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¿De qué hablamos y qué queremos realmente cuando hablamos y vindicamos «el dret a decidir»? (I)

Fuentes: Rebelión

Para Unidos Podemos. Si unidos podemos o aspiramos a poder, ¿por y para qué vamos entonces a separarnos, a «independizarnos», a distanciarnos, a debilitarnos, a enfrentarnos,… o a no decir claramente que deseamos seguir unidos aunque esta vez sea mejor, de otra manera, como dijo el poeta, que el tiempo y nosotros podemos ya imaginar? […]

Para Unidos Podemos. Si unidos podemos o aspiramos a poder, ¿por y para qué vamos entonces a separarnos, a «independizarnos», a distanciarnos, a debilitarnos, a enfrentarnos,… o a no decir claramente que deseamos seguir unidos aunque esta vez sea mejor, de otra manera, como dijo el poeta, que el tiempo y nosotros podemos ya imaginar?

 

Francesc Cambó hizo todo lo que supo por salvar la monarquía en 1930-1931; lideró el Front d’ordre en las elecciones de 1936, y poco más tarde se puso a disposición de la sublevación militar.

 

José Luis Martín Ramos (2016)

 

La izquierda no independentista (tanto en Cataluña como en el resto de España) ha claudicado (antes incluso de presentar cualquier resistencia) ante la imposición en el debate público del léxico que ha generado el independentismo, empezando por el manido «derecho a decidir». Lo he escrito en otros lugares y no me extenderé: un derecho inexistente en cualquier ordenamiento legal y en cualquier inventario de reivindicaciones del movimiento emancipatorio. Un sucedáneo, en realidad, del «derecho de autodeterminación», más propio de nuestra tradición, pero que el nuevo independentismo no utiliza porque sabe que, en su interpretación actual en el derecho internacional, no sería de aplicación a Cataluña… La izquierda, la mayor parte de la izquierda, ha acabado asumiendo un término que es fundamentalmente un invento de laboratorio y que es tan vaporoso que puede significar cualquier cosa. Eso es lo que permite que en las encuestas de opinión aparezca que «el 80% de los catalanes» está por el derecho a decidir. Y es que, claro, si a uno le preguntan si está por decidir cosa en su vida, lo extraño es que haya un 20% de encuestados que diga que no. Es revelador que en las encuestas nunca se pregunte directamente por si se está o no de acuerdo con la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Vistos los resultados electorales recientes, no hay que ser un lince para concluir que el sí no llegaría a ese mítico 80%. La izquierda lo sabe. Pero lo oculta y, lo que es peor, incorpora el concepto a su mensaje.

 

Francisco Morente (2016)

 

Por otro lado, en España no existen sólo «conversiones», es decir, que uno pase de conservador a radical o al revés, sino que se producen reconversiones: un doble «rebote». La izquierda más brillante que había en España era la de Barcelona, el PSUC y su entorno. Después se incorporó «Bandera Roja», gente como Alfonso Carlos Comín… ¿Qué quedó de todo aquello? Precisamente estos días ha muerto el director de «El Viejo Topo» entre 1972 y 1977, Pep Subirós. Las dos personas más «anti-revisionistas» de la época, que a los comunistas nos llamaban «social-traidores», fueron Miquel Roca Junyent y Narcís Serra. El recorrido de estos dos personajes ilustra sobre la izquierda en Catalunya y en España muchísimo más que varias tesis doctorales. Me refiero, por ejemplo, a la reciente renovación del ex vicepresidente del Gobierno Narcís Serra como consejero de Telefónica en Brasil hasta 2019, a lo que suma el cargo de consejero de la filial chilena de esta compañía. La trayectoria final del PSOE es una demostración de que en octubre de 1982, cuando todo iba a cambiar, algo falló. O nos engañaron, o se engañaron a sí mismos o se transformaron. Pero algo pasó.

