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Entrevista al escritor Salvador Redón sobre la situación política en Cataluña (y II)

«Deberíamos estar embarcados en un proyecto constituyente»

Fuentes: Rebelión

Profesor de secundaria (ciencias sociales, geografía e historia), ex concejal por ICV-EUiA en el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet, autor de varias obras literarias (http://lapistoladeeinstein.blogspot.com.es/), Salvador Redón es un ciudadano colomense de larga y consistente trayectoria política en movimientos de izquierda. Es miembro actualmente de «Federalistes d’esquerra». *** Estábamos en este punto. Directamente, sin […]

Profesor de secundaria (ciencias sociales, geografía e historia), ex concejal por ICV-EUiA en el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet, autor de varias obras literarias (http://lapistoladeeinstein.blogspot.com.es/), Salvador Redón es un ciudadano colomense de larga y consistente trayectoria política en movimientos de izquierda. Es miembro actualmente de «Federalistes d’esquerra».

***

Estábamos en este punto. Directamente, sin rodeos: ¿España ha robado y sigue robando a Cataluña? ¿Se puede hablar-pensar en estos términos?

¡Qué barbaridad! ¿Dónde queda la solidaridad? ¿Aceptamos entonces que Grecia, Portugal o España -con Cataluña- está robando a Alemania, como se dice?

Otra cosa es que la financiación de las comunidades requiera de un ajuste que, precisamente, tendría que ir en la línea de la clarificación y de la corresponsabilidad. Seguramente tendremos que acabar hablando del principio de ordinalidad y cuestionándonos los cupos -insisto, los cupos, el porcentaje de aportación a la caja común- de los conciertos vasco y navarro. Catalunya tendría que salir beneficiada con el nuevo sistema, pero no privilegiada. En términos de inversión y de infraestructuras, hay fundamentos para reivindicar un mejor trato.

Cuestionar los cupos vasco y navarro… ¡ahí te quiero ver Salvador! Por cierto, ¿qué es eso del principio de ordinalidad?

No cargo contra los conciertos, que son una opción razonable nos gusten más o menos, y aunque sean un modelo de fiscalidad que la UE desaprueba. Pero el concierto establece la necesidad de regular un cupo, es decir, un porcentaje de aportación de lo recaudado en la comunidad, y aquí nos encontramos con el problema de que no se sube para evitar conflictos.

El principio de ordinalidad se resume en la idea de que las comunidades que más recursos transfieren deberían verse compensadas con más gasto. La lógica es la de impedir que el esfuerzo fiscal de una comunidad termine siendo un freno para su propio desarrollo. En un sentido estricto, la primera región en renta por habitante tendría que ser la que más recibiese. Esto no es así de tajante en ningún sitio, que yo sepa, pero sí se pueden tener en cuenta mecanismos compensatorios no tan severos. Hay quien defiende el establecimiento de porcentajes máximos y mínimos. Es un debate pendiente.

¿Habrá o no habrá votación normal el próximo 9 de noviembre? Y si dependiera de ti, de tu voluntad política, ¿habría o no habría votaciones?

Ahora sabemos que habrá un sucedáneo del sucedáneo de consulta. Si por mí fuera estaríamos embarcados en un proyecto constituyente sobre las bases que he citado más arriba. Si ese proyecto no fuese refrendado en Cataluña habría que ir hacia un referéndum sobre la independencia basado en una ley de Claridad como la existente en Canadá.

El pasado 16 de septiembre se firmó en el Parlamento catalán un acuerdo entre las fuerzas del frente soberanista en el que se habla de poner las urnas el 9N en las mejores condiciones democráticas posibles. ¿Y eso qué puede significar?

No hay una base jurídica sólida para la consulta tal y cómo se había planteado, y eso es algo que todo el mundo sabía más allá de la valoración de si es legítimo o no querer votar. Se ha estado mintiendo a sabiendas, y se ha querido minimizar la inexistencia de garantías democráticas para llevarla a cabo aún cuando se hubiera permitido.

¿Mintiendo a sabiendas? ¿Por parte de quién? ¿No es muy grave lo que dices?

