La captura, en 2016, de la emblemática ciudad de Alepo por parte de las fuerzas gubernamentales sirias a los rebeldes islamistas confirmó lo que muchos pensaban sobre la victoria final del presidente Bashar al Assad en la guerra. La norteña provincia de Idlib se convertiría en el último bastión de los terroristas y el Frente […]
La captura, en 2016, de la emblemática ciudad de Alepo por parte de las fuerzas gubernamentales sirias a los rebeldes islamistas confirmó lo que muchos pensaban sobre la victoria final del presidente Bashar al Assad en la guerra. La norteña provincia de Idlib se convertiría en el último bastión de los terroristas y el Frente Al-Nusra, rama local de Al-Qaeda, ostentaría el poder en sus principales centros urbanos. Este territorio todavía en conflicto pasó el año pasado a formar parte de la zona de pacificación implementada por el gobierno sirio y la oposición moderada tras una reunión entre representantes de Rusia, Irán y Turquía.
La anunciada ofensiva final de septiembre por parte del Ejército sirio sobre Idlib fue suspendida en el último momento fruto de un acuerdo firmado en Sochi por el presidente turco Erdogan, quien respalda a los rebeldes islamistas, y el presidente Vladimir Putin, donde se decidió imponer una franja desmilitarizada entre los dos bandos. Por su parte Donald Trump nunca ha reconocido la derrota en Siria asegurando con vehemencia a través de su representante especial, James Jeffrey, que no tolerarán un ataque en Idlib y que aceptarlo significaría perder el liderazgo en la gobernanza mundial. En defensa de esta línea roja la armada envió sigilosamente el portaviones USS Essex con la cubierta llena de cazabombarderos de última generación F-35B que se sumaron al grupo de ataque que EEUU tiene desplazado en el Mediterráneo.
La franja desmilitarizada es controlada por las fuerzas turcas y la policía militar rusa, tiene un ancho de 15 kilómetros que llega hasta las mismas puertas de la ciudad de Idlib para garantizar la no confrontación entre las tropas rebeldes y el Ejército sirio. El 15 de octubre fue la fecha marcada por Erdogan para la retirada de armamento pesado de todas las fuerzas opositoras moderadas y radicales yihadistas incluyendo al Daesh y el Frente Fath Al-Sham (antes conocida como Frente Al-Nusra, filial de Al-Qaeda). El proturco Frente Nacional para la Liberación (FNL) ha empezado a retirar sus armas pesadas de la franja y según la prensa árabe la banda terrorista Frente Fath Al-Sham habría confirmado su intención de disolver el gobierno provisional y pasar a formar parte de la plataforma política opositora Coalición Nacional Siria.
Otro foco de conflicto en esta guerra a tres bandas entre el Ejército sirio, las fuerzas islamistas afines a Turquía y las milicias kurdas del FDS armadas por EEUU se está desarrollando a lo largo del valle del río Éufrates y más concretamente en la provincia de Deir Ezzor. En una reciente reunión entre tribus locales leales al presidente Bashar al Assad se denunció la presencia de Estados Unidos y Francia en el norte del país y se pidió la movilización de la milicia tribal Liwa al-Baquir, un grupo armado que es entrenado por la Guardia Revolucionaria iraní. Con el apoyo de estas fuerzas tribales Rusia e Irán estarían en condiciones de presionar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) para que abandonaran su relación con el Ejército norteamericano. Una campaña de guerrillas en el margen oriental del Éufrates tendría como objetivo debilitar el poder de un FDS alejado del Kurdistán y tomar el control de los campos petrolíferos arrebatados. El cruce del río en Deir Ezzor de las tropas progubernamentales para consolidar las posiciones de combate podría significar el inicio de una campaña militar contra los EEUU.
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