 

Gregorio Morán (2016)

 

 

No quería empezar así, los disparates y las prohibiciones me obligan a ello. Es más que probable que un genio oculto, muy maligno y casi omnipotente, en contra de todas las apariencias, esté moviendo todos los hilos (los visibles e invisibles) a su alcance enlazando las decisiones de la dirección del PP con el permanente abono de las posiciones secesionistas en Cataluña (¡les ha tocado la Loto! ¡Qué felicidad la suya!, ¡todo les cuadra en su escuadra!) La unidad de los opuestos se decía en la tradición. Se presentan como adversarios, pero hacen lo imposible para ayudarse

¿Un disparate lo que estoy diciendo? Tal vez. ¿Tienen alguna conjetura mejor para explicar la prohibición de esteladas este próximo domingo en el Calderón? ¿No se consigue con ello que incluso personas que están a años-luz de la cosmovisión secesionista (¡para ponerse a temblar!) tengan que apoyarles en su protesta ante tamaño disparate antidemocrático? ¿Qué harán las fuerzas del orden-desorden con los ciudadanos que consigan introducirlas (que no serán pocos como es más que evidente)? ¿Los tirarán al suelo, los golpearán, los detendrán? ¿Han pensado en el manual de torturas? ¿Cómo en los viejos tiempos del palo y la persecución? ¿Convertirán la estelada en signo de libertad, dignidad y resistencia? ¡El Genio Maligno se las sabe todas! ¡Los federalistas, envueltos en lágrimas de desesperación, en la cuneta! (Por cierto, entre paréntesis: Junts pel sí y el PP rechazaron el pasado miércoles 18 de mayo en el Parlament la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) -66 mil firmas, la mía no estaba entre ellas- para una nueva ley educativa en Cataluña. La hipótesis se contrasta con éxito, una vez más).  

En el mismo orden de irracionalidad y disparate. Tomo pie en la prensa, no he oído las declaraciones. El «número tres» de Podemos, Pablo Echenique, ha comentado -sin ser desautorizado hasta el momento por otros dirigentes de su organización, sí por líderes de Izquierda Unida- que el presidente Maduro «está haciendo lo mismo que hace el señor Mariano Rajoy, que es hablar de otro país para no hablar del suyo». El Genio Maligno, que se las sabe todas, ha vuelto a actuar. ¡Qué barbaridad, a dónde hemos llegado! ¿Nos pasará algo? ¿Todo vale para la transversalidad y el supuesto populismo?

Dos autocríticas (críticas, más bien, de dos amigas-lectoras). Lamento no haber hecho hasta el momento ninguna referencia al golpe de la derechona brasileña y de sus amos. No se trata de construir la apología cegada de una presidencia y de unos gobiernos (Carla Guimaraes: «Quizás uno de los mayores errores del partido de Dilma y Lula fue haberse dejado absorber por la política tradicional brasileña. Después de tantos años en el poder, el PT ya no era tan cercano a los movimientos sociales que le apoyaron y estaba dedicado de lleno al juego político»), pero el estilo y las finalidades de derecha extrema imperial son más que evidentes en lo que ha sucedido y sigue sucediendo (con nuevas resistencias abiertas y no vencidas que no tendríamos que olvidar). La presidenta golpeada, Dilma Rousseff, lo ha expresado de forma razonable y justa: «La desigualdad en Brasil es negra, femenina, infantil y también, obviamente, masculina, pero negros y mujeres son fundamentales si se quiere construir un país desde el punto de vista social, cultural y de derechos humanos».