 Entre otros por parte del propio presidente de la Generalitat. Es muy serio generar una falsa expectativa que puede degenerar en frustración.

Me centro en las preguntas de la consulta exigida. ¿Recogen todas las opciones presentes entre la ciudadanía? ¿También la federal?

En apariencia el federalismo podría concretarse en una doble respuesta Sí-No, pero no es así. La primera pregunta es abstracta y sólo se podría concretar en un único sentido a través de la segunda. Por otra parte, ¿qué opción se le da a la ciudadanía que tal vez querría un cambio del statu quo sin tener que apostar por el estado propio? En Escocia, los independentistas consideraron esta opción en un principio.

Por lo tanto, deduzco, estás en desacuerdo con las opciones limitadas que se ofrecen a la ciudadanía

De haberse dado otras condiciones, y sin la posibilidad de disponer de otras opciones, mi voto se plasmaría en el Sí-No. Pero nunca me acabó de convencer un encadenamiento de preguntas tendencioso y, lo que es peor, del que nadie se ha preocupado de clarificar qué requisitos de validación habría que requerir para el recuento de resultados.

¿Cómo valoras el comportamiento, el trabajo realizado por los medios de comunicación privados y públicos durante todos estos últimos años en Cataluña? ¿Estamos bien suficientemente informados para votar con conocimiento de causa en torno a una opción tan esencial como la independencia cuando llegue el momento?

Me he referido a ello más arriba.

Perdona, tienes razón.

Hace unos meses publiqué un artículo titulado «TV3 ja no és la Nostra, és la d’uns i no la d’uns altres» denunciando el sectarismo de la cadena pública catalana. Es una indecencia lo que se hace con los medios públicos y con la asignación de subvenciones o la contratación de anuncios públicos en los medios privados, aquí y en otras partes.

No hay suficiente información para votar con conocimiento de causa. Una vez más, esto no es Escocia. Aquí sólo predomina la agitación y la propaganda.

En esa línea. Se tiene actualmente en Cataluña una cabal y ajustada idea de lo que ha sido la historia de España y de su propia historia?

Soy historiador de formación y me dedico a la docencia en la enseñanza secundaria. En mi opinión no hay una idea ajustada de la historia de España, pero en ningún sentido. Los programas no se han diseñado exclusivamente bajo criterios historiográficos, sino que se han politizado desde las respectivas parcelas de poder, la ministerial o la de la conselleria.

¿Por qué crees que don Francesc Cambó, con avenida y estatua en Barcelona, colaborador del golpe del 36, sigue siendo un referente, un poco escondido tal vez, del nacionalismo catalán?

El nacionalismo catalán se ha otorgado a sí mismo una catalogación de superioridad moral que no se puede justificar. Es algo intrínseco a todos los nacionalismos, una afirmación de lo propio en base a la negación de lo ajeno. La burguesía catalana esconde su monopolio en la trata de negros durante los tiempos del esclavismo, de la misma manera que esconde el colaboracionismo con el régimen franquista. El evasor fiscal confeso Jordi Pujol nos ha estado dando lecciones de ética y de moral durante tres décadas.

En caso de celebrarse, ¿quiénes deberíamos votar? ¿Sólo los ciudadanos catalanes mayores de 16 años o los ciudadanos españoles en su conjunto?

También he apuntado más arriba qué tipo de votación preferiría, ojalá fuese una reforma constitucional de calado en beneficio de la inmensa mayoría de los españoles.

¿Es imposible, en tu opinión, a estas alturas del juego, la convivencia en armonía, diversidad y respeto de Cataluña y el resto de España? ¿Vamos, queramos o no, a una ruptura sin ganancias para nadie?

No es tarde, aunque se han deteriorado los lazos y mermado la confianza mutua. La ruptura me parece indeseable, es más fácil recoser lo descosido que recomponer lo roto.

¿Qué estamos viviendo: un proceso democrático o una titánica lucha por otra distribución del poder?

Fundamentalmente asistimos a una lucha por el poder. Los últimos acontecimientos en el seno del bloque soberanista así lo aseveran. Convergència y Esquerra Republicana están compitiendo en el mismo terreno de juego. O se alían o una fuerza se tendrá que acabar comiendo a la otra. Las CUP y, especialmente, ICV-EUiA, tienen muy poco o nada que ganar.

