Recomiendo:
0

El ejército israelí propina una paliza a un pastor palestino tras una llamada de los colonos

Democracia israelí en acción

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por LB.

La respuesta del portavoz del ejército israelí llegó con sorprendente rapidez. Apenas dos o tres horas después de que Haaretz formulara su pregunta, el portavoz respondió verbalmente, y luego por escrito, que «en respuesta a la pregunta del periodista y tras haber recabado información sobre la mayor parte de los hechos, el fiscal jefe [militar], coronel Jana Modzagbrishvili, ha dado instrucciones a la policía militar para que investigue el asunto».

El asunto en cuestión, según el relato mayoritario de los hechos, es que el día 7 de enero los soldados israelíes golpearon durante horas a un civil palestino al que mantuvieron con las manos atadas y los ojos vendados.

La cadena de acontecimientos se inició en la aldea de al-Tawani, en las colinas del sur de Hebrón, y continuó en la base militar israelí en Sussia. El hombre al que los soldados israelíes propinaron la paliza se llama Masab Rabai y tiene 22 años.

Ese jueves, Masab y uno de sus hermanos llevaron sus ovejas a pastar a los campos del wadi que discurre justo por debajo de su casa. En el wadi hay olivos y unas pocas pequeñas parcelas cultivadas. Entre las rocas de las laderas crece la maleza que sirve de alimento a las ovejas.

Les acompañaban dos voluntarios de los Grupos Cristianos por la Paz (GCP) que, junto con voluntarios de Italia, residen constantemente en el pueblo. Las casas del puesto de avanzada israelí de Havat Maon quedan ocultas por los árboles de un bosque, a unos 300 metros de la aldea y al este del wadi.

A las 9 de la mañana un Mitsubishi color beige con dos colonos apareció de repente en el camino bajo la arboleda. Uno de los colonos tomó fotografías y el otro habló por su teléfono celular. Pasa a menudo: aparecen colonos y llaman a los soldados. ¿Quiénes son los delincuentes? Las personas que trabajan en sus tierras.

Masab lo vio todo desde el wadi y se apresuró a llamar a más hermanos suyos. Intuyó que habría problemas. Llegaron soldados israelíes y empezaron a hablar con los colonos.

Tres de los soldados descendieron al wadi, hasta donde estaban los hermanos pastores y sus acompañantes. Según el testimonio de Masab, cuando alguien le dijo a uno de los soldados israelíes que Masab hablaba bien inglés, el soldado respondió: «si te vuelvo a ver por aquí te mato».

«¿Por qué?», preguntó Masab. «Esta es mi tierra y siempre estoy aquí».

El soldado le pidió su tarjeta de identidad. «Le dije que no tenía ninguna y el soldado respondió: ‘Quedáis todos arrestados'».

Los hermanos le dijeron que tenía que venir la policía, porque ese trabajo era suyo.

Los hermanos comenzaron a alejarse y los soldados les siguieron hasta que alcanzaron al hermano de Masab, Majdi, y al parecer le dieron una patada en la pierna. Majdi tropezó, se cayó y se lastimó. Otras personas de la aldea, mujeres y niños, comenzaron a descender al wadi.

También llegaron al lugar refuerzos del ejército. En total había unos 15 soldados israelíes. Masab estaba entre los que se llevaban herido a Majdi y los soldados israelíes de nuevo trataron de coger a otro de sus hermanos, así como al propio Masab.

Los dos hermanos escaparon y los soldados comenzaron a lanzar a la gente granadas aturdidoras y gases lacrimógenos. También rompieron una cámara perteneciente a los voluntarios de los GCP. Una furgoneta policial que había sido convocada por los voluntarios llegó y se detuvo a corta distancia.

Los soldados israelíes alcanzaron a Masab y, según su testimonio, le ataron las manos a la espalda, lo arrojaron al piso del jeep, alguien le agarró por la garganta y otros soldados lo golpearon con sus cascos, con las culatas de sus armas y con una tubería, al tiempo que otros lo pateaban.

El jeep comenzó a alejarse y cuando Masab intentó llamar a los policías que observaban desde el coche patrulla, los soldados le vendaron los ojos y continuaron golpeándolo. Llegaron a la carretera principal -Masab podía oír el ruido que producían otros vehículos al pasar- y continuaron golpeándolo.

Luego llegaron a un camino de tierra -Masab podía sentir cada bache y cada piedra mientras la paliza proseguía.

En un determinado momento el jeep se detuvo, apareció una persona que hablaba bien el árabe y, según el relato de Masab, dijo: «Estás causando problemas a los soldados, por eso tienen que pegarte».

Finalmente, se detuvieron en la base Sussia. Allí, los soldados se arremolinaron en torno a Masab. Un soldado beduino le exigió que identificara a las personas que aparecían en el vídeo que los soldados habían filmado en el wadi. Sobre todo querían identificar a su hermano Kamel. Masab se negó.

También se negó a hablar en hebreo (que no sabe). Y entonces, según relata, aparecieron cuatro soldados y comenzaron a golpearlo con sus armas.

«Me golpearon sin parar hasta que se cansaron», declaró. «Probablemente lo hicieron durante una hora, o quizá dos».

Quería orar, pero «dijeron que estaba prohibido. Pedí agua. Dijeron que estaba prohibido. Pedí permiso para ir al baño. Prohibido. Empecé a rezar y me golpearon. Alrededor de las 17:00 horas alguien me trajo agua, me quitó la venda de los ojos y me dio agua. Uno que creo que se llamaba Elishai, un beduino, se enfadó con el que me trajo el agua».

En cierto momento lo llevaron a una habitación pequeña, al parecer una celda de detención, y lo empujaron contra la pared. Al estrellarse contra la pared se rompió un diente.

Dice que se quedó solo por un tiempo, cuando terminó el turno de los soldados. Le trajeron comida. Se negó rotundamente a permitir que le alimentaran, de modo que los soldados el quitaron las esposas y la venda de los ojos y le permitieron comer mientras lo apuntaban con sus armas.

A última hora de la tarde los israelíes lo trasladaron a la comisaría de policía de Kiryat Arba, desde donde se lo llevaron para finalmente dejarlo abandonado en algún lugar de la carretera. Magullado y dolorido, comenzó a caminar por la oscura carretera hasta que lo encontró su familia.

La semana pasada indagamos para saber qué había ocurrido con la investigación [que había prometido realizar el ejército israelí]. La oficina del portavoz del ejército israelí dijo que estaba en curso.

Masab nos informó que el 26 de enero, él y sus hermanos fueron convocados para declarar en la Oficina de Coordinación de Distrito del ejército israelí fuera de Hebrón. La policía (militar) que investigaba no sabía árabe y se negó a que Juma, uno de los hermanos de Masab, que había vivido y trabajado durante muchos años en Israel, la ayudara traduciéndole las declaraciones.

En cambio, trajo a un funcionario que apenas sabía hablar árabe y que tenía que usar un diccionario todo el tiempo. A veces las preguntas que él mismo traducía eran incomprensibles.

Dicen que la policía militar les preguntó: «¿A qué grupo terrorista pertenecéis?». Juma respondió: «No comprendo». Ella dijo: «¿A Hamas o a Fatah?»

Y él respondió: «No, yo pertenezco a un tercer grupo.»

«¿A cuál?», preguntó la policía con ojos brillantes.

«Al grupo de los pequeños agricultores.»

Fuente: http://www.haaretz.com/hasen/spages/1156487.html