(Una reflexión complementaria -y un pelín extensa- de Alfredo Serrano Mancilla http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212366 > con un comentario de Lula de 2014 como cierre. La banca privada había vivido feliz con Lula y Dilma a lo largo de muchos años, sostiene ASM. Empero, «en época de vacas gordas, la política económica en Brasil fue muy exitosa en redistribuir riqueza a favor de las mayorías». Políticas sociales, el programa «Bolsa Familia» es un ejemplo, «fueron responsables de sacar a 36 millones de brasileños de la pobreza. Se generó empleo (20,8 millones de puestos de trabajo), se mejoraron los salarios y se crearon casi 80.000 nuevas pequeñas y medianas empresas». Todo esto se consiguió, comenta ASM, «sin romper con las alianzas con el sector financiero. La banca privada nacional engordaba sus cuentas y el capital-golondrina financiero llegaba del exterior al calor de las altísimas tasas de interés». Por momentos, de las más atractivas, financieramente hablando desde luego. «Un complejo equilibrio de ganar-ganar aplaudido por todos: alta aprobación de las mayorías y piropos de los medios internacionales». Por aquel entonces, como se recuerda, «se llegó a hablar de Brasil como la tercera vía latinoamericana». El idilio no duró mucho. «Desde hace unos años, la reducción de la entrada de divisas vía exportaciones supuso una importante restricción externa». Los capitales golondrina, práctica habitual en su estar-en-el-mundo-nube-financiero, «amenazaron con irse a otros lugares si no se sostenía la elevada tasa de interés». La pistola en la sien social. Entonces, llegó el problema que sí constituye, en opinión del autor, una de las principales razones de este golpe. «En un primer momento, Dilma cedió en su primer gabinete y colocó a Joaquim Levy en el Ministerio de Hacienda como contraparte para la negociación con la banca» ¡Qué mejor que un banquero como interlocutor con sus pares! ¡Entre colegas! Pero no resultó porque «Brasil exigía una respuesta no neoliberal si es que no se quería ahogar en la austeridad. Levy buscó el ajuste, pero los resultados económicos y sociales no hicieron más que empeorar». Se cambió de Ministro, se optó por una propuesta y una persona más keyenesiana: «mayores estímulos para la producción, más inversiones públicas (en redes ferroviarias, autopistas, aeropuertos y carreteras)». Fue una apuesta a favor de la industria productiva y no por y para la banca. «No sólo no gustó el nuevo rumbo, sino que enfurecieron cuando el gobierno de Dilma quiso reducir la brecha entre la tasa de interés que cobran los bancos por prestar y la que pagan a los ahorradores (spread bancario)». Este diferencial a favor de la banca privada, tenía en Brasil uno de «los valores más alto del mundo». De hecho, la propuesta implicaba una reducción mínima de la rentabilidad del capital financiero, con una tasa de interés algo menor. «Así, se pretendía reactivar la economía como lo hizo la Reserva Federal en Estados Unidos. Desde ese momento, la banca le juró muerte política a Dilma». Y así fue, la sentencia fue formulada. Ahora, concluye ASM, «la banca celebra el golpe con una revalorización del real del 1,5% en estos días. La bolsa de Sao Paulo ha pasado de 50.000 a 54.000 puntos desde el día del golpe». La banca privada vuelve a estar feliz y contenta por sus nuevas atrocidades. «El nuevo Ministro de Hacienda, Henrique Mieirelles, es exbanquero de Wall Street. A partir de ahora, lloverán recortes para la mayoría a medida que se inflan los beneficios para una minoría. Detrás del golpe a la democracia está la aversión a democratizar la economía». De eso ni hablar, es asunto de élites corporativas no de pueblo desfavorecido. Como siempre, afirma Alfredo Serrano con un innecesario toque de pesimismo, «la banca gana.» Tal vez no siempre. ¿Y si pierde esta vez?

Añado unas palabras de 2014 de Luis Inácio Lula da Silva, durante la última campaña presidencial brasileña (tomadas de Pascual Serrano, Medios democráticos. Una revolución pendiente en la comunicación, Madrid, Foca, 2016, p. 151): «Estoy cansado, todos los años es igual, dicen que el país está en quiebra, usan informaciones sin contrastar para acusarnos de corrupción, pero ahora está siendo mucho peor, han diseminado un odio hacia el PT que ha superado todos los límites». No se equivocó el presidente brasileño.)

La segunda autocrítica tiene al 15M como protagonista. En contra de lo que medio afirmé en la anterior sabatina, sí que se convocaron manifestaciones el pasado domingo. Disculpas por mi error. La de Barcelona fue un éxito (que pudo haber sido mayor por supuesto). De las mejores de los últimos tiempos: por el ambiente, por las gentes y por los contenidos. Reivindicaciones sociales en defensa de la educación y sanidad públicas, las PAH, los yayoflautas, banderas republicanas y ni una sola estelada. Ni una. Eso sí, una pancarta de un colectivo en defensa de la educación pública pedía-exigía educación en catalán (se sobreentiende, sólo en catalán; el castellano, la lengua de García Lorca, Matilde Landa, Neruda y Miguel Hernández, es en Cataluña -para algunos sectores sociales, no para «el pueblo catalán»- una especie de enemigo público, un agente de la reacción en el seno de la «nación oprimida»), en catalán, decía, como única «lengua vehicular» desde la guardería (escoles bressol) hasta la Universidad. El disparate monolingüístico excluyente se impone (es decir, nos golpea… ¿o no nos golpea y nos parece bien?) por su evidencia. Que tal supuesta vindicación de «justicia y progreso social» sea defendida por partidos y colectivos de izquierda, que dicen ser además revolucionarios, transformadores o radicales, es un misterio absolutamente insondable del que no hay forma de curarnos (por el momento). El catalán es lengua propia, maltratada afirman, incluso perseguida añaden en estos momentos, y el castellano, especialmente el castellano, lengua colonizadora y dominadora. ¿Y así siguiendo, hasta la imposición final del «tot en català, com és natural-i-tal»? La situación de los años cincuenta y sesenta, pongamos por caso, pero invertida. ¿Se trata de eso, se persigue eso?

