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Delicias turcas y misiles

Fuentes: Estrella Digital

Ésta no es la historia del trabajo diario de 129 militares españoles operando una batería de misiles Patriot en Turquía, es el relato aproximado de la decisión política que les ha llevado a las cercanías de la frontera con Siria y la oportunidad de su despliegue. En un año de presencia allí han cambiado los […]

Ésta no es la historia del trabajo diario de 129 militares españoles operando una batería de misiles Patriot en Turquía, es el relato aproximado de la decisión política que les ha llevado a las cercanías de la frontera con Siria y la oportunidad de su despliegue. En un año de presencia allí han cambiado los vecinos, lo que vuela, la amenaza y el mismo sentido de la vida.

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, ofreció hacia el verano de 2014 este sistema a la OTAN, una muestra de atlantismo del Gobierno y además la forma de que algunas unidades militares se adiestren adecuadamente y sin cargo al Ministerio de Defensa, ya que las operaciones militares en el exterior las financia la Hacienda de Montoro, que suena a finca para organizar bodas y banquetes.

Allí está el contingente español desde el primer día de 2015, en la ciudad de Adana, y continuará durante todo 2016 por decisión tomada sin publicidad y sin debate. El argumento ofrecido para enviarlo fue que la batería Patriot española «protege a la población turca de posibles ataques con misiles desde la vecina Siria».

¿Quién podía tener la voluntad y la capacidad de atacar con misiles a Turquía desde Siria? Pues no los grupos islamistas, sólo el Gobierno sirio o Irán, quién sabe las razones.

Mientras miraban al cielo dirección sur, los refugiados caminaban a ras de tierra y lo que sí comenzaron fueron los bombardeos turcos sobre Siria e Irak buscando kurdos hostiles.

Tampoco nadie previó que durante 2015 la guerra civil siria debilitó a todas las partes y además Estados Unidos acercó posturas con Irán y acabaría firmando un acuerdo sobre el programa nuclear iraní que convirtió de remota a nula la posibilidad de que volaran misiles por la zona que fuera necesario interceptar. La consecuencia es que los propios EEUU y Alemania decidieron retirar sus misiles Patriot de otros lugares de la frontera turco-siria; España, mantenerlos.

Una vez tomada la decisión, el Gobierno Rajoy cayó en la cuenta de que los Patriot españoles carecían de ciertos elementos de comunicaciones, por lo que se decidió adquirir a Alemania más misiles de segunda mano y componentes que llegaron a Turquía en marzo de 2015, y la lógica dice que al menos los primeros meses los Patriot españoles no fueron de excesiva utilidad pues no contaban con la capacidad tecnológica de integración en el sistema de defensa aérea turco o aliado.

En palabras del propio Estado Mayor de la Defensa, «la configuración actual de esa batería necesita(ba) apoyos externos para poder integrarse en el sistema de defensa aérea al no disponer del equipo de integración de datos remotos».

Suplida la carencia en abril y a falta de misiles, comenzaron a volar por la zona cazas rusos de apoyo al Gobierno sirio contra insurgencias varias.

La fuerza aérea turca derriba en noviembre un avión de combate ruso y vuelven a cambiar las circunstancias, las políticas entre los países con actividad en la zona y también el sentido de la batería española de misiles.

Una de las respuestas de Moscú, no la menor, a tamaña declaración de hostilidad por parte de Turquía (imaginemos un caza de EEUU derribado en el Caribe), ha sido la instalación en la zona del sistema de defensa antimisiles S-400 sobre suelo sirio y reforzar esa capacidad también sobre buques en torno a la base militar rusa de Latakia.

Al final la batería española de misiles vigila al oso ruso, y un destructor de EEUU con base en Rota -con capacidad antimisil Aegis muy real- ha anunciado este diciembre su presencia en el Mediterráneo oriental.

El paso del tiempo ha acabado dando una utilidad antirrusa a un sistema de armamento que en principio no tenía ninguna -más allá del adiestramiento-, argumento éste que se utiliza habitualmente dentro de las Fuerzas Armadas para justificar inversiones multimillonarias en armas de muy improbable utilidad, que el tiempo es cambiante y puede convertir en necesario lo que hoy no lo es (si antes no entra en la categoría de obsoleto).

La fecha electoral ha impedido que se celebre a finales de diciembre, como fija la ley de Defensa, un pleno monográfico en el Congreso sobre misiones militares en el exterior, donde alguna información podría haberse escapado sobre el hecho de que vivamos el momento de mayor número de operaciones de las Fuerzas Armadas fuera, que no de militares, o que en 2015 el Estado gastó mil millones de euros en estas misiones. Lo elevado de la factura lleva a sospechar que continúa pagándose en diferido el coste del repliegue nunca detallado desde Afganistán.

En los errores y los aciertos en el Ministerio de Defensa siempre se encuentran uniformados y civiles combinados, no existen decisiones erróneas políticas al margen de los militares ni aciertos de uniforme sin participación civil.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, realizó en vísperas electorales una «visita relámpago» al destacamento español desplegado en Turquía, en este tipo de visitas siempre van y vienen como un rayo.

En la maleta de Rajoy, reservando espacio para esas gominolas gigantes conocidas como «delicias turcas», junto a la ensalada antiterrorista que le sirvieron, alguien podría haber colado al jefe una novela de Dickens, «Historia de dos ciudades», palabras solemnes para momentos confusos.

«Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo».

Fuente original: http://contextospnd.blogspot.com.es/2016/01/delicias-turcas-y-misiles.html