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Siria

De la revuelta social a la guerra abierta

Fuentes: Rebelión

Cuando al calor de las revueltas de Túnez y Egipto en el invierno de 2010, surgieron los primeros atisbos de que esta ola de reivindicaciones pudiera prender también en Siria, nuestra entrevistada en esta ocasión, Elisa Marvena, preguntaba a un amigo sirio qué iba a pasar en su país. El hombre, ya mayor, fue claro: […]

Cuando al calor de las revueltas de Túnez y Egipto en el invierno de 2010, surgieron los primeros atisbos de que esta ola de reivindicaciones pudiera prender también en Siria, nuestra entrevistada en esta ocasión, Elisa Marvena, preguntaba a un amigo sirio qué iba a pasar en su país. El hombre, ya mayor, fue claro: «En Siria no pasará nada… no pasará nada o será un desastre internacional«. 

Memoria de la represión

En la memoria de este sirio seguía presente la matanza de Hama de 1982. Entonces, el régimen de Hafez Al-Asad, padre del actual dictador, reprimió una revuelta popular matando a unas 40 mil personas en pocos días y dejando la ciudad en ruinas. Para los de su generación, ésta era la verdadera cara del régimen de los Assad y, aunque tal vez ya no lo pareciera, lo seguía siendo. Pero como dicen la juventud es osada (y menos mal que lo es), no sabe de historias ajenas y quiere escribir la suya propia, más aún cuando siente que lleva razón en denunciar injusticias. Así, sucedió que en la ciudad de Daraa, en marzo de 2011, en plena primavera de las revueltas árabes, unos niños de 11 años pintan en el muro de su escuela: el pueblo quiere la caída del régimen.

 

Los niños desaparecieron durante varios días y las familias fueron a protestar. El jefe de seguridad, Aatef Najib, primo de Bashar al Assad, respondió: «olvidaos de vuestros hijos, si queréis nuevos, traernos a vuestras mujeres.» Tiempo después los pequeños aparecieron con signos de haber sido brutalmente torturados. La gente comenzó a salir a protestar, pidiendo la dimisión de los responsables y reformas en el régimen. «Ni siquiera pedían la caída sino reformas, así eran de inocentes.» Hubo cien muertos en la primera semana y las protestas se expandieron…

Siria es un país anclado en el Medio Oriente, con salida al mar Mediterráneo. Hace frontera con Turquía al norte, el Mediterráneo y Líbano al este, Israel y Jordania al sur e Irak al oeste. Su capital Damasco, es uno de los centros culturales históricos de la civilización. Nuestra compañera Elisa, co-fundadora de Solidaridad con la Revolución Siria en Barcelona, nos hace un repaso del estado de cosas durante el régimen de Hafez Al Asad, padre del actual dictador.

«El padre de Basar Al Asad era secretario de defensa sirio durante la Guerra de los 6 Días contra Israel. Decidió retirar sus tropas permitiendo que Israel tomara los Altos del Golán.» Nunca puede decirse nada a ciencia cierta sobre los asuntos políticos de primer nivel, son tremendamente opacos. Sin embargo dan pie a las conjeturas, como la que dice que tal vez esa maniobra en los altos del Golán favoreció después otra, la que consistió en un golpe de estado que en 1971 llevó a Hafez al poder. Desde entonces a pesar de la propaganda pro-palestina del régimen, no ha habido en todos estos años ningún enfrentamiento con Israel que pasara de lo puramente verbal. Hafez «el león»(Al Asad), instauró un régimen militar comandado por una cúpula minoritaria alawita, a la que pertenece su familia. «Gobernó bajo el partido Baaz y si bien no había una situación de pobreza extrema, sí que su familia controlaba todo, la economía, la industria, los servicios secretos, fuerzas armadas… El sistema de represión y censura ha durado 40 años, no se podía hablar de política, la policía secreta estaba por todos lados, el retrato del dictador debía estar en tu casa, era un control total, en la calle, con tu familia…»

La revuelta y la sociedad civil

Este es el contexto que precede a las revueltas encabezadas en su mayoría por la gente joven. «Los jóvenes se movilizaron sin ser conscientes realmente a quién se enfrentaban, criados en una situación en la que ni siquiera en tu casa se podía hablar de política aunque tus padres fueran contrarios al régimen. Poco se podía aprender de las ideas, la experiencia y las historias de los mayores, tampoco se podían leer libros, sí había gente movilizada contra el régimen pero era una minoría. La juventud ha tenido que aprender muchas cosas en muy poco tiempo.» Elisa evoca el momento de las revueltas como un estallido común en el que los más jóvenes se llenaron de valentía. «Fue una situación de esperanza a nivel internacional, además de las revueltas de Túnez y Egipto, hubo movilizaciones en todo el Mediterráneo, en Turquía, el 15M en España, las luchas en Grecia, incluso en Estados Unidos surgió Ocuppy Wall Street.»