Y entonces, ¿qué hacen en el pacto nacional? ¿De floreros? A las otras dos fuerzas les van de narices.

El gran problema es que el Pacto por el Derecho a decidir es una herramienta al servicio de los que dirigen el llamado «Procés», es decir, la facilitación de la independencia. Muchos de los que han entrado en ese juego lo han hecho de buena fe, en base a un ideal de radicalidad democrática, como los sindicatos mayoritarios. ¿Cómo rebobinar a estas alturas?

La oligarquía catalana, si me permites el palabro, las 400 familias de las que nos habló en su día con Félix Millet, ¿qué posición tienen? ¿Son o no favorables a la independencia? ¿O son y no son favorables?

La oligarquía catalana ha jugado a la ruleta rusa. El farol ha llegado tan lejos que ahora corre el riesgo de acabar disparándose en las sienes. Su pulso buscaba el pacto fiscal, una especie de barra libre, pero la calle estaba ahí, con la desafección, con la indignación, y con un movimiento independentista latente que ha sabido jugar sus cartas.

Por cierto, tú que has sido regidor del Ayuntamiento de Santa Coloma, ¿qué opinión tiene sobre el caso Pujol-Ferrusola? ¿Siguen siendo molt honorables? ¿Deben pasar a la historia de la Generalitat de Cataluña y de la propia Cataluña en lugar destacado?

Me asquea la hipocresía de esta gente. No tienen nada de honorables, pero la Historia suele perdonar los desmanes de los poderosos. Todo dependerá de quién la escriba, y hasta ahora lo han hecho manos mayoritariamente al servicio del poder. La prensa también tiene mucha culpa de lo pasado y de lo presente.

En un programa televisivo que emite los jueves por TV3, .Cat, la señora Carme Forcadell afirmó que la apuesta por la independencia no se basaba en razones identitarias, que no era eso. ¿Es así en tu opinión?

Eso puede ser verdad por lo que respecta a una parte del independentismo, puesto que ya me he referido a la componente de incertidumbre por la situación de crisis económica que padecemos. Sin embargo, me temo que el futuro estado catalán, de constituirse bajo la mano de los líderes actuales, acabaría ejerciendo una enorme presión de carácter identitario sobre el resto de colectivos. Quisiera equivocarme, pero ya hoy, en la situación en la que estamos, quien disiente o no comulga acríticamente es susceptible de padecer una condena al ostracismo. Vuelvo al caso de Quim Brugué, o del propio Raimon.

Sigo con la señora Forcadell. Ese misma noche, afirmó también que Cataluña necesitaba ser un Estado propio e independiente para poder vivir en libertad, para que los catalanes pudieran o pudiéramos (no sé si estamos incluidos personas como tú o como yo) ser catalanes, cosa que no es posible en su opinión en las actuales circunstancias. ¿Es así? ¿No podemos ser catalanes tal como están las cosas en estos momentos?

Decir que los catalanes no pueden ejercer como tales en las circunstancias actuales es una exageración deliberada. El nivel de uso social del catalán es el más alto en decenios. Las cotas de autogobierno también son muy altas, e incluso lo es el reconocimiento simbólico. Otra cosa es que el PP haya ejercido y ejerza una política recentralizadora que limite, o que amenace muy severamente, todo lo conseguido. Estoy de acuerdo en el rechazo hacia esas políticas, pero precisamente por eso reivindico el federalismo, para clarificar y amparar los diferentes marcos competenciales sin poner en peligro la casa común.

¿Por qué hemos llegado dónde hemos llegado? ¿Te imaginabas una cosa así hace tres o cuatro años?

Aunque ya había signos que apuntaban el devenir, no creí que llegáramos tan lejos. Estamos aquí porque se ha impuesto la intolerancia de una parte, que fue capaz hasta de recoger firmas contra el estatuto, y el oportunismo de otra, que alimentó la ola soberanista creyendo que le ayudaría a surfear el mar de fondo de la crisis y del descrédito de la política y de las instituciones.