Hasta aquí la autocrítica. El primer texto los elegidos es de uno de los historiadores actuales más lúcidos y penetrantes. Su libro sobre El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España, editado por Pasado&Presente, es mucho más que recomendable. Necesario como el aire que respiramos y exigimos. De Cambó, por cierto, tenemos en Barcelona, seguimos teniendo en la Barcelona de «Barcelona en comú», escultura (al lado de Caixabank) y avenida (al lado de la Catedral). ¿Nada qué decir ni hacer? ¿Cambó también és de casa nostra y no se toca?

Francisco Morente, historiador de la AUB, es uno de los intelectuales (estaba a punto de usar el singular) que, en mi opinión, mejor y con más lucidez ha escrito sobre el tema-monotema. El texto seleccionado es parte del escrito que nos hizo llegar el día de la presentación de ASEIC (Assemblea Social de l’Esquerra (Izquierda) de Catalunya) en Santa Coloma de Gramenet, el pasado 12 de mayo (visiten la página porfa… ¿por qué no se apuntan?)

La tercera reflexión, nada desencaminada, es de Gregorio Morán, de una entrevista suya con este activista e intelectual imprescindible (que como el rayo no cesa… ni, según todos los indicios contrastados, tiene fiestas que guardar) llamado Enric Llopis. Hay huellas de él todos los días, sin excepción, en rebelión.

