Uno de los temas pendientes en la agenda política española, es el de la inmigración. Si bien a lo largo de la última década han existido debates y propuestas direccionadas en este sentido, la nueva reforma de la ley de Extranjería -que acaba de aprobar el gobierno- podría facilitar a miles de migrantes la obtención de permisos de residencia o de trabajo.
Según datos oficiales, en España viven unos cinco millones y medio de extranjeros, de los cuales más de un tercio procede de países de América Latina. Las crisis económicas, sumadas al drama del exilio forzado por hambrunas y guerras, han provocado un notable incremento en el número total de inmigrantes que llegan a Europa en busca de un mejor porvenir.
El Gobierno de Pedro Sánchez necesitaba generar fuertes reformas de la ley, tal como a mediados del año 2000 había prometido. Los cambios, adoptados en Consejo de Ministros, fueron considerados “medidas de mucho calado”. José Luis Escrivá, responsable de Seguridad Social, sostuvo que “el objetivo es propiciar una migración regular, ordenada y segura”.
Con esta reforma España legalizará la permanencia de personas víctimas de abusos perpetrados por empleadores inescrupulosos que les pagan en negro, sin ninguna garantía jurídica. Por otro lado, se espera que los ingresos provenientes del colectivo inmigrante regularizado entren al circuito económico legal, en una política a tres bandas que puede además representar mayores índices de seguridad y control de las autoridades.
Según el portavoz de la Red de Círculos de Podemos Exterior, Miguel Ferris “La inmigración en Europa es una cuestión natural de la historia de la humanidad. Desde la época neolítica existieron las migraciones por causas climatológicas, económicas, por búsqueda de recursos y alimentos, por causas bélicas, por supervivencia, etc. Son muchísimas causas que siguen siendo además muy parecidas. Europa es un enclave que trashuma de migraciones. Si nos referimos a la situación posterior a la Segunda Guerra Mundial, yo diría que la migración en Europa es el mecanismo de reconstrucción de todo el continente, y sobre todo en los países más avanzados; aquellos como Francia, Alemania, Bélgica, etc., En España, dado el régimen dictatorial de Franco, no hubo un fenómeno de llegada de inmigración; más bien fue al revés, fueron los españoles que en la posguerra tuvieron que emigrar en los años 60 y 70, y mucho de ellos ya no volvieron”.
Las causas que provocan los grandes éxodos y la emigración se han incrementado en todos los términos; tanto en América Latina como en Europa. Ferris sostiene que allí existen dos tipos de emigraciones. “Los que se desplazan de un país a otro diferente, y luego las emigraciones y desplazamientos internos, como por ejemplo en Colombia, que es el segundo país del mundo con mayor desplazamiento: Ocho millones a raíz del conflicto armado y de la situación económica y de desigualdad. Mucha gente que llega a Europa desde la zona subsahariana, desde Oriente Medio, etc., se quedan en búsqueda de lugares en donde vivir mejor, y esa búsqueda es en países limítrofes; por las limitaciones legales y judiciales. Es decir que a falta de un derecho de asilo reconocido -y las barreras del Tratado de Schengen que blindan de alguna manera los límites de la Unión Europea- hay inmigrantes que buscan seguridad en el país vecino al suyo. En ese sentido, aunque debería haber un derecho garantizado como teóricamente sí se reconoce a la inmigración, en la práctica los estados deberían estar obligados a cumplirlo. Y está claro que ni siquiera cumplen el derecho de asilo que tiene unas cláusulas muy específicas”.
Por su parte, Francisco López, miembro del Equipo de Coordinación de la Red de Círculos Latinoamérica Podemos Exterior afirma que “En Europa el debate de la inmigración ha servido más bien de arma política que de un verdadero cumplimiento de la legislación humanitaria internacional”
El diálogo entre Miguel Ángel Ferris y Francisco López -que tuvo como eje central la reforma de la ley de Extranjería- ocupó el espacio de tertulia del programa “Cenizas de Babilonia, Diáspora Española”, presentado por Roberto San Martín. “La inmigración en España es un hecho desde que se abrieron las fronteras por la necesidad imperiosa de refrescar el tema de la seguridad social y de los aportes, ya que la población que se estaba haciendo mayor y no había muchísima gente que pudiera aportar o trabajar. Había una necesidad imperiosa de mano de obra a partir del año 2000. Entonces se dio esa posibilidad de poder contratar a gente de afuera, de que muchísima gente pudiera llegar a España y se sumara a todo que significaba el organigrama o la ciudadanía española. Los inmigrantes eran bien recibidos porque nos hacía falta mano de obra. Y llegó mucha gente muy cualificada y otra gente no tan cualificada. A partir de 2008, con la crisis, indudablemente todas estas personas que vinieron y que ya están incorporadas dentro de la sociedad española, generaron esa fobia hacia el inmigrante que tiene expresiones como “nos quitan el trabajo, nos quitan el pan”; y siempre todo esto muy enarbolado por las banderas de Vox o del PP”.