¿Por qué hay tantos jóvenes independentistas?

Porque el radicalismo tiene gancho entre la juventud. Es lo que se lleva y es rompedor, atrae. ¿Quién piensa, con dieciséis años, en lo que supone pertenecer o no a la UE? O en la deuda, o las pensiones, o en tantas otras cosas… No creo que desde las escuelas se esté aleccionando al alumnado en una determinada dirección, o en todo caso se trataría de episodios más bien anecdóticos. No obstante, en los centros educativos tendríamos que contribuir a formar ciudadanos responsables y consecuentes, y no meros peones del mercado de trabajo.

Tendríamos, dices. Insisto: ¿no se hace?

 Tanto la Llei d’Educació catalana, impulsada por el conceller Ernest Maragall en su día, como la LOMCE de Wert, han supuesto un paso más en la mercantilización de la enseñanza. Se da más poder a las direcciones en detrimento de la participación de la comunidad educativa. Se sigue apostando por los conciertos incluso en el caso de segregación por sexos en algunos centros. En definitiva, el modelo educativo viene a reflejar el marco socioeconómico en el que se desarrolla: pérdida de derechos laborales, sociales, competitividad desaforada, etcétera.

En cuanto al radicalismo… ¿A ti te parece radical la señora Forcadell, el señor Junqueras o el señor Mas? ¿Cómo pueden dar esa imagen?

Para nada me lo parecen. Podemos los define como «casta» muy acertadamente. Pero es difícil resistirse a los eslóganes populistas y facilones que baraja el independentismo dirigido por Forcadell o Casals. Si encima se habla de «desobediencia» desde las instituciones la cosa incluso atrae más. De todas formas, creo que la mayor parte de la juventud independentista se moviliza en mayor grado a través de las organizaciones juveniles y de los sindicatos estudiantiles bajo la órbita de las CUP.

¿Qué pueden o qué deberían hacer las fuerzas no energúmenas del ámbito no estrictamente catalán en estos momentos? ¿Callarse? ¿Dejar hacer y tomar nota? ¿Apoyar posiciones de acuerdo?

Pactar, pactar y pactar es la receta. Cuando en 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián para el advenimiento de la República, las fuerzas impulsoras del acuerdo entendieron que se tenía que abrir a aquellas otras fuerzas que se mostraran partidarias del cambio, independientemente de si habían callado, o incluso colaborado, con el régimen anterior. E incluso así, luego le faltaron consensos a la República, porque de enemigos poderosos no estuvo escasa.

¿El independentismo ha calado entre los sectores trabajadores? ¿Entre sectores no catalanistas?

Las clases trabajadoras, aquellos sectores más humildes, muchos procedentes de otras tierras de España, siguen siendo reacios al independentismo. Sólo hay que fijarse en los balcones de los barrios populares, donde no hay apenas banderas, frente a los pueblos de la Cataluña interior. Es un fenómeno que me recuerda a los episodios del carlismo de la Cataluña arcaizante frente al internacionalismo proletario y al cosmopolitismo progresista de una Barcelona en plena expansión fabril de hace poco más de un siglo o siglo y medio.

Pero si vas a otros lugares de Cataluña, a Barcelona, por ejemplo, algunos barrios tradicionales, Sant Andreu por ejemplo, o barrios de clases medias, verás cinco esteladas, no hablo de señeras, cada dos metros y medio.

Estoy de acuerdo con esa apreciación, se ven más en barrios de clase media. La cuestión catalana interesa menos a las clases populares. Las encuestas siempre sitúan temas como el paro en el primer lugar de las preocupaciones de la gente. Por eso no me creo que la independencia serviría para «cambiarlo todo», porque no es un proyecto de cambio social.

¿Quieres añadir algo más?

El independentismo sabe que sin el apoyo del área metropolitana no puede imponerse, pero una mayoría social estaría de acuerdo con un reacomodo de Cataluña dentro de España. FdE está por esa vía, que no es la tercera sino la primera.

Gracias, muchas gracias.

[*] La primera parte de esta entrevista puede verse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191105

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.