Las notas de la semana: 1. Vuelvo al tema. La Delegación del Gobierno en funciones en Madrid -o alguna institución afín- ha prohibido la entrada de esteladas en el estadio Vicente Calderón este próximo domingo. ¿Pueden, están en sus atribuciones? ¡Se lo ponen (al secesionismo catalán) mejor que a Fernando VII! Por supuesto que yo no llevaría una estelada -tampoco una rojigualda-, ¿pero qué problema hay en que quien quiera pueda llevarla, mostrarla y ondearla? ¿Que organizarán lo de siempre? Pues que lo organicen, están en su derecho (esta vez sí). Más allá de la libertad de expresión, que desde luego cuenta y mucho en esto, ¿no han pesado «las autoridades» competentes que la posible exhibición de banderas secesionistas les perjudica a quienes las exhiben más que les beneficia y que, sobre todo, buscan siempre, y en toda circunstancia, demostraciones de que con España -no con tal o cual gobierno- no hay manera, que siempre tiene el palo a punto? Por lo demás, las esteladas representan a quienes representan, a un sector -no mayoritario, digan lo que digan- de la ciudadanía catalana. Si quieren mostrar una fuerte identidad nacionalista (ADN propio dicen a veces) en un partido de fútbol entre la multinacional Barça-Qatar y el Sevilla pues que lo hagan. ¿Dónde está el problema? Por lo demás, quien ha prohibido la exhibición de esteladas es un gobierno, no España, no Madrid, no los españoles, y la reivindicación de exhibición de banderas en acontecimientos deportivos (asunto al que no me opongo) debería permitir, en buena lógica, el uso de otras banderas en acontecimientos políticos o no tan político, también aquí, en Cataluña. 2. El miércoles 18 de mayo visitó el Parlamento catalán y fue recibido por la presidenta del Parlament, Arnaldo Otegi, el líder independentista vasco (según lenguaje nacionalista, un español; hablan siempre de España y Cataluña, luego por tanto…). Ninguna objeción a la visita. ¿Qué objeción democrática puede señalarse sean nuestras posiciones las que sean? ¿A qué viene el numerito del PP y Ciudadanos? ¿Dar leña al fuego de la incomprensión de siempre? En otro orden de cosas: ¿hay que mostrar a Otegi, como se ha hecho por algunas fuerzas, como un modelo, como un referente político revolucionario? ¿Y eso por qué (sin olvidar ni justificar atropellos por supuesto)? Añado: a mí me gustaría que alguna vez se invitara al Parlament catalán, como reconocimiento y prueba de admiración, al Mandela español, a unos de los «mandelas» españoles (incluyo también a los catalanes por supuesto). Hablo de Marcos Ana. ¡Nuestras libertades, también las llamadas nacionales, deben tanto a ciudadanos como él! ¿Para cuándo esa invitación? (Entre paréntesis: Otegi conversó con grupos afines y con el colectivo parlamentario de «Catalunya sí que es pot». ¿De qué hablarían? ¿Le explicarían que ellos no son nacionalistas ni independentistas, que la vía catalana no puede ser modelo para nadie y que la apuesta del Parlamento por la «desconexión» no es democrática, que es una estafa inadmisible? Otegi declaró también que lo de Hipercor jamás debió suceder. ¿Por qué fue en Barcelona, en Cataluña? Por supuesto que no. ¿Y lo de Yoyes? ¿Debió o no debió suceder?) 3. Lo de Brasil es tan evidente que hasta los del global-imperial publicaron el pasado 16 de mayo un artículo -de Carla Guimaraes: «Érase una vez un país llamado Brasil»- que refuta de la A a la Z la mayoría de sus editoriales e informaciones sobre América Latina. 4. ¿Cómo es posible que un intelectual como Josep Ramoneda pueda escribir -«La tecnología y la vida», El País, 14 de mayo de 2016, p. 2- un paso como éste? «La innovación tecnológica ha permitido que la humanidad avanzara sobre la base de disponer de unas prótesis más potentes en el divagar por la tierra. Pero el problema no está tanto en los nuevos instrumentos como en el uso que se hace de ellos: es decir, en los humanos que somos quienes los utilizamos. Un avance tecnológico puede servir para lo mejor y para lo peor: un cuchillo permite cortar algo para comer o apuñalar al enemigo; la energía atómica puede iluminar todo el planeta o destruir la humanidad. La fascinación ante el proceso tecnológico es legítima: si mirando el cielo se soñaban dioses, el espíritu se aturde cuando los humanos son capaces de producir una explosión más brillante que mil soles«. ¿La energía atómica puede iluminar todo el planeta? ¿Tan beneficiosa como el cuchillo que nos sirve para cortar nuestra comida? 5. Lo ha señalado Camilo S. Baquero: «A pesar de la unidad con la que el mundo municipalista, las entidades sociales y la Generalitat abordaron el recurso del Gobierno central a la ley antidesahucios y contra la pobreza energética, algunos municipios echan de menos más compromiso con la parte de la norma que no fue recurrida». Punto importante. «Por ello, alcaldes y la comisión promotora del texto suspendido están presionando al Gobierno catalán para que siente en la mesa a las empresas suministradoras y a la banca, y corresponsabilizarlas en la ayuda a las familias vulnerables». Dentro de ese mientras tanto, está utilizar las herramientas que el recurso del Gobierno en funciones del PP no tocó de la ley 24/2015- De hecho, en Barcelona, «solo Iberdrola comunica a los servicios sociales los impagos para verificar que no se trate de personas en situación de vulnerabilidad y evitar los cortes». 6. En 8TV, durante un debate entre dos candidatos de CDC (para algún cargo interno o institucional, no importa), el pasado martes 17 de mayo. En boca de la candidata y para justificar la no subida del IRPF (calderilla para las personas implicadas) a las rentas más altas (más de 90 mil euros anuales): «Es que en Cataluña el nivel es más alto, mucho más alto, diez veces -¡10 veces!- más alto que en España». Tal cual, sin errores el que firma. 7. Nombre de uno de los cursos de formación para el profesorado de la escuela pública organizado por la Dirección General de Ciclos Formativos del departamento de enseñanza de la Generalitat de Catalunya: «Tots som empresa», todos somos empresa. El curso, no es broma, será impartido por una empresa. 8. Destino del dinero «prestado» a Grecia (Joan Boada, «Grecia con dignidad», El País (Cat), 18 de mayo de 2016, p.2): el 54% ha ido a parar a los acreedores (reembolso e intereses); un 25% a la recapitalización de los bancos; un 15% a los acreedores del sector privado. El 6% restante ha ido a las arcas del Estado griego.

