Durante más de cinco años he trabajado junto a panameños de todos los sectores por el desarrollo y el fortalecimiento de las relaciones bilaterales, como corresponde a dos naciones hermanas. Por eso, mis primeras palabras serán para agradecer la amistad y la solidaridad que como representante de Cuba he recibido del querido pueblo panameño. Regreso […]
Durante más de cinco años he trabajado junto a panameños de todos los sectores por el desarrollo y el fortalecimiento de las relaciones bilaterales, como corresponde a dos naciones hermanas.
Por eso, mis primeras palabras serán para agradecer la amistad y la solidaridad que como representante de Cuba he recibido del querido pueblo panameño.
Regreso a mi patria con la satisfacción que da el deber cumplido y seguro de haber defendido en todo momento los principios de la política exterior de la Revolución cubana.
En todos estos años hemos respetado estrictamente las normas y principios que rigen las relaciones entre los Estados y sobre todo hemos trabajado sin descanso por acercar cada día más a Cuba y a Panamá.
Estoy obligado a recordar en un momento como este al Presidente Omar Torrijos, digno representante del pueblo panameño, fraterno amigo de Cuba y quien siempre actuó con la firmeza e hidalguía de los grandes hombres que hacen historia.
El respaldo del pueblo panameño ha sido un estímulo importante para los logros de nuestra Revolución durante estos años. A todos nuestros hermanos en Panamá, que han contribuido a nuestra labor en interés de incrementar las relaciones bilaterales, les reitero mi más sincero agradecimiento.
De igual forma que he encontrado numerosos amigos dispuestos a apoyarnos y a trabajar en aras del mejoramiento de las relaciones entre nuestros dos países, también hemos tenido que sortear a aquellos que por las vías más diversas han tratado de entorpecer esos históricos vínculos.
Ninguna autoridad panameña tiene pruebas que permitan acusar al Gobierno cubano de la más mínima injerencia en los asuntos internos de Panamá. Cualquier acusación en este sentido, es una burda manipulación de la realidad y un intento por ocultar las verdaderas motivaciones de una actuación carente de ética y principios.
Hoy aún continúa la duda si se otorgará o no un indulto a estos terroristas.
Al pueblo cubano, que en los últimos cuarenta años ha perdido a más de tres mil hijos como consecuencia de acciones terroristas, le resulta inaceptable que se intente beneficiar a connotados criminales con medidas seudo «humanitarias». ¿Cómo se le puede llamar ingerencia en los asuntos internos a los reclamos de madres, hijos y esposas cubanas para que no se indulte a terroristas de la peor calaña, cuyos actos costaron la vida a muchos allegados suyos?
No debemos olvidar en circunstancias como estas que Luis Posada Carriles, Guillermo Novo Sampol, Pedro Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, son responsables de múltiples atentados terroristas contra Cuba, incluidos la voladura del Avión de Cubana en 1976 en el que perecieron 73 personas, del asesinato de un diplomático cubano en las calles de Nueva York, del asesinato de Orlando Letelier, entre otros. Estos criminales con su acción en el Paraninfo de la Universidad no solo atentarían contra el Presidente de mi país sino también contra cientos de hijos de esta tierra panameña.
Para el Gobierno y el pueblo de Cuba, constituye un deber ineludible lograr que estos terroristas sean sancionados, ejemplarmente, como corresponde, por los crímenes cometidos.
Jamás renunciaremos a este legítimo reclamo de justicia.
Tengo la absoluta seguridad de que el pueblo panameño reconoce que la política exterior cubana siempre se ha regido por principios y firmes convicciones, los cuales emanan de la actitud solidaria y desinteresada de la Revolución Cubana.