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La falta de productos higiénicos y las masificadas celdas hacen temer a los presos una política de “negligencia médica deliberada”

Debido al coronavirus los presos palestinos temen por sus vidas en las mugrientas y abarrotadas cárceles israelíes

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Foto: presos palestinos en una celda de la cárcel de Askelon (Reuters)

En los últimos diez días el miedo y el pánico han caracterizado la vida en la ocupada Cisjordania debido al aumento continuo de los casos de coronavirus. El viernes [13 de marzo de 2020] el ministro de Sanidad palestino confirmó que la cifra oficial de casos había aumentado a 35, de los que 34 se habían dado en la ciudad de Belén situada al sur de Cisjordania.

Pero justo cuando las medidas tomadas por el gobierno para detener la propagación del virus empezaban a devolver cierta sensación calma, los palestinos despertaron con una noticia más terrible: el coronavirus había llegado a las cárceles israelíes en las que están encarcelados miles de presos y presas palestinas. El Comité de Asuntos de los Presos Palestinos informó de que un preso de la cárcel de Ashkelon había estado en contacto con un médico israelí que había dado positivo en el virus. El presidente del Comité, Qadri Abu Bakr, anunció que a consecuencia de ello se había puesto en cuarentena a este preso, que no está identificado, y otros 19.

Al mismo tiempo medios israelíes y palestinos informaron de que se sospechaba que había casos de virus en otras dos cárceles, en la Ramleh en el centro de Israel y en el centro de detención de Moscobiya en Jerusalén. Tanto en Ramleh como en Moscobiya se puso en cuarentena a los presos tras haber entrado en contacto con los funcionarios de prisiones israelíes sospechosos de haber estado expuestos al virus.

El Servicio Penitenciario Israelí (IPS, por sus siglas en inglés) anunció sus planes de evacuar una cárcel cerca de la frontera con Egipto para utilizarla para los presos en cuarentena expuestos al virus y de cancelar las visitas de las familias palestinas a los presos. No obstante, a los palestinos les preocupa que el gobierno y las autoridades penitenciarias israelíes no estén tomando las medidas adecuadas para impedir que se difunda el virus y tratar a quienes enfermen.

Cárceles sucias y masificadas

“Las cárceles israelíes son tristemente célebres por lo viejas, sucias y masificadas que están, y por carecer de los artículos básicos de higiene”, declaró a Middle East Eye el expreso palestino y activista Mohammed Abed Rabo, de 48 años. “En la mejor cárcel hay entre seis y diez presos en una celda y en muchos casos hay más”, afirmó y añadió que durante las comidas y actividades al aire libre se juntan hasta 120 presos. Abed Rabo teme que la fuerte masificación de las cárceles israelíes sea uno de los factores principales para que aumente el brote de coronavirus entre los presos palestinos y añadió que además de eso, la falta de productos higiénicos, como desinfectante para manos y jabón, no hará más que empeorar las cosas. “Actualmente las cárceles proporcionan a los presos muy pocos productos básicos de higiene”, afirmó y añadió que los abogados de los presos afectados le habían informado de que el IPS no había hecho cambios significativos dentro de las cárceles para hacer frente al problema. “Deberían proporcionar a los presos mascarillas, guantes, desinfectantes de manos, jabón extra y la posibilidad de lavar la ropa y las sábanas más a menudo, pero lo único que hace es ponerlos en cuarentena”. Según este expreso palestino, la cuarentena de los presos consiste simplemente en meter a los presos en las celdas de aislamiento de las cárceles. “¿Cómo van a recibir los cuidados adecuados que necesitan cuando simplemente se le arroja a estas mugrientas celdas de aislamiento? ¿Es así como se trata a seres humanos enfermos?”.

Negligencia médica deliberada”

Los grupos de defensa de los derechos palestinos han documentado durante años lo que denominan una política de “negligencia médica deliberada” en las cárceles israelíes de todo el país. Se calcula que desde la Segunda Intifada (de 2000 a 2005) han muerto 17 presos palestinos a consecuencia directa de negligencias médicas.

En 2016 la asociación de defensa de los derechos de los presos palestinos Addameer señaló que había al menos 200 presos palestinos con enfermedades crónicas, entre los que se incluían dos docenas de pacientes de cáncer, decenas de presos con enfermedades físicas y psicológicas, y 25 que vivían de forma permanente en la clínica de la cárcel de Ramleh.

“Varios de estos pacientes con enfermedades crónicas tiene problemas respiratorios y del corazón, y enfermedades autoinmunes”, señaló Abed Rabo a MEE. Destacó también el hecho que una proporción significativa de los presos palestinos son hombres de mediana edad o ancianos. “Las características demográficas de los presos coinciden con las de las personas más susceptibles de padecer los efectos mortales del coronavirus y es aterrador”, afirmó.

Abed Rabo indicó que los presos enfermos no están recibiendo un tratamiento médico adecuado. “Los médicos acuden raramente [a las cárceles], a los pacientes que tiene enfermedades graves les suelen prescribir analgésicos genéricos y no se ofrece un programa de tratamiento adecuado a quienes necesitan diálisis o quimioterapia. De modo que imagínese si estos presos sufren un brote de coronavirus, ¿cree que les van a dar un tratamiento adecuado?”.

A pesar de la seriedad con la que Israel está tratando el brote de coronavirus en el país, Abed Rabo afirma que él duda de que trate a los presos palestinos con la misma urgencia. “Ha demostrado una y otra vez que no le importan las vidas de los palestinos, especialmente las de los y las presas, así que ¿por qué iban a cambiar ahora?”.

Akram al-Waara es un vídeo-periodista palestino freelance residente en Belén, en la Cisjordania ocupada.

Fuente: https://www.middleeasteye.net/news/coronavirus-israel-jails-palestinian-inmates-fear-lives-filthy-and-crowded

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.