Para el asunto de esta semana. En el prefacio a la Correspondencia (1916-1955) entre Einstein y Born, Werner Heisenberg escribió: «Naturalmente, todo trabajo científico está basado, consciente o inconscientemente, en una posición filosófica o una determinada estructura mental, que prestan al pensamiento un sólido punto de partida. Sin esta definida actitud, los conceptos y las asociaciones de ideas difícilmente pueden alcanzar el grado de claridad y lucidez esencial para el trabajo científico. La mayoría de los científicos están dispuestos a aceptar nuevos datos empíricos y reconocer nuevos resultados con tal que quepan dentro del marco de su posición filosófica. Pero en el curso del progreso científico puede ocurrir que toda una nueva gama de datos empíricos sólo pueda ser cabalmente comprensible haciendo el enorme esfuerzo de ensanchar el marco filosófico y modificar la misma estructura del pensamiento».

Salvando todas las distancias y reconociendo, por supuesto, que el pensamiento político está muy lejos de ser o tener de manera preferente las características del pensamiento científico (que tampoco hay que idealizar, sus «lados oscuros» no son inventos indocumentados de irracionalistas anticiencia), algo de lo señalado por el gran (y algo más que germanista) físico alemán se puede aplicar a las reflexiones políticas generadas por la situación política catalana desde hace ya años: conviene ensanchar el marco filosófico o afín y modificar la misma estructura del pensamiento, la de todos (también la nuestra por supuesto). ¡Menuda tarea! ¡A ver quién pone sus manos en esa salsa… y tiene éxito, por parcial que sea!

El tema: diez aproximaciones, las siguientes la semana que viene, que me estoy pasando. Antes de ello, para que se me vea la pluma y el plumero: tengo mi voto decidido. Apoyaré a En comú Podem y con más entusiasmo que en el 20D. Doy mis razones, la más básica: los federalistas de izquierdas (y en serio en lo segundo y también en lo primero) tenemos que apoyar, ahora más que nunca, esta unidad de fuerzas de rebeldía e indignación (Unidos Podemos y sus alianzas afines), señalando con voz clara y alta -tanto en Barcelona o Donostia como en Madrid o Sevilla- que no estamos por ninguna ruptura, por ninguna secesión, que estamos por impulsar una federación de comunidades que quieren libremente federarse (sin trampas ni cartas escondidas). Una parte del todo, una parte de los activistas y votantes, de En comú podem, ha tenido y tiene tener estas finalidades. Y hay que decirlo alto, para que se nos escuche y no cuenten mal y sumen grupos abelianos con conjeturas de Fermat. No niego la posibilidad, eso sí, por motivos de superación y avance políticos, de consultas y referéndums. De ello, en la próxima sabatina.

1. El derecho a decidir (territorial) no es una expresión que ha sido usada por ninguna fuerza de izquierda en los últimos decenios. Nunca en mi memoria.

1.1. Cuando hemos usado expresiones similares, hemos apuntado hacia asuntos muy alejados. Pienso, por ejemplo, en consignas-vindicaciones del movimiento feminista o antimilitarista.

1.2. La expresión ha sido usado en ocasiones por la derecha neoliberal para defender temas privatizadores. Por ejemplo: derecho a decidir el tipo de escuela que se desea (pública, privada, con separación de sexos).

2. Surgida de laboratorios de pensamiento del nacionalismo-independentismo catalán, que tomaron pie en vindicaciones de la derecha nacionalista vasca, la expresión es una alternativa terminológica -no conceptual estrictamente- del derecho de autodeterminación.

2.1. Las razones de su uso son las expuestas por Francisco Morente en el texto seleccionado.

3. No existe ninguna legislación en el mundo en el que se reconozca ese supuesto derecho.

3.1. Si existiera, habría que analizar circunstancias y singularidades. La Historia no transcurre del mismo modo, desplegándose uniformemente urbi et orbe.