España no es solo la puerta de Europa, sino que tiene una recepción importante de extranjeros e inmigrantes. “De hecho los marroquíes son los que más han emigrado, siguiendo por ciudadanos de Rumanía, Colombia, Ecuador, Venezuela, Argentina y hasta el Reino Unido, de donde también han emigrado a España para buscar una mejor calidad de vida”, puntualizó Francisco López.
Durante el repaso de la historia de las inmigraciones y emigraciones experimentadas por España a lo largo de los años, el Coordinador de la Red de Círculos Latinoamérica Podemos Exterior, recordó que “En un principio todo el mundo valía porque necesitábamos mano de obra. Pero después, cuando todo esto se fue consolidando, inventamos a emigrantes de primera categoría y emigrantes de segunda categoría. O sea que no rechazamos a los extranjeros si éstos eran turistas, cantantes, deportistas, si tenían fama y si podían aportar. De hecho tenemos algunos inmigrantes de Cuba, de Venezuela y de otros países de Latinoamérica que están compitiendo en el atletismo español y enarbolando la bandera de España. Parece ser que siempre a los que tenemos que rechazar es a los pobres, a los que supuestamente van a perjudicarnos, van a quitarnos el trabajo, cuando en realidad son utilizados por los grandes latifundistas -sobre todo en el sur de España- para la explotación; una situación tremendamente caótica”.
Ese clasismo al que hace referencia López, habla a las claras de la aporofobia que fue inoculándose desde los medios hegemónicos. Los inmigrantes pobres eran estigmatizados, asociándolos con el crimen y la delincuencia; mientras que los inmigrantes mejor posicionados económicamente, eran recibidos con los brazos abiertos. “Por unas causas o por otras España siempre ha sido muy promiscua en la trata de personas. Esto afecta a más de cuarenta y cinco mil mujeres y niñas desde que se abrieron las fronteras debido a la necesidad imperiosa que había de refrescar un poco el tema de la seguridad social y de los aportes. Yo creo que a estas cuestiones hay que ponerlas en un contexto muy importante. No nos damos cuenta de que al igual que nosotros hemos recibido a inmigrantes, también muchos españoles han salido al exterior por varias razones. A partir de 2008, con las políticas de Rajoy, se incrementó la emigración española. La mayoría de los españoles emigrados ha elegido Reino Unido, Alemania, Francia; países muy receptores. Del mismo modo que a los españoles se nos ha recibido en otros países, pues España está en la obligatoriedad de recibir a toda la gente que venga a aportar”, afirma López.
Miguel Ángel Ferris puntualiza en las causas del rechazo y la creciente xenofobia, explicando que “Muchas de las causas tienen un origen común. Normalmente la manipulación mediática blanquea las consignas de la ultraderecha y de los grupos fascistas que en estos momentos en Francia han sumado hasta un cuarenta por ciento en el voto a las presidenciales. Es muy fácil entrever que lo que está pasando en España con el linchamiento de los líderes de izquierda, del independentismo y de otro tipo de luchas progresistas, está hecho para blanquear esa agenda, para facilitar que la población normalice la agenda de la extrema derecha. Y evidentemente una gran parte del mensaje de odio y de desinformación viene instalada sobre el miedo, un miedo que se aprovecha del temor humano a lo desconocido. De hecho existe una teoría conocida como El Gran Reemplazo, que pretende instalar la idea de que Europa está en un proceso de disminución de población cristiana y blanca por otra en ascenso de población musulmana. Son este tipo de teorías las que alimentan la imaginación de la población a la hora de ir a votar. En España pensábamos que estábamos inoculados contra el mal del racismo, porque decíamos que la extrema derecha no tenía oportunidad de surgir por diversas causas. Sin embargo cuando el PP necesitó no perder votos hacia su derecha –cuando la corrupción asolaba las páginas de los periódicos-, de alguna manera los poderes económicos y las elites decidieron segmentar en tres partidos (Ciudadanos, Vox y PP) el voto conservador, y en este sentido Vox apareció, y dado el blanqueamiento de los medios españoles (la mayoría de ellos en manos de la derecha), y dada además esa falta de educación política de la ciudadanía española que ha tenido cuarenta años durante los que no ha podido hablar de política, pues tenemos a una población muy desinformada y fácilmente manipulable. Por lo tanto en el fondo es similar la respuesta aunque los niveles no son todavía exactamente iguales”.
El gobierno aprobó una reforma que facilita la regularización de los inmigrantes. La razón podría ser también la falta de personal en distintos sectores de la economía, como el turismo y la agricultura. “Quizás esta reforma se hace para facilitar la llegada, aunque tiene criterios muy economicistas. Siguen existiendo los CIEs (Centro de Internamiento de Extranjeros) en condiciones vergonzosas. Y estas sombras no pueden seguir cayendo sobre un gobierno progresista; de modo que hay que poner el acento en la sociedad civil y en los grupos que trabajan sobre la admisión de la inmigración”, concluyó Ferris.