Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
Presentación
El cómo y el por qué Dáesh habla de Palestina son cuestiones que conciernen a los palestinos. Más aún desde que esta organización ha incorporado en su propaganda una nueva perspectiva para explicar las revueltas palestinas de los últimos meses en la que aplaude los ataques con cuchillos como parte de su ideario salafista-yihadista. [1] En este comentario, Samar Batrawi, analista política de Al Shabaka, examina cómo ha abordado Dáesh la cuestión de Palestina en su producción en internet con el fin de indicar a los palestinos cómo pueden hacer frente a la usurpación de su narrativa, y cómo evitar que voces no palestinas e incluso potencialmente antipalestinas monopolicen su causa.
Comienza por situar la narrativa de Desh sobre Palestina en su contexto histórico y por escudriñar cómo los grupos salafistas-yihadistas como al Qaeda han abordado esta cuestión en el pasado. Después analiza el discurso que ofrece Dáesh sobre la cuestión palestina y los elementos fundamentales en los que se apoya, en concreto, Gaza, Jerusalén, los ataques con cuchillos, y su crítica de Hamas y Fatah. Concluye con una breve reflexión sobre por qué la evidente usurpación de la cuestión palestina por parte de Dáesh explota cuestiones más amplias que tienen que ver con el conocimiento y el poder, y la importancia que ello tiene para desligar las dos narrativas, reclamando a los palestinos que protejan enérgicamente su discurso de quienes pretenden apropiárselo.
Lo que (creemos que) sabemos sobre salafismo, yihadismo y Palestina
Si bien es difícil establecer con absoluta certeza la posición de Dáesh sobre Palestina, en su aproximación retórica a la cuestión se observan ciertos elementos recurrentes. Se nutre de la forma en que otros grupos salafistas-yihadistas han interactuado con la cuestión palestina y no parece guardar relación con la percepción que los palestinos tienen del salafismo-yihadismo. Más bien, al apelar a la legitimidad de la que goza la cuestión palestina, [la propaganda de ISIS] parece dirigirse al segmento social palestino que pretenden alcanzar los salafistas-yihadistas. Esta cuestión escasamente se ha estudiado; además, la mayoría de las investigaciones que se han llevado a cabo se reducen a al Qaeda y Palestina. Thomas Hegghammer y Joas Wagemakers han aunado sus estudios en la introducción de un número especial de Welt des Islams, de la que podemos extraer varias conclusiones.
En primer lugar, no ha existido una representación significativa de palestinos en al Qaeda, ni entre las filas de sus reclutas ni entre sus ideólogos políticos. En segundo lugar, a nivel ideológico, al Qaeda ha incluido frecuentemente a Palestina dentro de su radio de acción. En su declaración de 1998, reconocida como una de las declaraciones ideológicas más importantes de al-Qaeda, cita a Palestina como la tercera justificación para la yihad contra Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de que al Qaeda utiliza de vez en cuando a Palestina en su discurso, un análisis más profundo de esa declaración revela que en realidad no la menciona como tal. La declaración afirma que «[…] Si los objetivos estadounidenses en estas guerras [de Oriente Próximo] son religiosos y económicos, entonces sirven a los intereses del Estado judío, y para distraer la atención de la ocupación de Jerusalén [el término árabe utilizado es Bayt al maqdis] y del asesinato de musulmanes allí». [2] Esta elección de la terminología implica que el enfoque sobre Palestina es esencialmente religioso. Una consideración final de Hegghammer y Wagemakers es que al Qaeda se ha referido más frecuentemente a Palestina en los momentos de revueltas políticas en Cisjordania y Gaza. Lo mismo parece ocurrir en el caso de Dáesh, lo que sugiere un cierto grado de oportunismo.
El oportunismo destaca aún más por el hecho de que Dáesh únicamente se refiere a cuatro elementos sobre la cuestión de Palestina: Gaza, Jerusalén, los recientes ataques con cuchillos, y la política interna palestina. En total, desde mayo de 2015, le ha dedicado a estas cuestiones al menos 29 declaraciones en internet, la mayor parte en forma de vídeos. [3] Los temas tratados en los mensajes con frecuencia se superponen; Gaza se menciona en 19 mensajes, Jerusalén en 18, y en 15 se refieren a los ataques con cuchillos, estos últimos publicados todos en octubre de 2015. Cuando se refiere a la política interna se menciona a Hamas en cada mensaje, mientras que Fatah y la Autoridad Palestina (AP) se mencionan 15 veces.
Las cifras, sin embargo, no transmiten el modo en que Dáesh aborda estos temas.