4. Algunos sectores de izquierda bienintencionados han intentado dar la vuelta al concepto y señalar otras vindicaciones (derecho a decidir nuestra sanidad, nuestra enseñanza, sobre nuestro propio cuerpo, etc.). Resulta obvio que, por el momento, en .Cat, rige de forma aplastante el sentido nacionalista-secesionista de la expresión que, hoy por hoy, no permite ninguna inversión.

5. La expresión ha sido usada a conveniencia y falsariamente por la agitación y cosmovisión (o cosmovisiones) nacionalista catalana. La ANC, algo revuelta a día de hoy, con los apoyos conocidos, ha convocado a la ciudadanía vindicando supuestamente ese derecho cuando, de hecho, lo que estaba en juego era otra cosa: independencia, independencia, independencia, como en el campo del Barça-Qatar, el abono ideológico permanente de la finalidad secesionista: «No queremos ser esclavos de los españoles» (Forcadell dixit).

6. Desde el punto de vista de las declaraciones de la ONU, no hay nada que, leído sin precipitaciones y sin profundas alteraciones de sentido, permita afirmar que el derecho de autodeterminación tiene vigencia hoy, mayo de 2016, en Cataluña.

7. Lo mismo desde la perspectiva de las reflexiones generadas en la tradición de la III Internacional. Cataluña no es una colonia, ni una semicolonia, ni sus ciudadanos están oprimidos (sí, desde luego, pero no todos, por la civilización del capital y el mal pero esto es otro punto del que el secesionismo en general no dice ni mu). Los catalanes no estamos perseguidos en nuestros derechos lingüísticos (por el lado del catalán).

7.1. Que un grupo «muy distinguido» de intelectuales haya acusado a la población trabajadora llegada a Barcelona de operar «inconscientemente» como colonizadores lingüísticos dice mucho de su concepción del mundo, de su forma de pensar la sociedad y nuestra historia reciente. Perspectiva de clase decíamos hace pocos años.

7.2. Pensando en mis padres y en mi hermana, y en miles de casos más, yo me siento insultado y menospreciado porque ellos han sido insultados.

8. El nacionalismo ha conseguido que determinado temas-asuntos se hayan convertido en asuntos intocables, en axiomas, en postulados geométricos que deben ser aceptados por todos a no ser que queramos vivir en Marte o Saturno. Los ejemplos se agolpan. Hablar o intentar hablar de la mal denominada inmersión lingüística, es riesgo de alta tensión; discutir el «derecho a decidir» implica, casi inexorablemente, ser acusado de unionista o facha-españolista (yo mismo soy un ejemplo); hablar de la interesada y nada inocente construcción social del «Som una nació» (como otras construcciones afines) es causa de alta traición (¡botifler, botifler, fuera, fuera!)

9. No desde 2010 o 2011, sino desde 1980 (por no hablar de antes), el nacionalismo conservador catalán ha creado, abonado y alimentado un «pueblo nacionalista» con sus creencias, mitos y relatos. El punto básico: no somos españoles, somos otra cosa. Algunos han llegado a hablar de ADN o de memos diferenciados. España siempre nos explota, siempre nos oprime. En algunos casos, nos esclaviza. Recuerden el congreso de 2014 sobre la España que oprime a Cataluña desde 1714 y la incomprensible (por no usar otro término) presencia de Josep Fontana dictando la lección inaugural. ¡Qué vergüenza!

9.1. Un ejemplo de esa cosmovisión nacionalista-secesionista: Francesc Serés, «Sobradamente preparada», El País, Catalunya, 18 de mayo de 2016, p.2. Una muestra: «La entrada del PSC en el gobierno de Barcelona muestra lo limitado del proyecto de Colau, que viene a ser lo mismo de siempre. El unionismo está feliz». ¡Qué lucidez, qué finura, qué argumentación!

10. Cualquier asunto, por nimio que sea, no se convierte en una agresión política del gobierno del PP -o del PSOE en su momento- sino en un ataque impío y antinacional del Estado español (a veces de España si conviene) contra Cataluña (así en su conjunto, sin matizaciones ni delimitaciones).

