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Sida

Década de lucha e inclusión

Fuentes: IPS

Con exactitud fotográfica, Raúl Regueiro recuerda el nacimiento hace 10 años en Cuba del «Proyecto de hombres que tienen sexo con otros hombres», instalado para trabajar en la prevención del sida, y cómo esa primera iniciativa cruzó las fronteras de la salud para acercarse a la inclusión social. «Aunque alguien hubiera hablado algo sobre la […]

Con exactitud fotográfica, Raúl Regueiro recuerda el nacimiento hace 10 años en Cuba del «Proyecto de hombres que tienen sexo con otros hombres», instalado para trabajar en la prevención del sida, y cómo esa primera iniciativa cruzó las fronteras de la salud para acercarse a la inclusión social.

«Aunque alguien hubiera hablado algo sobre la homosexualidad, hasta ese momento no se había hecho nada directamente con hombres», asegura a IPS Regueiro, fundador de una idea que se extiende a 14 provincias de esta isla y que reúne alrededor de 1.700 promotores voluntarios, enlaces directos con las comunidades.

«Era la primera experiencia donde el grupo más afectado participaba en una respuesta educativa y de toda índole», rememora el ahora asistente del Programa VIH, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en esta isla caribeña.

«Al utilizar la educación de pares, fueron los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) quienes promocionaron sexo seguro en otros», explica Regueiro, uno de los que asistió a la reunión fundacional el 7 de agosto de 2000 en el gubernamental Centro Nacional de Prevención de las Infecciones de Transmisión Sexual y el VIH/Sida.

La epidemia del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), que en un inicio afectó sobre todo a homosexuales, había profundizado heridas en la sociedad cubana.

Tras un período de homofobia institucionalizada en los años 60 y 70, la aparición de los primeros casos de VIH/sida en 1986 se convirtió en otro elemento de vulnerabilidad y rechazo, acentuado por la internación obligatoria de los afectados que se mantuvo hasta comienzos de los años 90.

En Cuba, ocho de cada 10 personas portadoras de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) son hombres, según fuentes oficiales que registran alrededor 13.000 casos detectados por el sistema de salud.

Del total de la población masculina afectada, más de 80 por ciento tienen sexo con hombres. Ellos representan el 7,6 por ciento de los cubanos entre 12 y 49 años, según una encuesta del 2009 de la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

Alrededor de 60 por ciento de los participantes en la muestra se declararon bisexuales, y aumentó la tendencia a vivir con parejas estables entre el grupo, indica el estudio.

Con anterioridad, otra investigación de la ONE, realizada en 2006, arrojó que las acciones del Proyecto HSH-Cuba habían logrado evitar alrededor de 3.000 infecciones por VIH en la población masculina.

Asimismo, la búsqueda de información científica sobre este comportamiento sexual y la capacitación de promotores en salud ayudaron a que parte de este sector poblacional fuese reconocido y visualizado. Las estrategias educativas en VIH/sida para HSH se discutieron en el «primer nivel de gobierno del país», detalla Regueiro.

Coordinador nacional del proyecto hasta comienzos del año pasado, el especialista recuerda cómo la realización de acciones de prevención específicas hacia el grupo compuesto por gays y bisexuales se incluyó entre las tareas de los gobiernos provinciales y municipales agrupados en el Grupo Operativo de Prevención y Lucha contra el Sida (Gopels).

No obstante, las acciones han beneficiado sobre todo a los gays, pues suelen asumir con más apertura que los bisexuales su orientación sexual.

Esta podría ser la razón del considerable aumento del uso del condón por parte de los HSH, con parejas estables y ocasionales, detectado por la ONE en sus investigaciones de 2006 y 2009. Pero el uso consistente del preservativo no alcanza el 75 por ciento necesario para controlar la epidemia, hallazgo encontrado por investigadores canadienses en 2003.

A juicio de Yoire Ferrer, iniciador y educador del proyecto en Santiago de Cuba, la iniciativa ha sido de «gran utilidad» para el sistema de salud nacional y constituye una experiencia única por «el nivel del alcance y su vínculo con las minorías sexuales».

«Contamos con un programa en la formación de capacidades y gestión a todos los niveles, además de promover el reconocimiento de la diversidad sexual y fomentar el respeto y aceptación hacia los hombres gays, bisexuales y hetero», comentó Ferrer a IPS vía correo electrónico desde su ciudad, ubicada 861 kilómetros al este de La Habana.

La intervención en salud en poblaciones discriminadas incorporó «elementos relacionados con la sexualidad y sus universos, el mejoramiento de la calidad de vida, con temas como autoestima y empoderamiento, que centran al individuo como ente social y sexual», comentó a IPS el también fundador Omar Parada.

Coordinador de las acciones para la oriental provincia de Granma, Parada lamenta que «muchos HSH están permaneciendo cada vez más en la clandestinidad». Para este activista, también ingeniero mecánico, el trabajo comunitario y de inclusión social debe extenderse.

«No debemos circunscribirnos solamente a temas relacionados con las infecciones de transmisión sexual, el VIH, la autoestima o el empoderamiento», enfatiza. Llevar una «agenda más multidireccional que englobe abogacía, discriminaciones y derechos humanos», figura entre las metas que anhela.

Durante estos 10 años, la iniciativa acumuló investigaciones sobre esa minoría sexual, pese a que todavía «en las ramas de los conocimientos humanos hay mucha discriminación, rechazo y miedo a esos temas», indicó a IPS el actual coordinador nacional de HSH-Cuba, Andrey Hernández.

Según Hernández, el proyecto dispone de un mapeo constante de los «sitios de encuentro», lugares a los que acuden no pocos hombres en busca de sexo espontáneo o transaccional. Y aunque existen leves acercamientos a sus características como grupo, los esfuerzos desde la sociología aun son muy discretos.

Con el tiempo, HSH-Cuba «se fue convirtiendo en una voz, en una representación, en una puerta para abrir espacios, para generar algún tipo de vínculo, de amistad, pero también de crecimiento personal», señaló Regueiro.

«El VIH/Sida demostró lo importante que es la participación comunitaria en la respuesta a una epidemia», asegura.

Fuente:http://cubaalamano.net/sitio/client/report.php?id=1200