El cubano Javier Sotomayor es el más grande saltador de altura de todos los tiempos, campeón olímpico en Barcelona 1992 y subcampeón en Sydney 2000, dos veces campeón mundial, atesora también victorias en campeonatos panamericanos. El atleta matancero que además posee la plusmarca mundial con 2 m 45, ahora vive una etapa nueva de su vida como coordinador de la selección antillana.
Después de tantos años como atleta ¿como vive la nueva experiencia como técnico?
La verdad es que es bien diferente, aunque las exigencias son igualmente altas, porque del trabajo de muchos de nosotros dependen los resultados de los atletas, me ocupa más tiempo que cuando era atleta.
No, pensaba que era un poco más fácil.
De todas sus grandes actuaciones, como Barcelona 92 o marcas como la de Salamanca ¿se podría decir que España ha sido un país talismán en su carrera?
Pues la verdad que para mi sí que lo ha sido, aquí he tenido grandísimos resultados, además siempre me he sentido como en casa, muy a gusto, y he podido contar con el respaldo de la afición española.
En su carrera además de grandes éxitos y alegrías también ha tenido algún momento desagradable como el episodio de Winnipeg del panamericano del 1999, ¿que sensación guarda de aquello?
Fue un hecho desgraciado y puedo decir que es lo peor que me ha sucedido en mi vida y en mi carrera deportiva, para algunos soy inocente y para otros no, la verdad que trato de olvidarlo, porque fue una cosa que no hice, para suerte mía mis amistades, el pueblo cubano y mi gobierno han creído mucho en mí.
Pero fíjate una cosa yo tengo una hernia discal y los doctores me aconsejaron no participar, si estuviera yo consciente de haber ingerido cualquier tipo de sustancia prohibida lo más correcto habría sido decir no saltar, haciendo caso a mis doctores, tenía la justificación para no hacerlo, con todas las altas probabilidades que tenía de ser medalla sería bastante tonto por mi parte hacerlo sabiendo que iba a pasar un control.
La solidaridad que recibí en mi país al igual que de atletas internacionales, que en ese momento aún siendo rivales me hicieron llegar su aliento, me ayudó a seguir un año entrenándome, en la incertidumbre de poder o no participar en la olimpiadas de Sydney y por circunstancias, creo que sobre todo climáticas, no pude ser oro alcanzando la plata.
¿La medalla de plata de Sydney sirvió para resarcirse de todo aquello?
En parte sí, aunque no fui a Sydney a demostrar mi inocencia.
A lo largo de su carrera siempre ha destacado por tener compromiso con la Revolución cubana, ¿que significa para un deportista la Revolución?
Dedicarle mis victorias a la Revolución no deja de ser un agradecimiento a todas las cosas que hemos logrado. Por que Cuba tiene atletas como yo debido a nuestro sistema político, que desde temprana edad fomenta las prácticas deportivas, las escuelas deportivas, las áreas especiales, que hacen que muchos niños nuestros no sólo les guste el deporte sino que tenga la posibilidad de practicarlo.
¿En alguno de sus viajes ha tenido alguna propuesta para desertar?
Siempre están al acecho de los deportistas cubanos, en unos deportes más y otros menos, pero siempre de alguna forma u otra los grandes deportistas tenemos ese tipo de acecho, pero yo siempre me he sentido muy bien en Cuba y llevo ya para 42 años viviendo allí, y te puedo decir que cada vez que estoy fuera de Cuba un tiempo lo extraño demasiado, siempre estoy con ganas de regresar a casa.
Cuando algún deportista llega a desertar ¿que siente?
Es su decisión, cada cual toma las suyas en su vida, aunque no esté de acuerdo yo con ella.
¿Cuales son las expectativas de la selección cubana para la cita del mundial de Berlín?
Alrededor de las seis medallas.
¿En que especialidades están más fuertes?
En salto triple, en lanzamiento, con Dayron Robles o Yargelis Savigne…
¿Cree que Dayron Robles puede bajar de la marca que tiene?
Por lo menos acercarse, está en buenas condiciones.