Traducido por Caty R.
Israel empieza a celebrar esta semana el sexagésimo aniversario de su creación. Una revisión de la historia de la llegada del Estado israelí.
Israel comienza hoy (7 de mayo) la celebración de lo que denomina su independencia. La fecha coincide en el calendario hebreo pero las conmemoraciones en presencia de los jefes de Estado extranjeros están previstas para 14 de mayo, fecha que corresponde a nuestro calendario.
Los palestinos instituyeron el 15 de mayo, el día siguiente de la proclamación del nuevo Estado por David Ben Gurion, el día de la Naqba: la catástrofe. Sin embargo, aquí nada indica que una parte (el 20%) de la población, a quienes llaman árabes israelíes para designar a los palestinos que permanecieron en las fronteras de Israel, vaya participar en la fiesta.
Como escribía el periodista Gideon Levy hace unos días en Haaretz, «durante un corto período de siete días, en tres ocasiones, el Estado de Israel ha prescrito a sus ciudadanos cómo tienen que demostrar sus sentimientos: hay que guardar luto dos veces, el día de la conmemoración del genocidio y el día del recuerdo, y festejar una vez, el día de la independencia. Estas tres conmemoraciones se marcan aquí con un alcance casi religioso, una especie de sacralidad misionera que no deja de estrecharse a lo largo de los años y se toma nota de quienes violan sus leyes».
De hecho, de esta manera, Israel quiere marcar el carácter inmutable de su creación y rodea con la misma cuerda el Holocausto, a los soldados caídos durante las guerras israeloárabes y, por supuesto, la independencia. Lo que tiene el mérito de ocultar cualquier debate social sobre cómo se creó Israel, sobre las motivaciones y las intenciones profundas de los jefes sionistas (sin distinción de tendencias). Por otra parte, incluso los periódicos «de izquierda» como Haaretz, ni siquiera llegan a hablar de la Palestina de antes de 1948, haciendo referencia exclusivamente a Israel… que no existía.
Fuegos artificiales, conciertos, desfiles militares, saltos en paracaídas sobre banderas israelíes gigantes: esa es la fachada tras la que continúan la ocupación, las negociaciones con los palestinos que no avanzan y el Primer Ministro, Ehud Olmert, está atrapado en la tormenta de varios asuntos de corrupción.
En realidad, el movimiento sionista marcó su punto más importante con la declaración de Balfur de 1917. Lord Balfur, ministro de imperio británico, publicó el 2 de noviembre de 1917 una carta en la que declaraba que «consideraba favorablemente el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina y emplearía todos sus esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo». Por lo tanto, la inmigración judía en Palestina se aceleró (35.000 personas entre 1919 y 1933) a pesar de las protestas palestinas, pero con la ayuda de los grandes propietarios, que vendieron sus tierras a los sionistas.
En 1922, el censo británico en Palestina daba las siguientes cifras: 78% musulmanes, 11% judíos, 9,6% cristianos. Población total: 757.000 habitantes. A partir de 1937, la «Comisión Peel» promueve la división de Palestina: un tercio se convertiría en un Estado judío. De hecho, la división de la ONU de noviembre de 1947 era peor para los palestinos puesto que, aunque eran mayoría, se les asignó menos de 50% del país.
Desde los años treinta, las cosas están claras en la cabeza de los dirigentes sionistas. Ben Gurion explicaba en junio de 1938: «Estoy a favor de la transferencia forzosa. No me parece inmoral en absoluto». Jabotinsky fue más claro todavía: «Los árabes deben dejar el sitio a los judíos en Eretz Israel» (1). Él mismo defininió el concepto de «muro de acero» para separar a los judíos del resto del mundo árabe… En estas condiciones se proclamó, el 14 de mayo de 1948, la creación de Israel, un Estado sin constitución cuya naturaleza siempre origina controversias.
Para los palestinos, el éxodo comenzó en noviembre de 1947 y prosiguió en 1967 con la ocupación total de los territorios palestinos. Hoy los cazas sobrevuelan Jerusalén emitiendo humos azules y blancos, los colores del país, y sobre Gaza arrojan bombas mortíferas. Un triste aniversario para los pueblos israelí y palestino.
(1) Citas extraídas del libro de Ilan Pappé Nettoyage ethnique de la Palestine (La limpieza étnica de Palestina, traducido por Luis A. Noriega Hederich. Editorial Crítica).
Original en francés:
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.