La narrativa de Dáesh y Palestina
Quizás el aspecto más artificioso del enfoque de Dáesh sobre la cuestión de Palestina es Gaza. El grupo se ha subido al carro de la indignación que rodea el destino de las personas que viven en la Franja sin que sobre el terreno se le reconozca como un agente positivo para el cambio. Su enfoque retórico sobre Gaza es doble: por un lado, critica las prácticas israelíes, incluyendo el bloqueo y los diversos ataques contra Gaza, como la Operación Escudo Protector de 2014. Por otro lado, predomina la crítica de Hamas, como ilustra su extensa condena de la represión dirigida por esa organización contra los salafistas de la Franja durante el verano de 2015. El destino de los palestinos de Gaza nunca se aborda de forma independiente por si mismo sino que se recurre a él de manera instrumental para criticar a Israel y, con más frecuencia, para deslegitimar a Hamas, como veremos más adelante.
En cuanto a Jerusalén, la terminología que utiliza Dáesh es un buen indicador de su comprensión de la ciudad. El término más comúnmente utilizado es Bayt al-maqdis, que en árabe significa «la casa del santuario» y que tanto puede referirse a la mezquita al-Aqsa estrictamente, como al recinto que la rodea, como a la ciudad de Jerusalén en sentido más amplio. Se trata de uno de los nombres más antiguos de Jerusalén. Algunos salafistas utilizan nisba -nombres que hacen referencia al lugar de nacimiento de una persona- derivados de Bayt al-maqdis. El ejemplo más conocido es el de Abu Muhammad al-Maqdisi. Bayt al-maqdis es una designación que aparece con frecuencia en los hadices y se considera que contiene connotaciones más religiosas que el nombre alternativo árabe de Jerusalén, al Quds, el comúnmente utilizado por los palestinos.
Al Quds describe probablemente mejor la relación que los palestinos, musulmanes y no musulmanes, han tenido con la ciudad. Una relación que los medios de comunicación describen por lo general de manera reductora a pesar de que Jerusalén ha estado en el epicentro de la formación de la identidad palestina por razones mucho más complejas [que las religiosas]. Rashid Khalidi describe la ciudad como «el referente primordial de la identidad de todos los habitantes de Palestina tanto en la era moderna como en el pasado» que siempre ha tenido importancia religiosa para musulmanes, cristianos y judíos. En la Palestina de finales del siglo XIX y durante el XX fue el centro administrativo, educativo y cultural, así como el núcleo político e intelectual donde incluso antes de que el Mandato británico se estableciera podía apreciarse la irradiación de la identidad palestina a lo largo de las fronteras nacionales. [4]
Jerusalén parece formar parte importante de las aspiraciones políticas de Dáesh al menos retóricamente ya que a menudo habla de liberar Bayt al-maqdis del gobierno no musulmán. De hecho, desafía abiertamente los conceptos palestinos inherentes a la cuestión palestina y el papel que desempeña Jerusalén en ella al declarar: «[…] Vuestra lucha no es por la tierra sino por el bien contra el mal. Es por la religión». La idea que subyace es que Jerusalén solo será verdaderamente liberada cuando la gobiernen los musulmanes de acuerdo con la ley islámica. Dáesh también utiliza el profundo simbolismo religioso de Jerusalén cuando se sirve de la mezquita de al-Aqsa y de la Cúpula de la Roca en sus vídeos y declaraciones.
En octubre de 2015 los ataques con cuchillos fueron el tema de digresión más destacado de Dáesh coincidiendo con un aumento notable de declaraciones relacionadas con la cuestión palestina. Ningún grupo organizado se ha vinculado con los ataques ni tampoco Dáesh los ha reivindicado nunca. La expresión árabe al intifadat al afrad [la intifada de los cuchillos] utilizada por palestinos y árabes durante los últimos meses transmite la percepción general de estos ataques: que se trata de una intifada de la gente. Sin embargo, Dáesh ha aprovechado la oportunidad para presentar su propia narrativa sobre los ataques en una serie de declaraciones en vídeo.
Ha elogiado los ataques de los cuchillos como medio para lograr la liberación de la mezquita al Aqsa y como síntoma del fracaso de las élites árabes laicas y de la política palestina, ambas presuntamente cómplices de la ocupación de Jerusalén por el «pueblo judío». En esta línea, Dáesh llama a la violencia contra los judíos a la vez que reclama a los «hermanos de Palestina y en concreto de Bayt al-maqdis» que escuchen la llamada de la unidad islámica. La lista de los vídeos publicados en octubre de 2015 sigue por los mismos derroteros, retrata a Abbas y a Netanyahu cuando critica «la colaboración de los líderes árabes laicos con los judíos», da incluso consejos concretos a los palestinos sobre cómo atacar, incita a los apuñalamientos y a que los ataques sean rápidos i ndicando a los atacantes que se centren en la zona del pecho y en el corazón cuando apuñalen a alguien. El mensaje de Dáesh contra organizaciones políticas palestinas implantadas es particularmente claro en este vídeo donde la voz en off dice a los palestinos: «No esperéis nada de Fatah y Hamas. No esperéis que os den soluciones. No hay paz en lo que tienen que ofrecer. Confiad en Dios».