10.1. Lo podremos ver con la prohibición de estelades en el Calderón.

10.2. Que líderes de izquierda, con gran experiencia política, votaran SI-SI, más felices que unas pascuas y orgullosos de sí mismos y su destreza política, en la jornada de agitación nacionalista del 9N señalando que el gobierno Rajoy era insoportable, es uno de los misterios más misteriosos -pero más significativos- de las últimas décadas.

Más la próxima semana

 

PS: Una última observación con una leve y afable nota crítica. Escribe Juan Carlos Monedero en » Las debilidades de la hipótesis populista y la construcción de un pueblo en marcha» ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212199 ):

«¿Quién iba a ser el nuevo sujeto del cambio? Podemos nacía de la certeza de que la clase obrera existe pero ya no se deja representar de manera simplista. El 15M juntó a clases medias proletarizadas, a sectores populares, a precarios y a parados de larga duración, a jóvenes emigrados, a damnificados del último ERE, a adolescentes enfadados con una clase política en la que no se veían representados, a yayoflautas convencidos de que les estaban robando todo lo construido en tres décadas. Todos comprometidos por el igual con el cambio. Las tesis marxistas que otorgan a la clase obrera un significado esencialista, como si bastará ser obrero para tener conciencia revolucionaria y marcar la senda de la historia, ya no tiene fuerza explicativa. Otras realidades han nacido con mucha fuerza -el feminismo, el ecologismo, el pacifismo, la defensa de la democracia directa, la lucha contra el capitalismo financiero, el precariado, la economía colaborativa, un nuevo internacionalismo apegado a la nación, el desarrollo tecnológico como herramienta esencial de la superación del capitalismo, la defensa de un individualismo comprometido socialmente o la asunción de las migraciones como una realidad nueva que no puede soslayarse» [el énfasis es mío].  

Más allá de que el desarrollo tecnológico, como resulta obvio, y sin más compañías, no es herramienta esencial para la superación del capitalismo (tenemos 50 mil contrastaciones de ello), algunas -no digo todas- de las realidades señaladas por Monedero -feminismo, ecologismo, antimilitarismo, pacifismo, democracia directa, internacionalismo no cosmopolita, lucha contra el capitalismo financiero, etc.- tienen décadas de antigüedad (con grandes filósofos hispánicos pensando sobre ellas y haciendo deberes prácticos) y las consideraciones «marxistas» que otorgaban a la clase obrera un significado esencialista, «como si bastará ser obrero para tener conciencia revolucionaria y marcar la senda de la historia», no es que no tengan ya fuerza explicativa sino que no la han tenido nunca. ¿Qué marxistas informados han defendido o defienden esas posiciones? No es que no se pueda citar a Marx y a la tradición en vano, por supuesto que sí, pero es de justicia no adjudicar posiciones y tesis que nunca se han mantenido por los sectores lúcidos de la tradición.  

Perdón, no puedo evitarlo. Para el cierre definitivo (De «Pañales obreros», un artículo de Aníbal Malvar, Público, 17 de mayo de 2016):  

«Nos acabamos de enterar por Oxfam Intermón de que 250.000 trabajadores del sector avícola estadounidense, tierra de libertades, cumplen su jornada laboral con pañales porque los jefes de la cadena de producción consideran un lujo bolivariano y sindical eso de mear y cagar. Ni siquiera Charles Chaplin vislumbró tan satírica profecía en su agorera película Tiempos modernos. Es asombroso cómo nuestros más afamados empresarios consiguen que la realidad (empresarial) supere al arte (del trabajo). El obrero del mundo ya no tiene que velar por sus derechos salariales, ni por un horario digno, ni por la conciliación familiar y esas otras chorradas que hasta los más conspicuos y subvencionados sindicatos han ido descendiendo a media asta. Ahora, la lucha obrera consiste en vindicar el derecho fisiológico a la cagada y a la meada. Pronto nuestras mujeres se verán obligadas a parir encima del teclado del ordenador o en la trastienda de un McDonalds. Y, eso sí, sin manchar. Me queda la duda, no explícita en el informe de Oxfam, de si el obrero ha de pagarse los pañales o los reparte (y se los pone y se los quita) un capataz..».  

Lo recuerda el autor: tal como apuntó el gran historiador marxista Eric Hobsbawm los hombres y mujeres reales no estamos diseñados para este sistema de producción. Luego, por tanto, nuestra humanidad es un estorbo productivo.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes