mente el cuento de Onetti Bienvenido Bob, pues de aquel texto emanaba el mismo regocijo que siente el personaje de Onetti, hombre de poco mérito «atado a cosas miserables», al ver cómo Bob, un joven que se quiso generoso y audaz, ha caído, pasados los años, en una vida en penumbra, mezquina como la que no soñó. «Las nuevas formaciones», se decía en el editorial, «son bienvenidas al poder, aunque no sea exactamente lo que esperaban».

¿De dónde viene el regocijo de insinuar a quienes empiezan que terminarán siendo como ellos, asumirán que casi nada puede hacerse y caerán en sus desmanes, servilismos y faltas de honestidad? La vida no es pura, ya se sabe; vivir es complicarse y errar y alguna vez un brillo de placer en las mejillas y a menudo tocar lo que no se puede y a ratos doblegarse y a ratos blasfemar. Pero cuando se mira a un niño o a una adolescente y se piensa que un día se habrán quebrado algunos de sus sueños, que habrán perdido precisión y fuerza, y se habrán muerto sin motivo, sin justicia, personas a quienes amaban, nadie, tampoco quienes ya perdieron, se regocija en ello. De igual modo, si realmente llegar al poder implica terminar atándose a cosas miserables, ¿no debiera escribirse con dolor?

En el cuento de Onetti aparece el nombre de Bob pero no el del personaje narrador que le da la bienvenida. Cualquiera puede descubrir dentro de sí a ese personaje, el alivio con que observa a Bob moverse «sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies ine­vitables». Puede que nada de lo que esté pasando se parezca a lo imaginado, o hasta puede que se parezca demasiado a cosas que ya fueron. La lucha de clases no se gana sólo con unas elecciones, ni la estructura del sentimiento capitalista se cambia sólo con voluntarismo, ni la «presión distraída» de los miles de pies que señalara Onetti es evitable, aunque sí lo sea la distracción. Sin embargo, Bienvenido Bob no trata de Bob, trata del regocijo del narrador y su otra cara: el miedo al día en que el voluntarismo de Bob se convierte en voluntad.

Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/culturas/27552-donde-viene.html