En un vídeo particularmente violento, la demonización de los judíos alcanza nuevas cotas cuando se les culpa de todo lo malo que ocurre en Oriente Próximo. En él también se dan consejos sobre cómo matar judíos, «no por un pedazo de tierra o una patria o una afiliación partidista, sino en el nombre de Dios», otra tergiversación peligrosamente desnaturalizada de la cuestión palestina que sin embargo, no encaja, por ejemplo, con la nota publicada por una joven palestina que recibió un disparo cuando intentaba un ataque con cuchillo en noviembre de 2015, y en la que declaraba haber actuado en defensa de su patria. Independientemente de que los ataques con cuchillos se justifiquen o no como método legítimo de la resistencia, es importante entenderlos como expresión que son de reivindicaciones políticas y no como muestra del fanatismo religioso que Dáesh trata de atribuirles.
Como se ha sugerido anteriormente, la manera en que Dáesh formula la cuestión de Palestina va más allá de desacreditar a partidos políticos palestinos específicos; tiene que ver sobre todo con deslegitimar la narrativa nacionalista inherente a la cuestión palestina. De hecho, Dáesh responsabiliza a los judíos de haber re-formulado la cuestión palestina como cuestión nacional y no como yihad . De este paradigma se extrapola que todo el que se adhiera a una narrativa nacional colabora con el enemigo. Así lo declaran de manera reiterada: «[…] Sabed que el problema que tenéis con los judíos no es nacional ni territorial; se trata de una cuestión religiosa». En un vídeo en particular llegan incluso a afirmar que «las negociaciones entre Israel y Abbas no son más que negociaciones entre judíos y judíos».
En la mayor parte de la producción on line de que se dispone, Dáesh critica a la dirección palestina y árabe con más frecuencia de lo que critica a Israel. Fatah y Hamas aparecen como infieles laicos y traidores a la causa salafista-yihadista. Dáesh ha sido especialmente vehemente al denunciar las políticas de Hamas contra los salafistas de Gaza, por ejemplo, cuando publicó una extensa entrevista con un ex-prisionero en la que se abordaba la tortura de presos salafistas a manos de Hamas, y en la que se acusa a la organización palestina de colaborar con Israel para suprimir la resistencia contra ese Estado.
En resumen, Dáesh aborda selectivamente ciertos elementos de la cuestión palestina enmarcándolos de manera muy diferente a cómo lo hacen los propios palestinos en su lucha por la autodeterminación. Asimismo Dáesh exacerba los problemas internos existentes en Palestina, tales como la merma de legitimidad de la AP y la fractura de la política nacional. Y lo hace sin aportar nunca nada sustancial.
Desvincular las narrativas y llamar a la acción
Al igual que la otrora floreciente al Qaeda, Dáesh ha incorporado la cuestión de Palestina a su retórica situando en un lugar preferente de su dogma salafista-yihadista ciertos elementos de la cuestión. Y a pesar de que no existen pruebas de que exista una relación directa o especial entre la cuestión palestina y el salafismo-yihadismo, esto ha llevado a algunos observadores a trazar vínculos entre ambos movimientos. Parece que quienes equiparan a Dáesh con Hamas y caracterizan a los palestinos como extremistas con una «cultura de la muerte», como hace el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, pretenden impedir cualquier iniciativa que aborde los legítimos derechos palestinos o desafíe el régimen de ocupación israelí. Se asientan en un viejo discurso que representa a los palestinos como musulmanes coléricos, irracionales y dogmáticos, como ya se ha señalado anteriormente. Va emparejado con un paradigma de la modernidad según el cual los judíos israelíes son desarrollados y cultivados en oposición a los palestinos, que son primitivos, paradigma que se ha naturalizado en el discurso global sobre radicalización y terrorismo.
Esto no quiere decir que de manera general se acepte la ecuación de la causa palestina y Dáesh sino que existe una representación permanente de la causa palestina como inherentemente extremista, basada supuestamente en odios primarios y que anhela la muerte y la autodestrucción, y ello a pesar de que históricamente hace años que la naturaleza laica de la cuestión palestina ha quedado documentada y acreditada. [5] Lo cual no significa que el islam no juegue un papel en ciertos discursos sobre la identidad palestina y sus manifestaciones políticas, pero es que incluso dentro de organizaciones como Hamas, el referente identitario que predomina es el palestino y no el musulmán, y su objetivo político definido es la autodeterminación palestina, no el establecimiento de un Estado islámico transnacional. [6]
Si los palestinos son reacios a abordar cómo Dáesh intenta cooptar sus reivindicaciones, sus derechos y sus objetivos políticos en su propaganda tal vez se deba a que al hacer frente a estas cuestiones puede interpretarse que se está legitimando a Dáesh. Sin embargo, ignorar la cooptación que hace Dáesh de su narrativa es cada vez más perjudicial para la causa palestina, y no sólo porque puede parecer que los palestinos se inhiben mientras la propaganda yihadista explota sus experiencias y su realidad, sino también porque se ha abierto la veda para que otras voces construyan otra narrativa palestina en su nombre.
La realidad, según recientes encuestas de opinión, es que el 88% de los palestinos denuncian a Dáesh y que el 77% apoyan la guerra occidental y árabe contra la organización yihadista. Dáesh explota y exacerba la fragmentada y aparentemente desesperanzada realidad política palestina en beneficio propio y de nadie más. Paralelamente, Israel sigue provocando a los palestinos recurriendo a la idea de que representan un extremismo dogmático similar al de Dáesh.
Combatir la apropiación de Dáesh de la narrativa palestina es pues no sólo un deber moral sino también una cuestión estratégica. Las reclamaciones palestinas son absolutamente humanas, tangibles y vigentes, y prenden de derechos humanos universalmente reconocidos. No emergen de un imaginario conflicto religioso sino de una realidad política en la que generaciones de palestinos y palestinas de todas las creencias han sufrido y sufren la limpieza étnica, la colonización, la privación de sus recursos naturales, los ataques militares, la ocupación, el asedio, y el exilio, entre muchos otros delitos. Mientras tanto, quien ha cometido y sigue cometiendo estos crímenes puede seguir eludiendo su responsabilidad si puede seguir dominando el relato. Por eso los palestinos deben actuar y proteger vivamente su narrativa tanto de la usurpación de Dáesh como de la demonización de la que son objeto por parte de voces anti-palestinas. Y utilizar todos los medios a su alcance.
Notas:
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Dáesh es el acrónimo en árabe de Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS es el acrónimo en inglés). Algunos comentaristas utilizan ISIL (acrónimo en inglés de Estado Islámico de Iraq y Levante). El propio grupo comenzó a utilizar IS/EI (Islamic State/Estado Islámico) en 2014. El salafismo-yihadismo hace referencia a la ideología de los grupos que defienden un retorno a lo que ellos interpretan que es el verdadero islam (conocidos como salafistas), así como el combate activo por su causa expresado por el término yihad.
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Traducción de la autora.
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Declaraciones citadas en Jihadology.net que he codificado en base de datos personal. Jihadology.net es un centro de distribución de materiales de primera mano de las redes yihadistas. Utilizo Jihadology en lugar de las fuentes originales en foros cerrados con el fin de garantizar la accesibilidad de las fuentes a un público más amplio en caso de interés en los textos reales. He comprobado las declaraciones citadas y los hipervínculos que cito en esta pieza.
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Khalidi, R. (1997), Palestinian Identity: The Construction of Modern National Consciousness (New York: Columbia University Press), p. 35.
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Véase Rashid Khalidi (1997) Palestinian Identity: the Construction of Modern National Counsciousness ; Quandt, Jabber & Modely Lesch (1973) The Politics of Palestinian Nationalism ; Loren D. Lybarger (2007) Identity & Religion in Palestine ; and Edward Said (1992) The Question of Palestine.
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Véase por ejemplo Wael J. Haboub, «Demystifying the Rise of Hamas,» Journal of Developing Societies 28, nº. 1 (2012): 57-79; Asher Susser, «The Rise of Hamas in Palestine and the Crisis of Secularism in the Arab World» (Crown Center for Middle East Studies, 2010), 56; Meir Litvak, «The Islamization of the Palestinian-Israeli Conflict: The Case of Hamas,» Middle Eastern Studies 34, nº. 1 (1998): 172
Samar Batrawi, palestino-alemana, es miembro de Al Shabaka. Cursa su doctorado y es profesora asistente de Teoría de las Relaciones Internacionales en el Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres.
Fuente: https://al-shabaka.org/commentaries/understanding-isiss-palestine-propaganda/