En Siria las protestas pacíficas se prolongaron durante siete meses pero ya desde el primer momento había francotiradores que disparaban a la gente en la calle. «A medida que la contestación del régimen va siendo cada vez más violenta se pasa de una revuelta, de las peticiones de reformas y cambios, a una revolución porque lo que se pretende entonces es derrocar el sistema. La gente tenía miedo porque no están acostumbrados a estas situaciones pero cuando empiezan a ver cómo matan a sus amigos en las calles, se rompe la barrera del miedo, se rompe algo que hace que ya no te puedas quedar en casa aunque antes ni siquiera te importara la política. Los jóvenes se encontraban siendo detenidos, torturados, con sus compañeros muertos. Se producen situaciones que son muy difíciles de gestionar.» El ejército y la policía no aflojan. Entre ellos se establecen dos líneas de actuación, si la primera duda o no dispara a los ciudadanos que se manifiestan, la segunda debe disparar a sus propios compañeros, según relata Samar Yazbek, escritora y activista alawita contra el régimen. Surgen las primeras organizaciones civiles de defensa armada para proteger a los manifestantes y las primeras deserciones en el ejército. De la unión de estas dos circunstancias se formará en junio de 2012 el Ejército Sirio Libre, al que muchos de estos jóvenes se van a unir. «Se dan casos de gente de veinte y pocos años, universitarios que jamás en su vida se preocuparon por la política que con todo su corazón y la ilusión por liberar a su país, cogen el fusil y se unen al ejército. Tienen una ilusión y una energía tremenda pero hay poca teoría detrás, falta mucho conocimiento y eso es importante para saber a dónde ir y poder construir una alternativa.» Así, tenemos toda una generación que no estaba interesada especialmente en la política y a la que les ha venido toda esta situación límite encima. «Gente que sale ahora a la calle, dispuesta a protestar y combatir y que hasta ahora habían sido ciudadanos modelo.»

Esa ingenuidad o falta de un conocimiento profundo del funcionamiento de los juegos políticos y las tramas internacionales tienen para Elisa una importancia clave para que se puedan producir cambios profundos. «La gente que ostenta el poder está más allá de quien pone el nombre al régimen. Se pude derrocar al régimen, cambiar las caras, los partidos pero todo lo que hay detrás no sólo internamente, que lo hay, sino a nivel de intereses internacionales es lo realmente importante. La realidad es que a la comunidad internacional no le interesa que tenga éxito una revuelta democrática en los países árabes. La situación es similar a lo que ocurre en Egipto, donde en esencia nada ha cambiado, Sisi, que ahora va de revolucionario, es igual que Mubarak.»

Los actores, internos y externos, del conflicto

Siria es un país de mayoría suní, en torno al 70% de su población, mientras que un 20% lo componen cristianos, kurdos y otras minorías y el 10% restante pertenece a la secta alawita, en cifras aproximadas. Esta es la minoría a la que pertenece la familia Assad que domina el país, pero cuenta con el apoyo de sectores de la burguesía sunní, sobre todo de Damasco y Alepo, así como con el miedo infundado por su propagando sobre otras minorías, alegando que sólo bajo su poder podrán estar protegidas. Los medios hablan con facilidad de guerra civil entre suníes y chiitas, pero resulta un recurso para propagar la confusión que nada tiene que ver con la realidad.

«Hay gente dentro de la izquierda que afirma que Bashar es socialista, que es antiimperialista porque está contra Estados Unidos.» También los hay que aseguran que el régimen siempre ha apoyado a los palestinos, cuando en Yarmuk, los refugiados han sido duramente reprimidos, se encuentran bajo asedio casi desde que comenzó la guerra y la gente muere de hambre a diario. «Tanto a EEUU como a Israel les venía de perlas que los Assad controlaran el poder en Siria, en todos estos años nunca han tenido problemas con ellos, ni ha habido ningún tipo de enfrentamiento

En Siria la revuelta trajo consigo el florecimiento del activismo civil, con asociaciones de estudiantes o de mujeres, que estaba totalmente reprimidos. «Comenzaron formándose los comités de organización local para el transporte y reparto de medicinas y alimentos entre las familias asediadas y desplazadas. Estos comités se encargaron también de la organización civil para la defensa de las ciudades.» Como ya hemos apuntado en junio de 2012 se forma el ESL a partir de estas juntas de defensa a las que se adhieren muchos jóvenes y los desertores del ejército y la policía del régimen. Tras un tiempo de conflicto armado entre el régimen y el ESL, aparece en escena Al Nusra, la rama de Al Qaeda en Siria. En Irak esta facción resultó un desastre ya que causó muchos daños a la población. «En Siria sin embargo su comportamiento es diferente, luchan contra el régimen y apoyan la revolución. La gente así lo percibe y les apoya, además los ven muy preparados, con mejores armas, mayor experiencia y organización.» El paraíso está prometido a quien muera en combate y el estar dispuestos a sacrificarse y morir por la causa, multiplica su efectividad. Al Nusra está formado por muchos extranjeros en su mayoría iraquíes, aunque cada vez se le suman más sirios. Aunque han combatido junto al ESL empiezan a haber entre ellos algunos conflictos, sobretodo por cuestiones territoriales.

Dentro de la resistencia al régimen empiezan a formarse brigadas de carácter religioso que se unifican en el Frente Islámico y se unen en la lucha con el ESL. Siria no es un país especialmente religioso, sino más bien tolerante y laxo, el mismo régimen ha mantenido siempre un carácter semi-secular. El aspecto religioso que toman algunos combatientes a menudo es fruto de la misma evolución de la guerra y de la propia naturaleza humana. «Las luchas empiezan por la libertad pero después de tres años en guerra, la presión a nivel psicológico es muy dura. Mantener la mente clara, los ideales intactos cuando se ha vivido tanta barbarie resulta más que difícil. Hay gente que en la guerra pierde su fe en dios y hay quien la renueva. Las circunstancias en guerra son muy duras, ya no sólo a nivel religioso, también algunos miembros del ESL han podido cometer barbaridades, pero es que es muy complicado mantener en todo momento la cordura después de tanto tiempo.» Por eso son horribles las guerras.

Al Baghdadi actuaba en Irak como parte de Al Qaeda hasta que decidió actuar por cuenta propia en Siria sin permiso de la organización, razón por la cual fue finalmente destituido. Se autoproclamó califa y líder del Estado Islámico y empezó a actuar por libre, enfrentándose a Al Nusra tras ser expulsado de Al Qaeda. Contra quien no se enfrenta el Estado Islámico (también conocido como ISIS, en inglés Islamic State of Irak and Siria) es contra el régimen de Bashar, ni el régimen contra ellos. Elisa explica que entre los activistas prefieren denominar a este grupo como Daesh, como se les denomina en Siria. Es el acrónimo en árabe y que tiene una connotación negativa para denominar a este grupo violento. Así Daesh parece que está empezando una lucha por los recursos petroleros y económicos más que por factores ideológicos. «Con el Daesh nos están volviendo a vender el miedo del terrorismo que después ya sabemos lo que trae consigo, cuando nuestros gobiernos empiezan a legislar acaparando poder y coartando libertades para defendernos de supuestas amenazas. Lo que sí es cierto es que es un grupo que está cogiendo mucha fuerza y no hace falta que hayan sido formados por la CIA; basta con que se junten a unos cuantos locos a los que se cuenta una patraña en un contexto internacional de islamofobia que favorece que los extremismos para cojan cada vez más fuerza.» Su salvajismo da miedo a todos, no sólo a los occidentales, y el miedo que saben que causan hace que se vengan arriba, que se crezcan. En Mosul, el ejército iraquí más numeroso y mejor armado, salió huyendo por el terror que les causó la noticia de la llegada del Daesh. En las zonas que controlan en Siria, la población tiene la ventaja de que el régimen de Assad no ataca al Daesh. «La gente tiene la sensación de que ellos controlan la situación, si les obedeces y sigues sus reglas religiosas no tienes problemas… a no ser que seas un chaval de 14 años a quien quieren reclutar, entonces estás en serias dificultades. El Daesh ha tomado el control de zonas petrolíferas de Siria y vende crudo al régimen, a Turquía y posiblemente a EEUU.»

Respecto al conjunto internacional y sus intereses en el conflicto, se entiende que todo el que llega, viene a ver qué pude sacar de aquí. EEUU no interviene porque está escaldado con Irak y Obama no quiere perder el apoyo de la opinión pública, harta de enviar sus soldados a morir por causas que no conocen. No obstante tenemos por otro lado a la industria bélica, motor fundamental de la economía estadounidense que no puede dejar de funcionar ni faltar a la cita bélica. «Ante este choque de intereses, en el que ya no se vende bien la idea de implantar democracia en países lejanos, lo que sí que aún funciona es el tema del terrorismo islámico y las ejecuciones públicas de periodistas estadounidenses.» Otra historia que se vende es la lucha por la supremacía religiosa entre chiitas y sunitas, que si bien puede tener cierto papel en el conflicto, lo que prima por encima de todo son los intereses económicos y de poder. «Ni a Irán ni a Arabia Saudí, les interesa que tengan éxito revueltas democráticas en los países árabes porque suponen una amenaza a sus respectivos regímenes y al status quo en la zona. Tampoco les interesa a Israel y EEUU por similares motivos.» Un ejemplo de esto es Bahréin donde las revueltas fueran aplastadas con tanques Saudíes y estadounidenses. ¿Y qué decir de Palestina? Los pueblos árabes apoyan la causa palestina por naturaleza aunque sus gobiernos no muevan un dedo. «Sean de la cuerda que sean los regímenes en los países árabes a nivel ideológico o religioso, lo que interesa a las grandes potencias es mantener un grupo reducido de gente que acapare el poder y con quien poder entenderse; una democracia es mucho más difícil de controlar.»

Refugiados y desplazados

Millones de personas han tenido que marcharse de sus casas por los bombardeos. Cada vez que el ESL libera una ciudad, la aviación del régimen la bombardea. La gente ha de trasladarse de lugar a menudo más de una vez y es difícil saber cuántos desplazados hay, se mueven constantemente. Se habla de más de tres millones de refugiados fuera del país y unos 6 millones de desplazados internos. «Al Líbano está llegando tanta gente que son ya casi la mitad de la población en un país pequeño, cuyos ciudadanos siempre han sido bien acogidos en Siria cuando han sido ellos mismos víctimas de conflictos. Sin embargo, la situación es tan extrema ahora mismo que se sienten invadidos y crecen los discursos xenófobos, utilizados desde las estructuras de poder, que han llegado a derivar en palizas a sirios en las calles.» El gobierno libanés simpatiza con Bashar, por lo que no hay apoyos para los refugiados sirios. Por su parte, Turquía ha hecho un discurso pro-revolucionario, mezcla de una supuesta solidaridad con sus vecinos musulmanes y sus propios intereses en la zona. En Estambul hay muchos refugiados en situaciones terribles, durmiendo en la calle y desprovistos de recursos y la atmósfera social es menos hospitalaria; por otro lado en el sur del país los sirios a menudo encuentran más apoyo social. «Ha habido sirios procedentes de clases medias-altas que han logrado impulsar las economías de esas zonas fronterizas, generalmente de ámbito rural. Hay lugares donde ya hay más sirios que turcos y sin embargo la gente les acoge, incluso simpatiza con su causa. Al menos esa es la sensación que yo he tenido y que me han transmitido al visitar las zonas«. Pero la moneda turca es más fuerte y quienes llegan con pocos ahorros aguantan poco tiempo. En Egipto la situación es bien diferente. «Existe un rechazo generalizado promovido por el régimen de Sisi que habla de la oposición a Bashar como fundamentalistas religiosos, siguiendo el discurso libanés. Esto hace que haya un rechazo social bastante más amplio, hay taxistas que no te llevan si eres sirio o que, por ejemplo, lo hacen directamente para entregarte a la policía.» En Jordania, el gobierno tampoco ofrece grandes ayudas, las organizaciones o asociaciones humanitarias están desbordadas y el campo de refugiados de Za’atari, está totalmente masificado y fuera de control.

En cuanto al estado español, se dice que en el CIE de Melilla el 80% son sirios; «yo no lo acabo de creer pero el dato es cuanto menos significativo. Para pedir el estatuto de refugiado debes entregar tu pasaporte a las autoridades y puedes pasarte un año en condiciones lamentables esperando una solución, por lo que la mayoría de los refugiados en la frontera deciden no pedir asilo e intentar la entrada por métodos alternativos.» Según el Reglamento de Dublín II, Europa sólo permite pedir el asilo en el país donde llegas por primera vez, lo que condena a los refugiados a la periferia europea.

Elisa ha llevado a cabo el proyecto Betmanna, con el objetivo de forjar vínculos a través del intercambio de cartas y dibujos entre niños sirios afectados por la guerra y otros niños alrededor del mundo. En sus viajes a distintos países alrededor de Siria, visitando familias y proyectos que trabajan con los refugiados, ha llevado a estos niños cartas para ellos desde Barcelona, y un poco de ilusión, «se entusiasman al saber que las cartas vienen de donde vive Messi.»

Hay mucha gente dentro de la izquierda que dice no apoyar a Bashar pero que, visto lo visto, la situación antes era mejor. Muchos países árabes se preguntan si ha merecido la pena la revuelta contra el régimen sirio. «Algunas ciudades importantes han visto el 80% de sus edificios e infraestructuras destruidas y la gente vive bajo el umbral de la pobreza, esto es real. Los escépticos, los pesimistas, aseguran que cuando salimos a protestar acabamos siendo manipulados por potencias extranjeras, pero ¿qué es mejor, quedarse en casa?»

Incluso después de estos años de guerra en un país absolutamente destrozado, sigue habiendo iniciativas desde sociedad civil que no hay que dejar de apoyar, huelgas y manifestaciones en zonas que el régimen controla, incluso en las del ISIS. «Hay más de 300 mil presos políticos.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.